4/12/2014

El PRI y la basurización de los cuerpos



Daniela Villegas


Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, ha estado en boca de todos en los últimos días, después de que el 2 de abril la periodista Carmen Aristegui diera a conocer una serie de grabaciones en que se evidencia que el ahora ex dirigente del PRI-DF operaba una red de prostitución al reclutar edecanes a quienes pedía favores sexuales a cambio de aumentos salariales.


No sólo es deleznable el engaño laboral y coerción a la que se han visto sujetas las mujeres que acudían a solicitar el puesto, sino que también el hecho de que no se había investigado a profundidad y actuado legalmente contra Gutiérrez después de que desde 2003 el periódico Reforma ya hubiera publicado sobre este tipo de prácticas de abuso de poder.

Si bien es pertinente que se sancione al político priísta ¿por qué hasta este momento y no cuando lo denunció Reforma?. De igual manera ¿por qué si se habla de una red de prostitución el foco de atención se ha centrado en Cuauhtémoc Gutiérrez? ¿dónde se encuentran l@s demás involucrad@s dentro del partido?

“El trabajo es tener sexo con el jefe… y es el presidente del PRI-DF”, se escucha en la grabación obtenida por una reportera de Noticias MVS que se hizo pasar por una solicitante del empleo. “Son varias niñas las que están con él, las que van a entrar ahorita. Él nos dice a nosotras: ‘Pásame a tal’, y yo te paso. Tras besuqueo y cachondeo luego luego ya sabes, se manejan dos tipos de relaciones, que es oral y vaginal; oral es sin protección y vaginal es con protección”, se escucha decir a Priscila Martínez González, una de las reclutadoras.

El extremo cinismo con el que les planteaban a las mujeres de entre 18 y 32 años las actividades a realizar, muestra la seguridad que tenía el priísta de que ellas no lo denunciarían ante tal atropello a sus derechos y de la necesidad económica en que ellas se encuentran. En vez de que ante semejantes proposiciones las agraviadas se enfadaran, se les arrebata el derecho a la indignación, las anulan por completo y apelan a que ellas se sentirán más avergonzadas de evidenciar el abuso del político que aquellos que formulan las proposiciones, esto apoyados en la cultura de la culpabilización de la víctima, donde las mujeres suelen ser vistas como provocadoras de los abusos y/o con el clásico, “ella se lo buscó”.

La naturalización en la cosificación de los cuerpos femeninos en la sociedad contemporánea elimina por completo la subjetividad de las mujeres, convirtiéndolas en meros objetos de intercambio en el sistema capitalista. Las mujeres terminan siendo cosas y no sujetas de su propio accionar. Ellas lo interiorizan de esa manera, al grado que ya sea rechacen las condiciones laborales –propuestas por Gutiérrez- y se marchen sin reclamar, evitando la revictimización al denunciar y ser exhibidas ante las autoridades que muy posiblemente pondrían en duda sus declaraciones o aceptan y permanecen en silencio. La cultura nos ha silenciado y aunque en ocasiones el silencio es un arma de resistencia, en este caso no lo es. Por ello la investigación periodística que evidencia este caso es de suma importancia, pues se ha roto el silencio.

El hecho de que se refieren a ellas como “niñas” pese a que son mujeres adultas es un elaborado juego de manipulación, en el que se les arrebata su poder de decisión al infantilizarlas, pero a la vez al ser legalmente adultas se las hace responsables de haber accedido a la oferta laboral, conociendo las condiciones de la misma, lo que genera que en muchas ocasiones ellas no se sientan con la posibilidad de denunciar puesto que “ellas aceptaron”.

La violencia que viven estas mujeres es sistémica, cómplices y víctimas en una sociedad que usa y desecha los cuerpos femeninos como si de mercancías se tratase. El sometimiento al poder patriarcal no sólo del político sino de toda la red que conforma su equipo de trabajo, que le ha venido solapando y alimentando estos abusos, vulnera los derechos de las mujeres en un mercado laboral inestable que empuja a que ya sea rechacen estos abusos, quedando en el desempleo o los acepten como estrategia de sobrevivencia endeble y riesgosa.

Es paradójico que el conocido como el Príncipe de la Basura, por ser heredero de Rafael Gutiérrez, el Rey de la Basura, líder por más de 20 años de los pepenadores del Distrito Federal, haya sido expeditamente desechado de las filas del PRI antes que el proceso de basurización corroyera aún más al partido, ante las inminentes elecciones de 2015. No sólo ha sido la figura de Cuauhtémoc Gutiérrez -la cual ha sido comparada a Jabbah el Hutt, el alienígena malvado y obeso en forma de gusano de La Guerra de las Galaxias-, desechada, sino también el de las mujeres que han vivido tales abusos al ser tratadas como desechables y de ser ellas las principales protagonistas como víctimas, se ha trasladado el foco de atención al PRI, por su temor a que su imagen sea corrompida.

Habría que centrarse de nuevo y a profundidad en las mujeres que con sus testimonios han aportado mucho a la investigación y sobre todo desenmarañar la red de compra-venta e intercambio de cuerpos femeninos en que no sólo está involucrado Gutiérrez sino un grupo más extenso en que se dispone de las mujeres como si fuesen productos descaradamente. 

¿Cambio de fondo?


OPINIÓN
   CRISTAL DE ROCA

Imagen retomada del sitio ine.org.mx
Por: Cecilia Lavalle*
Cimacnoticias | México, DF.- 

Las personas que tendrán a su cargo el timón de los procesos electorales en México fueron designadas ya por la Cámara de Diputados. La democracia electoral en nuestro país cambia de forma pero, ¿de fondo? En principio no. Para empezar la paridad brilló por su ausencia.

La pasado jueves, en tiempo y forma (cosa que no es común tratándose de temas político-electorales), la Cámara de Diputados aprobó con amplios consensos (cosa que tampoco es común) a las 11 personas que integrarán el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE).

A esas 11 personas corresponderá dar forma a una institución deforme en origen, que nació con amplia y fundada oposición de grandes sectores de la ciudadanía (periodistas, personas de la academia y de los órganos electorales del país, entre otras).

A esas 11 personas corresponderá organizar los procesos electorales de todo el país, bajo reglas que aún no se conocen, porque los creadores de este Frankenstein aún parchan aquí y allá un acuerdo que tendrá forma en varias leyes.

Lo que está claro es que estas 11 personas tendrán a su cargo, entre otras funciones, asegurarse de que los partidos políticos cumplan con el principio de paridad inscrito en la Constitución mexicana desde febrero de este año.

Entonces, ¿por qué no integraron paritariamente este órgano colegiado? ¿Cuál es la razón por la que un órgano que debe vigilar que se cumpla la paridad no esté integrado paritariamente?

No dejan de sorprenderme los esfuerzos que se hacen en las cúpulas partidistas para evadir la paridad.

Los partidos políticos, de cualquier democracia que se precie de serlo, deberían ser los principales garantes de la paridad. Pero en nuestro país, o no saben sumar o son, como los hombres de la Ilustración: muy incluyentes en su discurso y muy excluyentes en la práctica.

En la primera decisión que debieron tomar de cara a este “nuevo” rostro que le quieren imprimir a la democracia mexicana, su versión de paridad fue: 27 por ciento; es decir, de 11 personas sólo tres mujeres; es decir, ¡las  tres de la foto!

La mitad de 11 es 5.5. Dado que no hay modo que una persona sea media persona, lo paritario hubiera sido seis mujeres y cinco hombres. O al revés, seis hombres y cinco mujeres.

Y, claro, con un verdadero compromiso con la democracia incluyente, lo indicado hubiera sido establecer la alternancia. Es decir, si en esta primera conformación hay seis hombres y cinco mujeres, en el primer relevo se invertiría la proporción. Y la presidencia de ese Consejo se elegiría bajo el mismo principio.

Paridad y alternancia son las claves de una democracia incluyente.
Pero eso no está en la mira de las cúpulas partidistas de nuestro país, a juzgar por la conformación del que, se supondría, sería el órgano más democrático.

Las nuevas formas que se perfilan son, al parecer, las mismas viejas formas excluyentes para las mujeres. Y, sí, a menudo la forma es fondo.

Más allá de la calidad ética y democrática de algunas personas que integran el nuevo Consejo, empezando por su presidente, Lorenzo Córdova, cuya designación celebro, la primera señal que envían los señores del poder es que la paridad no está en su concepción de democracia.

Y sin paridad, sin las mujeres en la mitad del poder, esta nueva versión de democracia se parece mucho a la machocracia de antes, a la de siempre.

Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com.

*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
 

Una reflexión sobre la condición de la mujer en México y una redefinición de biopoder [1]




I
Debe haber otro modo que no se llame Safo,
ni Mesalina ni María Egipcia,
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.
Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser.
Rosario Castellanos.

Que la sociedad capitalista sea una sociedad patriarcal es algo que distintos teóricos han establecido aunque sin suficiencia. Decir que la sociedad capitalista es una sociedad patriarcal me parece una imprecisión, e intentaré a lo largo de este breve escrito explicar este punto de vista. En cambio, me parece más adecuado admitir que el modo de producción y comercialización de esta sociedad es un modo patriarcal sin duda. 

Quizá Max Horkheimer y Theodor Adorno hayan señalado muy oportunamente lo segundo al describir el espíritu de época, previo al iluminismo, que hizo emerger con él al ideal ilustrado de la razón científico-técnica y, enseguida, al capitalismo: «Aunque ajeno a la matemática, Bacon supo captar bien el modo de pensar de la ciencia que vino tras él. El matrimonio feliz entre el entendimiento humano y la naturaleza de las cosas en que él pensaba es patriarcal: el intelecto que vence a la superstición debe mandar sobre la naturaleza desencantada. El saber, que es poder, no conoce límites, ni en la esclavización de la criatura, ni en la condescendencia con los amos del mundo. Del mismo modo que está a la disposición de los objetivos de la economía burguesa en la fábrica y en el campo de batalla, se halla también en los emprendedores sin distinción de origen» [2]. 

Ahora bien, deducir de esto que la sociedad capitalista es una sociedad patriarcal es minimizar me parece todas las otras variables concurrentes de dicho sistema, y equivale quizá también a desdeñar sus dinámicas, dinámicas no eximes de la actuación e influencia de la mujer. O en otras palabras, dinámicas en donde es la mujer quien al final puede elegir de qué modo y en qué forma se somete a dicha realidad o, incluso, si toma ventaja como sucede en algunos casos. Por supuesto, puede también detraerse de esta dinámica y renunciar a ser parte de esta relación de dominio; pero ello requeriría tal vez de ciertas condiciones ideales. Imaginemos, pues, por un momento, que nuestras condiciones ideales se materializan o que, aun sin materializarse, es posible de algún modo su realización. ¿Qué pasaría en semejantes circunstancias? Es decir, ¿qué pasaría si la mujer renunciara a ser parte de aquella relación de dominio y del juego social instituido? 

Pasarían dos cosas al menos:

1) Renunciaría así a su biopoder —el que le da su condición— y 

2) Justo por esa renuncia quedaría en una especie de intemperie social que la forzaría a vivir una marginalidad sin prerrogativas o, alternativamente, a erigir los preceptos fundantes de una nueva sociedad libre de ese dominio. (Pregunta: ¿Algún día viviremos libres de todos los dominios?).

Si regresamos a las condiciones ‘normales’ fuera de la idealización, creo que esto puede entenderse perfectamente desde el marxismo. Es decir, penetrar en el corazón de esta relación y verla entonces como es: a saber, no nada más como una relación a la que se ve sometida la mujer, sino como una relación con la que tuvo que aprender a comerciar a fuerza de necesitar sobrevivir. Y dado que vivimos en una sociedad que normalizó la relación heterosexual como canon social aceptado, es posible que si la mujer renuncia a la relación de poder referida, probablemente renuncie asimismo a una de sus orientaciones sexuales (si es heterosexual) y a su biopoder asociado, pero es probable también que pueda alternativamente dar rienda suelta a cualquiera otra orientación posible (si no es heterosexual). 

Así, la mujer se ve forzada a un doble «juego» social asaz sutil: en primer lugar, el juego visible y normalmente aceptado de la sociedad como es, en donde ella toma ventaja del biopoder que le da su condición si vive dentro de la norma y, en segundo, el juego menos visible de unos roles sexuales normalizados a los que, si renuncia, renuncia a su biopoder mientras el nuevo rol no se normalice. [3]

Biopoder aquí es, entonces, el comercio que aprendió a tener la mujer con el hombre —y con la sociedad que instituyó y suscribió junto a ese hombre— a partir de los atributos biológicos propios de su condición [4]. 

Y estos atributos, como ya se dijo, han sido normalizados en el tiempo, como parte de un proceso sociohistórico más o menos conocido; es decir, aun si hombres y mujeres estuviéramos inevitablemente determinados por ciertas condicionantes biológicas, los roles sociales adjudicados a partir de dicha determinación a hombres y mujeres, no son ya producto solamente de dicha determinación biológica pues aunque los roles sociales puedan ser asimismo producto de otra determinación (histórica en este caso) y, por tanto, necesarios, hay también en esa otra determinación una libertad —la libertad de al menos revisar nuestros usos en el tiempo— y, por tanto, paulatinamente ir abandonando esos moldes probablemente ya añejos por inoperantes, o en contrapartida, la libertad de una normalización ad hoc a los usos y dogmas de la época, como ha ocurrido con el cristianismo y su negativa a admitir el homosexualismo como posibilidad biológica, por ejemplo. 

La sociedad por otra parte que describo —en la que no solamente hombres y mujeres comercian entre sí, sino las mujeres entre ellas por los hombres, y los hombres entre ellos por las mujeres— no es entonces ya una sociedad patriarcal a secas. 

Es una sociedad patriarcal-matriarcal en donde la mujer quizás por necesidad haya aprendido a jugar y someterse a un rol que vicia las relaciones de poder entre hombres y mujeres favoreciendo a quienes mejor comercien con su propio biopoder. Hay, por supuesto, en el origen de este comercio y en la institución de estos biopoderes una injusticia [5]. Es la misma injusticia que hay en la relación capitalista entre un empleador y su empleado, o en la relación feudal entre un señor y su siervo o, en fin, en cualquier otra relación de dominio cuya injusticia, cuyo desequilibrio, normalizó la historia.

Dicho esto, yo no sé si la mía sea una sociedad heteronormada. Pero estoy cierta de que es una sociedad muy matriarcalista. Un matriarcalismo que acepta y negocia con imposiciones patriarcalistas y que ha dado origen a fenómenos tan heteróclitos como la anorexia, el tráfico de mujeres, el fenómeno de la tuitstar en algún sentido, la top model, etcétera; fenómenos absolutamente prototípicos de tal dominio. Y así ha ocurrido que el castigo para la mujer que por alguna razón haya abdicado a estos negocios, o que haya dirigido su biopoder a otras ocupaciones —que no debe ser menor al castigo que reciban los hombres si renuncian al suyo—, no ha sido pequeño: desde pensarla malcogida, suponerla insensible, asexualizarla, sospecharla gay si no ríe, canonizarla, putearla, reencontrarla un buen día vuelta una anoréxica hundida en la neurosis, etcétera. ¿De qué son síntoma todos estos hechos? A modo de no sonar demasiado pesimista, diré que son por lo menos sintomáticos de una sociedad que todavía tiene mucho por aprender.

Quiero cerrar esta parte del escrito con esta pequeña disertación de Francesca Bergoglio a propósito de la poeta Sylvia Plath «…porque todas las fases de su historia pasan por las modificaciones de un cuerpo que la ancla sólidamente a la naturaleza, deduce nuestra cultura que todo aquello que es la mujer lo es por naturaleza: es débil por naturaleza, seductora por naturaleza, estúpida por naturaleza, y también pérfida y amoral por naturaleza. Lo que significaría que las mujeres fuertes, feas, privadas de atractivos, inteligentes, no maternales, agresivas, rigurosamente morales en el sentido social, son fenómenos contranatura».

II
La obligación de agradar. Ese sobreimpuesto a las mujeres que la
normalización paternalista nunca le exigió a ninguna masculinidad.
Gabriela Henderson

No han cambiado mucho las condiciones bajo las que podía pensar Sor Juana. De claustro. De celda. De juicio severo. De idiotez. De exigencia. No en México al menos. Discurría hace no muchos años en mi blog que el hecho de haber nacido mujer —es decir, el hecho de poseer un útero— no había determinado nada específicamente de mi existir y que lo mismo me había entregado con ardor a todas mis aficiones y a mi existencia en sí, que a mis desventuras, por complicadas que estas hubiesen sido, y que esto siempre había ocurrido con independencia de mi sexo y sin haber pretendido nunca atribuir a éste mis circunstancias. 

Sin duda, esta visión no se ha modificado sustancialmente. Pero lo que sí se ha modificado, en contraste, es la pretensión de ser libre de toda determinación. Incluso ahora puedo determinarlo con mayor claridad: el hecho de haber podido establecer semejante aseveración es ya indicativo de una determinación de que soy también producto. Una determinación social. Por otra parte, quizá correlativa a esta determinación, haya emergido aquella otra primera determinación por medio de la cual me ensoñaba creyendo que mi condición de mujer no me determinaba en mis circunstancias. Bien, es probable que esto sea cierto, pues como varios teóricos decoloniales han expuesto, probablemente sea verdad que raza es clase en el capitalismo y que el sexo refuerza la membresía de clase; sin embargo, lo que intento problematizar con este pequeña reflexión, muy al margen de esa necesidad social ineludible de que la mujer también es víctima —aunque no más que el hombre, según creo—, clama por invitar a la mujer a concienciar acerca de su propio grado de participación en la construcción de una estructura social tan opresiva. 

Es decir, pienso que la sociedad patriarcal tiene en la connivencia de las mujeres uno de sus pilares fundamentales, pues a partir de su condición la mujer ha encontrado modo de comerciar con cierto éxito y relativa seguridad al interior de tal sociedad; y asimismo pienso que si la mujer tomase conciencia de esta circunstancia y del uso y ventajas de su biopoder sería entonces capaz de renunciar a los malos usos de ese biopoder —a condición de no abusar de él lógicamente— y, más concretamente, a un poder político fundado en unas supuestas dotes biológicas socialmente reconocidas cuyos usos en algunos casos son acervo incluso de los feminismos que más radicalmente se han alzado contra los arquetipos de una sociedad falocéntrica. O en otras palabras, mientras la mujer —y aun la más feminista de ellas— combata contra el uxoricidio, feminicidios, discriminación sexual, etcétera, pero al mismo tiempo se vea a sí misma sucumbir a los usos del cortejo cuando someten (¿y es posible sustraerse a ellos?), o a la imposición que la obliga a ser siempre afable con el varón, o a la guerra siempre soterrada donde se territorializan hombres y se los disputa, etcétera, entonces, todas sus reivindicaciones (o nuestras reivindicaciones) se convierten en fraseología vacua. 

En retórica. Y supongo en parte debido a ell0, no he podido prácticamente comulgar con ningún feminismo pues, o bien terminan culpabilizando de esta situación al hombre y polarizando, o bien victimizan a la mujer —lo cual en sí mismo es ya disminuirla—, o bien ejercen un discurso autocrítico limitado. Sin embargo, creo en general que los feminismos ostentan reivindicaciones justas y certeras pero que algunos de ellos fallan al emitir diagnósticos ciertos relativamente o de un cierto talante maniqueo. Y creo que si dejásemos de confrontar a hombres y mujeres y admitiésemos simplemente que se trata de un caso particular de un malestar más amplio y general —un problema de biopoderes y hegemonismos—, entonces podríamos tener oportunidad de unificar el problema, de conciliar en su resolución a quienes concierne y de abandonar así la vieja costumbre de ver antagonismos y polaridades irreductibles en donde tal vez no los haya.

Esta segunda sección del escrito quiero cerrarla con una anotación de un valiosísimo texto de José Carlos Mariátegui en donde él preludia muy certeramente por qué proceso debiera transitar la sociedad actual para liberar al dominio hombre-mujer de sus trabas más imposibles. Tiene el valor extra de haber sido escrito hace casi un siglo: 

«El tipo de mujer que produzca una civilización nueva tiene que ser sustancialmente distinto del que ha formado la civilización que ahora declina. En un artículo sobre la mujer y la política, he examinado así algunos aspectos de este tema: “a los trovadores y a los enamorados de la frivolidad femenina no les falta razón para inquietarse. 

El tipo de mujer creado por un siglo de refinamiento capitalista está condenado a la decadencia y al tramonto. Un literato italiano, Pitigrillo, clasifica a este tipo de mujer contemporánea como un tipo de mamífero de lujo. “Y bien, este mamífero de lujo se irá agotando poco a poco. A medida que el sistema colectivista reemplace al sistema individualista, decaerán el lujo y la elegancia femeninos. 

La humanidad perderá algunos mamíferos de lujo; pero ganará muchas mujeres. Los trajes de la mujer del futuro serán menos caros y suntuosos; pero la condición de esa mujer será más digna. Y el eje de la vida femenina se desplazará de lo individual a lo social. La moda no consistirá ya en la imitación de una moderna Mme. Pompadour ataviada por Paquín. Consistirá, acaso, en la imitación de una Mme. Kollontay. Una mujer, en suma, costará menos, pero valdrá más». [6]

III
Como en otras ocasiones, los organismos feministas “oficiales” como el ridículo Ministerio de Igualdad no van —no quieren ir— al fondo del asunto. Se crea una ley de igualdad que obliga a repartir, por ejemplo, las listas electorales entre hombres y mujeres imponiendo así un igualitarismo ficticio en el ficticio escaparate de los parlamentos, como si éstos fueran el reflejo de la sociedad. ¿Por qué no, para empezar, una en la que se prohíba que una mujer gane menos dinero que un hombre por desempeñar el mismo puesto de trabajo?
Dizdira Zalakain [7]

Quiero en esta última sección presentar una especie de dossier monográfico breve adonde se describen las razones del castigo social al que algunas mujeres mexicanas han sido sometidas no ya por ser miembros infractores de la sociedad, sino por ser miembros mujeres de ella y haber infringido justamente la convención social esperada respecto a su rol (el de la mujer).

Yakiri Rubio. Se supone que Yakiri entra a un hotel con dos hermanos al bajar del metro en la colonia Doctores, que dentro del hotel es objeto de vejaciones sexuales y que, por accidente, el último hermano se clava un cuchillo en el cuello mientras forcejean pues ella intentaba defenderse. Entonces el hermano muere. De un lado se arguye que la forzaron a entrar allí y del otro que ella entró por voluntad propia. Pero pareciera que ese entrar por voluntad propia significara el boleto a un territorio neutral libre de leyes y regulaciones y como si cada vez que la mujer ejerciese su voluntad sexual —y su deseo— no debiese entonces esperar más que peligros, más que castigos o, quizá, confiarse a la buena fortuna. ¿Por qué la entrada voluntaria al hotel debiese ser un agravante del caso, me pregunto? El proceso penal de Yakiri Rubio es ejemplar de los prejuicios sexuales de un país en donde la mujer se halla normalmente en indefensión si atenta contra esos prejuicios. 

Si para la autoridad y para el caso no es claro que Yakiri se defendía de una agresión, si para la autoridad Yakiri no sintió peligrar su vida de forma que ello la llevó a actuar en consecuencia, entonces, que lo establezcan. Pero que no arguyan que no hay suficientes elementos como para calificarlo de un homicidio incidental, adonde se obró en legítima defensa. O Yakiri estaba defendiendo su vida y en esa defensa se fue la vida del atacante; o entonces no estaba siendo atacada y ella tuvo otro móvil para actuar así. Es muy simple. Que Yakiri sea mujer es irrelevante en el caso. Debiera serlo. [9]

María Luz Salcedo Palacios. El caso de María Luz es absolutamente aberrante. Una mujer que estuvo a punto de ser molida a golpes por su atacante tras haberse negado a sostener relaciones sexuales con él. Incluso ella y su atacante compartieron la misma habitación de hospital pues él en su huida impactó su auto y allí mismo la amenazó nuevamente mientras se lo atendía. Esta mujer cuenta que, de no haber implorado indulgencia a su golpeador —apelando al recuerdo de la madre y hermana de él— y aprovechar esto para defenderse y huir, entonces quizá habría muerto. Desde el principio se estableció perfectamente la identidad del atacante pero a la fecha sigue libre y no está del todo esclarecido por qué [8]. Todo esto ocurrió en el estado mexicano de Guanajuato, adonde ha gobernado por años la ultraderecha más arcaica y reaccionaria del país.

Feminicidios de Ciudad Juárez. Me parece una referencia ya gastada. Pero esta percepción mía apenas da cuenta del grado de normalización de la violencia ejercida contra la mujer en México. Básicamente este caso nos habitúa a una idea siniestra: allí donde haya debilidad de algún tipo por un lado (debilidad de un cuerpo femenino, por ejemplo) y ventaja por el otro (de no sabe quién o quiénes), habrá un ejercicio desmedido de poder y habrá violencia. Se trata de un ejemplo paradigmático del abuso de biopoderes.

La historia y la prensa mexicanas están plagadas de este tipo de relatos.

Epílogo

Si bien son ejemplares los casos de todas las mujeres cuyo comportamiento significó romper con el paradigma normativo del patriarcalismo-matriarcalismo, mujeres a quienes normalmente se las llamó feministas, no puedo evitar formularme muy íntimamente la siguiente pregunta (pues creo compartir parte de las razones de su aparente ruptura). A saber, ¿de veras buscaron deliberadamente romper un canon social de normalización de lo femenino (y de lo masculino por extensión)? ¿No será más bien que nunca se sometieron de facto a ese canon y que cuando tocó interpretárselas en sus vidas —ya de por sí singulares— apareció su conducta “anómala” y “disruptiva”? ¿No será que la verdadera libertad de la mujer consiste en no aceptar ninguna diferenciación? ¿Ni siquiera la del feminismo?

 Quizá si pensamos nuestros condicionantes biológicos no como determinantes ontológicos exclusivamente sino como posibilidades de acción podríamos entonces zanjar con mejores recursos este conflicto. Pero aun desde esta perspectiva normativa y política, el problema del feminismo y de lo llamado «femenino» es también aquí el de una forma particular de un problema más complejo: el problema de la tradición, de cómo subsumimos esa tradición y de cómo se actualiza después en nuestros usos.

Pienso con este texto en todas esas mujeres que, feministas o no, su pensamiento significó —y sus vidas— la ruptura de un canon social determinado pero quienes a pesar de la estigmatización y la marginalidad que ello suponía decidieron, no obstante, no renunciar ni a su vida ni a su pensamiento. Más que parecerme feministas excepcionales, me parecen mujeres excepcionales, es decir, humanos excepcionales.

Dedicado a Luna Flores, presa política del gobierno de Miguel Ángel Mancera y a Alberta Cariño a cuatro años de su impune asesinato.

Notas
[1] De esta reflexión dejo fuera a los pueblos originarios de América y de otras latitudes pues allí operan otros modos de relación entre las mujeres y sus hombres.
[2] Aquí cabe pensar en el nacimiento de nuevas formas de biopoder.
[3] Se refieren aquí a Bacon como al pensador del Renacimiento que supo mejor delinear el impulso motriz de la naciente sociedad burguesa —madre de la ulterior sociedad capitalista—, impulso al que comúnmente llamamos razón instrumental; es decir, no ya el saber por el saber mismo sino el saber por el poder a ultranza. Cf. Adorno, Horkheimer, Dialéctica de la Ilustración, Ed. Akal. Madrid, 2007.
[4] El término «biopoder» lo he tomado prestado de Michel Foucault. Sin embargo, debo decir que no he tenido todavía oportunidad de leer el texto de Foucault adonde él define precisamente este concepto. No dudaría, no obstante, que exista coincidencia entre la definición de Faucault y la mía pues he encontrado el término en diversas lecturas que lo refieren y definen tácitamente. Es decir, he deducido por contexto su significado.
[5] Esta no es una injusticia inherente a la existencia o metafísica. Es una injusticia que existe solamente como producto de unos ciertos estándares éticos bajo los cuales se puede valorar el mundo.
[6] Pude tener acceso a este texto gracias a un filósofo a quien sigo desde mi cuenta Twitter y quien tiene muy originales reflexiones sobre éste y otros temas. Cf. Mariátegui José Carlos, Las reivindicaciones feministas. Marxists Internet Archive, marzo de 2008.
[7] En Feminismos de Cosmopolitan Por Dizdira Zalakain. La Cocina de Dizdira: dizdira.blogspot.com . 15 de Julio, 2009.
[8] Cuando terminaba de redactar el texto leía una nota de Pulso Ciudadano adonde se informa que al parecer ser ya se emitió la detención del atacante. Ver Agresor de Lucero será procesado por secuestro e intento de Violación con fecha 12 de marzo de 2014.
[9] En zonafranca.mx se lee una crónica detallada de este caso. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Argentina: Condenaron a todos los acusados por el secuestro y la explotación sexual de Marita Verón


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Se trata del más resonante caso argentino de tráfico de mujeres para la explotación sexual.

La desaparición de Marita Verón tomó relevancia pública gracias a la búsqueda de su madre, Susana Trimarco, quien llegó a visitar prostíbulos y pudo conocer desde adentro a las redes de trata en Argentina.
Si bien las penas fueron levemente menores que las pedidas por la fiscalía y la querella, Trimarco se mostró conforme con el fallo.

Cabe señalar que la primera sentencia por el caso absolvió a los principales 13 imputados en el caso. Luego de la anulación de esa sentencia por parte de la Corte Suprema de la Provincia de Tucumán, el nuevo fallo conocido este martes dictó penas severas contra 10 imputados.

Los hermanos José y Gonzalo Gómez recibieron penas de 22 años de prisión al ser hallados culpables de secuestro para la explotación sexual de Marita Verón, quien continúa desaparecida.

Daniela Milhein y Alejandro González fueron considerados co-autores del delito y deberán cumplir 18 años de prisión.

Otros 6 condenados recibieron penas de 17, 15, 12 y 10 años de prisión.

“Encontramos un poco de paz para mi hija”, expresó Trimarco luego del fallo, pero aseguró que seguirá buscando para conocer qué sucedió con su hija.(PÚLSAR)

Audios:

    Susana Trimarco, en diálogo con la Radio Pública de Argentina: (449 kB) descargar_peque

    Sibila Camps, autora del libro La Red, sobre el caso de Marita Verón, en diálogo con FM La Tribu: (476 kB) descargar_peque

    Sibila Camps, autora del libro La Red, en diálogo con FM La Tribu: (507 kB) descargar_peque

Analizan rezagos de metas planteadas en CIPD en 1994


NACIONAL
   Derecho al aborto y reducir muerte materna, entre los pendientes

Aspecto de la sesión de la Comisión de Población y Desarrollo de Naciones Unidas (CPD47) | Imagen retomada de Twitter @ProgramaDDHH
Por: Anaiz Zamora Márquez
Cimacnoticias | México, DF.-

Hoy dio inicio el 47 periodo de sesiones de la Comisión de Población y Desarrollo de Naciones Unidas (CPD47), que tendrá como fin revisar los avances del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD) celebrada en el Cairo, Egipto, en 1994.

A partir de hoy y hasta el próximo 11 de abril representantes de los Estados miembro de la ONU y grupos civiles expondrán los avances y retos pendientes de los objetivos acordados hace 20 años, entre los que destacan el acceso a la salud sexual, planificación familiar, la reducción de la Muerte Materna (MM), y el acceso de las mujeres a la información, educación, comunicación y la tecnología.

De acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), esta revisión “es una oportunidad para definir las acciones que se requieren para lograr un mundo más equitativo y más sostenible para los 7 mil millones de personas” que actualmente habitan el mundo.

De la CPD47 emanará un acuerdo a presentarse en 2015 cuando sean replanteados y acordados los Objetivos de Desarrollo del Milenio, metas internacionales que datan del año 2000.

En 1994 el Programa de Acción de la CIPD fue adoptado por 179 países, entre ellos México, con el objetivo de avanzar en cuestiones de Derechos Humanos vinculadas al progreso socio-económico.
Dentro de las metas fijadas en la Conferencia celebrada hace dos décadas destacan: permitir el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluyendo la planificación familiar, antes de 2015; asegurar la educación primaria, e intentar suprimir la diferencia entre las tasas de escolarización de niñas y niños en la enseñanza primaria y secundaria.

También se planteaba como prioridad internacional disminuir las tasas de MM de 1990 a la mitad antes de 2000, y nuevamente a la mitad antes de 2015.

Al mismo tiempo se acordaron acciones internacionales en población y demografía, como es atender la migración interna e internacional, la prevención y la lucha contra el VIH y otra clase de pandemias; asimismo se estableció como prioridad asegurar la participación igualitaria de las mujeres en diferentes esferas.

Cifras y datos sobre la situación de las mujeres en el mundo revelan que el Programa de Acción de la CIPD no cumplió sus objetivos. Por ejemplo, según la organización internacional Alianza por la Solidaridad, 20 años después de la Conferencia Internacional millones de mujeres todavía no pueden disfrutar de “sus derechos, ni de su autonomía para decidir libremente sobre su cuerpo, su salud y su futuro”.

Actualmente ser madre “sigue siendo una cuestión de vida o muerte”; globalmente, 800 mujeres mueren a diario por complicaciones del embarazo o parto, y sólo el 34 por ciento de las embarazadas recibe atención prenatal adecuada en países pobres.

A lo que se suma que mundialmente 16 millones de adolescentes son madres cada año, lo que les implica abandonar sus estudios y limitar su desarrollo, mientras que 60 millones de niñas están casadas, una de cada tres contra su voluntad.

Uno de los temas pendientes de la CIPD es el acceso al aborto legal, como una forma de detener los decesos ocasionados por prácticas inseguras.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, el aborto inseguro supone el 13 por ciento de la MM, lo que se traduce en 47 mil muertes anuales de mujeres.

Por ello, dentro de los eventos inaugurales de la CPD47 se dio lectura al “Consenso de Montevideo”, acuerdo firmado en 2013 por los países de América Latina y el Caribe durante la primera Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo.

Con el acuerdo los países llaman a los Estados a que consideren la posibilidad de legalizar el aborto, lo que abre la brecha para que los gobiernos de todo el mundo reconozcan que las mujeres tienen el derecho a decidir sobre la maternidad.

En este contexto, también se presentará ante la CPD47 la “Declaración de Arlie”, texto signado por legisladores y activistas de 30 países, en el que se reclama el acceso universal a abortos seguros y legales, así como la liberación de todas las mujeres, niñas y profesionales de la salud encarceladas como resultado de leyes punitivas del aborto.

Lo anterior al recordar que en dos décadas cerca de un millón de mujeres y niñas han muerto, y más de 100 millones han sufrido lesiones debido a complicaciones por abortos inseguros.
 

Política y felicidad


DESDE LA LUNA DE VALENCIA

   


CIMACFoto: César Martínez López
Por: Teresa Mollá Castells*
Cimacnoticias | España.- 

Hace algo más de 10 años, cuando decidí entrar en la política municipal, un día se lo conté a una mujer de mi confianza. Ella, que había sido una de mis profesoras en la etapa de estudiante de BUP, me dejó acabar mi exposición y después mirándome fijamente me dijo: “La política es el arte de hacer felices a las personas. No lo olvides. Te estaré vigilando”.

Como es de imaginar aquellas palabras me impactaron hasta el punto de que, pese a no estar ya en la política activa desde hace casi siete años, las sigo llevando en el corazón. Al cabo de unos años me encontré con esta profesora y repregunté: “¿Qué tal llevas la vigilancia?”. Pero ella no se acordaba de aquella recomendación/amenaza cariñosa que me había hecho.

He querido contar esta anécdota personal para ilustrar lo que quiero comentar hoy. Ya no soy tan ingenua (o sí) como para seguir pensando que “la política es el arte de hacer felices a las personas”, pero sí creo firmemente que la política es una herramienta para intentar cambiar las condiciones de vida de las personas. Para mejorarlas, por supuesto. Y como vemos, esto no se está haciendo en absoluto.

Hace unos días una compañera de trabajo me comentaba que en el pueblo en el que reside en menos de una semana se habían suicidado cinco personas. En mi ciudad, recientemente, un joven de quince años también lo hizo.

Son dos muestras sobre el grado de desesperanza y desilusión colectiva al que esta gentuza que dice gobernarnos ha conseguido llevarnos con sus medidas ante esta estafa llamada crisis.

En política no todo vale. Y se ha de tener grandeza de miras a la hora de tomar decisiones. Se ha de saber que el interés general SIEMPRE ha de prevalecer sobre el personal o partidista. Y esto ha de ocurrir SIEMPRE y revisarse ante cada decisión que se haya de tomar. Pero como podemos comprobar cada mañana, esto no es así.

La corrupción continuada, los intereses de los dos grandes partidos, los intereses claramente impuestos por la Conferencia Episcopal, el continuo “y tú más” sin mirar a los lados y observar que la ciudadanía está más pobre, más triste, más desilusionada y más descreída, son claros síntomas de que algo en política no se está haciendo bien. Y lo que es peor, no se perciben aires de cambio en este sentido.

Algunas personas nos alejamos de este espacio precisamente por el dolor que causa comprobar que en demasiados aspectos no se está trabajando por y para las personas. Los intereses son otros y eso es descorazonador. El dolor y el desgarro que produce comprobar esto e incluso las consecuencias sectarias de alguna situación nos han obligado a alejarnos para poder curar nuestras heridas.

Y que conste que soy una gran defensora del trabajo que se hace sobre todo en los ayuntamientos, precisamente por ser las administraciones más cercanas a la ciudadanía.

El hecho de gobernar con intereses ajenos a los de la gente, aprovechándose de una mayoría absoluta, conseguida con mentiras y engaños, aparte de que les va a pasar factura, también lleva implícito el hecho de estar legislando directamente en contra de más de la mitad de la ciudadanía que somos las mujeres.

Con cada medida aprobada, con cada decisión tomada que atente contra la igualdad de las mujeres y las niñas, con cada paso dado para imponernos normas que nos alejen de la igualdad real de oportunidades y de derechos entre mujeres y hombres, nos imponen mayores cuotas de infelicidad y de malestar.

No sé yo si la imposición de modelos familiares propios de una sociedad de hace más de 30 años, con la madre-esposa en casa y dedicada a “sus labores” tiene cabida en una sociedad que pretende ser moderna y estar en los círculos mundiales de la modernidad.

Creo que con medidas como la reforma de la actual y vigente ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, se busca dar satisfacción a una minoría ultraconservadora, radical y reaccionaria a más no poder, junto a las pretensiones del ala más ultracatólica de la Conferencia Episcopal, pero no dar soluciones a los actuales problemas de inicios del siglo XXI, puesto que las propuestas realizadas hasta ahora son más bien de los albores del siglo XX.

El interés general por el bienestar de la mayoría de la población que somos las mujeres les importa un comino. Buscan someternos a sus dictados patriarcales y misóginos. No van a poner las cosas nada fáciles para que la igualdad real sea efectiva. Nos quieren como el título del libro financiado por el arzobispado de Granada: casadas (con un hombre, por supuesto) y sumisas.

Y el ejemplo más claro de lo que digo son los recortes que la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, ha realizado para excluir de la cartera del Servicio Nacional de Salud las técnicas de reproducción asistida a mujeres sin pareja y con más de 40 años de edad.

Con esta imposición, al igual que con la de la imposición de un embarazo no deseado, se condena a las mujeres a vivir infelizmente, puesto que se han contravenido injustamente sus deseos de vivir de una determinada manera.

Y esto no es política. Son ganas de imponer creencias personales a una sociedad que no deja de moverse y que no se ha anquilosado como ese tipo de credos que nos quieren imponer.

Son muchas las fuentes de infelicidad que nos brindan esta gentuza que dice gobernarnos, pero que nadie pierda de vista que la fuerza de “la masa” es inabarcable por potencial propio.

Que nadie se olvide de que el hecho de que algunas gentes hayamos decidido irnos de los sillones, no significa que hayamos abandonado nuestras creencias ni nuestras luchas. Que nadie crea que nos han derrotado.

Sencillamente hemos trasladado nuestras luchas a otros escenarios. Pero no nos hemos ido, estamos aquí y continuamos intentando crear conciencia sobre lo que se está haciendo y sobre todo de lo que se está destruyendo.

La marcha por la dignidad, la marcha del “Tren de la Libertad” (contra la reforma para eliminar la interrupción voluntaria del embarazo), los encierros en escuelas para exigir educación pública, digna y de calidad, las continuas concentraciones de las personas con dependencia, etcétera… son claros ejemplos de que la sociedad se está moviendo en contra de los recortes que nos están imponiendo injustamente por esta estafa llamada crisis.

En mes y medio hemos de volver a las urnas. Y a esas urnas hemos de llevar nuestras militancias y echar de las instituciones a quienes gobiernan para ellos y de espaldas a la ciudadanía. Echar a quienes dentro de sus medidas nos imponen sufrimiento, desempleo, hambre, pobreza y desigualdad en su sentido más amplio.

En definitiva, echar a quien con sus medidas impuestas nos provoca infelicidad en su sentido más profundo.

Yo, y creo que muchas más personas, así pienso hacerlo y también seguiré teniendo voz propia pese a no estar en las instituciones. Y esa voz, mi voz seguirá siendo firme a la hora de la exigencia de medidas encaminadas a la construcción de una sociedad más justa, más igualitaria, más digna y, por tanto, un poco más feliz. Y en eso, espero que nunca me tiemble la voz.

tmolla@telefonica.net

*Corresponsal en España. Periodista de Ontiyent.

De sirvientas a empleadas


Trabajadoras domésticas. Cartón de Rocha
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Antaño la servidumbre fue una opción de sobrevivencia de las mujeres; hoy en día el trabajo doméstico remunerado sigue siendo una actividad casi exclusivamente femenina. Desde hace varios años está en un proceso de reestructuración interna, pues ha experimentado una especie de flexibilización en la cual la misma persona puede ser contratada para desempeñar múltiples tareas de distintas maneras (por día, por horas, a destajo, por función) e incluso para varios patrones/as.

No obstante dicha flexibilidad, algunos aspectos negativos del trabajo doméstico –la discriminación social, la desvaloración de las actividades que abarca, las condiciones laborales adversas en las cuales se realiza (sin las prestaciones  señaladas por la ley y sin seguridad social)– son más resistentes al cambio. Por todo lo anterior, sumado a las dificultades que este sector enfrenta para organizarse y defender sus derechos, resulta crucial la labor de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para impulsar el “trabajo decente” para los trabajadores del hogar. Esta valiosa iniciativa de la OIT se  concreta en el Convenio 189, que ya México votó a favor, aunque todavía falta que el Senado lo ratifique. Allí se establece que tienen los mismos derechos básicos que los demás trabajadores.

La doctora Mary Goldsmith, profesora en la UAM-Xochimilco, señala que la terminología para hacer referencia a las y los trabajadores del servicio doméstico ha sido tema de debate teórico y político, pues las mujeres que realizan asalariadamente labores domésticas no quieren ser nombradas “sirvientas”, y la palabra “doméstica” les genera incomodidad a algunas. Relata: “Por ejemplo, muchas de las afiliadas a la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (Conlactraho) han rechazado ser llamadas domésticas, porque este término evoca la noción de ser domadas, como animales. En cambio unas cuantas organizaciones utilizan el término ‘trabajadora doméstica’ con el fin de ser entendidas con facilidad por el resto de la sociedad. Pero estas organizaciones dejan de lado que dicho término no diferencia su condición de la del ama de casa”.

Goldsmith, quien no sólo investiga, sino que también ha acompañado desde finales de los años setenta los procesos de organización de estas trabajadoras, cuenta: “En la Ciudad de México, en 2000, se hizo una campaña para la dignificación del trabajo doméstico; esto abarcó la búsqueda de un nombre propio de las trabajadoras domésticas. En una consulta a 2 mil 123 dedicadas a esta ocupación, ganó el término empleada del hogar (498 votos),  seguido por trabajadora del servicio doméstico (421), trabajadora del hogar (399) y empleada del servicio doméstico (373)”. Agrega que, aunque algunas organizaciones gremiales han optado por el término “trabajadora del hogar” para subrayar su estatus como trabajadora, la ventaja del término “empleada del hogar” es que así no se produce confusión con el ama de casa, que también es una “trabajadora del hogar”.

El Convenio 189 plantea que tratar a las empleadas del hogar igual que a las de otros gremios u oficios implica que habrá que definirles claramente condiciones de empleo y horarios de labores, hacerles contratos de trabajo, ingresarlas al Seguro Social y otorgarles vacaciones pagadas. ¡Un cambio brutal en lo que han sido y siguen siendo los “usos y costumbres” de las y los patrones en nuestro país! Además, la ratificación del Senado supondrá alinear la legislación, los programas y políticas públicas. ¿Será por eso que el Senado se está tardando tanto en cumplir su parte?

Hace ya cuatro décadas, en 1974, un año antes de que se efectuara la Primera Conferencia de la Mujer de la ONU, Lupina Mendoza nos invitó a la Secretaría del Trabajo a algunas feministas a revisar las leyes laborales para eliminar la discriminación contra las mujeres. Cuando señalamos que había que reformar el artículo de la Ley Federal del Trabajo, donde se otorgaba a los trabajadores domésticos sólo “el tiempo necesario para tomar sus alimentos y su descanso por la noche”, nos miró con tristeza y dijo: “Eso no lo vamos a poder cambiar, pues así es la costumbre”. Años después (en 1980) Goldsmith y otras feministas formarían el Colectivo de Acción Solidaria con las Empleadas Domésticas (CASED), y en 1987 se crearía ATABAL, otra organización similar. De ahí saldría Marcelina Bautista en 2000 para fundar la primera organización exclusivamente de empleadas del hogar: el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH).

Marcelina ha luchado para que se respeten los derechos laborales de estas trabajadoras, tanto en nuestro país como en el continente latinoamericano. Por eso llegó a ser la secretaria general de la Conlactraho. El lunes 31 de marzo, al día siguiente del Día Mundial de la Trabajadora Doméstica, el Conapred le otorgará el Premio por la Igualdad y la No Discriminación en la categoría nacional a Marcelina Bautista. ¡Felicidades por este reconocimiento más que merecido! Ojalá que el reconocimiento de Conapred sea un aliciente para que finalmente el Senado ratifique. Hay que  saldar ya la deuda histórica con estas trabajadoras.

Mujeres de AL en EU: ganan menos, pero envían más remesasDE


INTERNACIONAL
   Tienen los salarios más bajos; están en el “umbral de la pobreza

Por: Anaiz Zamora Márquez
Cimacnoticias | México, DF.- 

En Estados Unidos las mujeres latinoamericanas son las que reciben los salarios más bajos del total de trabajadoras en el país vecino; en contraste, son ellas las que envían mayores remesas a sus familias en América Latina (AL).

En un estudio, el Instituto de Investigación de Políticas para la Mujer (IWPR, por sus siglas en inglés) reveló que a nivel general (sin importar el origen) en EU las mujeres ganan menos que los varones, pero son las hispanas las que tienen el menor promedio de ganancias con 541 dólares (7 mil 90 pesos mexicanos) a la semana.

La investigación compara los salarios en distintos trabajos de mujeres y hombres de distintas razas o etnias en 101 de las 112 ocupaciones de las que se tiene información, y en promedio ellas ganan 0.95 dólares (12 pesos con 40 centavos) menos que los varones.

El estudio “La brecha salarial por género y etnia racial” expone las ganancias promedio de las mujeres por su etnia de origen; de esta manera es posible conocer que las mujeres afrodescendientes ganan 606 dólares semanales (7 mil 942 pesos mexicanos); las americanas o europeas “blancas” 722 dólares (9 mil 462 pesos), y las asiáticas 809 dólares (10 mil 602 pesos).

El informe señala además que algunas labores realizadas por mujeres (enfermeras, cajeras, mucamas o camareras) “generan ganancias al nivel de, o marginalmente por encima, del umbral federal de pobreza (sic)”, incluso si es de tiempo completo.
Al analizar los sueldos de las mujeres dependiendo del trabajo en el que se desempeñan, se puede observar que la situación es especialmente más cruda para las latinoamericanas en tareas de manufactura, o de mantenimiento y limpieza, pues en esta categoría ellas deben sobrevivir con un salario semanal de 404 dólares (5 mil 294 pesos mexicanos), el más bajo en todas las categorías analizadas.

Por otro lado el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), miembro del Banco Internacional de Desarrollo (BID), publicó el informe “Situación económica y envío de remesas de migrantes de AL y el Caribe en el periodo de post-recesión”, que asienta que las latinoamericanas son las que envían más dinero a sus familias en comparación con los varones.

Este informe –que destaca que una de las actividades financieras más importantes para las personas migrantes es enviar dinero a sus casas– encontró mediante encuestas y bases de datos, que las mujeres de AL que laboran en EU envían en promedio en 13 ocasiones remesas a sus familias al año, mientras que los varones lo hacen 12 veces.

El número de envíos creció en comparación con las remesas de 2009, cuando las mujeres enviaron 11 veces dinero a sus familias.

Para 2013 las latinoamericanas enviaron en cada ocasión un promedio de 207 dólares (2 mil 712 pesos mexicanos), siendo las mexicanas y las salvadoreñas las que envían los montos más altos, con 234 dólares (3 mil 66 pesos) y 237 dólares (3 mil 106 pesos), respectivamente.

De las personas encuestadas que envían dinero a sus cónyuges, el 86 por ciento son hombres y 14 por ciento, mujeres. Por otra parte, más mujeres envían en mayor medida dinero a una hija o un hijo en su país de origen (57 por ciento), mientras que sólo 43 por ciento de los hombres lo hace.
 

Iniciativa Feminista sale a la conquista de escaños en Eurocámara


INTERNACIONAL

   Primer partido de este tipo que participará en comicios de la UE

Especial
Por: la Redacción
Cimacnoticias | México, DF.-




Con el objetivo de fomentar la igualdad, la justicia social y los Derechos Humanos (DH) de las mujeres y hacer contrapeso a las posturas conservadoras, la Iniciativa Feminista –primer partido político en Suecia con esta ideología–, competirá en las elecciones de mayo próximo para renovar el Parlamento Europeo (PE).
 
Los 28 países que conforman la Unión Europea (UE) elegirán a 751 nuevos eurodiputados. Se trata de unos comicios relevantes porque marcarán el rumbo de esta zona que sale de una crisis económica, y porque es la primera vez que un partido de abierta filiación feminista busca desafiar las relaciones de poder.
 
Este partido nació en 2005 en Suecia –el país con uno de los mayores índices de igualdad en el mundo–, pero fue durante 2013 que aumentó de manera exponencial su número de afiliados hasta llegar a 9 mil integrantes que comulgan con las ideas de igualdad en derechos, oportunidades y responsabilidades.
 
Si bien los temas centrales de Iniciativa Feminista son las políticas desde los derechos de las mujeres, en su plataforma partidista llama a los varones a sumarse a su proyecto, toda vez que afirma que tiene una amplia agenda que incluye áreas sociales, laborales, de movilidad, vivienda, defensa y seguridad.
 
La agrupación nació al observar que los partidos establecidos no impulsaban los temas feministas, por lo que uno de sus objetivos es centrarse en el bienestar, la sostenibilidad, la accesibilidad y la seguridad humana desde el enfoque de género, y por ello este año se lanzan a sus primeras elecciones europeas.
 
Entre las candidatas que contenderán están la ex presidenta de la Asociación Nacional Africano-Sueca Margaret Gärding; la activista por los derechos de las mujeres en Gaza, Amany El Gharib, y la vocera del partido Stina Svensson, entre otras mujeres que han destacado en la esfera política.
 
Con el poco financiamiento que aportan sus agremiadas, las elecciones europeas son el primer reto para este partido político, ya que en septiembre próximo tiene planeado competir para ocupar escaños en el Parlamento sueco y así poner en el ámbito político una ambiciosa agenda democrática y de DH.
 
Las mujeres y hombres que integran esta agrupación política señalan que los cálculos de la ONU muestran que los varones poseen el 99 por ciento de todos los bienes y ganan el 90 por ciento de los ingresos, mientras que las mujeres realizan dos tercios del total de la mano de obra, por lo que aseguran que el feminismo es necesario en órganos decisorios.
 
Critican que la falta de influencia de las mujeres se refleja en su ausencia en las mesas de negociaciones, y desde la Eurocámara las diputadas se ocuparían de aprobar leyes, elaborar presupuestos, supervisar instituciones de la región y dar voz a la ciudadanía. Cabe decir que este año a Suecia le corresponderían 20 escaños en PE.
  

Presentan libro con experiencias de legisladoras uruguayas


INTERNACIONAL
   Destacan leyes a favor de las mujeres y acuerdos partidistas


Foto: Beatriz Argimón, Mónica Xavier, Ana Nahum y Glenda Rondán durante la presentación | La República de las Mujeres
Por: Isabel Villar*
Cimacnoticias/La República de las Mujeres | Montevideo.- 

En “una tarde de alegría y añoranza”, como dijo la ex diputada nacionalista Beatriz Argimón, fue presentado en sociedad “Mujeres y política. La bancada bicameral femenina”, la publicación que más que narrar rescata anécdotas, particularidades de la acción e improntas personales en una iniciativa innovadora, pautada por la horizontalidad y la solidaridad.

A partir de la convicción de que lo que unía a las integrantes de la bancada era más de lo que las separaba en función de sus pertenencias partidarias, se inició un camino cuyos frutos no sólo se expresan en leyes sino también en intervenciones sociales, siempre teniendo como brújula los derechos de las mujeres.

La primera ley que impulsó esta bancada fue la que consagra un día libre con goce de sueldo para que las mujeres se realicen exámenes preventivos de cáncer de mama (CaMa) y cérvico uterino (CaCu).

Luego vinieron muchas otras, entre ellas sucesivos proyectos sobre despenalización del aborto y la ley de prevención y sanción de la violencia de género.

En materia de aborto, las posiciones no eran coincidentes, pero aún así no hubo confrontación: aunque los votos no hayan sido unánimes, no se alteró el apoyo colectivo a las impulsoras.

“Hay un libro de Niki Jhonson que habla de la parte técnica de la bancada, pero el de Ana Nahum cuenta lo otro: muestra más cómo fueron sus fundadoras, cada una en su función”, precisó Glenda Rondán, afirmando que ellas “jugaron un truco sin señas”.

Reivindicándose a sí misma y a sus compañeras como mujeres “bravas”, la también ex diputada insistió en que no quiere en cargos de decisión a “las mujeres que no tienen conciencia de género”, en tal caso prefiere a los varones porque “se puede ser varón y tener conciencia de género”.

Para Mónica Xavier, “el libro transmite las buenas experiencias que vale la pena transmitir. La bancada es un modelo que habla de capacidad de convivencia, de respeto y confianza, de no confrontación con la compañera que pensaba diferente”.

Y “no porque fuera fácil ponerse de acuerdo, sino porque el esfuerzo conjunto fue todo un avance en un país empantanado en realidades diferentes”.

En cuanto al impacto de los logros, la actual presidenta del Frente Amplio se detuvo en el recuerdo de lo que encontraban en los pueblos del interior en campaña electoral: la fotocopia de la ley que facilita los exámenes contra el CaMa y el CaCu pegada en las policlínicas locales, lo que habla de que “el progreso no fue sólo manuscrito”.

“La política en masculino tiene un triángulo virtuoso:
Defensa, Economía, Relaciones Internacionales –explicó Xavier–. Allí había que meter los demás temas”, y a eso se abocó la bancada femenina. Aunque sabe que la política no es un lecho de rosas, Xavier espera que en el año electoral aparezcan muchas mujeres jóvenes “porque la política es una experiencia importante de la que se puede aprender y vale la pena”.

Margarita Percovich, ex diputada y ex senadora, fue otra de las fundadoras de la bancada femenina y constituyó –junto a Argimón y Rondán– parte de ese “motor de alta cilindrada” que mantenía el ritmo de la agrupación parlamentaria. No comparece directamente en el libro de Nahum pero está muy presente en sus páginas.
 

Marusia López Cruz, constructora de esperanza


TRANSGRESORAS
   

CIMACFoto: César Martínez López
Por: Lucía Lagunes Huerta*
Cimacnoticias | México, DF.- 

Lleva en su nombre una historia añeja de lucha por las causas justas, a la cual le hace honor todos los días. Une dos realidades: la chilena que le proviene del lado materno y la mexicana por el lado paterno y en la cual ha vivido, se ha desarrollado y construye.

En 1975 Miguel Littín rodó la película “Cartas de Marusia”, basada en la novela del mismo nombre, para plasmar la lucha social de la salitrera chilena “Marusia”. La película y la novela buscan salvar del olvido esa resistencia popular y la masacre de la dictadura. Una forma de hacer justicia histórica.

Esos son los orígenes de esta defensora de Derechos Humanos: Marusia López Cruz, quien  proviene de la esperanza, aun cuando pareciera que no hay.

Marusia no sólo lleva el nombre de una película o una novela que busca preservar en la memoria el derecho a la dignidad. Marusia lleva esperanza, la construye y ayuda a construirla junto con otras mujeres.

Si hay una apuesta a la cual se suma esta defensora es la construcción de redes. Es una gran tejedora que articula en diferentes espacios políticos feministas y sociales, en los entornos nacionales e internacionales.

Recibe su herencia de manera amorosa y se la apropia, sabe lo que es el exilio y de la fuerza femenina que sale de la garganta musical de su madre. Sabe del compromiso social y del activismo político en el cual desarrolló su infancia.

Aprendió a adaptarse a contextos distintos, a recrearse nuevamente ante la adversidad, por eso no pierde la esperanza feminista para lograr un mundo mejor para la humanidad, para las “marusias” y los “sayiles” que nacieron en este siglo.

HIJA DE LA “GENERACIÓN X”

–Lucía Lagunes Huerta (LLH): ¿Cómo definirías quién es Marusia?

–Marusia López Cruz (MLC): Primero diría que mucho de lo que soy se determina por la herencia de mis padres fundamentalmente; porque fue su activismo y su participación política muy directamente la que me hace ser quien soy, pero también su forma de vivir las relaciones, su forma de entender la sexualidad.

“Su forma de ser es la que ha ido configurando muchas de mis decisiones de no ser mamá y luego de serlo.

“Mi padre es mexicano y mi madre es chilena. Mi padre es hijo de la típica familia priista posrevolucionaria que fundó en los valores de la educación toda la aspiración familiar, y mi madre es hija de un artista medianamente reconocido en su provincia.

“Mis padres se conocen en el 68 en un campamento de la juventud que se realiza en Oaxtepec, Morelos. Mi madre venía de un activismo político muy importante y mi papá estaba en la Federación del 68.

“Con mi madre en México empiezan a cantar juntos canción latinoamericana de protesta; los invitan a ser parte del Partido Comunista y así se convierten por muchos años en la voz artística del PC.

“Juntos fundan una peña en la colonia Roma, “La Peña Tecuicanime”, que es el primer lugar al que llegan gentes como Silvio (Rodríguez), Mercedes (Sosa), Pablo (Milanés), y los Mejía Godoy.

“Soy una heredera digna de mi generación, soy una hija de la ‘Generación X’; es decir, de quienes crecimos sin demasiadas expectativas ni demasiadas esperanzas en este mundo, que nacimos cuando el muro (de Berlín) ya se había caído o estaba por caerse el socialismo real”.

–LLH: ¿Qué te lleva a donde estás hoy?

– MLC: Es interesante, porque lo que me lleva realmente es una separación amorosa muy difícil. Yo vivía en Morelia; tengo mi primer amor con un tipo mayor y todo lo que me habían enseñado mis papás como la negociación de los métodos anticonceptivos, no pude negociar nada: tuve un embarazo a los 15 años y aborté en la colonia más horrible de Michoacán.          

“El tipo se separa de mí después de eso; con mi familia nos vinimos al DF. Llegué hecha pomada a esta ciudad. Me sentía tan avergonzada de que yo sabiéndolo todo tuve un aborto. Finalmente les digo a mis padres y mi papá, como en su búsqueda de ayudarme, me manda a la escuela metodológica nacional del Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (Imdec).

“Fue un lugar de gran descubrimiento, de mucha alegría, de conocer a los chicanos que estaban en Los Ángeles y a las mujeres que trabajan con refugiados guatemaltecos. Eso me salvó, me dio un motivo, me permitió conocer gente a quien admirar, me dio la ilusión.

“Estando en la escuela llegó a mis manos un papelito de campamentos de trabajo comunitario en zonas indígenas. Me encuentro con las Brigadas Universitarias de Servicios Comunitarios para la Autogestión. Era más o menos 1992 y me fui a la sierra de Zongolica con gente que todavía me acompaña en la vida, como Tania Ramírez y Toño Cerezo.

“Fue un punto y aparte en mi vida, otra realidad. Verme en un lugar sin rastros de pavimento a cientos de kilómetros, sin agua, sin luz; era poner los pies en la tierra y aprender a disfrutar y conocer gente maravillosa, gente que ha sido emblemática en mi vida. Después de eso no había duda de cuál sería mi camino”.

EL FEMINISMO

–LLH: ¿En qué momento te construyes como una mujer feminista?

–MLC: Estando en la búsqueda conozco a Lidia Alpizar y nos hacemos buenas amigas. Ella se viene a vivir a México; había pasado Beijing (la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer) y ella había sido parte de la delegación costarricense desde las mujeres jóvenes.

“La manera en que me habla de los logros en Beijing, de la intromisión del Vaticano, fue un descubrimiento a través de sus ojos de la fuerza del feminismo. Me acuerdo que me decía: ‘Cuando te pones los lentes de género todo lo ves diferente’”.

– LLH: ¿Qué les dirías a las jóvenes? ¿Vale la pena ser feminista?

– MLC: La conciencia salva y a veces deprime porque vivimos en un mundo lleno de cosas irracionales y completamente inhumanas. Porque hay momentos en los que uno no quisiera percatarse de ciertas cosas que duelen mucho, porque implica darse cuenta de las propias.

“Ya siendo feminista en un proyecto de GIRE (Grupo de Información en Reproducción Elegida) me vuelvo defensora de los derechos sexuales y reproductivos y por primera vez empiezo a hablar del aborto y a procesar mi propia experiencia, a ponerle nombre y reconocer que había sido una injusticia, que no había sido sólo mala suerte, que haber dado 5 mil pesos que conseguí empeñando, pidiendo prestado, no estaba bien y que no está bien poner en riesgo mi vida.

“Saber que las ‘desgracias’ de tu vida no son desgracias sino injusticias es algo que te ayuda a pasar de ser víctima a ser ciudadana, y a defender tus derechos, a no quedarte sólo con tu dolor sino indignarte, enojarte y decir esto que me hicieron no se vale.

“Esa es la parte del feminismo que te transforma y te libera. El feminismo me ayudó a entender que esa primera relación que tuve tan horrible no estaba bien. El feminismo ha sido fundamental para enfrentar este mundo que nos lanza mensajes todo el tiempo de que no valemos y somos objetos sexuales, y que sólo servimos para criar.

“Es el feminismo el único espacio que te dice ‘no es cierto, puedes hacer lo que tú quieras y eres libre, puedes decidir y tienes derecho a que te amen con todo el respeto, toda la ternura y todo el cuidado que mereces’. Sin el feminismo a lo mejor seguiría repitiendo relaciones tan malas como la primera”.

–LLH: ¿Cómo no desanimarse?

–MLC: Creo que el feminismo sólo ha podido ser porque ha sido colectivo, porque siempre hemos tenido una mujer a lado que en los peores momentos de nuestra vida nos ha dicho que esto no es normal, que merecemos otras cosas, que tenemos derechos.

“Al convertirte en feminista se empieza un camino donde cada nueva experiencia se va mirando con ese lente crítico de los derechos que tengo, que merezco como mujer en este mundo y siempre hay mujeres ahí.

“En general una de las características principales del movimiento feminista es que todas estamos ahí porque hay una vida personal que nos coloca en este espacio, no sólo un discurso. Todas hemos vivido la opresión de género, la discriminación, y todas hemos tenido otras mujeres que nos han sacado de momentos vitales para poder seguir”.

¿QUIÉN DEFIENDE A LAS DEFENSORAS?

–LLH: ¿Cómo se da esa construcción de ir nombrando a las defensoras?

–MLC: He asumido de manera personal la bandera porque he vivido la importancia de llevar y compartir el feminismo, porque el feminismo sí ha impactado, está mucho más extendido. Sí ha calado en la conciencia de las mujeres, particularmente las que participan en la política.

“Para mí el término defensoras lo que permite es el encuentro. Decir ‘soy defensora’ quiere decir conmoverse, indignarse y tomar consciencia de la realidad social en la que vivimos y actuar de manera colectiva frente a eso.

“Una defensora se junta con otras madres para buscar a sus hijas e hijos desaparecidos, y le permite decir ‘lo que hago es legítimo’, con lo que se contrarresta el discurso de que somos terroristas y desestabilizadoras.

“Ser defensora implica también afirmarnos en un marco de Derechos Humanos que nosotras mismas hemos construido como parte de las luchas feministas y humanitarias.

“Entonces, el término defensora tiene una bondad de legitimar y permitir el encuentro entre mujeres de muy diversos movimientos en diálogo para mirarnos y comunicarnos, vernos entre nosotras; por eso me parece tan potente”.

–LLH: ¿Cómo surge la idea de construir una red de defensoras?

–MLC: Viene de las acciones feministas frente a las compañeras activistas que habían sufrido algún tipo de agresión por su trabajo. Cuando estuve coordinando Petateras (Red Feminista Mesoamericana) empezaron a llegar muchos casos terribles de violencia.

“Después hicimos el encuentro Mujeres en Resistencia (agosto de 2007); escuchamos a las compañeras de (San Salvador) Atenco, de Castaños, Coahuila, (donde mujeres sufrieron violencia por parte de militares), y palpamos el recrudecimiento del entorno de violencia que comenzó a cobrar la vida de cientos de activistas que tenían un trabajo político y que venían de todos lados.

“Con otras compañeras de JASS (Asociadas por lo Justo) que vienen desde los años 80 con trabajo revolucionario y de solidaridad iniciamos la reflexión de lo que estaba pasando.

“Decidimos convocar a un encuentro en Oaxaca con una diversidad de compañeras campesinas, sindicalistas, lésbicas, trans, feministas en sus varias versiones, y una muestra con 50 compañeras de Centroamérica, y nos dimos cuenta de que era un escándalo lo que estaba ocurriendo.

“Pues estas mujeres no sólo viven la persecución política, sino que nuestras compañeras estaban viviendo feminicidio, violencia intrafamiliar grave, niveles de desgaste que ponían en peligro su vida, que la discriminación de género no nos era ajena a quienes defendemos los Derechos Humanos, que incluso es un factor que nos pone en más riesgo y que nos limitaba la capacidad de defendernos.

“Mujeres que están haciendo investigación están en riesgo todo el tiempo porque están tocando el narcotráfico, la corrupción, el tráfico de personas en una gran indefensión, o mujeres indígenas que se enfrentan a las grandes trasnacionales.

“Reafirmar la identidad de las defensoras es también una forma de protegernos, porque sin reconocimiento social o con estigma nos ponemos en mucho riesgo, pues quedas a expensas de que se justifique la violencia en tu contra”.

CAPACIDAD PARA INDIGNARSE

–LLH: ¿Cómo conceptualizar el autocuidado como una herramienta política?

–MLC: Si tu miras las causas del desgaste físico y emocional que tenemos las defensoras, si miras las prácticas de riesgo que tenemos por ese nivel de estrés, cansancio y desgaste, por esos estándares del deber ser, te das cuenta que esos modelos de activismo y la discriminación de género nos están matando.

“Cuánto tiempo más pueden durar las defensoras en Honduras o de Ciudad Juárez con ese ritmo y ese contexto de violencia. Cuántas se están poniendo en riesgo porque ya ni piensan en ello; con estos niveles de desgastes personales lo que se está poniendo en riesgo es nuestro movimiento, las conquistas, los derechos que ya logramos. Si no nos cuidamos nos vamos a morir antes de tiempo, antes de aportar todo lo que podíamos.

“La contraparte del autocuidado es la discriminación. Si tú como activista tienes que asumir las tareas domésticas, de mamá, cuidadora, ser proveedora y aparte ser activista, pues claro que tu salud resiente estas dobles y triples jornadas de trabajo.

“Si, además, no eres reconocida en tu liderazgo, si tu autoestima se ve mermada porque no reconocen lo que eres, lo que haces y por el contrario te estigmatizan, pues se debilita tu capacidad de aporte y de trabajo político.

“Hablar de autocuidado significa deconstruir toda la discriminación que cada una ha vivido y por la cual nuestra integridad física y emocional está en riesgo”.

–LLH: Si tuvieras que escribir el epitafio ¿qué te gustaría que dijera?

–MLC: Cuando me muera mi tumba va a decir: “Aquí yace Marusa, Masusa, Maresia”. Esto me ha acompañado toda la vida, ya que no saben cómo nombrarme pero tiene que ver con esa herencia de mi familia con un hombre que marca una manera de estar en el mundo, de esta crítica en el mundo, de conmoverse e indignarse, de dolerse en lo que pasa y soy alguien que se indigna y que le duele, y alguien con buena capacidad de negociación que siempre intenta el equilibrio.

Twitter: @lagunes28

*Periodista y feminista, directora general de CIMAC.