1. El capitalismo sigue "vivito y coleando" en todos los países del mundo. Su base esencial, el trabajo asalariado, la plusvalía, la acumulación de capital, las diferencias de clases, el papel del dinero, la desigualdad, jamás fueron destruidas, ni siquiera tocadas. No solo siguen vivas estas formas de dominación, sino que nadie se imagina que pudieran desaparecer algún día porque parecen haberse sellado en nuestro cuerpo con fierro candente. Las reformas o cambios más conocidos dentro del capitalismo fueron las reformas agrarias colectivas, seguros sociales, fiscalizaciones, rendiciones de cuenta, leyes avanzadas, centralización estatal, que nada tuvieron que ver con el socialismo que tanto fue proclamado. El socialismo como etapa de transición hacia la desaparición del Estado y las clases sociales jamás pudo avanzar frente al poderío capitalista.
2. El socialismo en un solo país o en un grupo de países es una bobada, tal como lo demostró la realidad. Nunca Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, junto a dos o tres países más, podrán ser socialistas ni construir nada parecido, mientras exista el poderío de los siete o de los 20 grandes países que dominan el mundo política, ideológica, económica y militarmente. Les darán a los del ALBA chance de hablar y de sacar algunos resolutivos sin mayor trascendencia, pero cuando se conviertan en verdadero peligro contra el capitalismo que necesita abundante petróleo, que produce armas para guerras, que crea industria nuclear, que necesita agua y otros recursos agrícolas, que monopoliza transnacionales, que es además acreedor de gigantescas deudas, etcétera, buscarán aplastarlo sin la menor preocupación.
3. La ideología de propiedad privada e individualismo está desde el seno materno, se instaló en la familia patriarcal, se fundamentó en la escuela, la iglesia y la sociedad. ¿Por qué –pregunta De la Boétie en su "Discurso de la Servidumbre Voluntaria"- un puñado de ricos y poderosos somete a un pueblo mil veces más numeroso sin que éste mantenga una permanente resistencia? Muchos sin pensarlo bien responderíamos que por la fuerza militar del Estado; De la Boétie, que escribió hace 450 años, dice que es por la ideología y la fuerza de la costumbre. Esto quiere decir que si queremos una revolución verdadera –no un simple cambio de gobernantes, partidos o grupos- hay que ir a la raíz. El capitalismo seguirá dominando mientras domine con la fuerza y la ideología.
4. El capitalismo mexicano no es sólo Calderón, Salinas, Peña o Cevallos y sus bandas mafiosas de rufianes. Son en primer lugar la televisión y la radio, la iglesia, la escuela y la familia, que transmiten la ideología y valores individualistas, competitivos, no solidarios, y consumistas a 112 millones de mexicanos. Si bien la política y la economía son determinantes en la estructura de las sociedades, la ideología es la que mueve la actuación de los pueblos. Por tanto, el combate en todas sus formas a los medios de información y a la ideología del Estado debe pasar a primer plano. Si no logramos profundizar la contracultura, podrá incluso llegar la izquierda al gobierno y nada cambiará porque la gente seguirá pensando y viviendo con ideales capitalistas.
5. La llamada democracia mexicana no es otra cosa que el disfraz de la dictadura de la clase explotadora. En 70 años de PRI y 10 años de PAN han mantenido la misma política contra los intereses de los trabajadores y de los mexicanos en general. Es una democracia burguesa pro empresarial con poder vertical reconcentrado con una enorme cantidad de recursos para evitar cualquier desviación de sus principios y reglamentos; exactamente lo contrario de lo que debería ser la democracia directa, el poder popular o el autogobierno con principios horizontales, de coordinación y de igualdad. La pregunta es: ¿Si los revolucionarios deben aprovechar todas las formas de lucha: legales e ilegales, pacíficas y no pacíficas, cuál es el margen a aprovechar procesos electorales?
6. En última instancia en las luchas sociales ningún objetivo debe o puede ser definitivo, es decir, un objetivo logrado se convierte en un medio para luchar por otro objetivo y así hasta el infinito. La revolución es permanente porque si se detiene se burocratiza y muere, tal como ha sucedido con todas las revoluciones (francesa, rusa, china, vietnamita, etcétera); es como un tren donde viajan muchos que acompañan con un tramo: unos bajan donde les conviene y otros continúan hasta el final si antes no mueren o los asesinan. Como bien se sabe no pueden haber fenómenos estáticos, sin cambios, sin movimientos. No puede haber revoluciones ni sociedades definitivas, menos aquellas dominadas por minorías. O las cosas cambian o cambian, no hay de otra.
7. ¿Qué es lo que ha hecho que las revoluciones se dividan, se frenen y produzcan caudillos buenos o malos y no realicen transformaciones importantes? Quizá el bajo nivel de entendimiento de las masas, penetradas profundamente por el individualismo capitalista, siempre dispuestas a seguir a una gran cantidad de liderazgos. ¿Cuándo las masas, como preguntaba Bloch, podrán pensar y decidir por cuenta propia acerca de los problemas de la revolución? Aquí ha estado el quid del asunto: si no somos capaces de aprovechar todas las luchas y oportunidades para transformar la ideología, las concepciones y formas de pensar de la población podríamos solo estar luchando por cambio de personas en el gobierno y volviendo a engrasar la maquinaria de opresión.
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