1. Todo partido es una gigantesca jerarquía que sueña y busca el poder. No hay partido político –a través de la historia del mundo- que en sus primeros años o cuando ha sido pequeño, no haya proclamado la igualdad, la justicia, la libertad, la democracia, la mayor honestidad del mundo, etcétera y que al obtener fuerza y presencia no se haya convertido en una terrible burocracia autoritaria que sólo busque acomodarse al Estado capitalista. Y nunca por defecto o maldad de sus dirigentes, sino por propia naturaleza de su estructura que al tener “fuerte presencia” en el Estado hace pesar más su cercanía al poder. Nadie se salva de las terribles atracciones del poder. De la derecha ni hablar porque ella es la institución, el poder; lo importante es el campo de la izquierda que habla del pueblo, que siempre ha estado cercana a él y que es la esperanza de transformación revolucionaria; pero que cae redondita en los brazos del capitalismo.
2. Marx no habló del partido de los comunistas, aunque si parece haber situado a éstos como avanzada ideológica dentro del capitalismo. Para Marx el partido era la clase explotada y oprimida, no un grupo de escogidos y seleccionados pequeñoburgueses “proletarizados” que desde arriba dirigieran las luchas de los trabajadores (Qué hacer?) y luego “su” gobierno; ahí están los debates de Rosa y Lenin sobre el papel del partido, la dictadura y la democracia. ¿O alguien puede demostrar que los partidos no son jerarquías autoritarias con enormes privilegios: salarios, compensaciones, subsidios, en los que los directivos hacen y deshacen a su antojo? Pero tampoco por ser ignorantes, malos o traidores, sino porque así está hecha la estructura y la cultura capitalista. ¿Puede crecer un partido que no reparta privilegios, que no ofrezca esperanzas materiales de cambio y se atenga a prometer, como dijera el Che, “incentivos morales”?
3. Los movimientos son otra cosa porque buscan siempre poner en actividad a las masas para que ellas mismas aprendan a liberarse. Los dirigentes de los movimientos no buscan ningún tipo de jerarquías o directivas piramidales sino la mayor igualdad posible a fin de despertar mayor confianza de las masas. Mi asistencia a dos actos del pasado domingo (a una reunión con participantes de Movimiento de Transformación Social y al mitin del auditorio con 10 mil seguidores de López Obrador, aunque haya sido al final) me reafirmó que la gente tiene simpatías por los movimientos y mucha desconfianza en dirigentes de partido. Los movimientos son más difíciles de comprar porque en él no hay órganos directivos fijos sino coordinadoras representativas de otros movimientos de base que de manera permanente exigen informes y son abiertamente críticos; lo partidos funcionan como si fueran ya gobierno institucional.
4. No puedo olvidar que en todos el CCH, en las Prepas Populares, en la mayoría de las facultades y escuelas de la UNAM y del Poli, así como en la Nacional Antropología, los estudiantes desconocieron desde el gran movimiento de 1968, las gobiernistas y jerárquicas Sociedades de Alumnos -siempre electas con base en la corrupción y presiones- e instalaron Comités de Lucha con representantes de salón y de carreras profesionales. De tal manera que las autoridades se desgañitaban porque no podían negociar con el presidente y vicepresidente sino que se veían obligados a recibir al comité de lucha y a esperar resolutivos de la asambleas generales. Entonces gobierno, empresarios, autoridades educativas comenzaron a calumniar como “asambleísmo” las decisiones que tomaban las bases. Ellos, como toda la burguesía dominante, estaban acostumbrados a decidir las casas desde sus escritorios y a burlarse de los estudiantes.
5. Por eso mis amigos de Morena y del MTS, que han dicho en mil ocasiones y formas que buscan construir una sociedad para los trabajadores o para el pueblo mayoritario, no pueden estar soñando en construir un “nuevo partido” que en su primer año sea democrático y libre, para que conforme pase el tiempo camine acomodándose a las necesidades del sistema de explotación capitalista; y para ello está la rica historia mundial: todos los partidos comunistas, socialistas, laboristas, socialdemócratas y de izquierda del mundo, irremediablemente se adaptaron al sistema y sus dirigentes se hicieron muy famosos y ricos: Felipe González, Olor Palme, Mitterrand, Willi Brand, etcétera, etcétera y etcétera. López Obrador ha dicho que “no lucha oportunistamente –a como dé lugar, dejando trozos de dignidad- por la presidencia, sino que su batalla es más profunda, por la transformación del país. Por eso aún lo siguen muchos.
6. La realidad es que en un movimiento nacional sin jerarquías y cargos privilegiados, los movimientos de los profesores, electricistas, telefonistas, mineros, campesinos, de mujeres, empleados, oaxaqueños, michoacanos, no solo tendrían cabida sino que una gran confianza por sentirse representados. Sin duda entre los dirigentes figurarán personajes con mucho prestigio y presencia, pero siempre se sentirán obligados a consultar todo entre dirigentes y sus bases. Pero lo más importante es que la educación política de masas se pondría en primer plano; no sólo organizando escuelas políticas y sindicales, sino también educándose en las luchas en las fábricas, campos y calles, es decir, en la lucha social. ¿Con quién negociara la burguesía? Tendrá que ser con el movimiento en conjunto o en particular con el sector, pero lo importante es que se morirá de miedo ante la fuerza organizada y consciente de las masas que exigen.
7. Así que entre partido y movimiento existe una enorme diferencia, podría decir que uno es contrario del otro. Enseñar a la gente –desde ahora y desde siempre- a ser fuerte crítico al poder, a las jerarquías y a los privilegios, es una necesidad cuando de construir una sociedad socialista e igualitaria se trata. Pienso que la familia, el partido, la escuela, la iglesia, son aparatos de poder de los que se ha valido la burguesía para tener sometida a las masas. La jerarquía de los padres sobre los hijos, de los dirigentes sobre las bases, del profesor sobre sus alumnos y de los curas sobre los fieles es una carga terriblemente pesada de la que ha sido imposible liberarse. No busquemos sustituir un tirano con otro, no cambiemos las cosas para seguir igual, no gritemos muera el rey viva el rey. Dejemos que los muertos entierren a sus muertos y aprendamos, como decía el filósofo Marc Bloch, a pensar y a decidir por cuenta propia. ¿Quieres aprender? ¡Yo también!.
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