6/18/2022

La revolución de las comadres

 Por Aurora Báez Boza 

Fuentes: El Salto [Ilustración: Ana Penyas]

Feminismos de los Sures y Mujeres Supervivientes forman parte de la cartografía de experiencias políticas basadas en las resistencias cotidianas y los afectos como motor de cambio, presentes en toda Andalucía. Estos proyectos suponen un cambio en el modo de entender el sindicalismo y el apoyo mutuo.

Unas mujeres toman café en la mesa de la cocina tras limpiar. Una obrera le trae un tupper de comida a su compañera porque sabe que a veces no le da tiempo a prepararse nada. La dependienta aparta un vestido para una clienta de confianza que está pasando penurias. En las noches de verano, una vecina baja con una botella de vino de su pueblo que le han regalado para una ocasión especial y la pone encima de la mesa de plástico entre las sillas de propaganda y los abanicos. Una jornalera carga una caja más por su compañera porque hoy tiene el día flojo. Una madre lleva de excursión a los hijos de todo su bloque para que las demás puedan descansar un día.

“Hay miles de espacios que solo las comadres rellenan, y es ahí en estos tiempos sin duelo donde las feministas de ahora tenemos que agarrarnos como a un clavo ardiendo. Comadre un lugar en el mundo, sin juicio y sin peleas, un sitio de paz entre tanta guerra”. Mar Gallego recuerda en su libro Como vaya yo y lo encuentre la historia de Antonia y Regli, que podrían haber vivido cualquiera de estas escenas que componen nuestro cotidiano. Esas prácticas por las que muchas veces hemos pasado sin prestar atención, pero cuya fuerza política hoy estamos empezando a vislumbrar y apreciar. “El comadreo es una forma de supervivencia ante el sistema patriarcal en el que vivimos”, reflexiona la teórica feminista Carmela Borrego Castellano, que acaba de publicar su libro Encarnando el territorio Feminismo(S) Andaluz(ES) en Kaotica editorial.

Más allá del sindicalismo: el comadreo

El comadreo son verdaderas prácticas de apoyo mutuo para las que no hace falta saber pronunciar ​​Kropotkin. Una cartografía de experiencias, subjetividades y aprendizajes que han sido infravaloradas y que hoy pueden tener la llave para revolucionar de qué modo entendemos hacer política, colectividad y sindicalismo. “Las mujeres que ahora mismo estamos en lucha somos mujeres lumpen, esas mujeres que ni la izquierda quería, nos dejábamos comprar unas veces por unos y otras veces por otros. Somos esas lumpens que se espabilaron, somos las que hoy en día estamos haciendo política sindicalista, políticas feministas y política social y me parece que somos las que estamos haciendo el movimiento más revolucionario que se está haciendo a nivel estatal”. María José Barrera habla desde su barrio sevillano, Amate. Acaba de volver de limpiar una de las casas, trabajo que realiza por las mañanas, y ahora toca la jornada de activismo. Lleva años en el activismo, desde el 15M, la marcha de la dignidad, y en 2017 fundó el Colectivo de Prostitutas de Sevilla —trabajo que ejerció durante más de 20 años— para la lucha por los derechos sociales de las trabajadoras sexuales. Ella sabe perfectamente la necesidad del comadreo para la acción política: “Nosotras no solamente necesitamos una organización sindical, nosotras necesitamos unas redes de apoyo entre hermanas”.

Esta declaración recuerda a las palabras que Audre Lorde expuso y dejó escritas enLas herramientas del amo no pueden destrozar la casa del amo”, publicadas en uno de los libros que más comadreo intelectual y poético refleja, Este puente mi espalda: “Para las mujeres la necesidad y deseo de compartir la afectividad entre sí no es patológico sino un rescate, y es dentro de este conocimiento en el que nuestro poder verdadero se redescubre. Es esta conexión verdadera entre mujeres lo que teme tanto el mundo patriarcal”. Carmela Borrego Castellano pone el foco en que las prácticas y las necesidades de las mujeres pobres y precarias van más allá de lo que entendemos por sindicalismo clásico: “No a todo el mundo le sirve el sindicalismo porque no todo el mundo tiene los mismos ejes de opresión, las mismas posibilidades de transformación desde las dinámicas impuestas desde occidente. Muchas mujeres están organizadas sin que haya un estamento burocrático que las rija, simplemente por coordinación y opresión han hecho unas alianzas concretas que les ha permitido luchar contra el patronato. Las mujeres dentro de sus posibilidades siempre han tenido espacios de lucha y resistencia que son comadreos”.

La autora habla de la necesidad de darle una vuelta a lo que tenemos concebido como sindicato si se quiere acoger a todas las distintas situaciones de las mujeres y disidencias en precariedad: “Un sindicalismo feminista en vez de mirar a los sindicatos masculinizados tiene que empezar a crear dinámicas, poner en valor todas las experiencias de las mujeres que no se han podido sindicar a lo largo de la historia y que han creado estrategias colectivas para luchar contra el patriarcado capitalista y racista, tiene que ser de una forma que ponga los cuidados en el centro sin romantizar los cuidados”.

Esto es lo que se está intentando a la hora de construir Feminismos de los Sures, que pretende ser una plataforma de colectivos feministas para generar apoyo mutuo y alternativas a la situación de las mujeres precarias y pobres, desde ellas mismas. En esta plataforma se encuentran las Jornaleras de Huelva en Lucha, trabajadoras de los cuidados, el Colectivo de Prostitutas de Sevilla y otras trabajadoras precarias y empobrecidas. Mujeres que han salido de los sindicatos y del feminismo hegemónico por no sentirse representadas y sentir que se minusvaloran sus conocimientos. “De los feminismos hegemónicos nos hemos ido todas, hay que ser autocríticas y ver cómo nos organizamos, hay que desenredar antes de tejer”. Según el propio colectivo, su objetivo es construir un lenguaje común a través de dos maneras: “Una parte sindical para las precarias, donde vamos a formarnos para formar en derechos laborales. Y una parte social para los pobres para dar información, saber cuáles son sus derechos y poder señalar a la industria del rescate”, comenta Marijose.

La necesidad de trabajar conjuntamente en estas dos vertientes se debe a la gran variedad de casos y situaciones que viven las trabajadoras precarias y empobrecidas. Por un lado, “sindicalmente las precarias se tienen que organizar de una manera y las pobres de otras. Por ejemplo, las putas tenemos que luchar por derechos sociales reconocidos. Las jornaleras y las cuidadoras tienen que luchar para que se cumplan los derechos. La mitad de los casos tienen cosas reconocidas, pero no se las cumplen”, reflexiona Barrera. Desde el colectivo buscan poner en el centro todas las estrategias y saberes para conseguir una red de apoyo estable y mejoras en la dignidad de vida de las mujeres y disidencias precarizadas: “Creemos que sindicalmente lo vamos a conseguir todo, creemos que por los derechos sociales, políticas públicas, podemos cambiarlo todo; todo va de la mano y la acción está en la calle. Y eso es lo que le tenemos que mostrar a la gente, que nadie sobra”. Esta plataforma busca también dotar de una red de apoyo para aquellas mujeres en situación de pobreza o precariedad, poniendo a su disposición información, formación en torno a sus derechos, ya que creen que “la industria del rescate no te da la mano para que subas el primer escalón y vayas subiendo, sino para que tú te mantengas siempre con miedo a no subir la escalera”, continúa Barrera.

Revolución de las comadres
Foto: Antonia Avalos abrazando a una compañera en el comedor del Pumarejo (Salvador Del Valle)

Las mujeres que componen Feminismos de los Sures han puesto en el centro los aprendizajes de su cotidianidad, de comadreos cotidianos, junto a sus experiencias de ser silenciadas por sindicatos mayoritarios y feministas hegemónicas, la rabia de que su situación de empobrecimiento y precariedad laboral no cambie y se ponen manos a la obra para la acción. “Los feminismos de los sures no es solo porque estamos en el sur, sino porque en las luchas están los nortes y los sures, los sures son las precarias y las pobres, y en los nortes hay otras cosas y en todos los territorios hay eso. Tenemos que atravesarnos”, comentan desde la plataforma. Feminismos de los Sures tiene como objetivo utilizar todas las estrategias posibles para enfocarse en la dignidad de las mujeres precarias y pobres. Por ello, en el mes de junio realizarán una formación sindical junto al proyecto El Taller de Sevilla, abrirán un espacio para la atención y seguirán construyendo su red de apoyo. “Yo creo que el apoyo mutuo es lo que hace Antonia Avalos”, sentencia Barreras cuando hablamos sobre qué significa para ella ese término que tantas bocas y libros llena.

El sonido de las ollas contra el ruido de la gentrificación

La plaza del Pumarejo es el corazón del barrio de San Julián, en el casco histórico de Sevilla. Entre locales modernos, tabernas reformadas y ruidos de maletas aún queda un rastro de la vecindad que fue en los jóvenes bebiendo litros en los bancos, una señora que toma el sol sobre su tacataca y, sobre todo, en la casa del Pumarejo que preside el espacio. Frente a ella, los martes y los miércoles, si afinas el oído, puedes escuchar cómo el sonido de las cacerolas, las risas de las mujeres y la cumbia le hacen frente al ruido de la gentrificación y el capitalismo que devora la ciudad y a sus consecuencias de empobrecimiento y precariedad. “Desde que llegué me di cuenta de que era necesario un espacio así. Vine con una niña pequeña, vivía en una casa okupa, había mucho miedo y mucha soledad. Llegué a sentirme angustiada y sola de no tener a quien platicarle o a quien me protegiera, me compartiera la comida, me regalara un suéter, me invitara a su casa a comer. No entendía mucho los trámites burocráticos y quería tener una amiga que me acompañara. Desde el segundo día que llegue a España sabía que me hacían falta amistades amorosas, feministas y solidarias en mi vida”, comenta Antonia Avalos mientras no para de recibir a gente que quiere saludarla.

Así surgió el comedor de mujeres supervivientes en la casa del Pumarejo, un espacio emblemático de las luchas sociales en la ciudad de Sevilla, en 2013. Un espacio autogestionado vinculado a las necesidades de las mujeres en situación de precariedad, exclusión social y violencias patriarcales. “El comedor surge por el hambre y la precariedad. No teníamos para comer, no teníamos empleo, entonces juntamos un puñadito de lentejas y de aceite de arroz y el cocinar juntas y el reírnos juntas, pues sabíamos que nos hacíamos falta, pero que también que nos hacíamos bien, nos daba seguridad, y es un refugio: nuestras miradas, nuestros cuerpos, cocinar juntas, limpiar juntas”, prosigue Antonia.

Una señora mayor del barrio recoge unos muñecos vestidos de cofrades que llevan toda la Semana Santa en esta sala. Una chica limpia algunos platos de la mesa. Otra mujer explica cuáles son sus pasos favoritos de perreo. Este espacio supone uno de los mayores espacios de encuentro colectivo en la ciudad, para todo tipo de mujeres y disidencias. Un espacio abierto para debatir, compartir, ayudar y volver a hacer del barrio una comunidad. Especialmente es un punto de encuentro para las mujeres migrantes en Sevilla, ya que son ellas las que se encuentran al frente de este proyecto. Un lugar curativo donde poner sobre la mesa la herida colonial y racista que diariamente soportan sus cuerpos. “Es un refugio, de sentirte cálida, segura, protegida y feliz. Es verdad que todas las mujeres tenemos una herida patriarcal, pero las mujeres migrantes aparte por el tema del racismo y la violación constante de nuestros derechos humanos. Hay una herida migrante y la curamos con ternura, con un bailecito de cumbia, con cuidarnos y estar juntas”, comenta Avalos.

A pesar de que el comedor lleva casi 10 años siendo un ejemplo de práctica política y restaurativa para los individuos y lo colectivo, Antonia se queja de que no cuentan con ellas desde los movimientos sociales de la ciudad y las instituciones todo lo que deberían, y lo achaca al racismo: “Yo creo que no nos ven lo suficiente porque nos siguen viendo como las otras, siempre nos falta algo y creo que tiene que ver con que somos migrantes, siempre se duda de todos nuestros títulos, de nuestras capacidades intelectuales, de nuestras capacidades autogestivas, de nuestras capacidades de una lucha constante desde un feminismo del sur decolonial. Siempre se duda de que algo nos falta y de que no somos lo suficiente blancas, inteligentes”, sentencia Antonia, que percibe suspicacia hacia sus vidas y sus cuerpos. “No nos invitan a muchas cosas que se hacen en la ciudad sobre problemas urbanos, de desempleo, de justicia, de salud, de igualdad, de violencias, de inventar un mundo nuevo, de vivienda. Nosotras tenemos cosas que decir porque todas esas violencias atraviesan nuestras vidas y nuestros cuerpos y además porque estamos generando una inteligencia colectiva y formas de pensar y de sentir que deben ser escuchadas y que se pueden construir desde la alteridad. Somos autoras, tenemos publicaciones, cosas inteligentes e interesantes que compartir con las mujeres de aquí; creo que ahí hay un prejuicio racista que no está revisado, que dice que está en contra de todos los fascismos, pero en el día a día no se revisa su racismo”, prosigue. También cree que el propio movimiento feminista no pone en el centro prácticas como esta: “El 25N y el 8M son asambleas muy potentes, pero solo se articulan al rededor de esas fechas tan marcadas. Nosotras estamos todo el año, todos esos feminismos que tienen discursos tan potentes, pero en el día a día las que estamos somos las de abajo, las de a pie, resolviendo problemáticas y también pensando y repensando nuestras vidas el sistema, las injusticias y las soluciones a nuestra situación”.

Mujeres Supervivientes, además de ser una red de apoyo y un espacio de encuentro, es una entidad que genera pensamiento colectivo, intelectual y situado. Actualmente, se encuentra participando en dos estudios, el primero sobre cómo impactan las carencias y deficiencias del sistema en las vidas de las mujeres migrantes, que hacen que se vean sometidas a mayor explotación, precariedad e ilegalidad. El otro versa sobre la huella migrante, una cartografía de las subjetividades de las mujeres migrantes y de cómo el proceso migratorio afecta en la construcción de nuevas identidades. El apoyo mutuo y el comadreo están dentro de todas las prácticas que se llevan a cabo dentro de Mujeres Supervivientes porque, como recuerda Antonia Avalos, “yo pienso que es ese amor profundo a la vida que no tiene que ver con el amor cursi, sino con ese amar desde el corazón, desde las entrañas desde partir el pedazo de pan y compartirlo con tu hermana, igual la ropa, o si alguien es desahuciado estar pendiente a ver dónde se puede acomodar, ayudar a hacer un CV y que te ayuden a ti también a resolver cosas que tienen que ver con el empadronamiento, eso son acciones que tienen que ver con la vida cotidiana”. Para ella, generar política “tiene que ver con lo que me genera el otro, la otra, su cuerpo, su ternura, la energía que irradia la fuerza para menear las cazuelas en los fogones”.

Mujeres Supervivientes y Feminismos de los Sures son puntos de una cartografía de prácticas que se están llevando a cabo de distintas formas en toda Andalucía, como La Medusa en Málaga o La Asociación Kampito en Granada. Unas experiencias que ponen el comadreo en el centro para la subversión política desde distintos lugares: lucha antigentrificación, sindicalismo, salud mental, ruralidad o flamenco, como es el caso del colectivo Las Asarvahás (Sevilla) que saben definir con esta bulería compuesta colectivamente lo que es el apoyo mutuo mejor que los pensadores rusos: “Ay vente prima, vente pacá / Ay vente prima, vente pacá / Que si estamo toas juntitas / Ni un pucherito nos va a faltá / Que ni un pucherito nos va a faltá”.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/feminismos/la-revolucion-de-las-comadres

No abolir la prostitución reduce a las mujeres a meras anatomías pasivas

 Por Andrea Gutiérrez García 

Fuentes: https://tribunafeminista.org

La última ponencia del proyecto de Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual (LOGLS), conocida popularmente como ley del “solo sí es sí” y propuesta conjuntamente por los ministerios de Igualdad y Justicia del Gobierno de España, ha devuelto a la primera plana el recurrente debate, desde la vuelta de la democracia a este país, entre regulación y abolición de la prostitución.


Paralelamente, dicha ponencia ha servido para poner de manifiesto, encarnadas en cada uno de los socios de gobierno, las dos posturas confrontadas que dan cuerpo al debate, precipitando la propuesta por parte del Partido Socialista Obrero Español de una ley para abolir la prostitución que contempla penas de cárcel a proxenetas y consumidores de sexo.

Dicho debate integra inicialmente una de las vías principales de liberación de la sociedad civil española durante la transición, la de la sexualidad, en lo que representa uno de los mejores ejemplos de búsqueda de la neutralización de los mandatos legales, culturales y espirituales característicos del franquismo.

En el caso de la prostitución, estos últimos se encontraban perfectamente asentados sobre relatos clasistas, moralistas y biologicistas establecidos por el nacional-catolicismo desde una pretendida biopsicología, los cuales degradaban a las mujeres prostituidas a penitentas enfermas y deficientes mentales.

Atrás quedó la biopolítica franquista

La democracia ha logrado dejar atrás la biopolítica franquista, favoreciendo el debate. Su aparición, sin embargo, era consustancial a la implicación en el mismo de sociedad civil y agentes sociales, quienes vivían transformaciones difíciles de valorar bajo la mirada de nuestros días: parte de la primera se encontraba inmersa en un atropellado despertar de la exitosa despolitización franquista desde el que se distinguen de otros sectores, estos últimos a su vez perfectamente absorbidos por fuerzas reaccionarias de plena vigencia en la actualidad; por su parte, entre los agentes sociales, los sindicatos asumen un papel preponderante que sitúa el debate sobre la prostitución en torno al trabajo.

Académicamente, el debate se ve jalonado por aportaciones en uno y otro sentido provenientes del derecho, la sociología o la psicología en un contexto de salida del aislamiento internacional y apertura de fronteras, transformación de los flujos emigratorios e irrupción de los inmigratorios, apuesta por la consolidación de una economía de servicios que demanda mano de obra menos cualificada, auge y declive de una clase media burguesa que se autoevalúa y distingue desde el consumo, integración en una economía cada vez más globalizada que es consustancial a la decadencia del estado de bienestar y grandes fluctuaciones salariales que correlacionan con problemas globales como el del paro masivo.

En efecto, es fácil comprobar que todos estos elementos permiten configurar también la realidad de la prostitución: trata de personas, consumo de sexo, rol de los intermediarios en la provisión de servicios, movimientos migratorios, precariedad laboral, libre circulación de personas, salud pública…

La versión simplificada de la libertad

También son coincidentes las recetas neoliberales para aportar respuestas comunes y evitar controversias en la lectura de ambas problemáticas: todas ellas descansan sobre una versión simplificada y pretendidamente neutral de la noción de libertad, que se postula como garante de la igualdad, apareciendo como dada sin más a la persona sin tener en cuenta sus circunstancias respecto a género, etnicidad, clase social o edad.

Un primer paso, pues, en el abordaje de esta cuestión es eludir la neutralidad y llevar a cabo un reconocimiento de las víctimas, lo que solo es posible en primera instancia desde la justicia social, tal y como como se plantea para la violencia de género, la maternidad subrogada o la mutilación genital.

Las mujeres prostituidas ven mermado su derecho a ejercer la libertad sexual porque son víctimas de trata; ven vulnerado su consentimiento, quedando este reducido a una mera transacción; su cuerpo, y no su fuerza de trabajo, es explotado con total impunidad por delincuentes proxenetas; son las máximas sufridoras de infecciones de transmisión sexual y ven afectada de forma irreversible su salud mental; padecen además una invisibilidad social que impide que sean tratadas y asistidas por los servicios sociales.

No se trata, pues, de crear un marco legal para la victimización con ciertas garantías sino de que, de ningún modo, un estado democrático puede crear las condiciones para que una víctima elija “libremente” serlo.

A un Ministerio de Igualdad se le presupone el fomento y el empleo de herramientas de análisis con perspectiva histórica e ideológica con capacidad de reconocer la existencia de relaciones de jerarquía y desigualdad entre hombres y mujeres que logren desembocar en propuestas políticas a favor de la construcción de relaciones de género equitativas y justas.

El consumo de sexo implica la victimización de colectivos perfectamente definidos, ya se encuentre este mediado por una contractualización simbólica o jurídicamente normalizada, lo que es por completo incompatible con el mantenimiento de relaciones con garantías mínimas de igualdad. En otras palabras, para una de las partes el sexo se consume pero, para la otra, la prostitución no se ejerce sino que se padece: los efectos sobre la salud están descritos en los trastornos de estrés postraumático, ansiedad, insomnio y trastornos del sueño, alteraciones emocionales, malestar psicológico intenso, alteración de respuestas fisiológicas y sexuales, siendo comparable al que experimentan personas veteranas de guerra o supervivientes de tortura. Por su parte, las secuelas permanecen incluso años después de abandonar la prostitución: depresión, trastornos de sueño, hipervigilancia, flashbacks, adicción a las drogas, ansiedad, disociación, interiorización de desprecio y objetualización.

Un alejamiento de la igualdad

Finalmente, debería considerarse una coerción estructural, además de la personal, ya que la experiencia de explotación o daño diverge entre las diferentes mujeres, pero toda la sociedad sufre daño en cuanto la prostitución nos aleja del logro de la igualdad.

Por su parte, la existencia de mujeres y niñas prostituidas tiene un efecto sobre el conjunto de las mujeres, ya que confirma y consolida las definiciones patriarcales que establecen como función de estas estar al servicio sexual de los hombres. Reduce así a las mujeres a meras anatomías pasivas, objeto de consumo de hombres que utilizan la prostitución para ejercer su cuota de poder. Como dice la profesora de Historia y Filosofía Moral Ana De Miguel, la prostitución de mujeres es “una escuela de desigualdad humana”.

En conclusión, se ha perdido otra ocasión para plantear una verdadera ley de garantía de la libertad sexual.


Fuente: https://tribunafeminista.org/2022/05/no-abolir-la-prostitucion-reduce-a-las-mujeres-a-meras-anatomias-pasivas/

** Sobre la Autora: Andrea Gutiérrez García, Profesora Ayudante Doctor. Psicóloga especialista en intervención multidisciplinar en violencia de género, Universidad de La Rioja y Ramón González-Piñal Pacheco, , UNIR – Universidad Internacional de La Rioja 

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Un plan para combatir la inflación

  

En el rubro no subyacente, la inflación anual fue de 8.60 por ciento. Aquí la mayor presión se dio en el ámbito agropecuario, en donde los precios aumentaron en 12.67 por ciento en comparación con el mismo periodo del 2021, mientras que las tarifas de gobierno y energéticos mostraron un incremento de 3.42 por ciento.

La carestía general anual se colocó en 7.72 por ciento, para dimensionar esta cifra baste mencionar, en igual periodo de 2021, la inflación anual de 6.05 por ciento. Las entidades más afectadas son: Chihuahua, Colima, Aguascalientes y Jalisco.

Mientras que la Canasta básica mostró un incremento en su precio de un 14 por ciento, el doble de la inflación. Una familia de cuatro personas que habita en el medio urbano necesita 7 mil 900 pesos al mes para adquirirla. Si se trata de una familia que vive en el medio rural, son 6 mil 072 pesos mensuales. En ambos casos el valor de la Canasta básica supera el salario mínimo mensual,  de 172.87 pesos diarios, 5 mil 255 pesos mensuales.

Destaca el encarecimiento de los medicamentos en comparación interanual:

  • Medicamentos expectorantes y descongestivos: +11.3 por ciento
  • Medicamentos dermatológicos: +9.4 por ciento
  • Medicamentos anticonceptivos (condones) y otros tratamientos hormonales: +9.4 por ciento
  • Medicamentos antigripales: +8.1 por ciento
  • Medicamentos para la diabetes: +7.1 por ciento

Si bien es cierto que buena parte de esta inflación es importada por causas que van desde la guerra de Ucrania hasta la interrupción de las cadenas globales de producción derivadas de la pandemia, combinada con los efectos de la guerra, también es indispensable reconocer que sí existe una parte de la inflación doméstica y esa debe tener prioridad en las políticas anti-inflacionarias.

Se dice que es inflación importada porque los factores que continúan presionando al INPC (Índice Nacional de Precios al Consumidor) son externos: escasez de materias primas, alteraciones en las cadenas globales de suministro, tropiezos en el comercio internacional por sanciones y el bajo ritmo de reactivación económica mundial.

Para el Banco de México –institución con la misión de combatir la inflación–, el nivel de precios se estabilizará hasta 2024. ¿El país y concretamente las Mujeres están en condiciones de resistir dos larguísimos años más, empobrecidas por la carestía en alimentos y etcétera, etcétera? NO, mucho menos con la combinación de la política monetaria que un día sí y otro también aumenta la tasa de interés, se prevé llegar a 8.50 o más. Sí, es un fenómeno internacional, pero eso no es consuelo, sino preocupación que debe atenderse aquí en el país.

Respecto a esta política agresiva en las tasas de interés de Banxico (precio del dinero), Carlos Serrano –economista en Jefe del BBVA México– advirtió que dicha política no contendrá la inflación, pero sí afectará la demanda de crédito de las empresas y, por lo tanto, la inversión.

Sin embargo, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell dijo recientemente que habrá tasas elevadas hasta que se controle la inflación, implica que habrá dinero caro por un buen tiempo.

El impacto negativo de esta carestía y sus efectos en la población ya se reflejaron en el índice de confianza del consumidor, formulado por Inegi /Banxico, y  con justa razón. En el reporte del mes de mayo el índice general se estancó, es igual al de abril.

¿Cuáles son los renglones más afectados? “Situación económica del país esperada dentro de 12 meses, respecto a la actual” registra una caída de -2.1, en relación al mes de abril de 2021.

“Comparando con el año anterior ¿cómo cree que se comporten los precios en el país en los siguientes 12 meses?” (-1.6); “Planeación de algún miembro del hogar para comprar un automóvil nuevo o usados en los próximos 2 años” (-1.5); “Posibilidades actuales de ahorrar parte de sus ingresos” ( -3.1), respecto al mes anterior. Expectativas negativas, desesperanza y frustración cuando el salario se lo come la carestía en los precios, con cero posibilidades de ahorro.

En un afán de controlar o moderar esta crecida de precios, a inicios de mayo el Gobierno anuncia la aplicación del Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC). Contiene 16 medidas, con una duración de seis meses, para enfrentar los altos niveles de precios; de las 16 medidas hay cinco que directamente tienen que ver con los precios al consumidor:

La estabilización del precio de las gasolinas y electricidad; el congelamiento de las cuotas de peaje en las carreteras; el compromiso de Telmex y Telcel de no subir precios; el arancel cero para 21 bienes de la canasta básica y cinco insumos importados y la elaboración de una lista de 24 productos básicos que tendrán precios “acuerdo”; destaca el anuncio de los aranceles cero, porque abaratará el precio de algunos productos como la carne de pollo, el frijol y la leche.

Adicionalmente se eliminan los aranceles a las importaciones de productos clasificados en 72 fracciones arancelarias, como una medida para reducir sus precios y mitigar el avance de la inflación; la liberalización estará vigente por un año, el cual podrá ser prorrogable por un periodo igual. Esta medida abarca:

Ciertos tipos de aceite de maíz, arroz palay, atún, carne de cerdo, carne de pollo, carne de res, cebolla, chile jalapeño, frijol, huevo, jabón de tocador, jitomate, leche, limón, manzana, naranja, pan de caja, papa, pasta para sopa, sardina, zanahoria, harina de maíz, harina de trigo, maíz blanco, sorgo y trigo. Animales vivos de las especies bovina, porcina, caprina y ovina, además de gallos, gallinas, patos, gansos y pavos.

Su objetivo es reducir la inflación importada especialmente en alimentos, al quitar los aranceles es posible reducir sus precios de importación y/o comercialización.

La eliminación  de aranceles será por más de 8 mil millones de dólares y se aplicarán en diferentes porcentajes, por ejemplo: 10 por ciento en harina de trigo,  maíz blanco (15 por ciento),  para carne de pollo alcanzará hasta un  75 por ciento.

En la inflación doméstica se adoptan medidas tales como el compromiso de poner 12 mil policías y 2 mil 300 vehículos en las carreteras para mejorar la seguridad; el anuncio de que se reducirán los costos y los tiempos de despacho en las aduanas y en los puertos marítimos.

Estas acciones se incluyen en el contexto del programa antiinflación, porque hay un reconocimiento del Gobierno de que la inseguridad es inflacionaria, lo mismo que la corrupción y las ineficiencias en las aduanas y puertos. Esta triada, carreteras, aduanas y puertos contribuyen a combatir la inflación doméstica, esa que no se importa.

El plan también implica un aumento en la producción de los principales granos: maíz, frijol y arroz; así como la constitución de una reserva estratégica de esos productos, además de un estímulo al programa Sembrando Vida. En esta dimensión se ampliará de cuatro a nueve estados el plan de entrega gratuita de fertilizantes, con lo que el gobierno pretende aumentar en 2 millones de toneladas la producción en granos básicos, además de 800,000 toneladas con el programa Sembrando Vida.

Según estimaciones de Raquel Buenrostro, jefa del SAT (Servicio de Administración Tributaria), el costo del subsidio a la gasolina para frenar la inflación en 2022 será de 400 mil millones de pesos. Se considera que esta cifra se compensará con el incremento del precio al petróleo y no tendrá un efecto tan negativo en las finanzas públicas.

Obvio el PACIC no tendrá resultados inmediatos y quizá tampoco tendremos algo contundente. AMLO fue claro: sabemos que esto no resuelve el problema, pero no podíamos quedarnos con los brazos cruzados. Estamos frente a un problema que puede agravarse, frente al cual no hay soluciones fáciles. No es un fenómeno temporal, igual que los problemas de crecimiento económico, para 2022 se estima un PIB de 18 por ciento.

Esta cifra está por debajo de los niveles previos a la pandemia; se estima que la recuperación plena será en 2024. ¿Y las Mujeres?

Según Coneval, a 53 millones de mexicanos y mexicanas sus ingresos no les alcanzan para comprar la canasta alimentaria, pese a tener empleo, aunque con bajos salarios. Sin la menor duda se puede afirmar que ahí están las Mujeres, estirando su salario hasta donde les es posible, la primer estrategia de supervivencia es sacrificando la calidad en los productos, ya sea alimentos, diversión o ropa y calzado.

El pañuelo verde, el deseo colectivo de repolitizar la esperanza

 Por Luciana Peker |

Fuentes: https://www.pikaramagazine.com

Los movimientos de mujeres europeos miran con fervor lo que pasa en una región, América Latina, a la que siempre le quisieron enseñar cómo progresar y de la que hoy pueden aprender cómo construir resistencia y futuro.


En la estatua de la libertad hay un pañuelo verde. En un balcón del Gobierno español hay un pañuelo verde. En una marcha en Estados Unidos hay un pañuelo verde. En el Congreso estadounidense, también. No hay uno, hay muchos. Incluso, en el pañuelo verde con el que se asoma la ministra de la Igualdad española, Irene Montero, dice “parceras”, y esas son las mujeres colombianas de la ciudad de Medellín, las más demonizadas por el relato de Netflix del subdesarrollo narco.

El pañuelo verde es un reconocimiento al poder político del feminismo latinoamericano que pelea masivamente por lograr más derechos de los que, históricamente, se lograron en Europa y que hoy quedaron estancados y atrasados, y son renovados y superados por la marea verde orgullosamente sudaca.

En Argentina crecimos con la idea de la “madre patria” -las hijas somos nosotras, las madres son las españolas- como una relación fundante en donde no solo admitimos el colonialismo y la superioridad de los países centrales a los países periféricos. También suponemos, en el modelo de maternidad europea, que las relaciones de madre a hija son relaciones de dominación y de superioridad jerárquica y, por lo tanto, también de odio, rebelión y competencia.

El colonialismo está mal y tildar de colonial la maternidad, también. En Argentina los pañuelos verdes se inspiraron en las Madres de Plaza de Mayo que, en medio de la dictadura militar (1976-1983,) se identificaban con un pañal en la cabeza (era la época de los pañales de tela y no por la moda orgánica o hippie, sino porque no había de otras) que resultó en un pañuelo blanco. No podían ser descubiertas, ni encontrarse, ni organizarse, porque eso las ponía en riesgo de ser asesinadas. Y algunas -como Azucena Villaflor– perdieron la vida por buscar a los hijos a los que le dieron la vida.

Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo son el símbolo más fuerte de resistencia en Argentina. Y también otra forma de descolonizar la maternidad. Puede ser una forma de renacer a la vida política y de luchar por los hijos e hijas propios. Y además, de luchar por una maternidad colectiva, activa, abrazadora y no posesiva, ni egoísta.

En 2003, en el Encuentro de Mujeres en la ciudad argentina de Rosario, en la provincia de Santa Fe, en donde miles de mujeres se reunieron de forma autónoma, federal, sin fondos de la cooperación internacional, ni de gobiernos, la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito eligió al verde como un color emblemático para luchar por la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).

A los 15 años de ese encuentro, en 2018, se produjo la marea verde en Argentinaque logró la media sanción de la ley IVE con un millón de personas en el Congreso de la Nación. El lobby conservador la frenó en el Senado. Pero, finalmente, se aprobó el 30 de diciembre de 2020.
Esa marea verde fue la revolución de las hijas. Y ahí la maternidad también tomó otro filo, porque las pioneras fueron reconocidas por las jóvenes, porque las adolescentes tomaron las calles y reclamaron por sus derechos, porque las hijas no fueron solo las personales, sino a las que se les deseó una vida con más derechos y goce que las que tuvieron las adultas.

Si pensamos la relación entre Argentina y España, cambiar la idea de madre patria es quitar el autoritarismo y el resentimiento a la maternidad y poder disfrutar del vínculo sin atisbos de sometimiento. Si pensamos en la revolución de las hijas y que ahora España use el pañuelo verde como símbolo para llevar un proyecto de ley que amplía el derecho del aborto a las adolescentes vemos una ventana abierta al reconocimiento del feminismo latinoamericano.

El pañuelo verde nació en Argentina pero ya no es argentino. Fue el icono de la victoria de la despenalización del aborto por parte de la justicia en México, en 2021, y, este año, en Colombia. En los dos países los festejos fueron con el pañuelo verde como símbolo por el derecho a decidir, ser libres, gozar y vivir una vida libre de violencias.

El 7 de septiembre de 2021, en un fallo histórico, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en México, declaró inconstitucional la pena de tres años de cárcel por abortar que se había impuesto en el estado de Coahuila. “Es un parteaguas en la historia de los derechos de todas las mujeres, sobre todo de las más vulnerables”, reivindicó el juez Arturo Zaldívar.

“Es probable que la decisión de la Corte Suprema de México tenga repercusiones en toda América Latina. La despenalización del aborto en Argentina se celebró en otras naciones y los pañuelos verdes que usaban las activistas argentinas se han extendido y llevado en las marchas de las mujeres en toda la región, incluso México”, destaca una nota del diario norteamericano The New York Times, deNatalie Kitroeff y Oscar López, del 13 de septiembre de 2021.

En Colombia, el 21 de febrero de 2022, la Corte despenalizó el aborto y se sumó a los países en donde las mujeres pueden ser libres y no morir en el intento. La ola verde logró su cometido por la vía judicial. Tanto que el primer mundo y el tercero invierten roles y las normas latinoamericanas avanzan sobre los estándares europeos que fueron pioneros, pero que hoy tienen leyes que atrasan y sus movimientos de mujeres miran con fervor lo que pasa en una región a la que siempre le quisieron enseñar cómo progresar y de la que hoy pueden aprender cómo construir resistencia y futuro.

La revolución de las hijas latinoamericanas implica una renovación generacional, feminista, antirracista, ambientalista, politizada e interseccional. La importancia del pañuelo verde es que muestra, hasta qué punto, en el siglo XXI la lucha política existe. Y no es un punto pequeño en un mar inmenso. Es una forma de seguir dibujando la historia a través de puntos pequeños pero sin dejar de pretender tener un lápiz en el que dibujar un proyecto de mundo mejor o, lo que es mejor, en el que se pueda sobrevivir al resentimiento y la resignación.

Es dejar de ver la realidad con lupa y volverla a mirar en un mapamundi. No es solo pedir por un derecho puntual, sino pensar cómo pelear por derechos puntuales para preservar y renovar el derecho a pelear como una forma de transformar, conservar o atajar los retrocesos en un mundo que ya colapsa y al que, encima, el poder solo quiere ver como se escapa o se lo arruina aún más.

No creemos en la maternidad como una palabra que denote superioridad, ni, mucho menos, dependencia. Nos salimos de las cadenas coloniales -aunque no podamos romper las estructuras de dependencia económica, las deudas externas y las crisis migratorias- y si hay un símbolo que se extiende de América Latina y llega a un balcón, en donde se asoma alguna cuota de poder político, es que hoy el sur tiene algo que enseñar y el norte mundial algo que aprender.

Dar vueltas el mapa de la dominación y el deseo también es política feminista. Aprobar y ampliar el aborto legal, seguro y gratuito es desbancar de las camas la pena de muerte por disfrutar o la pena de violación. Entender el cuerpo como un lugar de disfrute y no de preocupación. Y comprender a la política que libera a los cuerpos feminizados como una política que libera la cama y que mira también, debajo del mapamundi, para descubrir (que además de la lucha por el aborto) hay un movimiento que revitaliza la lucha política y que flamea en cada triángulo verde.

Incluso, en los debates de izquierda, el eurocentrismo cree que si mira al sur es para ser compasivo o solidario. Pero no puede tratar de mirar para aprender, verse reflejado o extender el pañuelo no para llorar, sino para ponerlo en el puño para pelear y para brillar como en las marchas feministas en donde se defiende el derecho a disfrutar.

Casi al mismo tiempo el pañuelo verde se utilizó en las luchas feministas en España (para lograr derechos que consagra la ley argentina para las adolescentes) y Estados Unidos en donde se filtró el borrador del fallo de la Corte Suprema -que ahora tiene mayoría conservadora- y que daría marcha atrás a la jurisprudencia del caso Roe versus Wade, de 1973.

Por eso, ahora, piden una ley de aborto legal en Estados Unidos y entender el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo como una cuestión de derechos humanos. Hubo caminatas dentro del Congreso, más de 400 marchas y una pancarta verde en la estatua de la libertad.

El pañuelo verde en el debate por el derecho a decidir en Estados Unidos también es un icono de un mundo que se da vuelta. El expresidente Donald Trump quiso instalar un muro entre su país y México, los migrantes rebotan o aprenden a nadar -en Nicaragua- para llegar a aguas de promesas democráticas sin ahogarse, caerse, ser asesinados o deportados.

¿El pañuelo verde es solo un pañuelo cuando trae los mensajes de las morras, las parceras, las trans, las pibas? Es una bandera que no identifica a una nación sino a un mundo que no necesita fronteras, jerarquías, ni hegemonías, pero que no puede perder la esperanza por el cinismo de una derecha que se burla de todo lo que pueda dar impulso a un futuro mejor y niega todo derecho para vivir un presente sostenible.

El pañuelo verde es la bandera de las que no solo queremos el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo. Es la bandera de las que queremos que los cuerpos del mundo sigan decidiendo sobre un futuro en el que los otros y las otras importan. Es la bandera que reactiva que lo personal es político, pero -también- que la política sigue siendo una herramienta de transformación (no solo personal) sino colectiva y transfronteriza.


Fuente: https://www.pikaramagazine.com/2022/05/panuelo-verde/

Ya son 4: Edomex reconoce oficialmente violencia vicaria contra mujeres

  

La iniciativa para reconocer la violencia vicaria como un delito en el Estado de México fue presentada por la diputada Viridiana Fuentes Cruz del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y fue aprobada en los primeros días de abril. Sin embargo, apenas este fin de semana entró en vigor de manera oficial.

Gracias a la propuesta, se agregó el artículo 8 Ter a la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LAMVLV) en el Estado de México. La adición brinda una definición de la violencia vicaria que, según la reforma: “Es el acto u omisión que genera afectación o daño físico, psicológico, emocional, patrimonial o de cualquier otra índole a un descendiente, ascendiente o dependiente económico de la víctima”.

Este acto de violencia –dice el artículo– es ejercido por la pareja o ex pareja de la mujer y puede causarle daño emocional, psicológico o patrimonial a la misma. Además, puede ejercerse por medio de amenazas verbales, sustracción de los hijos o hijas y otro tipo de delitos y agresiones hacia ellos y ellas.

Aún falta que el gobierno del Estado de México implemente reformas en su Código Penal para establecer los castigos hacia quienes ejerzan violencia vicaria. No obstante, ya se contempla que estas sanciones incluyan una pena de hasta cuatro años de cárcel para los agresores. 

Además, las bancadas del PRD y del Partido Acción Nacional (PAN) están analizando incluir a adultos mayores, personas con discapacidad e incluso mascotas como parte de los medios a través de los que un agresor puede ejercer este tipo de violencia contra las mujeres.

Avances en México contra violencia vicaria

La primera entidad en reconocer oficialmente la violencia vicaria fue Zacatecas, donde se aprobó una reforma a su LAMVLV el pasado 31 de marzo. A este estado le siguió Hidalgo, donde la violencia vicaria comenzó a reconocerse como un delito desde el mes de mayo de este año, y donde la pena para los agresores quedó establecida entre uno a seis años de cárcel.

El Congreso de Yucatán, por su parte, aprobó las adiciones sobre violencia vicaria apenas este 7 de junio; aquí, la pena será de hasta ocho años en prisión. Mientras tanto, en Tabasco, Tlaxcala, Morelos, Quintana Roo, Jalisco, Sonora, Chihuahua, Guanajuato y Puebla se han presentado otras iniciativas para el reconocimiento de este tipo de violencia, el cual ha sido clasificado como uno de los más crueles contra las mujeres.

IX Cumbre de las Américas: ¿dónde quedó la paridad con las mujeres dirigentes?

  

Con el mensaje “la voz de México se hizo presente”, el canciller mostró una fotografía donde los representantes de distintas naciones saludaban airosos a la cámara en la culminación de la IX Cumbre de las Américas. El problema radica en la proporción: 19 hombres y una mujer, Alexandra Hill, la ministra de Relaciones Exteriores de la República de El Salvador. Aun con el orgullo del secretario, resalta que la voz de las mujeres quedó prácticamente ausente.

Si bien la foto está incompleta, la realidad no es mucho mejor. De los más de 30 asistentes a la cumbre, solo hubo tres representantes mujeres: Alexandra Hill; Mia Amor Mottley, primera ministra de Barbados; y Thelma Browne, embajadora de San Cristóbal y Nieves ante los Estados Unidos.

Fotografía: Twitter @CumbreAmericas

Reformas en LAMVLV obligan a CDMX a dar protección permanente y atención inmediata a mujeres víctimas de violencia

  

El conjunto de nuevas disposiciones fue impulsado por diputadas y diputados de diferentes partidos. Entre ellos se encuentran Ana Francis López Bayghen Patiño del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Claudia Montes de Oca del Olmo del Partido Acción Nacional (PAN) y Yuriri Ayala Zúñiga, también de Morena.

En esencia, el objetivo de las reformas es garantizar que la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia se cumpla. Aunque la ley se creó para proteger a mujeres y niñas de la violencia, muchas iniciativas y movimientos de la sociedad civil evidencian la ineficacia de las autoridades para ejercer justicia.

Órdenes de protección tendrán vigencia permanente

Entre las reformas aceptadas por el Congreso de CDMX destaca una modificación al artículo 66 de la LAMVLV. Actualmente, el artículo establece que las órdenes de protección para víctimas de violencia tengan una duración de 60 días; después de ese tiempo, deben renovarse en caso de ser necesario.

Gracias a la iniciativa aprobada, las órdenes tendrán una vigencia permanente, siempre que siga existiendo riesgo para la víctima. Además, la orden de protección deberá otorgarse en un máximo de cuatro horas después de que su solicitud sea recibida y no seis, como está establecido en la actualidad.

Por otro lado, gracias a la adhesión del artículo 69 Bis, las mujeres podrán solicitar la orden de protección en la ciudad aun cuando hayan sido víctimas de violencia en otra entidad de la República mexicana. De igual forma, los tres días posteriores a la emisión de la orden, las autoridades deberán mantenerse en contacto con la víctima cada 24 horas; después del sexto día se deberá establecer un plan de seguimiento personalizado para las víctimas.

Promesa de atención inmediata a mujeres

Otra modificación importante a la LAMVLV va de la mano con la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM). De acuerdo con el artículo 10 reformado, a partir de ahora, cuando dicha alerta esté activa, el gobierno deberá ofrecer atención inmediata tanto a las mujeres víctimas de violencia como a sus hijas e hijos; dicha atención será gratuita e incluirá servicios médicos, psicológicos y legales.

El Congreso capitalino también estableció que la Alerta de Violencia de Género deberá activarse desde que hay elementos que hagan sospechar sobre la comisión de delitos graves. En otras palabras, las autoridades no deben esperar a que estos delitos estén confirmados: están obligadas legalmente a actuar desde antes a fin de proteger a las víctimas de manera oportuna.

Además de lo anterior, quedó asentado que cada alcaldía de CDMX debe contar, mínimo, con una Casa de Emergencia donde se brinde atención a víctimas de violencia. Estas casas operarán de acuerdo con las normas establecidas por la Secretaría de las Mujeres (Semujeres).

Gobierno de la ciudad se ve comprometido a frenar violencia de género

Otra de las reformas aprobadas por el Congreso de la capital consiste en diseñar e implementar políticas públicas para prevenir la violencia contra las mujeres. También, para verificar los delitos y el tratamiento que reciben en los medios de comunicación. 

De igual forma, se dispusieron las formas en las que debe castigarse cada tipo de violencia contra la mujer según el Código Penal de CDMX. Además, se escribió de forma explícita que medios de comunicación, escuelas, organizaciones de la sociedad civil, iniciativa privada y la población en general también forman parte del esfuerzo por generar ambientes seguros para mujeres y niñas.

El diputado Jorge Gaviño Ambriz del Partido Revolucionario Institucional (PRI) considera que estos y otros cambios en la LAMVLV contribuirán a agilizar el tiempo de acción de las autoridades en casos de violencia, así como a asegurar el cumplimiento de la justicia para las víctimas. 

Más allá de las reformas, es en la parte operativa donde debe garantizarse la atención a mujeres y niñas. Cuando las modificaciones a la LAMVLV entren en vigor, será momento de evaluar cómo se llevan a la práctica estas reformas en los marcos legales y qué tan efectiva resulta su aplicación en los procesos judiciales.

INAI exige al SESNSP entregar desglose de presuntas víctimas mujeres de homicidio doloso en 2016

  

A través de un comunicado, el INAI informó.

“Consideramos que es indispensable contar con información apegada a la realidad, ya que, al conocer un problema desde todas sus aristas, estamos en la mejor posición de poder dar una solución pronta y efectiva. En este sentido, estimamos que dar a conocer el número de presuntas víctimas mujeres de homicidio doloso, por entidad federativa durante el año 2016, implica dar un paso en el reconocimiento de un problema en específico y, con ello, actuar oportunamente’, destacó la Comisionada Josefina Román Vergara, al presentar el asunto ante el Pleno.

Román Vergara añadió que, de conformidad con un estudio elaborado por la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), en nuestro país una de las mayores preocupaciones es la inseguridad que priva en todo el territorio nacional; por lo que, en consecuencia, ‘el tema de la seguridad debe ser una labor primordial de los sujetos obligados en cuanto hace a sus atribuciones en materia de transparencia, en particular, aquellos cuyas funciones se desenvuelven dentro del ámbito de la seguridad pública, de la prevención y persecución de los delitos’.

Lo anterior, dijo la Comisionada, puede traducirse en presentar a la ciudadanía estadísticas confiables que reflejen la situación específica de la seguridad pública, lo que permitirá conocer con precisión los problemas concretos que se presentan en este ámbito.

En el caso, una persona solicitó al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública el desglose de presuntas víctimas mujeres de homicidio doloso, por entidad federativa, durante el 2016.

En respuesta, el sujeto obligado proporcionó el reporte denominado “Información sobre violencia contra las mujeres, Incidencia delictiva y llamadas de emergencia 9-1-1”.

Inconforme con la respuesta, la persona solicitante presentó ante el INAI un recurso de revisión, al considerar que la información proporcionada no correspondía con lo que solicitó.

Bajo este contexto, la ponencia a cargo de la Comisionada Josefina Román Vergara calificó como fundado el agravio presentado por la persona solicitante ya que, del análisis jurídico realizado, se advierte que el Secretariado sí debe contar con la información solicitada al nivel del desglose requerido, máxime que ha entregado información similar en ocasiones anteriores.

‘A través de la exposición de este asunto, nos gustaría hacer del conocimiento de la ciudadanía que si bien el derecho de acceso a la información se compone de la facultad de recibir información, también es cierto que este derecho es llave para el ejercicio de otros; por ejemplo, el acceso a la información permite a las personas obtener datos a partir de los cuales se pueden realizar diversas investigaciones en cuanto a la protección del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, lo cual, a su vez, permite generar sus propias conclusiones (…) y generar conocimiento que puede convertirse en la base de la creación de políticas públicas’, acotó.

La Comisionada Román Vergara consideró que la divulgación de información estadística relacionada con el homicidio de mujeres, en donde se incluyen los feminicidios como una variable, permite conocer la violencia a la que se enfrentan las mujeres día con día, lo que permite a las personas y organizaciones de la sociedad civil articularse para exigir a las autoridades tomar acciones concretas y específicas para frenar esta violencia contra las mujeres.

‘En la actualidad, todas las autoridades, incluido este órgano garante, hemos puesto especial énfasis en combatir las causas de la violencia que afectan a las personas debido al género, de evidenciar los estereotipos de género perjudiciales, de redefinir la masculinidad y sentar las bases para refundar las relaciones entre mujeres, hombres y personas de la diversidad sexual, bajo un paradigma de igualdad sustancial’, sostuvo.

Por lo expuesto, el Pleno del INAI revocó la respuesta del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública a efecto de que realice una nueva búsqueda de la información solicitada en las unidades administrativas competentes y proporcione la información que le fue requerida”.

Violencia institucional machista

  

Desde hace unos años he defendido que el término “violencia de género” escondía muchos tipos de violencias y que, por eso, prefería utilizar el de “violencias machistas” porque engloba muchos más tipos de violencias que sufrimos las mujeres.

Acaba de entrar en prisión María Salmerón por defender a su hija de su padre maltratador y con sentencia de veintiún meses de prisión por violencia de género que no ha cumplido jamás.

Sin embargo, María Salmerón, víctima de este maltratador condenado, tuvo que entrar el pasado nueve de junio por proteger a su hija de su padre. A esto se le llama o, al menos yo lo llamo, violencia institucional machista que, apoyada por una justicia patriarcal, consigue revictimizar a las mujeres en lugar de poner el foco en los maltratadores.

Se convocaron decenas de actos para exigir la puesta en libertad inmediata de María para este lunes a las puertas de los ayuntamientos; en mi ciudad, Ontinyent, fue a las 20 horas y, por supuesto, acudí. Pero el mal ya está hecho porque no se ha impedido la entrada en prisión de una mujer cuyo único delito ha sido proteger a su hija y evitarle todo el dolor posible para que fuera feliz, dentro de las circunstancias.

Hace falta mucha pedagogía feminista todavía en espacios como la justicia para desmontar la histórica desigualdad acumulada contra las mujeres y cuyo resultado seguimos pagando con violencias como la ejercida contra María.

Denunciar las estructuras patriarcales que justifican y amparan este tipo de situaciones es urgente. En algunos casos, se nos va la vida en ello, porque a María le van a robar seis meses de su vida. Seis meses que, gracias a su agresor y a quienes le amparan y justifican y a estructuras políticas y judiciales claramente patriarcales, que también hay que decirlo, van a conseguir ejecutar una injusticia de tal magnitud que va a necesitarse mucha reparación para salvar esta gran injusticia cometida con María.

La legalidad no siempre va de la mano de la justicia. Y, sobre todo, cuando de asuntos de mujeres se trata. Lo vemos a diario: vemos cómo se intenta por todos los medios mantener “a salvo” los privilegios patriarcales a costa de la vida de las mujeres.

Lo vemos en cada violación cuando se intenta revictimizar a las mujeres violadas o agredidas bajo el paraguas de la “naturalización” de la desigualdad para mantener los estatus de prevalencia masculina sobre las palabras de denuncia de las mujeres.

Lo vemos en cada asesinato machista, cuyas dolorosas cifras no paran de crecer y encima tenemos que asistir a la infravaloración de estos asesinatos por parte de quienes gritan ante otro tipo de asesinatos, pero callan ante estos.

Lo vemos en cada imagen de pancartas de “Stop Feminazis” que llevan hombres organizados cada vez que alguna mujer acude a denunciar o declarar agresiones vividas a los juzgados. Estos hombres organizados están amparados por el partido que niega las violencias machistas y que ha sido blanqueado por el Partido Popular quien siempre lleva al Constitucional cualquier ley que permitiera el avance de los derechos de las mujeres y que, en parte por eso, se niega a la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Bueno, por eso y por su propia corrupción interna, por temer afrontar nuevas sentencias condenatorias por corrupción.

Estos partidos no merecen un solo voto de las mujeres a las que pretenden devolver a una condición subsidiaria del hombre como lo hizo en su momento el dictador. Quizás esa es una de las mayores añoranzas de los partidos de la ultraderecha, entre los que ya incluyo al Partido Popular por su deriva de los últimos años y por el blanqueamiento del otro partido cuyo nombre me niego a nombrar.

La violencia machista institucional existe y se ejerce hoy y cada día con actos como los ejecutados contra María Salmerón o cada vez que se exculpa a un agresor, del tipo que sea, de mujeres o niñas. Como el padre exculpado de agredir sexualmente a su hija de siete años en una ciudad valenciana. Sí, eso también es violencia institucional contra esa niña, y se ejerció hace unas semanas por estas tierras valencianas.

Como también lo es el borrado de la condición de mujer mediante, incluso, la negación del término “mujer” que pretenden las leyes transgeneristas que pretende aprobar el Gobierno más “progresista y feminista” de la historia del Estado Español. Sí, leyes impulsadas por una izquierda desnortada y chupiguay que, en base a una pseudoteoría individualista basada en deseos personales, pretende que los derechos de las mujeres, incluso a ser nombradas, desaparezcan. Eso también es violencia machista institucional. Porque, aunque se denominen feministas, si no defienden los derechos humanos de las mujeres, no lo son.

Al feminismo nos queda continuar con la pedagogía y con la presión para cambiar las cosas y mejorar la vida de mujeres como María o su hija o la de la nena agredida por su padre desde los siete años. Y no vamos a dar ni un paso atrás. Sumamos y seguiremos sumando, aunque sea lenta y silenciosamente.

El feminismo es la única revolución permanente que existe en la actualidad y que excede cualquier frontera. Y así la mantendremos.

Nosotras ante la privación del deleite y el espacio: la confrontación de nuestros cuerpos

  

Un universo de millones de años luz. ¿Por qué, entonces, muchas mujeres dedicamos años de nuestra vida a ocupar el menor espacio en él?

Mientras más chiquita, mejor

Todo empezó tiempo atrás. No es una idea que se incrustó de repente en nuestras cabezas, un pensamiento que llegó espontáneamente y se quedó para siempre: “Tienes que ser delgada, tu cuerpo no debería abarcar tanto espacio”. En realidad, lo aprendimos de pequeñas y lo reforzamos mientras crecíamos, desde nuestros círculos más cercanos como la familia, las amigas que comentaban sobre sus propios cuerpos o nuestras parejas, hasta los medios, los terrenos laborales e incluso los servicios de salud.

La profesora y escritora feminista Roxane Gay lo cuenta en las memorias sobre su cuerpo condensadas en el libro Hambre, mientras comparte su experiencia de vida como una mujer con cuerpo grande en un mundo que odia y discrimina las corporalidades gordas, particularmente las de las mujeres:

“Esto es lo que se enseña a la mayoría de las niñas: que tenemos que ser delgadas y pequeñas. Que no debemos ocupar espacio. Que debemos ser vistas pero no escuchadas, y que si somos vistas, debemos agradar a los hombres y resultar aceptables de cara a la sociedad”.

Roxane Gay

Desde niños, se impulsa a los hombres a tomar y conquistar lugares, no solo en sentido figurado, sino en términos del espacio; esto se refleja en acciones como el manspreading, cuando se sientan con las piernas muy abiertas en el transporte público sin importar la invasión al espacio personal de las y los demás pasajeros. Mientras tanto, las mujeres aprendemos que un cuerpo deseable es un cuerpo chiquito, compacto: un cuerpo que no ocupa espacio en un universo casi infinito.

“El lugar de una mujer es la cocina”, pero ¿qué hay del comedor?

Visualicemos una escena familiar: un grupo a punto de comer, se percibe la expectativa flotante por el platillo estelar de la casa, desde la cocina surgen aromas que prometen una experiencia deliciosa, de la mesa emana el ansia por saborear la comida que está guisándose desde hace un buen rato. De pronto, aparece quien desde muy temprano se dedicó a preparar el manjar. ¿Pensaste en una mujer?

La doctora en ciencia social con especialidad en Sociología, Paloma Villagómez Ornelas, ha estudiado las experiencias sociales alrededor de la alimentación, en especial en entornos de precariedad. Sobre el tema de las desigualdades en los procesos alimentarios dentro de las familias, la investigadora puntualiza que –además de la clase– el género atraviesa las dinámicas en los hogares mexicanos, lo que impacta en la desigualdad de la alimentación y el bienestar de las mujeres.

CIMACFoto: César Martínez López

La socióloga considera que, desde la división sexual del trabajo que en la mayoría de los casos asigna el rol de cuidadoras a las mujeres, también se les consignan tareas específicas sobre la alimentación de los suyos que no solo atañen al trabajo físico, sino también al emocional e intelectual, y poseen una carga afectiva muy importante: la distribución de los recursos, la elección y compra de alimentos, la planeación de las comidas, su preparación y almacenamiento.

“Hay procesos que no se ven y que son muy demandantes porque exigen –de las mujeres en particular– que hagan unos cálculos muy complejos entre los recursos que tienen y lo que pueden adquirir con eso. No solo lo hacen considerando para qué les alcanza lo que tienen, sino también tienen que considerar una cantidad de necesidades y gustos específicos dentro del hogar”.

Paloma Villagómez Ornelas

Pero la carga desigual no se concentra únicamente en las labores alrededor de los alimentos. Después de todos los pasos dispuestos para presupuestar, comprar, negociar, preparar, distribuir y consentir, viene una imposición aprehendida: privarnos del deleite. Así como internalizamos que un cuerpo deseable es aquel que “no estorba” y ocupa poco espacio, también aprendemos que una forma de conseguirlo es no comer.

De este modo comienza el ciclo: regímenes alimenticios estrictos, ejercicio extremo, procedimientos estéticos para ocultar o eliminar lo que “nos sobra”, romper la dieta, volver a empezarla. Es entonces cuando nuestra relación con el cuerpo y la comida se trastoca aún más.

Mientras dedicamos horas y esfuerzo a las actividades cotidianas, acumulamos una doble carga de presión alrededor de la comida y las corporalidades, lo que en muchas ocasiones desemboca en trastornos mentales y enfermedades. Nuestras preocupaciones se incrementan y lo que debería ser una actividad natural, necesaria, intuitiva, disfrutable y con amplias significaciones sociales y culturales se convierte en un martirio. Lo que puedo comer y lo que no, ¿cuántas calorías hay en cada alimento?, ¿qué hacer si me invitan a un lugar y no tienen la opción light?, ¿cómo se verá reflejado este platillo en mi cuerpo?, si engordo ¿qué implicaciones tendrá esto en la manera que el mundo se relaciona conmigo?

De acuerdo con datos del Gobierno de México, los desórdenes alimentarios han aumentado en 300 por ciento a nivel nacional en las últimas dos décadas. Cada año se registran alrededor de 20 mil casos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en el país, que suelen afectar en mayor proporción a las mujeres, nueve por cada hombre.

En este sentido, Paloma Villagómez sostiene que incluso en diversos estudios de corte epidemiológico se ha planteado cómo la atención diferenciada entre hombres y mujeres alrededor de la alimentación afecta la salud de las niñas en etapas muy tempranas: “Hay ciertas expectativas del cuerpo de las mujeres y ciertas representaciones de cómo debe ser un cuerpo de mujer que nos hacen pensar que necesitan comer menos. Como se espera que una niña sea pequeña, que sea delgada –muy delgada, a veces– y que sea menos activa que un niño, cuando ya le pasa algo, cuando ya hay síntomas de alguna forma de desnutrición o de enfermedad, no se dan cuenta los papás o tardan mucho en hacerlo”.

Por ello, distintas enfermedades o padecimientos que se manifiestan en el achicamiento de los cuerpos de las mujeres tardan en identificarse “porque es lo que se espera del cuerpo de una mujer, que ocupe poco espacio”, destaca la investigadora.

Tu cuerpo es mío

La libertad de los hombres para dominar diversos terrenos no solo se observa en las acciones sistemáticas para negarles lugares a las mujeres u otorgárselos solo como cuotas por cubrir, sino también en el control que buscan ejercer sobre ellas en el espacio público.

En 2014, la periodista Emma Gray relató su experiencia al salir de una tienda de yogurt helado en Nueva York, cuando un desconocido le gritó que no debería estar comiendo eso, pues engordaría. Al analizar la situación, la columnista del Huffington Post concluyó que la acción del extraño mostraba la idea que tienen los hombres sobre su supuesto derecho para controlar a las mujeres en público.

El episodio que vivió Emma también le permitió observar que ese “derecho” percibido por los hombres se extiende no solo al control del espacio, sino al de los propios cuerpos. En su caso, notó que el atrevimiento del extraño implicaba que, en el fondo, él creía que tenía derecho a decidir cómo debía ser el cuerpo de la periodista en el futuro: no te lo comas, vas a engordar (y yo no quiero eso).

Imagen: Pexels

Además del deseo internalizado de empequeñecernos, en la vida diaria nos damos cuenta de que no se trata únicamente de un anhelo innato por tomar el menor espacio posible. Una cuestión central es en qué medida confiamos en nuestro cuerpo para ocupar su lugar en el universo.

La psicóloga certificada en Terapia Cognitivo Conductual para TCA, activista y fundadora del modelo de acompañamiento Acuerpada, Ana Paula Molina, resalta que: “El cuerpo es nuestro vínculo con el mundo, es lo que nos conecta con él. Cuando no estamos bien con ese vínculo con el mundo, no podemos experimentarlo”.

Un lugar que te dice “NO”

Los problemas al vivir en un cuerpo que ocupa más espacio del esperado socialmente van más allá de la percepción personal sobre la corporalidad y la comida. Aunque el aprendizaje sobre nuestros cuerpos y la alimentación afectan en general cómo nos relacionamos con nosotras mismas e impactan nuestra salud mental y emocional, en el caso de las personas gordas se vuelve tangible la necesidad diaria de sobrevivir en un sistema social basado en la violencia contra los cuerpos gordos: “Tú puedes trabajar mucho la aceptación corporal, pero la violencia no se detiene”, señala Ana Paula.

De acuerdo con la asesora certificada en alimentación intuitiva, las restricciones son materiales y responden a estructuras discriminatorias hacia los cuerpos grandes. Esto se observa a diario de diferentes formas: asientos pequeños en el transporte público, cinturones de seguridad que no se ajustan a todo tipo de cuerpos –lo que incluso pone en riesgo la vida de las y los usuarios de automóviles–, hasta la falta de batas hospitalarias o indumentaria médica cómoda y apta para cuerpos gordos.

Así, los espacios en concreto –diseñados a partir de una mirada patriarcal y gordofóbica– imposibilitan el acceso a una vida digna y libre para las mujeres gordas que de manera literal no caben en ellos, lo cual obstaculiza su acceso a servicios de salud, transporte eficiente, actividades educativas o recreativas y oportunidades laborales.

“Al final, una vida vivida intentando encogerte, intentando desaparecer, no es una vida vivida”.

Ana Paula Molina

Frente a una realidad en la que se limitan las libertades y se arriesga el acceso digno al ejercicio de los derechos humanos, la psicóloga subraya que dentro de las luchas del feminismo es imprescindible considerar las distintas estructuras de opresión que violentan a las mujeres, incluida la gordura. Se requiere analizar y trabajar desde la interseccionalidad, pues es necesario contemplar las categorías de raza, discapacidad, clase, edad y orientación sexual que atraviesan a las personas –en específico a las mujeres–, a fin de desmantelar el sistema violento que se fundamenta y beneficia de las opresiones.

“Es trabajo de cada una aprender activamente sobre antirracismo, activamente aprender sobre antigordofobia, activamente aprender sobre el tema anticapacitista para poder, entonces, hacer una lucha mucho más completa”, enfatiza Ana Paula Molina.

Ante el panorama que enfrentamos vale la pena considerar si, entre las resistencias cotidianas que emprendemos, podríamos detenernos un momento cuando nos invade la presión inminente de “no perder la figura” y pensar –en contraataque– que merecemos no perdernos el mundo: 93 mil millones de años luz, más que suficientes para ocuparlos sin reservas con toda la inmensidad de nuestros cuerpos.