4/02/2016

¿Brechas que se cierran?


Crédito de la foto: CEDLAS

Por Leonora Chapman | amlat@rcinet.ca

Leonardo Gasparini, coautor del libro ¿Brechas que se cierran?
“La idea es ver las distintas brechas que han existido desde siempre entre hombres y mujeres en el acceso al mercado laboral y en otras áreas y ver si hubo progresos en la reducción de esas brechas, si hay mejoras y en el caso en que no las haya, cuales son las limitaciones para que esas brechas vayan cerrando con el tiempo”.
En América Latina, mientras que en los años sesenta tan solo dos de cada diez mujeres adultas trabajaban o buscaban activamente trabajo, hoy en día esa cifra se triplicó. ¿Qué implicaciones tienen estos datos en la vida de las mujeres, en la sociedad, en la economía de los países de la región?
El incremento en la participación laboral femenina responde a una amplia gama de factores. Por ejemplo, comparando con la situación de hace veinte años atrás,  hoy en día las mujeres latinoamericanas permanecen 2 años más en el sistema  educativo, tienen un 3 por ciento más de probabilidad de no formar pareja, y su  tasa de fecundidad es un 60% menor, todo lo cual ha alentado y a su vez ha sido  retroalimentado por su participación en el mundo del trabajo fuera del hogar.
En el mismo sentido han contribuido algunos cambios económicos que favorecieron la expansión de actividades donde la presencia de la mujer es más frecuente, como es el caso del sector de servicios, y transformaciones en las normas  sociales que tendían a desalentar el ingreso de mujeres en ciertos tipos de empleo.
Leonardo Gasparini afirma que el libro explica muy bien ese aumento de la participación de la mujer en el trabajo pero no deja de señalar otro elemento que también sobresale.
“Los factores son muchos y variados, naturalmente para un fenómeno de tal magnitud. Nuestro trabajo explica ese aumento tendencial importante. Pero nuestro estudio remarca que ese incremento se desaceleró en la mayoría de los países latinoamericanos y de hecho se estancó durante la última década en  algunos países. De manera que el centro de nuestro trabajo se focaliza en tratar de entender por qué ese aumento, que había sido tan vigoroso, tan importante durante casi medio siglo, se desaceleró en América latina, se estancó en muchos países de la región”.
La desaceleración empieza a producirse  a partir del año 2000.   
En contraste con la primera tendencia, la participación laboral femenina se desaceleró significativamente en América Latina desde comienzos de la década del 2000.  En promedio, mientras que la tasa de participación de las mujeres  creció 0.9 puntos por año en los noventa, en los dos mil la velocidad se redujo  a un tercio: 0.3 puntos por año. De hecho, mientras que en varios países el crecimiento del empleo femenino se desaceleró, en otros directamente se detuvo,  alcanzando una meseta.
“En mi país, Argentina, la entrada de la mujer al mercado laboral está estancada desde hace tiempo. Eso quiere decir que son tantas las mujeres que consiguen trabajo como las que pierden un trabajo. La proporción de mujeres trabajando está básicamente estancada”.
Este patrón de crecimiento y posterior desaceleración está presente en todos los grupos de mujeres, pero sobre todo en las mujeres casadas (en uniones legales o  consensuales) o de contextos socioeconómicos más vulnerables bajo nivel educativo, residentes en áreas rurales o con cónyuges de bajos ingresos. De  hecho, a diferencia de lo que venía ocurriendo en décadas previas, la brecha laboral entre estos grupos y las demás mujeres se ha ensanchado en los años dos mil en algunos países de la región. Estos cambios recientes alimentan la posibilidad de un escenario dual en el que la participación laboral de las mujeres urbanas con alta educación converge a los niveles de los países desarrollados, mientras que la participación de las mujeres meseta mucho más baja.
¿Qué explica esa desaceleración?
“Nuestro trabajo pone el foco en un argumento que se llama del “trabajador adicional”, y básicamente lo que quiere decir es que en muchos hogares latinoamericanos ocupan el rol de trabajador secundario. Lo que significa que sus decisiones laborales, de entrada o no al mercado laboral, muchas veces son sensibles a lo que ocurre con las perspectivas laborales de su marido o del contexto de ingresos del hogar en el cual la mujer se encuentra. Entonces ante una situación negativa, Las mujeres son más propensas a reaccionar y entrar al mercado laboral”.
Otra posible explicación, es que la desaceleración observada sea un fenómeno transitorio. El fuerte crecimiento económico que la región experimentó en la década del 2 000 permitió incrementos en los ingresos laborales y en los beneficios de protección social que pueden estar provocando un rezago en la entrada de las mujeres al mercado de trabajo.
El doble empleo de las mujeres
“Para nosotros es un tema central, las políticas vinculadas al empleo femenino y a la participación laboral de la mujer. Y en ese listado de políticas que nosotros revisamos en América latina y en el resto del mundo, destacamos particularmente dos. Una es la necesidad de hacer fuertes campañas a favor de la corresponsabilidad dentro del hogar. Hay un desbalance muy grande en los hogares latinoamericanos en términos de las tareas domésticas. En Argentina, las estadísticas muestran que el principal responsable de las tareas domésticas en casi todos los hogares es la mujer”.  
El segundo elemento tiene que ver con el cuidado de los niños y la ayuda que puede brindar el Estado.  En América latina el tema de las guarderías está muy poco desarrollado, particularmente para las mujeres más vulnerables, señala el autor.
Es nula la ayuda del estado, destaca Leonardo Gasparini. En la ciudad de La Plata, en Buenos aires, que cuenta con 1 millón de habitantes hay solo 3 guarderías públicas. Ninguna en un barrio humilde. Lo que representa una carga importante para las mujeres más humildes para salir al mercado laboral.
En la entrevista, el profesor de economía propone pistas de solución a través del desarrollo de políticas públicas en algunas áreas identificadas como prioritarias.
En países de América latina, dice, es necesaria una revisión de los sistemas de licencia que están concentrados en las mujeres, hay pocas licencias por paternidad. También es importante avanzar en términos de educación. Todavía hay restricciones en el acceso. Los programas sociales que se desarrollaron en América latina son muy buenos en muchos aspectos, pero faltan instrumentos e incentivos que motiven a las mujeres beneficiarias a buscar activamente trabajo, hay que profundizar el cuidados de los niños y los ancianos, entre otros temas ya mencionados.
La ayuda financiera del CRDI/IDRC
“La ayuda financiera del CRDI fue vital. No solo para la redacción del libro sino para otras actividades que hacemos en nuestro centro. Hacemos competencia de alumnos de América latina que escriben ensayos sobre temas distributivos en la región, hacemos cursos a los cuales asisten estudiantes de toda América latina a estudiar temas de pobreza, de mercados laborales, de evaluación de impacto. En todas estas actividades está el CRDI”.
El libro fue realizado en el CEDLAS de la Universidad Nacional de La Plata, en el marco del proyecto “Promoviendo el empoderamiento económico de las mujeres a través de mejores políticas en América Latina”, una iniciativa conjunta con CIEDUR.
Esto y más en la entrevista de Leonardo Gasparini, profesor de economía, Universidad de La Plata, Argentina. al micrófono de Leonora Chapman

Las manos de un padre


La vida es muy corta pero tenemos un montón de memoria.

María Teresa Priego

lasillarota.com

Las manos de mi papá tiemblan un poquito. Se ha deslizado con un intenso amor por la vida hacia eso que llamamos: “la vejez”. Tan intenso como ahora, por momentos, su miedo a la muerte. “La vida es muy corta”, me dice. Sí, es verdad. La vida es la larguísima experiencia más corta de este mundo. “Tendríamos que inventar otra cosa. Apenas da tiempo de comenzar a entender”.

“¿Qué inventaremos, papá? ¿Qué propones?” “Tú qué inventas”. “Una Ciudad que se llama Alakamanda en la que puedo viajar en el tiempo. Entre otras cosas. Tiene un montón de bellezas la ciudad de Alakamanda”. “¿Allí nadie se muere?” “Allí también todos nos morimos algún día”. “Pues se carga con la misma limitación en esa ciudad, ¿cómo se te fue a ocurrir inventarla así? ¿Estamos en Villahermosa?” “Estamos en Villahermosa”.

Estamos en la ciudad de las calles que se inundan, pero la visitamos muy poco. La geografía la van creando los pasos de mi padre. No es una geografía vastísima en la realidad. Vamos a los mismos lugares. Puntualmente. Donde no haya tanto calor, donde las sillas no queden muy lejos, donde haya elevador. Pero nos imaginamos cantidad de inmensidades. Los viajes que sí hicimos. Los viajes que no hicimos. Se le olvidan. Se los recuerdo. Me dice que no sucedió. Insisto en que sí sucedió.

Miramos fotos. “¿No que no fuiste, Gorilo yucateco?” “Ah, ese soy yo, Saraguata”. “El léxico familiar”, como diría la escritora Natalia Ginsburg. Inventarnos nombres de amor. Desfila el bestiario completo. Como en la infancia. Como siempre. Como cuando era capaz de vencer el miedo de bajar la empinada calle Méndez soltando el manubrio de la bicicleta y alzando los brazos hacia las nubes, porque él me estaba esperando.

“Nada mal, para una niña”. Halago máximo. “Otra vez reprobé matemáticas”. “No importa, eres una niña, tú vete a leer, ya tendrás un marido que sepa contar”. Disculpa máxima. Pero a su tropical y decimonónica manera era libertario con sus hijas, mi papá.

Ahora le tomo fotos todo el tiempo. Traigo un litigio con su memoria traidora. Y traigo una inmensa gratitud con su memoria que me regala sus primeros años. Esa otra parte de su memoria que lo acompaña con una lealtad -hasta ahora- inquebrantable.

Mientras esa memoria permanezca, no importa donde me cite, nos encontramos. “Maria (lo dice sin acento) a veces te he confundido con mi mamá”. “¿Te has dado cuenta, papá?” “Sí”.  “No es grave confundirte con mi mamá”. “Claro que no, ¿por qué tendría que ser tu hija todo el tiempo?” “Es verdad, uno no es la misma persona todo el tiempo”.

La memoria traidora nos sumerge en debates interminables: “¿cuándo vamos a mandar a hacer mis anteojos?” “Ya fuimos, te hicieron un examen, los estamos esperando”. “No hemos ido”. “Ya fuimos”. Le muestro la foto. Me mira con sus ojotes que fueron castaños toda su vida y de unos años para acá son verdes. Como los de su madre. “Pues creo que tienes razón, sí fuimos”. Se asusta. Se ríe. “Me estoy deschavetando”. “Na, ni me presumas, desde chiquito eres un deschavetado”.

Nada es “grave” por el momento para nosotros, habitantes de Alakamanda. Casi nada. Tomo fotos de sus ojos, de sus manos. Me muestra sus dientes de feroz pirata de los mares del sur. Tomo fotos de sus dientes para mostrárselas después: tus ojos, tus manos, tus dientes. Recuerdo a mis hijos pequeños frente al espejo, cada uno, aprendiendo a nombrarse. “Éste soy yo”. “Sí, éste eres tú”.  Lo dejamos en su casa. “¿Está tu mamá?” “Sí”.  Larguísimo suspiro de alivio. “Mi romántico tardío”, dice mi mamá. Corro hacia el Faro. Acá escondida, intento ordenar lo corta que es la vida y cómo no se nos ha ocurrido inventar otra cosa. Acomodo mis absurdas rebeliones contra los límites. Y mis gratitudes. También.

El Faro mira hacia la Laguna de las Ilusiones. Cuando vengo a Tabasco me convierto -cada vez- en la guardiana de ese Faro que esconde un “nosotros” antiguo. Originario.  Ambivalente como todos los “nosotros”. Un “nosotros” que el tiempo –como es “normal”, como es deseable e indeseable- ha transformado de tantísimas maneras. Una dice “el tiempo pasa”. “El calendario”. Los años, los lustros, las décadas, y está nombrando una realidad rotunda, irrefutable. Y sin embargo, les cuento: puedo aprehender las memorias más remotas desde el Faro. Atraparlas. Casi convertirlas en hoy. Como imagino que puede hacerlo cada una/o de ustedes desde sus personalísimos Faros, desde sus más íntimos “nosotros”.

No regreso -en la realidad- a la casa de nuestras infancias, ni a la casa de nuestras adolescencias, sino a este espacio nuevo que me permite mirar la ciudad tan cercana y como a lo lejos. Este espacio deshabitado cuando no estoy, que he ido llenando de objetos que nadie ve, de música y voces que nadie escucha. Mis “objetos” interiores. Para bien y para mal. Mis primeros amores. Mis fantasmas más remotos. ¿Les sucede? Las bondades. Las desgarraduras del “nosotros”.

Algo se altera –para mí- en el corazón, en las neuronas, en las maneras de percibir la realidad. Como si me convirtiera en una esponja que absorbe los segundos con una intensidad distinta. A veces tengo miedo. Un miedo cósmico. Miro las garzas que pasan. Hay iguanas de todos los tamaños y los colores allá abajo. Mis hijos me visitan en el Faro. Van y vienen. Acá y hasta por allá. En los juegos de las rimas mi papá me volvió a ganar. Me ha ganado casi cada vez desde mi infancia, pero ahora su memoria hace trampas. “Esa palabra sí rima pero ya la dije”. “No la dijiste”. “Sí la dije”. “Pues apunta cada palabra, Lagartija, tú me estás haciendo trampa”. Apunto cada palabra.

Así vamos nosotros, habitantes de una ciudad que se llama Alakamanda. Es una ciudad que flota entre el Grijalva y la Laguna de las Ilusiones. Entre Roma y París. Entre la Ciudad de México y San Petesburgo. Las manos de mi papá tiemblan un poquito. Le pesa la taza de café. Estamos protegidos. Estamos juntos. Recuerdo cuando vivía muy lejos y en los momentos oscuros pensaba: “Soy la hija consentida de mi papá”. Lo recuerdo. Era como una especie de mantra. Mi perrita Cayetana entra en un debate acalorado -como de 35 grados- con una iguana. Creo que le está haciendo preguntas. “Ella también es mortal, Cayetana”, le digo con tono didáctico. “Las apariencias engañan”. La iguana permanece imperturbable. Cayetana y yo: desbrujuladas.

La vida es muy corta, pero tenemos un montón de memoria, un montón de caricias, un montón de palabras. “¿Escribes de mí, Maria”. “Sí”. “¿Y me lo vas a mostrar?” “No”. “Son tus secretos”. “Eso”. Apunto cada palabra. Cada palabra que te atrape. Cada palabra que te nombre. Cada vez que regreso al Faro, corto tajaditas de miedo cósmico y las arrojo a la laguna. Es biodegradable, el miedo. Mi papá se llama Marco Antonio. Somos los habitantes de una ciudad de memoria y de palabras. No hemos logrado inventar la eternidad, pero nos aplicamos. Mientras tanto, él vuelve despacito a los cenotes de su infancia y me permite -a sus horas- acompañarlo.

@Marteresapriego
@OpinionLSR

El 40% de lxs franceses desresponsabiliza a los violadores si la mujer tenía una actitud “provocativa”


Una encuesta publicada el 2 de marzo muestra la vigencia de la cultura de la violación en el país galo, donde una proporción importante de la población (26%) piensa además que si una mujer cede y deja de defenderse cuando es forzada, entonces no se trata de una violación, un 17% no considera que pueda haber violación dentro de una pareja casada; y un 25% considera que en materia sexual, “las mujeres saben mucho menos lo que quieren que los varones”. Esta creencia puede tener efectos devastadores”, advierten lxs autores de la publicación: “Dar crédito a este tipo de afirmación es equivalente a considerar que las mujeres son incapaces de decidir por sí mismas, y que necesitan a los varones para entender cuáles son sus verdaderos deseos. Esto equivale a negarles la facultad de decidir consentir o no a una relación sexual”.
Por Angeline Montoya, desde París
COMUNICAR IGUALDAD-Tras el brutal asesinato de dos mendocinas en Ecuador, muchos comentarios dejados en las redes sociales demostraron que, en Latinoamérica, la cultura de la violación, aquella que echa la culpa de una agresión sexual a la víctima, sigue estando muy vigente. Las mujeres, alegan esos comentarios, no saben lo que quieren, si dicen que “no” en el fondo piensan que “sí”, no deberían andar “solas” (por más que en este caso, no estuvieran solas, sino acompañadas una por la otra), etc.
Muchos otros comentarios, con trasfondo racista, subrayaron el carácter intrínseco del machismo “en esos lugares” como Ecuador o zonas del interior de Argentina como Salta, donde dos turistas francesas fueron violadas y asesinadas en julio de 2011.
Pero en Francia, una investigación de la encuestadora Ipsos publicada el miércoles 2 de marzo de 2016 muestra que, para parte de la población del país galo, la actitud de las víctimas le quita al violador parte de la responsabilidad de la agresión. Para un 26% de las personas interrogadas, por ejemplo, si una mujer cede ante una amenaza, entonces no se trata de una violación. Asimismo, un 40% opina que el hecho de que una mujer tenga una actitud “provocativa” en público atenúa la responsabilidad del violador.
La investigación, que tuvo mucha repercusión en Francia, fue descrita por los medios como “aterradora” o “abrumadora”, a pesar de que apenas confirma una situación denunciada desde hace décadas por el movimiento feminista.
El concepto que la sociedad francesa tiene sobre las violaciones, explican lxs autores de la encuesta, pedida por la Asociación Memoria Traumática y Victimología, que lucha contra las violencias sexuales, crece “en un terreno extremadamente fértil”: en primer lugar, los estereotipos sobre la sexualidad femenina y la sexualidad masculina. En segundo lugar, los estereotipos sobre las violaciones mismas. Y, en tercer lugar, el desconocimiento de la realidad estadística sobre las violaciones.

Estereotipos sobre la sexualidad
Primer estereotipo señalado por la investigación: un 66% de las personas interrogadas cree que los varones tienen una sexualidad “más simple” que las mujeres, y un 63% piensa que les es más difícil controlar su deseo sexual. Asimismo, el 25% (un 22% de mujeres y un 28% de varones) considera que en materia sexual, “las mujeres saben mucho menos lo que quieren que los varones”.
“Esta creencia puede tener efectos devastadores”, advierten lxs autores de la publicación. Dar crédito a este tipo de afirmación es equivalente a considerar que las mujeres son incapaces de decidir por sí mismas, y que necesitan a los varones para entender cuáles son sus verdaderos deseos. Esto equivale a negarles la facultad de decidir consentir o no a una relación sexual”.
De hecho, el 19% de lxs franceses cree que “cuando se intenta tener una relación sexual con ellas, muchas mujeres dicen ‘no’, pero significa ‘sí’”.
Estereotipos sobre las violaciones
La encuesta muestra la dificultad, para mucha gente, de identificar cuándo se trata de una violación y cuándo no: para un cuarto de la gente interrogada, una penetración con la mano o una felación no consentidas no son violaciones, sino agresiones sexuales. Un 17% no considera que pueda haber violación dentro de una pareja casada.
Peor aún, el nivel de resistencia de la víctima también se toma en cuenta a la hora de definir qué es una violación. Un 21% considera que si una persona no puede expresar su rechazo o si finalmente cede (con el presupuesto de que ceder es lo mismo que consentir), entonces no se trata de una violación. Lo mismo, para un 26%, si un varón amenaza a su víctima para tener relaciones con ella, y la víctima cede ante la amenaza: tampoco, en este caso, se trataría de una violación.
Una proporción importante de franceses (41%) cree que si una mujer se defiende lo más que puede, es posible evitar ser violada. ¿Significará que las mujeres que sí han sido violadas no se defendieron lo suficiente? En todo caso, un cuarto de las personas considera que “cuando se respetan algunas reglas simples de precaución”, entonces “no hay casi ningún riesgo de ser víctima de una violación”.
Pero lo que más indignó cuando se publicó la encuesta y circuló en las redes sociales fue el hecho de que parte de las personas interrogadas consideran que en algunos casos, la mujer fue responsable de la violación o que la responsabilidad del violador quedó atenuada por sus actitudes: un 27% piensa eso si la mujer vestía “sexy”. Un 40%, si la mujer tuvo una actitud “provocativa” en público (en un restaurante o en una discoteca). Un 36%, si la mujer aceptó ir a casa de un desconocido. Un 38%, si la mujer coqueteó con un varón y luego se negó a tener relaciones sexuales con él. Y un 27%, si la mujer había tenido relaciones sexuales previas con el violador.
Desconocimiento de las estadísticas sobre violaciones
De acuerdo a una investigación publicada en 2000 sobre las violencias contra las mujeres en Francia, unas 50.000 mujeres de entre 20 y 59 años habían sido violadas el año anterior. Una investigación más reciente, de 2015 calcula que cada año 84.000 mujeres de entre 18 y 75 años son víctimas de violaciones o de intentos de violaciones.
Sin embargo, la investigación publicada el 2 de marzo muestra que un 41% de lxs franceses ubica esa cifra entre 10.000 y 50.000. También creen que el 25% de las víctimas denuncia la agresión ante la policía, cuando lo hace solamente el 10%.
Más de la mitad (54%) cree que el lugar más peligroso para las mujeres es el espacio público, cuando en realidad, el 90% de las víctimas conocía a su agresor y en el 37% de los casos, se trataba de su pareja conviviente en el momento de la violación.
Prevención y educación
Afiche de la campaña contra el ABCD de la Igualdad
Afiche de la campaña contra el ABCD de la Igualdad
Una de las conclusiones de la encuesta Ipsos es que habría que realizar una “prevención de las violencias sexistas y sexuales y una educación para la igualdad mujer-varón y para el respeto de los derechos de las personas desde una edad temprana”.
Es, precisamente, a lo que apuntaba un programa piloto en las escuelas, llamado ABCD de la Igualdad, y que preveía clases de educación sexual integral. El programa fue blanco del ataque de organizaciones anti-derechos, que también se habían movilizado contra el matrimonio igualitario, y que habían sacado afiches en los que reivindicaban los estereotipos de género como un valor en sí.
Una gran manifestación fue organizada el 2 de febrero del 2014 contra la “familifobia” y la “teoría del género”, reuniendo a unas 500.000 personas, tras lo cual el gobierno canceló el programa ABCD de la Igualdad.
El programa ha sido reemplazado por un Plan de acción para la igualdad entre mujeres y varones en la escuela, facultativo. La lucha contra los estereotipos de género “desde una temprana edad” puede esperar.

Foto destacada: Feministas francesas protestan frente a la “Venus de Milo” por la violación de una mujer tunecina.
Datos técnicos: La encuesta fue realizada por la encuestadora Ipsos a pedido de la Asociación Memoria Traumática y Victimología entre el 25 de noviembre y el 2 de diciembre de 2015, con 1001 personas representativas de la población de francesa mayor de 18 años, respetando las proporciones de sexo, edad, profesión, categoría de aglomeración y región

Romper el continuum de la violencia feminicida



   QUINTO PODER

De la misma forma como la violencia se caracteriza por ciclos que se repiten entre el ejercicio del control y el castigo hacia las mujeres, así en la sociedad la violencia de género se presenta con características similares en las que la violencia familiar es el espacio para el sometimiento a través de las relaciones de pareja, y que van en incremento hasta culminar con la violencia feminicida.
 
En el feminicidio, forma extrema y más brutal, intervienen otros factores que favorecen estos contextos de discriminación al desanimar la denuncia de la violencia con la desigualdad institucionalizada de género, y que se presenta con la discriminación que funciona como una sólida base para propiciar, facilitar y contribuir a la violencia contra las mujeres.
 
El feminicidio es el resultado de un continuum de violencia contra las mujeres, en el que las omisiones del Estado son una parte fundamental, aunque en algunos casos pueden ser acciones directas o con la anuencia de los agentes del Estado al no intervenir en forma efectiva, responsable y con apego a procedimientos claros.
 
De tal forma que la violencia institucional opera como un elemento activo cuando el proceder de los operadores de justicia es en sentido contrario a la protección de los Derechos Humanos de las mujeres, facilitando contextos de violencia familiar y de pareja, calificando los delitos desde una óptica permisiva y discrecional.
 
Sin embargo, es la omisión la más común de las contribuciones de la violencia institucional al agravamiento del contexto de violencia de género en el ámbito familiar y ejercido por la pareja, lo que contribuye en forma activa para facilitar los casos de feminicidio.
 
Desde la negativa a la emisión de las órdenes de protección, las medidas cautelares en los casos de separación por violencia, o en la nula respuesta efectiva a los llamados al número de emergencia para brindar auxilio, han constituido en reiterados casos (en San Luis Potosí, Guanajuato, Campeche, y otros estados donde se han documentado) causa de que la falta de protección derivó en feminicidio.
 
La peor parte de esta violencia ejercida sobre mujeres que buscaron algún auxilio, solicitaron una orden de protección o intentaron recibir algún tipo de ayuda a los números de emergencia que no resultó efectiva, es que los agresores terminaron por cometer el delito de feminicidio.
 
Hay casos graves que derivaron en observar a las corporaciones policiacas para su mejor comprensión e incorporación en los criterios, de considerar los bienes jurídicos tutelados que respaldan las intervenciones para abrir o romper puertas e intervenir en espacios privados cuando hay un llamado de auxilio de una mujer víctima –o a solicitud de vecinos–, por el riesgo inminente sobre la vida.
 
(Así se pudieron evitar casos de feminicidio. Hay uno que ocurrió en 2010, en Ciudad del Carmen, Campeche, donde una niña de nueve años fue violada y asesinada por un familiar, y afuera estaba la policía que no intervino “porque no tenía autorización”, hasta que se dejaron de escuchar los gritos de la menor, y fue cuando intervinieron para perseguir al ya consumado feminicida).
 
Otros casos así se han documentado: llamadas a la policía municipal o corporaciones estatales, que no saben o no poseen los procedimientos claros de una instancia que disponga además de Protocolos de Actuación Policial en casos de violencia de género, para saber que sus actuaciones o las medidas de protección no constituyen actos de molestia contra los agresores, sino actos de garantía de protección a la vida de las víctimas.
 
Hay otras formas activas o de permisividad de los operadores de justicia, que con su actitud favorecen la comisión de delitos contra las mujeres, tales como la falta de protección, y que considere y reconozca que una mujer víctima de violencia de género no puede ser llevada a conciliación o mecanismos abreviados, simplemente porque no está en condiciones de igualdad frente a su agresor. (Un caso en Sinaloa ocurrió en 2015 cuando una mujer atada y golpeada en un parque fue llevada a conciliar).
 
Ya lo ha promovido el Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belem do Pará; lo dicen la Ley General de Acceso y el Código Penal, pero como no se incluye específicamente los procedimientos abreviados, se insiste en ofrecer este recurso a mujeres que al ser colocadas frente a sus agresores simplemente sucumben por la indefensión aprendida.
 
Si establecemos que hay dos grandes tipos de feminicidio, uno de ellos de tipo íntimo en el que la víctima estuvo expuesta a un continuum de violencia en la que en distintos momentos pudo intervenir el Estado a través de agentes, y el ejercido por desconocidos en espacios públicos.
 
Una gran parte de los primeros podrían prevenirse con intervenciones activas, oportunas y responsables de los agentes del Estado para romper la cadena de la violencia de género contra las mujeres, acabando así con el contexto de violencia feminicida con participación del Estado.
 
*Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
 
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Campeche.- 

Feminismo hiperreal. Por Mia Dragnic




“La situación no depende del cuerpo, es este el que depende de aquella.”
SIMONE DE BEAUVOIR

Hace algún tiempo empecé a desarrollar un particular rechazo a cierto tipo de feminismo, a algunos elementos que éstos reivindican como ideologemas centrales. Digo feminismos y me distancio en este gesto textual de quienes crean tener la potestad de emitir diplomas de egreso en feminismo. Feminista es un sujeto con vagina, con pene, con las dos o con ninguna, que sea capaz de elaborar ideas o acciones que logren intervenir algún lugar de lo real con la voluntad de alterar sus asimetrías. Comprendiendo que lo real es aquello que determina salarios menores para las mujeres, que hace de la crianza y las tareas del cuidado una labor femenina, que ha borrado de los libros la presencia de las mujeres y que a lo largo de la historia ha negado nuestro acceso a la educación, al placer, a la racionalidad y a la política. Ese sujeto será probablemente más feminista en algunas situaciones y relaciones que en otras.

También creo que no es necesario decir ‘soy feminista’ para serlo, como por supuesto tener vagina tampoco es una garantía. A propósito de lo planteado, hace un par de meses en un congreso sobre género que me topé por casualidad, en una de las más públicas de las universidades públicas que hay en América Latina (entre las cuales Chile no cuenta), escuché una ponencia sobre organizaciones feministas de la región de la Araucanía. Arauco, la tierra del pueblo mapuche… En la presentación, para mi asombro, no se hizo referencia a organizaciones de mujeres mapuche. La respuesta a mi inquietud fue que no habían agrupaciones que se reconocieran feministas, y por respeto a esa no autodenominación, se decidió excluirlas del estudio. ¿Será este uno de los problemas que se desprenden de la disociación entre la praxis y la teoría? Considero que dos acciones significativamente feministas en Latinoamérica siguen siendo que las mujeres manejemos dinero y seamos propietarias de la tierra que habitamos, seamos mujeres urbanas, campesinas, migrantes, indígenas, negras o todas a la vez.

El feminismo a través del tiempo lo que ha intentado hacer es desdibujar los sustratos culturales que se han impuesto como categorías biológicas fijas para subordinar lo femenino. Desde estrategias individuales como disfrazarse de hombre durante la segunda mitad del siglo XIX para estudiar una carrera universitaria, hasta manifestaciones masivas contra los femicidios o a favor del aborto, se han organizado acciones dirigidas a terminar con la idea que hay una naturaleza humana inmutable y perenne. Entonces, luego que tanto ha hecho el feminismo aparecen discursos feministas que en algunos aspectos hacen todo lo contrario. Estoy hablando de una especie de feminismo algo costumbrista. Un activismo que busca ir hacia una raíz, hacia un pasado idílico, recurriendo a una determinación natural estática, mágica o universal para hacerlo. Es un feminismo al que le gusta mostrar vaginas, sangre y todo tipo de fluidos, como creyendo visibilizar con esas imágenes lo que el patriarcado ha ocultado. El asunto es que hay allí un fetiche genitalista, pues las mujeres no somos únicamente vagina, clítoris ni menstruación. ¿Qué tiene de original una simbología genital para pensar lo político? Absolutamente nada, eso lo dijo Foucault hace tanto tiempo, creativo sería quizás politizar el bulbo raquídeo.

Estoy preocupada, creo que hay una creciente renaturalización de la mujer, una voluntad esencialista movilizada por otorgar cualidades inamovibles a lo femenino. Esta cercanía con una naturaleza que supone ser inalterable, que es tan hermosa para algunas personas, me parece potencialmente tan peligrosa y terrorífica. ¿Qué nos hace ser más sagradas o más naturales que los hombres?, ¿porqué apelar a un recurso biológico exclusivo? Tenga en consideración que Margaret Thatcher pudo parir, al igual que Violeta Chamorro, Van Rysselberghe y Pati Maldonado.

Comprendo, por ejemplo, la necesidad de generar nuevas miradas médicas en un contexto en el cual la medicina tradicional sigue importándole la genitalidad únicamente en su rol reproductivo, cuesta creer que un órgano como el clítoris, ‘descubierto’ por la medicina moderna en el siglo XVI, no cuente todavía con un examen específico y accesible que determine su anatomía. Es tan importante que interpelemos la extrema medicalización del parto y el exceso de cesáreas innecesarias, que conozcamos el cuerpo y trabajemos por un modelo de salud no mercantilizado, pero otra cosa es reivindicar el dolor como único lugar de autodeterminación. Cómo si parir con dolor fuese paradojalmente un prerrequisito para hacerse mujer o si regar plantas con menstruación un acto que nos asegure la trascendencia. Recurrir a afirmaciones del tipo ‘nuestras ancestras parían sin anestesia’ o ‘eran más sabias’, para validar ideas políticas que se intentan incardinar, no solamente me parece un recurso algo irresponsable y precario, sino también poco creativo. Poca creativa la capacidad de mirar hacia el futuro y de preguntarnos: ¿Cuáles son las libertades por las que estamos luchando?, ¿qué realidades queremos abrirles a las mujeres que vendrán? Pensar el futuro siempre es incorporar aprendizajes y elementos del pasado, pero no es necesario ni saludable convertirlo en un origen mítico y perfecto. No creo en una sociedad originaria matriarcal que nos haya hecho extremadamente felices a las mujeres y no me parece producente acudir a ella como un argumento político. Hay una voluntad escatológica en estas expresiones de feminismo y los recursos religiosos utilizados por la política siempre son fatales. Es una especie de feminismo ontológico reservado a una élite, que nada tiene que ver con las reivindicaciones de los movimientos de mujeres trabajadoras, ni con los sistemas de creencias de poblaciones campesinas, negras o indígenas. Es un feminismo que reúne ideas, acciones y voluntades confusas y eclécticas. Que rescata hábitos y principios de contextos culturales muy diversos: taoístas, católicos, hinduistas, incaicos, mapuche, yanomamis por ejemplo, para llevarlos a prácticas protocientíficas tautológicas y a veces fundamentalistas. Es complejo afirmar que ‘las mujeres son el gran útero creador del universo’. Es delirante, narcisista y facho. ¿No se sentiría profundamente ofendida de que alguien la considere un gran útero o una gran cabeza o una gran parte del cuerpo, cualquiera que sea, y que de paso le asigne la responsabilidad de crear el universo? Es una ofensa similar a la que produce que los mudadores de bebés estén únicamente en los baños de mujeres.

Sí, hay una crisis civilizatoria y si no reflexionamos con nuestros compañeros sobre la necesidad simultánea de pensarnos, de que se piensen a sí mismos desde otras masculinidades, seamos homo/hetero/bi/post o andróginas, estamos igualmente jodidas aunque identifiquemos nuestros ciclos con la luna, hagamos terapias alquímicas y vivamos en plenitud nuestra sexualidad. Es que ni el sexo, ni el cuerpo, ni las amígdalas cerebrales son pura biología. La experiencia nos dice que hay movimientos que deben ir de la mano y quizás una gran asimetría que nos ha favorecido a lo largo de esta historia, es que hemos tenido que pensarnos a nosotras mismas y que hoy nos seguimos pensando. Sin embargo, si elaboramos relatos mágico-religiosos para comprender la maternidad que nos hacen estar por sobre lo masculino en ámbitos como la crianza, entonces seguiremos naturalizando e incluso justificando que una paternidad responsable se limite a ser la de un papá de fin de semana o de fin de semana por medio. Las labores humanas de reproducción y producción de la vida no son autopoyésicas. Necesitamos aparatos culturales que no sigan haciendo de las diferencias, desigualdades. Cuando lo político se sostiene en principios biológicos el futuro está en tinieblas y eso sí que lo sabemos.

Beauvoir en el Segundo Sexo describe de forma espeluznante el embarazo y la menstruación, no es necesario compartir en totalidad sus apreciaciones para considerar que son maravillosas las pastillas anticonceptivas y la anestesia. Y claro que me interesa que se popularicen más métodos anticonceptivos para hombres y que sean menos nocivos para las mujeres, pero eso no tiene nada que ver con tirar por la borda los avances científicos para volver al coitus interruptus. En un mundo tan escasamente justo como en el que vivimos este tipo de defensas lo único que fortalecen es el culto al individuo, al igual que muchas creencias esotéricas. Vaya y mire como la esterilización forzada impuesta a mujeres principalmente, ha sido una práctica eugenésica implementada como política de estado en casi todos los países. Sorpréndase y sepa que en 1996 la Organización Mundial de la Salud (OMS) felicitó a Fujimori por los logros obtenidos gracias a su programa de control demográfico ¿lo recuerda? El criterio demarcatorio entre la discrecionalidad judicial y la arbitrariedad es borroso y comúnmente se orienta por proteger a quienes tienen mucho que perder en este trastocado sistema de valores. Es necesario que las reivindicaciones que elaboramos surjan desde una consciencia sobre la realidad social en la que se vive y que el pensamiento político nos invite constantemente a revisar nuestras convicciones morales.

La sacralización de la maternidad y de la familia son expresiones directas de un conservadurismo que encontramos en casi todas partes: en gobiernos progresistas, en la iglesia, en las escuelas laicas, en la ética médica y judicial, en organizaciones de derecha y de izquierda, en madres y padres de todo tipo. Igual de reaccionario es el discurso naturalista de un feminismo que a ratos parece añorar las cavernas. Es retrógrado el discurso que alimenta la lógica del eterno femenino y la idea del regreso a un origen prístino, simplemente porque la naturaleza humana es cambiante y creativa. Mirar el pasado como única práctica para el futuro no puede ser un camino que fortalezca el proceso de liberación de las mujeres, los elementos que recogemos de un tiempo que ya fue deben ubicarse en los territorios ganados, comunes y comunitarios, para resignificarlos sin retroceder.

Mia Dragnic. Socióloga, maestra en Estudios de Género, Universidad de Chile.

mdragnic@gmail.com

Que las palabras no se las lleve el viento: justicia para Dafne



   ZONA DE REFLEXIÓN
Por: Lucía Lagunes Huerta*

Hace un mes la Secretaría de Gobernación decidió “acelerar los cambios hacia la igualdad” y “desmontar aquellas prácticas que nos alejan de la igualdad”. Los compromisos asumidos no son cualquier cosa y no pueden quedarse sólo en palabras; las acciones contundentes tienen que sellar lo firmado el pasado 22 de febrero y la justicia para Dafne Fernández es una gran oportunidad.

Pisar el acelerador es más que necesario, sobre todo cuando desde hace una década contamos con una Ley para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, que busca precisamente acelerar los cambios hacia la igualdad. ¿Cómo? Marcando los lineamientos y mecanismos institucionales para lograr la igualdad sustantiva en lo público y lo privado.

Una de las acciones, que mandata la ley, es “adoptar las medidas necesarias para la erradicación de la violencia contra las mujeres”.

Lograr la igualdad implica garantizar a las mujeres violentadas protección y justicia, no dejar ni un resquicio por el cual los agresores gocen de impunidad.

Es la oportunidad para demostrar que las palabras no se las lleva el viento y que lo firmado en febrero realmente es una acción de gobierno y de Estado, que no se queda en las paredes de Bucareli, sino que llegan hasta Veracruz, por ejemplo.

El caso de Dafne Fernández es la oportunidad de mostrar que ese acelerador inicia ya, y que los violadores de la joven reciben el castigo que marca la ley. Es garantizarle a ella y su familia un acceso a la justicia digno, sin revictimización.

Es necesario ser intolerante hacia la impunidad, sobre todo cuando la evidencia de la mala aplicación de la justicia es brutal. Veracruz, por desgracia, es el ejemplo de la mala aplicación de la justicia, de la impunidad y la colusión de autoridades con la delincuencia.

Dafne escribió en Facebook que había tocado fondo, que había decidido romper el silencio para defenderse ante los ataques sexistas que ha recibido, culpabilizándola por lo ocurrido.

No hay medios pasos en éste ni en ningún caso de violencia contra las mujeres, la acción debe darse y remover, si es necesario, a todo funcionario que obstaculice la justicia para Dafne. A las víctimas no se les responsabiliza, se les protege.

Eliminar toda justificación de la violencia contra las mujeres es necesario para que el acelerador anunciado funcione.

Eliminar la tolerancia ante la violencia contra las mujeres debe abarcar los videos musicales que promueven, justifican y hacen apología de la violencia contra las mujeres, especialmente la música grupera. El ejemplo salta a la vista con el video de la canción “Fuiste mía”, de Gerardo Ortiz.

La autoridad responsable de aplicar la ley no puede conformarse con la condena social, ésa la realizamos la sociedad civil. La autoridad está obligada a sancionar cuando sea necesario, aplicar la ley y demostrar que las declaraciones hechas son respaldadas por un actuar coherente con lo dicho.

Construir la igualdad de género no debe quedar reducido a declaraciones ni la difusión en Twitter. Sin lugar a dudas implica la forma de pensar, de comunicar y sobre todo, para la autoridad, de actuar. Si no se actúa desde todas las instancias de gobierno, se corroborará que lo firmado y declarado el 22 de febrero son palabras que se las llevó el viento.

Twitter: @lagunes28

*Periodista y feminista, directora general de CIMAC.
  
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Ciudad de México.-

Iniciarán campaña de afiliación sindical de empleadas del hogar



   Recolectarán firmas para exigir ratificación de Convenio 189

Marcelina Bautista Bautista, presidenta de CACEH 

Como parte del Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar –que se conmemora hoy–, el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH) iniciará el próximo fin de semana una campaña nacional de afiliación al recién creado Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (Sinactraho), y difundirá los Derechos Humanos laborales de este gremio.

Para conmemorar la efeméride, instaurada por la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (Conlatraho) en 1988, las activistas del CACEH harán una jornada de recolección de firmas en esta capital y los estados de Chiapas, México, Colima y Puebla, para exigir que las autoridades ratifiquen el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), avalado por el Estado mexicano desde 2011.

A decir de Marcelina Bautista Bautista, presidenta de CACEH y una de las secretarias colegiadas del Sinactraho, este domingo 3 de abril las trabajadoras organizadas instalarán en la Alameda Central, en esta ciudad, una radio cabina para hablar sobre los derechos de este personal y afiliar a las mujeres al sindicato.

En paralelo, las activistas recolectarán firmas para urgir la ratificación del Convenio 189, las cuales enviarán al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en junio próximo para recordarle que en 2014 se comprometió públicamente a ratificarlo, pero hasta ahora no ha cumplido, subrayó Bautista.

El instrumento internacional fue aprobado hace cinco años por la OIT para exigir a los Estados parte, que brinden condiciones de trabajo digno para las y los empleados del hogar en el mundo, mediante la seguridad social, un salario justo, jornadas de trabajo reglamentadas y la no discriminación, así como el reconocimiento de todos los derechos laborales para este gremio.

En México, donde en esa actividad se desempeñan 2.3 millones de personas (90 por ciento mujeres), el gobierno federal, a través del subsecretario de Gobernación y otros funcionarios, ha prometido que ratificará el Convenio 189, implementado ya en otros países como Uruguay.

No obstante, aún no hay fecha para la ratificación del Convenio y las trabajadoras desconocen el proceso de revisión del mismo, pues mientras la Secretaría de Relaciones Exteriores les informó en abril de 2015 que el trámite se encontraba en la etapa inicial de consulta tripartita (entre gobierno, parte patronal y empleadas del hogar), las secretarías del Trabajo y de Gobernación les aseguran que ya está por ratificarse el acuerdo internacional.  

| CIMACFoto: César Martínez López
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 

La radiante impunidad de “Los Porkys de Costa de Oro”



   MUJERES CAUTIVAS

Como un grito desesperado pidiendo ayuda a la sociedad mexicana, calificó Javier Fernández Gómez su exigencia de justicia ante la –ya confesa– violación tumultuaria de su hija Dafne, ocurrida en 2015, por parte de los llamados “Porkys de Costa de Oro”, Veracruz, quienes tienen nombres y apellidos: Enrique Capitaine Marín, Jorge Cotaita Cabrales, Diego Cruz Alonso, y Gerardo Rodríguez Acosta.
 
Se ha vuelto una trágica costumbre saber de gritos desesperados clamando por justicia debido a la más diversa gama de atrocidades ocurridas en prácticamente todo el territorio nacional, contra mujeres, niñas y adolescentes, donde el común denominador es la impunidad que tiene tras de sí la colusión entre las y los integrantes de la élite política (que en muchos casos se ostentan como gobernantes) para exentarse a sí mismos del cumplimiento de la ley.
 
Como parte activa de la sociedad civil organizada que defiende los derechos de las mujeres y las niñas, hemos insistido en que la trata con fines de explotación sexual –que ocupa el segundo lugar entre los negocios ilícitos más redituables a nivel mundial– es una de las formas de violencia extrema que no pocas veces termina en feminicidio.
 
Los delitos relacionados con la trata de mujeres y niñas no surgen de la nada.
 
Para que esto sea posible, a lo largo de la historia ha tenido que permitirse y/o legitimarse una serie de prácticas que degradan la dignidad de las mujeres a partir de las instituciones (gobierno, religiones, sistema educativo y económico, medios de comunicación), y luego reproducirse en los entornos inmediatos como la familia o la comunidad, lo que conocemos como patriarcado.
 
Es así que, cuando responsabilizamos al patriarcado de la violencia sexual, familiar o comunitaria, la trata, la explotación o el feminicidio, estamos alertando contra todas las prácticas que autorizan que las mujeres, las niñas y las adolescentes sean vistas y tratadas como seres de ínfima categoría, a quienes no se les reconoce un “NO” como respuesta.
 
Tal contexto se agrava cuando el llamado “contrato social” ha perdido valor o simplemente ya no existe en un país como México, porque de un lado escuchamos discursos oficiales a favor de aplicar “todo el peso de la ley”, y del otro vemos una realidad en la que el hecho de denunciar resulta muchas veces más riesgoso que quedarse calladas.
 
Por varias semanas Dafne no quiso denunciar hasta que su hermana la convenció de que los hechos no podían ser ignorados, mientras que su padre, una persona como usted o como yo, sin el mínimo interés en la política y con cero conocimientos jurídicos, tuvo que salir a exigir justicia, ya que, una vez concluido el plazo legal, la autoridad, concretamente la Fiscalía del estado de Veracruz, no asumió la obligación legal de ponerse del lado de la víctima para castigar a sus cuatro violadores.
 
¿Qué obtienen a cambio las personas que deciden denunciar? Como ya es costumbre en este país, y para pintar una raya más al deleznable gobierno de Veracruz, a cargo Javier Duarte, la víctima y su familia han sido señaladas, difamadas y amenazadas, sin importar que existan todos los elementos probatorios de la culpabilidad de los cuatro delincuentes.
 
¿Cómo no pensar que en este país reina la flagrante impunidad para quienes pertenecen al intocable sector de políticos, empresarios y gobernantes, e incluso empresarios ligados con los más altos círculos del poder? ¿Estamos o no ante un sistema que protege violadores, feminicidas, tratantes y proxenetas?
 
Desgraciadamente, el caso de Dafne resultará emblemático entre los de su tipo y servirá de triste referencia para quienes deseen ejemplificar cómo operan las redes de corrupción en este país.
 
No debemos pasar por alto lo que es sabido en Veracruz y que incluso fue confirmado ayer durante la marcha que encabezó María Elena Bretón de la Cruz, abuelita de Dafne: “Los Porkys de Costa de Oro”, presuntamente forman parte de una banda criminal integrada por juniors, la mayoría hijos de funcionarios o empresarios, y la protección de este perfil de delincuentes es el modus operandi de la Fiscalía veracruzana, al menos desde los tiempos del ex gobernador Fidel Herrera.
 
Como aquel caso de Gabriela Benítez Ybarra, desaparecida en Xalapa y localizada meses después con señas de ataque sexual y sin vida. Era novia de un ahijado del entonces gobernador Herrera. Otro caso emblemático que hasta ahora sigue en total impunidad.
 
Desde este espacio reconocemos el valor de las autoridades del Colegio Rougier, al que pertenecen la víctima y sus atacantes, por haber alzado la voz, y por supuesto condenamos la impunidad que hasta el día de hoy prevalece en el caso de “Los Porkys”.
 
No permitamos que la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del estado, la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de Veracruz, el Código Penal estatal, y los tratados internacionales en la materia sean letra muerta.
 
Exigimos justicia para Dafne y cárcel para sus violadores.
 
Twitter: @CATWLACDIR
 
*Directora Regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés).
 
Imagen retomada de Twitter: @lauraalarcon104
Por: Teresa Ulloa Ziáurriz*
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 

Ante ONU, jóvenes feministas demandan acceso al poder



   Mayor participación en formulación de políticas de género

 Jóvenes feministas organizadas llamaron a los gobiernos de los países miembros de la ONU a garantizar la participación política de la juventud, sus derechos sexuales y reproductivos, el acceso a la salud, la tierra y la educación, así como el reconocimiento de su diversidad.
 
Del 14 al 24 de marzo se llevó a cabo en la sede de Naciones Unidas, en Nueva York, el 60 periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW, por sus siglas en inglés), en el que participaron funcionarios y algunas organizaciones civiles, que discutieron temas vinculados al desarrollo y empoderamiento de la población femenina.
 
Como parte de las conclusiones del encuentro internacional que tuvo como fin formular políticas para la igualdad de género, el Grupo de Trabajo de Jóvenes Feministas, integrado por expertas en equidad de género, derechos sexuales y reproductivos, justicia económica, ecológica y social, y participación política, circuló una declaratoria complementaria a la Declaración Oficial del Foro Juvenil de la CSW, en la que destacan demandas particulares.
 
Las jóvenes llamaron a los gobiernos a participar en el monitoreo e implementación de la Plataforma de Acción de Beijing, y que establezcan metas vinculadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) –ambos acuerdos vinculantes para el desarrollo de las mujeres–, pero que en ambos garanticen la participación de la juventud.  
 
Señalaron que como jóvenes son las menos representadas en los espacios políticos, plataformas de toma de decisión y mecanismos de rendición de cuentas en todos los niveles, incluyendo la formulación, desarrollo, implementación y evaluación de leyes, políticas, planes y presupuesto.
 
Enfatizaron que requieren la construcción de un espacio seguro, propicio e incluyente para su participación, la cual –destacaron– no puede ser meramente simbólico, sino que necesita apoyo financiero, educativo y logístico, además de estar libre de todas las formas de acoso y violencia basadas en el género.
 
También instaron a que todos los gobiernos garanticen la igualdad de acceso a la tierra, la propiedad y el desarrollo sostenible y ambientalmente seguro, incluido el acceso a la tecnología y el capital para las mujeres jóvenes, adolescentes y niñas, así como que hagan efectivas las acciones contra el cambio climático que las afecta principalmente a ellas en las comunidades más pobres.
 
Las jóvenes pidieron que se deroguen leyes y políticas discriminatorias que impiden la realización de los derechos sexuales y reproductivos, como las leyes que penalizan el aborto y las que criminalizan por la orientación sexual, identidad de género, expresión de género y prácticas sexuales, entre otras.
 
Demandaron se frene el estigma y la discriminación en la prestación de servicios médicos, a través de una mayor conciencia entre las y los estudiantes de ciencias de la salud, el personal médico en formación, médicos, profesionales de la salud y trabajadores de la comunidad.
 
Exigieron dar prioridad a la educación de las mujeres jóvenes, adolescentes y niñas, y que se fortalezcan las políticas y los programas que garanticen la igualdad de acceso a la educación para todas, especialmente con perspectiva de género y con respeto a la sexualidad.
 
Las mujeres reclamaron que se fortalezca la respuesta de los gobiernos ante la violencia de género, y que reconozcan como otras formas de la violencia el matrimonio temprano y forzado, la violencia en internet, en pareja, la violación marital, la violencia  que ocurre en las escuelas, y otras formas menos visibles.
 
Igualmente, llamaron a que se reconozca plenamente la participación de la juventud, que incluya todas las edades, razas, castas, origen étnico, estados de salud, capacidades, orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género, características sexuales, estado civil, maternidad o paternidad, clase económica o social, así como su pertenencia indígena o su condición migrante.

CIMACFoto: Yunuhen Rangel Medina
Por: la Redacción
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 

Mujeres elaboran hamacas, pero no pueden descansar en ellas


   Detrás del tradicional bordado se asoma la explotación laboral

Berriozábal es conocida como “la tierra de las hamacas”, pero poco se sabe que quienes las hacen son en su mayoría mujeres. Lo vienen haciendo desde hace mucho; de manera histórica se sabe que las hamacas llegaron a Yucatán desde el Caribe, dos siglos antes de la llegada de los españoles.

Llegamos a este municipio, ubicado en el centro del estado de Chiapas, cuando el sol comenzaba a regocijarse entre las montañas. Un pequeño viento le daba la bienvenida a la noche, al canto de los grillos. Mientras alguien se columpiaba en una hamaca que colgaba de árboles frondosos, el café hervía en una olla bajo el fuego recio de lumbre de leña.

Curiosamente, aunque las hamacas son hechas por manos femeninas, ellas no descansan sus cuerpos en estas coloridas camas colgantes, sino que son ellos, los hombres o los niños de la casa. La gran demanda que hay para su venta no se los permite, según explican, pero ha de ser también por sus mil oficios que desempeñan a la vez, y que les impiden hacer la siesta dentro de estas relajantes creaciones.

En las calles 4ª Sur y 6ª Poniente del barrio El Mirador de este municipio se encuentra la casa de la artesana Santana Sarmiento Marroquín, quien se ha dedicado por 61 años a elaborar hamacas y que ha pasado este aprendizaje a sus hijas y nietas.

Dice, con una alegre gesticulación en su cara morena, que a los siete años su papá le enseñó a hacerlas: “La primera vez que lo hice, no quedó parejita, pero luego aprendí”. Comenta Santana que el proceso de elaboración dura alrededor de un día o seis horas, ya que dependerá del tamaño de la hamaca.

“Me gusta el color azul y amarillo. Mira, esta es una hamaca que apenas estoy haciendo”, señala hacia el bastidor donde sólo 50 centímetros han sido cubiertos de hilos color negro y morado. Al lado izquierdo del bastidor se encuentra el llamado enrolla –hilo, un prisma cuadricular fabricado con madera donde colocan el hilo y al girarlo lo enrollan en la aguja que servirá para bordar la hamaca–.

Doña Santana explica que hay hamacas que miden alrededor de 180 centímetros de largo, por lo que utiliza hasta cuatro rollos de hilo. Aunque añade que las más sencillas, las de “tejido de amarre”, son más baratas y las venden a 100 pesos.

RELAJANTE PERO CANSADO
Detrás de esta actividad tan tradicional, que ha dado identidad a todo un pueblo, está la mano de obra de las mujeres que dedican gran parte de su día a la realización de estos bellos y emblemáticos objetos de descanso.

Son las mujeres las que mayormente lo realizan porque ellas, además de su trabajo doméstico, de limpieza, cuidado y crianza de niñas y niños, se echan a cuestas la elaboración de las hamacas, algo así como “trabajo extra en casa”.

Agrega que pese a la modernidad que ha dado paso a la cama como principal objeto de descanso, la gente aún sigue comprando esta otra modalidad de cama. Refiere que antes las tejían con ixtle, pero ahora las hacen con hilos y hacen diferentes tipos de bordados.

La artesana apunta que no se ve haciendo otro oficio, aunque comparte su tiempo entre su vida laboral con el quehacer de su casa. “Trabajo de lunes a domingo. Mis actividades inician a las 7:00 de la mañana. Después de almorzar descanso un rato, posteriormente sigo trabajando. Cuando son domingos de fiesta no laboro”.

Ella lo ha llegado a ver como parte cotidiana de su vida y hasta le ha encontrado un lado terapéutico: “Esta es una actividad que permite relajarse, pero cansa. Casi no le ganamos mucho al venderlas, el precio que le damos es de 200 o 300 pesos. Aquí nos compran una, aquí vamos corriendo a la tienda a comprar azúcar”.

Uno de los nietos de Santana, quien tiene 14 años, desde que cumplió siete se dedica a la hechura de hamacas. Sueña con ser médico, nos confiesa. Tiene como colores favoritos el azul y el amarillo, este último porque le va al América, equipo mexicano de futbol.

Santana no tiene hamacas, no sabe qué es descansar en ella, ya que cuando termina de hacer una, de inmediato llega alguien a comprarla. Sin embargo, sí sabe qué tipo de cuidados debe tener, pues sabe bien que la vida de una hamaca dependerá del uso y cuidado que le den, por eso aconseja: “Cuando la terminen de usar, deben colgarla”.

La musicalidad de este municipio es percibido por quienes no habitan en este lugar, “está fresco” se dice, y las estrellas se ven más de cerca, aún se pueden contar.

El cabello suelto de Santana le da esa característica de ser una mujer libre, y entre sus manos se construyen el descanso de las personas, mientras ella tararea “Nereidas”, y se acompaña de las plantas que están colocadas a su alrededor.

Foto: Karina Álvarez
Por: Karla Gómez
Cimacnoticias/Enheduanna | Berriozábal, Chis.-