4/12/2014

¿Cambio de fondo?


OPINIÓN
   CRISTAL DE ROCA

Imagen retomada del sitio ine.org.mx
Por: Cecilia Lavalle*
Cimacnoticias | México, DF.- 

Las personas que tendrán a su cargo el timón de los procesos electorales en México fueron designadas ya por la Cámara de Diputados. La democracia electoral en nuestro país cambia de forma pero, ¿de fondo? En principio no. Para empezar la paridad brilló por su ausencia.

La pasado jueves, en tiempo y forma (cosa que no es común tratándose de temas político-electorales), la Cámara de Diputados aprobó con amplios consensos (cosa que tampoco es común) a las 11 personas que integrarán el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE).

A esas 11 personas corresponderá dar forma a una institución deforme en origen, que nació con amplia y fundada oposición de grandes sectores de la ciudadanía (periodistas, personas de la academia y de los órganos electorales del país, entre otras).

A esas 11 personas corresponderá organizar los procesos electorales de todo el país, bajo reglas que aún no se conocen, porque los creadores de este Frankenstein aún parchan aquí y allá un acuerdo que tendrá forma en varias leyes.

Lo que está claro es que estas 11 personas tendrán a su cargo, entre otras funciones, asegurarse de que los partidos políticos cumplan con el principio de paridad inscrito en la Constitución mexicana desde febrero de este año.

Entonces, ¿por qué no integraron paritariamente este órgano colegiado? ¿Cuál es la razón por la que un órgano que debe vigilar que se cumpla la paridad no esté integrado paritariamente?

No dejan de sorprenderme los esfuerzos que se hacen en las cúpulas partidistas para evadir la paridad.

Los partidos políticos, de cualquier democracia que se precie de serlo, deberían ser los principales garantes de la paridad. Pero en nuestro país, o no saben sumar o son, como los hombres de la Ilustración: muy incluyentes en su discurso y muy excluyentes en la práctica.

En la primera decisión que debieron tomar de cara a este “nuevo” rostro que le quieren imprimir a la democracia mexicana, su versión de paridad fue: 27 por ciento; es decir, de 11 personas sólo tres mujeres; es decir, ¡las  tres de la foto!

La mitad de 11 es 5.5. Dado que no hay modo que una persona sea media persona, lo paritario hubiera sido seis mujeres y cinco hombres. O al revés, seis hombres y cinco mujeres.

Y, claro, con un verdadero compromiso con la democracia incluyente, lo indicado hubiera sido establecer la alternancia. Es decir, si en esta primera conformación hay seis hombres y cinco mujeres, en el primer relevo se invertiría la proporción. Y la presidencia de ese Consejo se elegiría bajo el mismo principio.

Paridad y alternancia son las claves de una democracia incluyente.
Pero eso no está en la mira de las cúpulas partidistas de nuestro país, a juzgar por la conformación del que, se supondría, sería el órgano más democrático.

Las nuevas formas que se perfilan son, al parecer, las mismas viejas formas excluyentes para las mujeres. Y, sí, a menudo la forma es fondo.

Más allá de la calidad ética y democrática de algunas personas que integran el nuevo Consejo, empezando por su presidente, Lorenzo Córdova, cuya designación celebro, la primera señal que envían los señores del poder es que la paridad no está en su concepción de democracia.

Y sin paridad, sin las mujeres en la mitad del poder, esta nueva versión de democracia se parece mucho a la machocracia de antes, a la de siempre.

Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com.

*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario