(Francisco A. Servin de Alba*)
Los ciudadanos de México, debemos de tomar a pecho nuestra responsabilidad, por lo que sucede en el país.
Hemos permitido, por el pretexto que usted quiera, la invasión del cáncer llamado corrupción. Lo sorprendente, es el grado de embrutecimiento que ha dejado la enfermedad en la mente del mexicano. Porque necesitamos ser muy torpes, para no darnos cuenta de la manera en que se burlan de nosotros.
Ayer, según la nota de Susana González G. en el periódico La Jornada del día de hoy, Gerardo Ruiz Mateos, el funcionario que cobra como titular de la Secretaría de Economía, aseguró que “el catarrito se convirtió en neumonía”. Esto, en referencia a la declaración de hace diez meses, del secretario de Hacienda, Agustín Carstens, que consideró que la recesión económica que se gestaba, en Los Estados Unidos de Norteamérica, sólo provocaría un catarrito en México.
El mismo funcionario, Ruiz Mateos, hace casi tres meses, en su comparecencia ante comisiones de la Cámara de Diputados, dijo lo siguiente: “tomar medidas extraordinarias sería anticiparnos a algo que todavía no pasa”, cuando le preguntaron que haría el gobierno federal con lo que ya estaba sucediendo.
Ellos pecan de cínicos, nosotros de brutos.
El de Hacienda, tal como es su costumbre, no sabe nada de lo que sucede en su ramo. Y el otro, ni siquiera sabe que ya estamos en crisis. Pero, no he visto que haya una manifestación para que abandonen sus puestos. ¿Esperamos que? En Grecia, la policia mato a un joven estudiante y llevan 15 días de protestas continuas. Probablemente caiga, no solo el asesino, sino algún funcionario responsable y tal vez, un gobernante.
No se trata de incitar a una revuelta, sino de aprender a defender nuestra dignidad y nuestros derechos. El bienestar común, es el principio de todo buen gobierno. Si no respetan la inteligencia de los gobernados, se debe mostrar el poder del verdadero mandante. Recordemos que, un pueblo civilizado, puede hacer realidad aquello de “La voz del pueblo es la voz de Dios”.
Nosotros, dejamos que esa bola de corruptos siga pintando nuestro futuro. El reciente aumento al salario mínimo es una burla más, a la desgracia de 80 millones de habitantes que viven con menos de cinco salarios mínimos mensuales.
Las políticas adoptadas por burócratas ineptos, han provocado, y seguirán haciéndolo, una verdadera catástrofe en el cuerno de la abundancia que era nuestra nación. El desempleo cada día se incrementa. Y con ello, viene aparejado un espacio falto de seguridad.
No podemos olvidar que, una de las peores consecuencias de la falta de ingreso es el crecimiento de los adeudos contraídos. Y las instituciones bancarias, que no tienen alma blanca, no están dispuestas a dejar de ganar los mismos niveles acordados en sus proyecciones.
Mientras la clase dorada, aquellos que viven a expensas de la pobreza de la mayoría, reciben jugosos aguinaldos y pasaran unas fiestas subiendo de peso, y de pesos, en la otra cara de la moneda, las celebraciones serán de manera frugal. En las mesas abundaran las preocupaciones, pues, se perderán casas, autos y demás enseres comprados a crédito.
Pero, sobre todas las cosas, perderemos una vez más nuestra capacidad de asombro. Y ni siquiera nos inmutaremos. Y el cinismo, ya no será, solo de ellos.
Bahía, Salvador, 20 de Diciembre 2008
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