Pedro Echeverría V.
1. Aunque nos duela reconocerlo, nuestras cien mil batallas, los grandes sacrificios y muertes a través de decenas de años, de casi nada han servido para acabar con el sistema capitalista explotador y opresor que ha sufrido el mundo durante varios siglos. Las batallas pacíficas y violentas aquí y allá, algunas victorias y muchas más derrotas, algunos avances y muchos retrocesos, todo ello, generación tras generación, nos han hecho vivir ilusionados pensando que muy pronto acabaremos con la corrupción, los saqueos y la desigualdad. Pero luego, después de observar y reflexionar seriamente, pareciera que la historia sólo se repite porque es simplemente circular. Podría pensarse incluso que es el capitalismo el que por sus propias contradicciones se renueva para no autodestruirse y que nuestras batallas sirven realmente muy poco o nada. Pero como seguimos pensando que como los parteros debemos intervenir para ayudar a un buen nacimiento, lo hacemos. ¿Pero realmente debemos esperar o tenemos que intervenir con todo para acelerar los procesos y asegurar buenos frutos?
2. Causa inquietud que sucedan muchas cosas en el mundo pero que no lo hagan cambiar significativamente; eso debe llevarnos a reflexionar sobre lo que hacemos en la izquierda radical. Por ejemplo puede verse la primera plana del periódico La Jornada la noticia del golpe de Estado o cambio de personajes en el poder en Guinea; noticia que puede ser importante para los africanos, o para una región de ese continente, pero que produce muy poco interés en el resto del mundo. Por el contrario, un golpe político parecido en algún país como Inglaterra, China, Francia o los EEUU, estaría provocando un problema político y financiero que pondría en alerta y muy nervioso al mundo. La conclusión es que podrían registrarse movimientos y revoluciones mil en decenas de pequeños países pobres o jodidos, pero nada importante se registrará en el mundo. En esos países muy pronto el capitalismo se recuperará como sistema, tal como ha sucedido en la historia. Lo realmente importante son los golpes que pudiéramos asestar en la cabeza, en la columna vertebral, en el corazón de los países donde están los poderes reales.
3. La realidad es que si los pequeños países, si los pequeños pueblos, si los indígenas, los campesinos, los obreros, los maestros, no defienden sus pequeños intereses particulares nadie lo hará por ellos. Deben estar orgullosos de sus luchas, así como de la de sus antepasados por defenderse contra la explotación capitalista, pero lo importante es que nadie se haga ilusiones pensando que esas luchas son suficientes. Sólo son pequeñas luchas defensivas que se han repetido a través de generaciones y que seguirán repitiéndose a través de los siglos. No debe olvidarse que para que el capitalismo se convirtiera en dominante en el seno de la sociedad feudal y poder destruirla, se necesitaron grandes revoluciones, leyes y fuertes medidas para someter a quienes querían conservar la economía, la cultura, la ideología y las costumbres antiguas. Fue una lucha a muerte que enfrentó incluso a la iglesia y logró dividirla y transformarla. Para destruir el sistema capitalista actual la lucha de los trabajadores tiene que ser más grande e intensa: tienen que romperle todas las estructuras que le da sustento.
4. Marx planteó que el socialismo sería posible sólo en los altos países desarrollados y que Rusia era sólo un país semifeudal y absolutista donde el socialismo era casi imposible. Contra el nacionalismo proclamó el internacionalismo: “Los obreros no tienen patria” y “Proletarios de todo el mundo, uníos”. Trotsky se burló de Stalin por pensar que el socialismo podría construirse en un solo país (sobre todo atrasado como Rusia) ¿No se demostró acaso en el siglo XX que las revoluciones populares se tuvieron que anclar en el capitalismo o se reciclaron dentro de él? La realidad es que si las revoluciones no se dan en los centros imperiales, es decir, en los lugares donde se decide el poder; si se sigue pensando que las luchas son regionales o nacionales, estaremos hablando de caricaturas revolución. Allí están los ejemplos de 14 países que hace unas tres décadas engañaban diciéndose “socialistas” y, peor aún, que caminaban hacia el comunismo cuando en ningún momento de sus vidas dejaron de ser capitalismos de Estado “sui géneris”.
5. Por eso Fidel Castro y Hugo Chávez, convencidos de la pequeñez de sus países (Cuba y Venezuela), en ningún momento han dejado de confrontar al imperio norteamericano y sus políticas de explotación y saqueo. Aunque pusieron todo su empeño por arreglar los problemas económicos y sociales de sus naciones, entendieron desde que asumieron el mando que el bienestar de sus países sólo se conseguiría luchando contra el enemigo principal de los países del mundo. ¿Cómo Cuba iba a liberar los extensos latifundios azucareros, el dominio del comercio internacional, sino expropiaba las grandes propiedades yanquis? ¿Cómo Venezuela va a lograr su independencia sino domina la producción petrolera, los grandes medios de información y otras grandes propiedades que ha controlado el imperio desde hace varias décadas? Esto quiere decir que nunca debe olvidarse que los pequeños países o los pequeños pueblos jamás podrán obtener un desarrollo independiente si no combaten contra las grandes fuerzas que los dominan. Si bien cada país debe hacer su revolución, ésta sólo puede avanzar en el contexto mundial.
6. Es muy justo aplaudir las millones de luchas que se libran en todos los pueblos del mundo. La realidad es que son realmente heroicas a pesar de que han causado la muerte de millones y millones de seres humanos que se han sacrificado por un ideal indiscutiblemente valioso. Lo admirable es que un 99 por ciento de ellas han sido en defensa de sus derechos y en protesta contra las condiciones de vida y la opresión. Se han registrado miles de guerrillas aisladas, decenas de miles de huelgas aisladas, cientos de miles de batallas en las calles aisladas, elecciones “democráticas” tramposas, etcétera; y el maldito capitalismo sigue sin perturbarse “vivito y coleando”; incluso pareciera que, como repiten los dirigentes burgueses, estas acciones “demuestran la pluralidad y la libertad que en cada país existe y la fortaleza de sus instituciones”. Además se burlan de nosotros porque siempre han podido absorber, integrar o mediatizar todos lo movimientos y a sus dirigentes. ¿Cuántos partidos, movimientos y dirigentes han prometido que “lucharán por el pueblo hasta la muerte” y se han vendido por un plato de lentejas?
7. El viejo planteamiento de “encontrar el eslabón más débil de la cadena capitalista para asestar los mejores golpes revolucionarios” no produjo los resultados esperados; al contrario, parece haber creado ilusiones entre las izquierdas y haber desviado el objetivo principal. El planteamiento de Marx del papel de la clase obrera, como única consecuente clase revolucionaria, fue sustituido por los partidos comunistas encabezados por la pequeña burguesía “proletarizada”. El capitalismo industrial del XIX se transformó en tecnológico y financiero integrando a un poderoso sector terciario de servicios y a la parte de la alta clase obrera. Es importante revisar lo que sucedió con aquellas grandes ideas que dominaron 150 en el pensamiento de la izquierda. Por lo pronto es importante observar que el capitalismo, sino cae por sus propias contradicciones, parece que no caerá por los golpes de los trabajadores, mucho menos si no somos capaces de revisar sin prejuicios nuestros errores.
pedroe@cablered.net.mx
1. Aunque nos duela reconocerlo, nuestras cien mil batallas, los grandes sacrificios y muertes a través de decenas de años, de casi nada han servido para acabar con el sistema capitalista explotador y opresor que ha sufrido el mundo durante varios siglos. Las batallas pacíficas y violentas aquí y allá, algunas victorias y muchas más derrotas, algunos avances y muchos retrocesos, todo ello, generación tras generación, nos han hecho vivir ilusionados pensando que muy pronto acabaremos con la corrupción, los saqueos y la desigualdad. Pero luego, después de observar y reflexionar seriamente, pareciera que la historia sólo se repite porque es simplemente circular. Podría pensarse incluso que es el capitalismo el que por sus propias contradicciones se renueva para no autodestruirse y que nuestras batallas sirven realmente muy poco o nada. Pero como seguimos pensando que como los parteros debemos intervenir para ayudar a un buen nacimiento, lo hacemos. ¿Pero realmente debemos esperar o tenemos que intervenir con todo para acelerar los procesos y asegurar buenos frutos?
2. Causa inquietud que sucedan muchas cosas en el mundo pero que no lo hagan cambiar significativamente; eso debe llevarnos a reflexionar sobre lo que hacemos en la izquierda radical. Por ejemplo puede verse la primera plana del periódico La Jornada la noticia del golpe de Estado o cambio de personajes en el poder en Guinea; noticia que puede ser importante para los africanos, o para una región de ese continente, pero que produce muy poco interés en el resto del mundo. Por el contrario, un golpe político parecido en algún país como Inglaterra, China, Francia o los EEUU, estaría provocando un problema político y financiero que pondría en alerta y muy nervioso al mundo. La conclusión es que podrían registrarse movimientos y revoluciones mil en decenas de pequeños países pobres o jodidos, pero nada importante se registrará en el mundo. En esos países muy pronto el capitalismo se recuperará como sistema, tal como ha sucedido en la historia. Lo realmente importante son los golpes que pudiéramos asestar en la cabeza, en la columna vertebral, en el corazón de los países donde están los poderes reales.
3. La realidad es que si los pequeños países, si los pequeños pueblos, si los indígenas, los campesinos, los obreros, los maestros, no defienden sus pequeños intereses particulares nadie lo hará por ellos. Deben estar orgullosos de sus luchas, así como de la de sus antepasados por defenderse contra la explotación capitalista, pero lo importante es que nadie se haga ilusiones pensando que esas luchas son suficientes. Sólo son pequeñas luchas defensivas que se han repetido a través de generaciones y que seguirán repitiéndose a través de los siglos. No debe olvidarse que para que el capitalismo se convirtiera en dominante en el seno de la sociedad feudal y poder destruirla, se necesitaron grandes revoluciones, leyes y fuertes medidas para someter a quienes querían conservar la economía, la cultura, la ideología y las costumbres antiguas. Fue una lucha a muerte que enfrentó incluso a la iglesia y logró dividirla y transformarla. Para destruir el sistema capitalista actual la lucha de los trabajadores tiene que ser más grande e intensa: tienen que romperle todas las estructuras que le da sustento.
4. Marx planteó que el socialismo sería posible sólo en los altos países desarrollados y que Rusia era sólo un país semifeudal y absolutista donde el socialismo era casi imposible. Contra el nacionalismo proclamó el internacionalismo: “Los obreros no tienen patria” y “Proletarios de todo el mundo, uníos”. Trotsky se burló de Stalin por pensar que el socialismo podría construirse en un solo país (sobre todo atrasado como Rusia) ¿No se demostró acaso en el siglo XX que las revoluciones populares se tuvieron que anclar en el capitalismo o se reciclaron dentro de él? La realidad es que si las revoluciones no se dan en los centros imperiales, es decir, en los lugares donde se decide el poder; si se sigue pensando que las luchas son regionales o nacionales, estaremos hablando de caricaturas revolución. Allí están los ejemplos de 14 países que hace unas tres décadas engañaban diciéndose “socialistas” y, peor aún, que caminaban hacia el comunismo cuando en ningún momento de sus vidas dejaron de ser capitalismos de Estado “sui géneris”.
5. Por eso Fidel Castro y Hugo Chávez, convencidos de la pequeñez de sus países (Cuba y Venezuela), en ningún momento han dejado de confrontar al imperio norteamericano y sus políticas de explotación y saqueo. Aunque pusieron todo su empeño por arreglar los problemas económicos y sociales de sus naciones, entendieron desde que asumieron el mando que el bienestar de sus países sólo se conseguiría luchando contra el enemigo principal de los países del mundo. ¿Cómo Cuba iba a liberar los extensos latifundios azucareros, el dominio del comercio internacional, sino expropiaba las grandes propiedades yanquis? ¿Cómo Venezuela va a lograr su independencia sino domina la producción petrolera, los grandes medios de información y otras grandes propiedades que ha controlado el imperio desde hace varias décadas? Esto quiere decir que nunca debe olvidarse que los pequeños países o los pequeños pueblos jamás podrán obtener un desarrollo independiente si no combaten contra las grandes fuerzas que los dominan. Si bien cada país debe hacer su revolución, ésta sólo puede avanzar en el contexto mundial.
6. Es muy justo aplaudir las millones de luchas que se libran en todos los pueblos del mundo. La realidad es que son realmente heroicas a pesar de que han causado la muerte de millones y millones de seres humanos que se han sacrificado por un ideal indiscutiblemente valioso. Lo admirable es que un 99 por ciento de ellas han sido en defensa de sus derechos y en protesta contra las condiciones de vida y la opresión. Se han registrado miles de guerrillas aisladas, decenas de miles de huelgas aisladas, cientos de miles de batallas en las calles aisladas, elecciones “democráticas” tramposas, etcétera; y el maldito capitalismo sigue sin perturbarse “vivito y coleando”; incluso pareciera que, como repiten los dirigentes burgueses, estas acciones “demuestran la pluralidad y la libertad que en cada país existe y la fortaleza de sus instituciones”. Además se burlan de nosotros porque siempre han podido absorber, integrar o mediatizar todos lo movimientos y a sus dirigentes. ¿Cuántos partidos, movimientos y dirigentes han prometido que “lucharán por el pueblo hasta la muerte” y se han vendido por un plato de lentejas?
7. El viejo planteamiento de “encontrar el eslabón más débil de la cadena capitalista para asestar los mejores golpes revolucionarios” no produjo los resultados esperados; al contrario, parece haber creado ilusiones entre las izquierdas y haber desviado el objetivo principal. El planteamiento de Marx del papel de la clase obrera, como única consecuente clase revolucionaria, fue sustituido por los partidos comunistas encabezados por la pequeña burguesía “proletarizada”. El capitalismo industrial del XIX se transformó en tecnológico y financiero integrando a un poderoso sector terciario de servicios y a la parte de la alta clase obrera. Es importante revisar lo que sucedió con aquellas grandes ideas que dominaron 150 en el pensamiento de la izquierda. Por lo pronto es importante observar que el capitalismo, sino cae por sus propias contradicciones, parece que no caerá por los golpes de los trabajadores, mucho menos si no somos capaces de revisar sin prejuicios nuestros errores.
pedroe@cablered.net.mx