Desde los estudios Frank Ryan de CFRUen la Universidad de Guelph en Ontario Canadá

Desde los estudios Frank Ryan de CFRUen la Universidad de Guelph en Ontario Canadá

Escrito por Sandra de los Santos Chandomi
Por esa preocupación y ocupación quiero compartirles semanalmente textos (ando peleando con eso de etiquetar lo que escribo en algún género en particular) en los que hable, precisamente, de lo que sucede con las mujeres en el sur, concretamente en Chiapas. Es absurdo pensar que podría crear una generalidad sobre todas las mujeres de este territorio, pero al menos busco compartirles una mirada, una ventana por la cual ver esa última bolita en el mapa del país.
Empiezo esta serie de colaboraciones con un tema que nos interesa a muchas: el amor romántico. No es azaroso que inicie hablando de esto; realmente, es un tema que desde hace unos años he seguido: leyendo sobre él, dialogando con otras compañeras, conversando con juventudes y hasta dando pláticas.
Precisamente este fin de semana me la pasé hablando con varias personas sobre el tema, a propósito de un caso en concreto ocurrido en Tuxtla Gutiérrez. No abundaré en él, pero les puedo decir que está íntimamente ligado con esta cuestión del amor romántico y cómo muchas veces termina en tragedia, sobre todo para nosotras.
A mí me gusta ir por partes, así que empezaré diciendo de qué hablo cuando me refiero al amor romántico. Es una construcción cultural que se alimenta del mito de que somos seres incompletas y que la única forma de encontrar la felicidad es con una pareja.
Es una forma de amar en la que se romantiza la dominación y la posesión. Más que cuidar y acompañar a la otra persona, lo que se busca es controlar. Romantizar la dominación y la posesión.
De esa forma de amor se desprenden un montón de acciones que nos hacen daño:
No crean que estoy en contra del amor o de vivir en pareja; al contrario, estoy muy a favor de ese sentimiento, pero entendido como un acto de voluntad y compromiso que implica respeto, cuidado, responsabilidad y confianza. El problema es que, bajo el molde romántico, el amor se idealiza y se utiliza para justificar desigualdades, especialmente hacia las mujeres.
Si les interesa seguir conociendo sobre este tema, les recomiendo algunos libros:
Queridas, no nos olvidemos de que lo personal es político, y nuestra forma de amar también lo es.
Escrito por Wendy Rayón Garay
El caso de Maciel no es un hecho aislado, para dimensionar esta problemática, la Red de Supervivientes de Abusos de Sacerdotes, fundada en 1989 en Chicago, está conformada por más de 56 mil miembros de 56 países.
En el documental detallan que desde Italia y gracias a su cercanía con el papa Juan Pablo II, Marcial Maciel logró operar una red entre los mismos integrantes de los Legionarios de Cristo donde las denuncias por violencia sexual y pederastia fueron silenciadas por la protección del Vaticano por medio de la compra de su protección por altos jerarcas de la iglesia.
Se estima que al menos 60 menores de edad fueron violentados sexualmente por Marcial Maciel quien además los utilizaba para conseguir un fármaco derivado de la morfina para consumirlo, lo que provocó que fuera expulsado de la Legión de Cristo en el mandato del Pío XII pero regresó a su posición con la llegada de Juan Pablo II.
Fue en 1997 cuando es acusado públicamente de violencia sexual contra ocho seminaristas luego que estos enviaran una carta al papa Juan Pablo II donde se acumularon los señalamientos contra Maciel, sin embargo, en 2006 solo fue «invitado a retirarse a una vida reservada» por la Santa Sede y el papa Benedicto XVI frenó la investigación por su avanzada edad. Más tarde, murió el 30 de enero de 2008 sin que fuera investigado.
Tras su muerte, el periódico estadounidense The New York Times dio a conocer que Marcial Maciel mantuvo una hija en la década de los noventa con la ciudadana Norma Hilda Baños cuando ella tenía 26 años y esta información fue confirmada por los Legionarios de Cristo en Roma.
En 2010 la periodista Carmen Aristegui evidenció la existencia de al menos otros tres hijos; sin embargo, ellos conocían otra historia y nombre distinto de su padre y reconocieron a Marcial Maciel a través de una revista. En entrevista con la periodista, mencionaron la serie de violencias sexuales que vivieron durante años.
La hija de Marcial Maciel y sus medios hermanos demandan – cimacnoticias.com.mx
#ChurchToo
De acuerdo con el articulo «Institucionalización de la violación sexual: análisis de sus espacios de normalización» los casos de violencia sexual dentro de las instituciones religiosas son las menos se abordan en la teoría de la violación. La académica, activista y autora del libro «El consentimiento sexual», Milena Popova indica que, la visión cristiana evangélica ha reforzado los estereotipos sexistas donde se permite violencias de género.
Al mismo tiempo, esto evidencia el funcionamiento de un sistema patriarcal que normaliza la violación y que se institucionaliza en diversos sectores, siendo la familia el principal. La especialista afirma que es el mismo discurso evangélico el cual normaliza una serie de prácticas dentro de los espacios religiosos como el abuso de poder y las violaciones a menores por parte de líderes religiosos.
Esto se logra al ostentar la autoridad, las víctimas no pueden denunciar las violaciones ya que detrás existe un sistema que protege a los violadores y culpabiliza a las víctimas.
La mayoría de los relatos narran que desde la iglesia se incentiva el silenciamiento de las víctimas obligándolas a permanecer sumisas por orden divina por el sistema de creencias y las prácticas de culto, según señala el artículo. Además, es común encontrar que toda queja o denuncia sea enviada al líder religioso para someterlo a discusión por la comunidad, quienes consideran la violencia sexual como un pecado que se puede resarcir con el perdón y no un delito creando un sistema que ordena callar la violencia sexual y aceptarla.
Asimismo, la sexualidad es un tema tabú que no se habla en estos espacios, por lo que si una mujer sufre violencia sexual fuera del matrimonio se le atribuye como un pecado. En adherencia, no se nombran las violaciones homosexuales ya que consideran que «no existe» al interior de la comunidad. Además, cuando el perpetrador es un líder religioso, el acto se justifica por su condición de autoridad.
Fue gracias a la visibilizarían de la cultura de la violación con el impacto del movimiento MeToo de Tarana Brike en 2006 desde Myspace y posteriormente el hastag #MeToo en 2017 desde redes sociales, que se pudo evidenciar diferentes casos de violencia sexual de forma masiva. Entre estos casos se impulsó el movimiento #ChurchToo por Emily Joy Allison después de contar cómo a los 16 años fue abusada por un líder de jóvenes de su comunidad quien tenía 30 años. Cuando su familia y la comunidad se enteró del abuso, se optó por cambiar al hombre de iglesia y ella, siendo aún una adolescente tuvo que pedir disculpas a su violentador.
Cuando se difundió el movimiento, Emily Joy y la escritora Hannah Paasch lanzaron el libro «#ChurchToo: Cómo la cultura de la pureza mantiene el abuso y cómo encontrarlo» en donde expusieron que el sistema de creencias religiosas incentiva la perpetuación de las violaciones por parte de líderes religiosos y hombres de la congregación a través de la doctrina cristiana y la dominación masculina sobre las mujeres.
El caso Marcial Maciel no solo expone la complejidad de la pederastia y la violencia sexual desde los espacios religiosos como la Iglesia Católica, sino también el abuso generado en las relaciones de poder el cual supera las fronteras de la Iglesia Católica y atraviesa la escuela, familia y los espacios donde hay cuidadores de menores donde se permitió al líder de los Legionarios de Cristo operar hasta su muerte y dejando a las víctimas en impunidad.
Escrito por Wendy Rayón Garay
De acuerdo con la psicóloga Aidee Elena Rodríguez Serrano, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en entrevista para Cimacnoticias, señaló que e usa para nombrar a las mujeres como migajeras para denostarlas porque aparentemente se conforman con pequeñas dosis de afecto, pero no es así porque hay un sufrimiento constante y la respuesta es más profunda.
Por ejemplo, señaló, en este tipo de relaciones existe dependencia entre ambas partes, la persona violenta suele controlar todo lo que la pareja hace, de ahí que utilice técnicas de abuso emocional para lastimar la autoconfianza, haciéndole creer que no pueden vivir separados, que ocurren de manera sutil hasta que cada vez se hacen más evidentes, por ello, generalmente las mujeres no perciben el daño que implica querer mantener la relación.
Asimismo, el articulo «¿Por qué las mujeres permanecen en relaciones de violencia?» explica el Síndrome de Adaptación Paradójica en donde las mujeres víctimas de violencia de género desarrollan un vínculo afectivo con su agresor que le impide abandonarlo o denunciarlo. Este consta de cuatro fases: desencadenante, comienza con la primera agresión física y la relación deja de ser un espacio seguro; reorientación, la sensación de inseguridad y miedo ante la probabilidad de que la amenaza provenga de alguien que ella eligió; afrontamiento, la víctima trata de afrontar la situación, pero no puede desarrollar estrategias de control, aumentando la sensación de incertidumbre y confusión; y adaptación, la víctima se adapta a la violencia de su agresor.
«Si tomamos entonces las circunstancias familiares, les agregamos el estereotipo femenino de la tolerancia, la pasividad y la sumisión, complementario del masculino de la actividad, la independencia y el dominio, y juntamos todo con la imagen cultural del amor romántico, estaremos en condiciones de comprender mejor cómo se llega a ser una mujer maltratada y por qué es tan grande el número de ellas en todas las sociedades» -Sabina Deza Villanueva en «¿Por qué las mujeres permanecen en relaciones de violencia?»
La psicóloga advirtió que esto puede ocurrir en relaciones de afectivas o de pareja donde existe una relación de poder desigual:
«se vuelve una carga para las mujeres nuevamente, en donde ellas son responsables o culpables de esto que les pasan. Son las poquiteras, las que ruegan, se conforman con cualquier cosa. Y es que no es que se conformen, sino que así aprendieron a ver las relaciones de afecto», advirtió la académica.
La principal causa por la que una mujer permanece en relaciones violentas o abusivas es por la búsqueda de un reconocimiento al sentirse desvalorada, según explicó Aidee Rodríguez. Esto se liga con la forma en que son educadas para amar aguantando todo tipo de agresiones para retener a su pareja impulsada por un sistema patriarcal para que sean sumisas.
También la educación contribuye a consolidar esta situación por los mitos del amor romántico, los cuales constituyen la creencia irreal y distorsionada sobre la supuesta naturaleza del amor generando expectativas distorsionadas como pensar que el amor todo lo puede, que los celos son una prueba de amor y que solo existe un amor para toda la vida, según describe el articulo «Violencia en el noviazgo y su relación con los mitos del amor romántico, las actitudes negativas hacia el feminismo y la normalización de la violencia de género».
Entre otros ejemplos comunes que se pueden encontrar están: la entrega total; hacer del otro lo único y fundamental de la existencia; vivir experiencias muy intensas de felicidad o de sufrimiento; depender del otro y adaptarse a él, postergando lo propio; perdonar y justificar todo; consagrarse al bienestar del otro; estar todo el tiempo con él; pensar que es imposible volver a amar con esa intensidad; desesperar ante la sola idea de que el cónyuge se vaya; sentir que nada vale tanto como esa relación; pensar todo el tiempo en el otro, hasta el punto de no poder realizar tus actividades; prestar atención y vigilar cualquier señal o signo de altibajos; idealizar a la otra persona; o sentir que cualquier sacrificio es poco si se hace por amor al otro.
El mito del amor contribuye a mantener estereotipos de género y sostener un poder asimétrico entre hombres y mujeres que provoca la incorporación de creencias erróneas sobre las relaciones amorosas, las cuales normalizan el control, dominio y subordinación. En este sentido, Aidee Rodríguez mencionó que estar a la disposición del resto de personas y olvidarse de si misma es una de las formas en que las mujeres se socializan generando un impacto en su autoimagen dependiendo del grado de reconocimiento y validación.
De esta manera, comienzan a sentirse inferiores, insignificante y abandonada; se comparan constantemente; cree que no puede bastarse a si misma; no se cree digna de ser amada y aceptada; se retrae en situaciones donde se siente examinada o juzgada; no se atreve a defenderse; entrega todo sin recibir lo mismo; nunca está satisfecha con su apariencia; se autorreprocha por cada error; o incluso le cuesta aceptar elogios.
«Esta idea también romántica de «Ah, es que hizo este detalle, quiere decir que sí me quiere.» Me dijo, «Eh, entonces quiere decir que sí me quiere.» A lo mejor estaba enojado, por eso dejó de contestarme o por eso ya no me habla» tiene que ver con una idea romántica de que así son los hombres y que es algo que se les justifica» Aidee Elena Rodríguez Serrano, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Ante este panorama, Aidee Rodríguez considera que para desarmar la idea de agradecer cualquier afecto mínimo de amor que esta inserto en las mujeres se debe realizar un trabajo de deconstrucción para que aprendan a construir relaciones con responsabilidad afectiva, ya que en diversas ocasiones las soluciones se centran en que sean las mujeres quienes modifiquen su comportamiento dejando a los hombres que construyan relaciones abusivas.
Por ello, una de las mejores vías es a través de terapias o talleres donde se aprenda a cambiar los mitos del amor románticos socializados y donde se pueda reflexionar lo que se espera de una relación cuestionando los mandatos de género interiorizados.
Ahora, el problema escala cuando se tornan violentas estas relaciones y en México esta situación es una realidad, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021 en México al menos el 39.9% de las mujeres de 15 años y más con pareja reportó haber experimentado un episodio de violencia en la relación.
La violencia en pareja representa una de las formas más violentas de de igualdad de género y se manifiesta por medio de agresiones psicológicas (35.4%), económicas o patrimoniales (19.1%), físicas (16.8%) o sexuales (6.9%). Asimismo, por grupo de edad, fueron las mujeres de 45 a 54 años quienes experimentan mayor porcentaje de violencia dentro de sus relaciones (42.5%), seguidas de aquellas entre los 35 y 44 años (41.7%).
Escrito por Paola Piña
.-Ciudad
de México.- El internet es una herramienta de doble filo dentro de los
movimientos feministas, porque permite la difusión de información pero
también es un sitio donde hay violencia para las usuarias, así que surge
la pregunta: ¿cómo ocuparlo en beneficio de las mujeres y defensoras
que aún no se adentran al mundo digital? Este cuestionamiento se
materializó en la guía “TICs para el fortalecimiento feminista en los
movimientos”, informe presentado por Asociadas por lo Justo Mesoamérica
(JASS, por sus siglas en inglés).Ana Juver Segura, integrante de Reentramados para la vida, explicó que este manual fue inspirado en la creación de un material similar por compañeras del sur de África, quienes elaboraron hace algunos años un “kit” o caja de herramientas sobre las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC’s) Ante ello, JASS buscó adaptarlo a la realidad latinoamericana para “reapropiarse sin quitar esas voces tan importantes».
Erika Smith, coordinadora de capacitación y redes de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC), detalló que actualmente nos encontramos en un contexto hostil, en el que dirigentes conservadores buscan silenciar, omitir y vigilar las voces disidentes. Subrayó que más que temerle a los medios de comunicación digitales, debemos replantearlos como una estrategia que permita habitarlos en beneficio propio.
Ante ello, las primeras preguntas que, según el manual, deben plantearse las organizaciones al transmitir un mensaje son: ¿Cómo vamos a comunicarnos?, ¿a quién vamos a comunicar?, ¿para quién vamos a comunicarnos? y ¿cómo lo usaremos para nuestro propósito?
Dentro de los medios de comunicación, las historias, experiencias y realidades de las mujeres son menospreciadas. El informe advierte que esta situación no es accidental, sino consecuencia de decisiones basadas en estándares de trabajo y elecciones políticas tomadas por hombres, quienes históricamente han liderado estos espacios.
“Podríamos decir que los medios de comunicación masivos y corporativos, básicamente y esto forma parte de una cultura generalizada de cómo somos vistas las mujeres, nos venden como objetos de mercantilización y muchas veces también como objetos sexuales”, explica Tania Carolina, defensora de Honduras.
Es por ello que, dentro de este informe, se detalla que el uso de las TICs se convierte en una herramienta de resistencia, al colocar al frente una agenda de defensa de los derechos humanos que permita visibilizar las historias y problemáticas relacionadas con las desigualdades en el acceso a la tecnología e internet, la invisibilización de las voces de las mujeres y la violencia patriarcal.
Si bien las presentadoras reconocen que este manual no es una receta perfecta, pues debe adaptarse a cada entorno y situación, subrayan que resulta de gran apoyo para diseñar estrategias de comunicación dentro de los movimientos en defensa de los derechos humanos, como el feminista.
Un ejemplo contundente de la transformación y la reivindicación de los derechos humanos de las mujeres ocurrió en 2016 en territorio latinoamericano, cuando miles de mujeres relataron la historia del primer acoso que enfrentaron a través de redes sociales con el hashtag #MiPrimerAcoso, utilizado más de 100 mil veces en un solo día. Este hecho derivó en movilizaciones masivas en distintos países, especialmente en México.
Si aún no estoy involucrada en espacios digitales, ¿por dónde empezamos?
El informe detalla que plataformas digitales como Facebook, Instagram o TikTok son útiles siempre que también las usen las personas a quienes se quiere llegar e involucrar. Recomienda apoyarse en herramientas como imágenes, videos o fotografías para atraer la atención, acompañarlas de un par de líneas de texto y, además, incluir enlaces con más información, hashtags y la invitación a que las personas compartan el contenido.
También está Twitter, ahora X. Según el documento, esta red es una buena opción, si la audiencia la usa con frecuencia porque permite alcanzar a un público amplio y ganar visibilidad, siempre que se planifique cuidadosamente la estrategia y se pida a las personas seguidoras que retuiteen y usen hashtags apropiados. Un tuit puede incluir enlaces, imágenes y videos que refuercen el mensaje.
Sin embargo, el manual advierte que deben tomarse precauciones al entrar en espacios digitales. Entre las recomendaciones están: utilizar contraseñas seguras en todos los dispositivos y cuentas en línea, cerrar sesión en todas las cuentas después de usarlas, instalar antivirus descargados únicamente desde sitios oficiales, actualizar de manera constante y respaldar archivos regularmente. También se recomienda instalar servidores seguros que garanticen un respaldo confiable para la información.
¿Cómo construir una internet feminista?
Si bien, los espacios digitales abren las puertas a un mundo de posibilidades, es necesario crear un Internet feminista que empodere a más mujeres para disfrutar plenamente de nuestros derechos, y desmantelar el patriarcado. A través de espacios que integren interseccionalidades como edad, diversidad funcional, sexualidades, identidades y expresiones de género, posición socioeconómica, creencias políticas y religiosas, orígenes étnicos y marcadores raciales.
Una Internet feminista apuesta por garantizar un acceso universal, libre y significativo para mujeres, además de promover su derecho a la información, la creatividad y la participación política en entornos digitales. Esta visión plantea la necesidad de convertir la red en un espacio de resistencia frente al patriarcado, la heteronormatividad y el control corporativo, así como en una herramienta para la construcción de movimientos sociales que conecten territorios, fortalezcan el feminismo y exijan rendición de cuentas.
También propone democratizar la toma de decisiones sobre la tecnología, cuestionar la privatización impulsada por la lógica capitalista y fomentar economías digitales alternativas basadas en la cooperación, la solidaridad y el uso de herramientas de código abierto.
Además, se busca reivindicar el poder de Internet para amplificar narrativas feministas y queer, defendiendo la libertad de expresión, incluida la sexual, frente a los intentos de censura y vigilancia de actores estatales, corporativos o religiosos. El documento rechaza la criminalización de los contenidos eróticos consensuados y promueve la creación de narrativas alternativas que desafíen la visión patriarcal dominante
En este marco, el consentimiento, la privacidad y el control de datos son principios centrales, pues la vigilancia digital es vista como una extensión de los mecanismos históricos de control sobre los cuerpos y las voces de las mujeres. La apuesta, sostienen, es reconocer a mujeres y personas queer como agentes de derechos capaces de decidir sobre su presencia y participación en el espacio digital.
MÉXICO – La XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe estableció una década de acción, 2025-2035, para acelerar el logro de la igualdad sustantiva de género y la sociedad del cuidado, tras constatar que, en la región durante ese lapso, la población mayor de 65 años superará a la infantil.
Celebrada en esta capital del 12 al 15 de agosto, la conferencia adoptó el “Compromiso de Tlatelolco”, con el cual autoridades y entidades civiles, académicas y del sector privado se comprometen a promover medidas para superar la división sexual del trabajo y “transitar hacia una justa organización social de los cuidados”.
En la región no solo la población mayor de 65 años superará dentro de pocos años a la infantil sino que hacia el año 2050 “habrá unos 34 millones de adultos mayores de 80 años”, recordó el secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), José Manuel Salazar-Xirinachs.
“Ésa es una población que requiere una inversión en cuidado muy intensa. Hemos estimado que, para cerrar muchas de las brechas, se requeriría invertir un 4,7 % del producto interno bruto en los próximos 10 años, lo que equivale a un 0,6% anual”, apuntó el responsable de la Cepal.
Desarrollar inversiones como esas “crearía alrededor de 31 millones de empleos en el sector de cuidados, un 12 % de la fuerza laboral de toda la región, y generaría un incremento de 20 % en los ingresos tributarios”, agregó Salazar-Xirinachs.
En el Compromiso, los países se comprometieron a “adoptar marcos normativos, políticas, programas y sistemas integrales de cuidado, sostenibles en el tiempo, que respeten, protejan y cumplan los derechos de quienes reciben y proveen cuidados de forma remunerada y no remunerada”.
Asimismo, esas políticas y programas deben “prevenir todas las formas de violencia en el mundo del trabajo formal e informal”, así como garantizar “la plena, significativa e igualitaria participación de las mujeres en la vida pública, en la política y en la economía”.
En el acuerdo, los países reconocen que la actual organización social de los cuidados en América Latina y el Caribe es injusta y desigual y ha afectado históricamente a las mujeres, adolescentes y niñas, en particular a las indígenas y afrodescendientes.
Expresaron preocupación por las actuales amenazas a los espacios multilaterales y la reducción de fondos, así como por el agravamiento de la situación económica, social y ambiental como consecuencia de las crisis múltiples a nivel internacional.
María-Noel Vaeza, directora regional de ONU Mujeres, destacó que el cuidado “es un tema de toda la sociedad”.
“La sociedad tiene que cambiar la norma que dice que la mujer cuida y el hombre sale a trabajar. No es así. Las mujeres trabajan y aportan con creatividad e innovación. Y cuando hombres y mujeres trabajan juntos sacan a los países adelante”, expuso Vaeza.
La resolución incluyó compromisos específicos relacionados con temas como: marco normativo, institucionalidad, participación y fortalecimiento de capacidades estatales; financiamiento y cooperación; y sistemas de información, comunicación, tecnología, seguimiento, evaluación y rendición de cuentas.
La Conferencia saludó que el 7 de agosto la Corte Interamericana de Derechos Humanos reconoció “el cuidado como una necesidad básica, ineludible y universal, de la cual depende tanto la existencia de la vida humana como el funcionamiento de la vida en sociedad”.
Para Vaeza “eso tiene una correspondencia en la obligación de los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos de respetar este nuevo derecho humano, así que esperamos que los sistemas de cuidados tengan ese correspondiente en la legislación de los países”.
A la conferencia acudieron representantes de 31 Estados miembros de la Cepal, así como de agencias de las Naciones Unidas, de organismos intergubernamentales, parlamentarias de 14 países y unas 600 participantes de la sociedad civil.
Escrito por Denisse Robles Ramírez
Ambos candidatos se perfilan a una siguiente vuelta pero no han presentado ninguna agenda enfocada en derechos humanos de las mujeres, niñas y adolescentes en Bolivia quienes representan la mitad de la población alcanzando los seis millones, por el contrario, sus propuestas han endurecido la agenda conservadora.
Por ejemplo, Rodrigo Paz tiene un proyecto llamado ‘Capitalismo para Todos’, un establecimiento que tendrá complejidad de adaptar en un país cuya población indígena es del 40% y donde existen 36 pueblos reconocidos siendo el Quechua y el Aymara en los Andes occidentales quienes tienen una cosmovisión ajena al sistema capitalista.
Además, Paz, ha reiterado en constantes apariciones pública su prioridad de retomar la relación con Argentina, es decir, de ganar la presidencia estrecharía lazos con Javier Milei tras años de una relación que estuvo rota por la izquierda boliviana de Evo Morales.
Por su parte, Jorge Tuto Quiroga, este hombre conservador y considerado neoliberal ha planteado en su campaña que implementará un recorte del gasto público no visto antes en ese país y ha mencionado que sería al estilo de Milei.
Este giro político ha despertado una alerta sobre posibles retrocesos en materia de derechos humanos en favor de las mujeres bolivianas, ya que históricamente han enfrentado barreras que impiden el ejercicio pleno de sus derechos y en estas elecciones denunciaron que durante las campañas electorales los candidatos se centraron en la crisis económica y política que atraviesa el país y evitaron dar agenda para erradicar la violencia que viven las mujeres, niñas y adolescentes, pese a la alza de casos de feminicidio que enfrentan.
Según datos de la Fiscalía General de Estado de Bolivia, el primer trimestre de este 2025, reportó que tenían registrados 19 casos de feminicidio y seis infanticidios, siendo el departamento de La Paz el que más casos acumula. Aunque ese país tiene la Ley 348 el cual castiga este tipo de violencia contra mujeres, no es suficiente para erradicarla.
Otro tema de relevancia son los derechos sexuales y reproductivos, en Bolivia, porque el aborto sigue restringido, solo es legal en casos de violencia sexual, incesto y riesgo inmediato para la salud o la vida de la mujer, dispuesto en el articulo 266, capitulo 2 del Código Penal, modificado por última vez en el año 2014.
Por lo que estas restricciones han mantenido consecuencias graves, hoy en Bolivia, el aborto es la tercera causa principal de muerte materna, aproximadamente de 30 a 40 mil mujeres abortan cada año, la mayoría lo hacen de manera clandestina y en condiciones inseguras para su salud, además se tiene un registro de 538 defunciones de mujeres a consecuencia de complicaciones durante el embarazo, parto y post parto, según el Estudio de Mortalidad Materna de Bolivia del 2011.
Las mujeres que se encuentren bajo las causas señaladas tienen el derecho de acudir a establecimientos de salud públicos y solicitar el servicio de Interrupción Legal del Embarazo (ILE) pero con documentos que acredite su situación, por ejemplo: una copia de la denuncia realizada ante algunas de las fiscalías o autoridad, o bien, un diagnóstico médico que indique la situación de riesgo del embarazo.
Si no es el caso, el aborto es castigado de seis meses a dos años de prisión, indica el artículo 265 del Código Penal de Bolivia.
«Si
el delito fuere cometido para salvar el honor de la mujer, sea por ella
misma o por terceros, con consentimiento de aquella, se impondrá
reclusión de seis meses a dos años, agravándose la sanción en un tercio,
si sobreviniere la muerte.
ARTICULO 265
Por otra parte, la agenda país «por una Bolivia con igualdad» desde las miradas de las mujeres, documento elaborado por más de 50 organizaciones de la sociedad civil, que se enfoca en cinco pilares: justicia económica y sociedad del cuidado; justicia ambiental con justicia de género; justicia social y una sociedad sin violencias; autonomía del cuerpo: derechos sexuales y derechos reproductivos y democracia paritaria e intercultural; manifestaron que aún persisten grandes problemáticas que afectan la salud y vida de las mujeres, como las altas tasas de morbilidad y mortalidad materna derivadas del embarazo infantil o adolescente y el aborto inseguro.
Según sus datos en el año 2023 se registraron 35 mil 508 embarazos en adolescentes, es decir, aproximadamente 91 menores de 19 años resultan embarazas por día en Bolivia, muchos de estos casos como consecuencia de violencia sexual.
En cuanto a matrimonios adolescentes, el informe defensorial “Sueños Interrumpidos», publicado en el 2024 reportó la prevalencia del matrimonio infantil o unión forzada temprana y estimó que 2 mil 344 adolescentes se casaron o unieron antes de los 15 años, lo que sugiere una posible conexión entre el embarazo adolescente y el delito de violación sexual, puesto que la violencia sexual es el segundo delito que mayor prevale en Bolivia, y sus principales víctimas son niñas, niños y adolescentes, según la Coordinadora de la Mujer.
Por ello, más de 50 colectivas feministas exigen eliminar barreras legales y administrativas para el ejercicio pleno de los derechos sexuales y reproductivos, además, aplicar las recomendaciones de la Sentencia de 18 de noviembre de 2022 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH), donde pide al Estado boliviano modificar el código penal en lo relacionado a estupro, incesto y falta de consentimiento en casos de violencia sexual.
Ante estas crisis que afectan directamente a las mujeres, feministas de Bolivia denunciaron que durante las campañas electorales que se llevaron a cabo en este año, los candidatos se centraron en propuestas sobre la crisis económica y política que atraviesa el país y no propusieron de manera íntegra soluciones para atender las problemáticas que afectan a las mujeres, pese a la alza de feminicidios, embarazos adolescentes y violencia de género.
Hay que recordar que Cimacnoticias ya había documentado la violencia contra mujeres periodistas al documentar en Bolivia que en 2022, se registraron 202 vulneraciones a la libertad de prensa, tres veces más que en 2021. El 37% de los casos fue por agresión a periodistas, el 12% por estigmatización, el 9% por amenazas, el 6% por criminalización. 35 denuncias fueron reportadas por mujeres periodistas. Los casos van en aumento y la impunidad también.
Bolivia. Violencia e impunidad amenazan con silenciar voces de mujeres periodistas
Violencia Política
El observatorio de género de la Coordinadora de la Mujer en Bolivia, señaló que durante la jornada electoral 2025 existieron cinco casos de acoso y violencia contra candidatas a la presidencia, los cuales fueron expresados a través de discursos de odio y ataques mediante redes sociales y medios de comunicación, lo cual mantuvo en riesgos dos candidaturas de mujeres.
Tal es el caso de Eva Copa Murga, actual alcaldesa de El Alto, y quien fue candidata a la presidencia por el Movimiento de Renovación Nacional (Morena), durante su candidatura fue víctima de violencia digital, donde atacaban directamente su vida íntima y cosificando su cuerpo, según el monitoreo de la Coordinadora de la Mujer se identificaron expresiones que trascendieron el discurso violento y ejerciendo violencia política extrema, lo que constituyen delitos graves, mencionaron.
Además, enfrentó ridiculización constante y dudas sobre su capacidad para gobernar asociadas a su vida personal, a su género, edad, clase y etnicidad, con el uso de términos como “imilla” o “campesina” en el marco de discursos discriminatorios, misóginos, racistas y de odio.
Según ONU Mujeres, Bolivia fue uno de los primeros países de la región en contar con la Ley Contra el Acoso y Violencia Política, que fue elaborada con el objetivo de garantizar el ejercicio de derechos políticos a través de la eliminación de los actos de acoso y violencia política que experimentan las mujeres. A pesar de que es un avance importante, aún persisten obstáculos para su implementación que dificultan la consolidación de una democracia paritaria, mencionó.
En este escenario, la llegada de un gobierno de derecha genera incertidumbre sobre la continuidad de políticas públicas con enfoque de género, considerando que durante estos años de gobierno de izquierda ha sido difícil obtener garantías para el libre acceso a una vida sin violencias de las mujeres, en esta ocasión con gobiernos conservadores se pone en alta vulnerabilidad los derechos de las mujeres, en especial los de las indígenas, migrantes y empobrecida.
Escrito por Paola Piña
Los dos proyectos llevan el nombre de “Ema” en homenaje a la estudiante argentina de 15 años, quien fue inducida a quitarse la vida en agosto de 2024, en la localidad bonaerense de Longchamps, tras la viralización de contenido íntimo por parte de su pareja. Sin embargo, la escuela no tomó las medidas pertinentes para atender dicho delito.
Esta iniciativa de ley fue propuesta por la diputada Mónica Macha, en conjunto con la familia de Ema y defensoras digitales como Olimpia Coral Melo. Su objetivo principal es prevenir, detectar y actuar de forma adecuada frente a la violencia digital en las escuelas, brindando herramientas concretas a docentes, estudiantes y familias.
En cuanto a la Guía Ema, se trata de un instrumento para la actuación frente a situaciones de violencia digital específicamente en el ámbito educativo. Es el primer recurso en Argentina que orienta acompañamientos y ofrece herramientas prácticas para abordar esta problemática.
Dentro de la guía, se incluye un marco conceptual para comprender términos como sextorsión, deepfake, porn deepfake, grooming y ciberflashing. Asimismo, contiene apartados sobre cómo detectar y prevenir estos casos, recomendaciones en caso de difusión, pasos para la sensibilización y reparación, dirigidos tanto a instituciones académicas como a estudiantes y familiares.
“Lejos de estandarizar respuestas, la Guía Ema busca ofrecer orientaciones sensibles, contextualizadas y con enfoque de derechos para actuar frente a estas situaciones, que suelen generar gran conmoción y confusión dentro de las comunidades escolares”, explicó Mónica Macha, presidenta de la Comisión de Mujeres y Diversidades de la Cámara de Diputados y la legisladora que presentó el proyecto.
La guía comenzó a gestarse dos meses después del trágico suceso de Ema, cuando Laura Sánchez, madre de Ema, se reunió con Olimpia Coral Melo, defensora mexicana impulsora de la Ley Olimpia, quien enfrentó una situación similar. Tras este encuentro, nació la necesidad de crear una guía que se difundiera en espacios escolares y ayudara a prevenir que casos como el de su hija se repitieran.
Laura Sánchez, madre de Ema, declaró a medios argentinos que lo ocurrido con su hija no responde a un hecho aislado, sino a una problemática extendida en toda la región, por lo que es importante que el Estado garantice prevención y sanción.
Tan solo en Argentina, según datos de Amnistía Internacional, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia en redes sociales. Un 26% de las víctimas recibió amenazas directas o indirectas de violencia psicológica o sexual, y un 59% fue objeto de mensajes sexuales y misóginos.
Esta situación se explica dentro de la Guía Ema, que detalla que la tecnología no es neutral, pues refleja las decisiones y valores de quienes la desarrollan, perpetuando estereotipos y dinámicas de poder patriarcales.
Por ello, subrayan que adquirir competencias digitales es esencial para brindar protección frente a la violencia digital, que afecta a gran proporción de mujeres. Sin embargo, una deuda pendiente es la aprobación del proyecto de Ley Belén, que aunque ya se ha tratado en la Cámara de Diputados, aún no ha modificado el Código Penal para sancionar a quienes compartan o distribuyan contenido íntimo sin consentimiento.
La Ley Belén rinde homenaje a Belén San Román, víctima de difusión no consentida de material íntimo, quien con 25 años fue inducida al suicidio en diciembre de 2020 en la ciudad de Bragado (provincia de Buenos Aires), tras no soportar la presión, exposición y vergüenza por la vulneración sufrida. Por este motivo, su familia inició diversas protestas para visibilizar el caso de Belén.
No obstante, los avances no son nulos, pues previamente se impulsó la Ley 27.736, conocida como Ley Olimpia, aprobada en Argentina el 10 de octubre de 2023. Esta normativa modifica la Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres, incorporando la violencia digital o telemática como una nueva modalidad de violencia de género.
Esta ley establece la creación de estrategias y mecanismos de protección en los procesos judiciales para sobrevivientes de violencia digital, promoviendo políticas públicas orientadas a la educación digital y la prevención de este tipo de agresiones. Además, prevé medidas cautelares de protección, que pueden ser dictadas por la Justicia, incluyendo órdenes a plataformas digitales para eliminar contenidos que generen violencia.
Historias como las de Ema, Belén y Olimpia evidencian que el espacio digital puede ser peligroso, por lo que impulsar leyes, mecanismos de prevención y protección en todos los entornos posibles es indispensable para frenar esta problemática, que constituye una responsabilidad social.
Escrito por Wendy Rayón Garay
Hay que señalar que la violencia vicaria es una forma de violencia extrema contra las mujeres quienes son madres. Es a través de sus hijas o hijos donde se instrumentaliza el control, el castigo y se da sobre todo en contextos de separación, divorcio o conflictos judiciales por la custodia de las infancias y el concepto es atribuido a la psicóloga Sonia Vaccaro en 2012.
Los últimos datos del Frente Nacional contra Violencia Vicaria indican que han atendido más de 4 mil 802 casos a nivel nacional en donde pudieron ayudar a 10 mil 085 niñas, niños y adolescentes. Otras estadísticas que permiten visibilizar la situación pertenecen a la Red Nacional de Refugios (RNR), quien entre enero y abril de 2025, atendió a 5 mil 720 mujeres.
La mayoría de ellas acude en compañía de sus hijas e hijos, no obstante, se detectó que al menos 1 de cada 10 madres ingresó a un refugio sola lo que evidencia que las infancias le fueron arrebatados por su agresor. Sobre esta línea, datos de la RNR apuntan que el principal agresor de las infancias y las madres son las ex parejas, ya que en el 83.7% de los casos, las infancias reconocen al padre como su violentador.
En México, esta violencia es minimizada o negada por autoridades judiciales, además de que también se ejerce mediante la revictimización institucional, la omisión sistemática del principio de interés superior de la niñez y la criminalización de las madres, según lo observado por la organización. Las principales problemáticas que señala la FNCVV A.C. son la definición y reconocimiento legal, la invisibilización institucional, tortura y revictimización, impacto en las mujeres e infancias, y la falta de respuesta del Estado mexicano.

Las implicaciones de la violencia vicaria en México
Gracias al Frente Nacional contra Violencia Vicaria son 30 estados cuenta con la Ley Vicaria en la LGAMVLV y 24 estados con la Ley Vicaria en el código penal. No obstante, según la iniciativa, existe una disparidad en cómo se aborda legalmente esta forma de violencia en el país, por ejemplo, en Quintana Roo se establece que tanto hombres como mujeres pueden ejercer esta violencia, siendo que se caracteriza por razones de género y su perpetuador no es aleatorio.

Aunque no existe un registro más amplio sobre la violencia vicaria en México, de acuerdo con la Encuesta Nacional acerca de la Violencia Vicaria en México (2022), realizada por el Frente Nacional contra la Violencia Vicaria (FNCVV), el 81% de las mujeres encuestadas fueron separadas de sus hijos, con previas amenazas y sin tener contacto con ellos, de este porcentaje, solo el 39% mantiene convivencia con ellos.
Otros datos a resaltar son: 88% de los agresores iniciaron trámites en contra de ellas, 71% sufrió violencia institucional, 57% han sido denunciadas por “violencia familiar” para delegar la guardia y custodia de sus hijas e hijos al agresor, 62% identificó la simulación de pruebas presentadas por parte del agresor, 68% de las mujeres denunciaron la sustracción de sus hijas e hijos en un periodo en promedio de 1 a 1.5 años. Asimismo, las principales causas de denuncia de las victimas a su agresor son por sustracción de menores, ocultamiento del menor, violencia doméstica, violencia de género, pensión alimenticia, abuso sexual, guardia y custodia, tráfico de influencias, robo, fraude y divorcio.
Las fallas del Estado mexicano
De acuerdo con el informe del Estado mexicano a la CEDAW, en el país existen 70 Centros de Justicia para las Mujeres (CJM) con atención integral y gratuita, los cuales ofrecen servicios especializados para atender a mujeres que vivieron violencia familiar o de género. Sin embargo, el Frente Nacional contra Violencia Vicaria, señaló que no todos los estados de la república cuentan con un CJM accesible o personal suficiente.
De la misma forma, denunciaron que carecen de atención especializada las 24 horas o de infraestructura adecuada, además de que persiste revictimización que se pudo documentar en reportes de mujeres que fueron maltratadas o ignoradas en los CJM para desincentivar la denuncia.
La implementación de la violencia vicaria en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), así como a los Códigos Civil y Penal Federales es un hecho reciente de 2024. Por lo general, estas reformas establecen sanciones entre los dos a seis años de prisión y la perdida de derechos respecto a las víctimas como la patria potestad.
No obstante, carecemos de marcos legales claros así como de protocolos nacionales que reconozcan y atiendan esta forma específica de violencia, por lo que las madres siguen siendo violentadas incluso cuando deciden denunciar a su agresor con apoyo o complicidad institucional (retención de custodia, acusaciones falsas, dilación en juicios familiares).
Por otro lado, el Estado invirtió más de 2 mil 500 millones de pesos en refugios especializados y en la ampliación de atención de mujeres a través del Programa de Apoyo a las Instancias de Mujeres en las Entidades Federativas (PAIMEF), pero persisten la falta de recursos sostenidos y asignaciones tardías lo que provoca que muchos refugios operen sin recursos y con incertidumbre.

En adherencia, los recursos están concentrados en zonas urbanas, dejando sin atención a mujeres en zonas rurales o indígenas. La FNCVV A.C. también señala que el Programa de Apoyo a las Instancias de Mujeres en las Entidades Federativas (PAIMEF) depende de los gobiernos estatales que no siempre priorizan su atención real.
Otra de las fallas es la falta de capacitación con perspectiva de género, siguiendo lo dicho por el Estado mexicano se capacitaron a más de 150 mil personas servidoras públicas en justicia y seguridad con perspectiva de género, pero en muchos casos se hace de forma superficial, sin evaluación y seguimiento. Además, la organización advirtió que existe evidencia que se sigue actuando con estereotipos de género y prejuicios, especialmente en juzgados familiares y agencias del Ministerio Público.
La falta de protección efectiva equivale a una violación sistemática de los artículos 1, 2, 5 y 16 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) los cuales establecen: la prohibición de la discriminación basado en el sexo para anular sus derechos; consagrar una política para eliminar la discriminación; que el Estado modifique acciones socioculturales de la conducta de los hombres y garantizar educación familiar que incluya la adecuada maternidad como función social; y reconocer la igualdad entre ambos sexos.
Este panorama deriva consecuencias psicológicas, emocionales y físicas graves para las mujeres y sus hijos e hijas. En respuesta, la FNCVV A.C. señaló que las autoridades fallaron en implementar protocolos con perspectiva de género y de infancia en los tribunales familiares.
Escrito por Wendy Rayón Garay
De acuerdo con el Tribunal Colegiado los tendederos de denuncia emergieron como una herramienta colectiva por parte de víctimas de violencia sexual, acoso y discriminación que visualizan sus experiencias como una consecuencia ante la falta de apoyo y acción por parte de las instituciones formales del Estado que perpetuaron escenarios de impunidad, como los centros educativos.
En estos espacios, las mujeres suelen colocar de manera anónima los rostros de sus agresores y contar sus historias, las cuales la mayoría de las veces son ocultadas por vergüenza o miedo. Este mecanismo cobra relevancia ante las barreras institucionales que no permite a las víctimas acceder a la justicia, ya que las denunciantes enfrentan revictimización o las autoridades no dan seguimiento a sus quejas, por lo que buscan medidas alternas de denuncia pública.
Señalaron que no constituyen una forma de violencia o afectación legitima en contra de derechos, por el contrario, se trata de un mecanismo de expresión protegido en los artículos 6° y 7° de la Constitución mexicana, así como en tratados internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En estos documentos, se protege la manifestación de ideas y denuncias sobre diversos problemas sociales, entre los que se incluye la violencia de género.

De esta manera, el Tribunal Colegiado apuntó que los tendederos cumplen con su función al visibilizar la violencia contra mujeres que persiste en los espacios privados o es minimizada en instituciones, romper el silencio derivado del miedo o vergüenza, crear consciencia colectiva sobre la magnitud del problema y demostrar el apoyo a las víctimas, así como crear presión para que las autoridades actúen sobre los casos denunciados.

De esta manera, expresaron que el propósito del tendedero es mostrar la magnitud del problema para generar un cambio como se ha hecho desde otros espacios, por ejemplo, con el movimiento #MeToo de Tarana Burke en 2006 y el cual trascendió a una campaña en redes sociales para visibilizar el abuso sexual, acoso y la cultura de la violación en Estados Unidos en 2016 hasta que se replicó a nivel mundial.
«Los tendederos de denuncia son una manifestación legítima de la lucha contra la impunidad y la violencia de género, enmarcada en el derecho fundamental a la libertad de expresión. Su objetivo es romper el silencio, generar conciencia colectiva y exigir respuestas institucionales. Al evidenciar patrones estructurales de violencia y discriminación, su existencia se encuentra protegida constitucional y convencionalmente, de modo que su restricción injustificada podría constituir un acto de censura que vulneraría los derechos de quienes han sido víctimas de esa violencia de género», determinó el Tribunal Colegiado.
El caso de violencia sexual en la UAM
De acuerdo con el Seminario Judicial de la Federación, en donde se publicó esta tesis, el exestudiante reclamó una indemnización y reparación de su imagen a la UAM argumentando daños por acoso, discriminación y difamación dentro de la comunidad universitaria después de que se hiciera pública la denuncia de sus compañeras en su contra, dicha acción llevó a la universidad a tomar medidas de protección hacia ellas.
Como respuesta, el estudiante demandó a diversas autoridades de la universidad por responsabilidad patrimonial al considerar que su actuar desató discriminación y hostigamiento hacía él; sin embargo, la fiscalía no encontró motivos para proceder con la demanda, por lo que promovió un juicio ante el Tribunal Federal de Justicia Administrativa apegándose a la negativa ficta, es decir, cuando una autoridad no responde a una solicitud en el plazo legal, considerándose que la respuesta es negativa.
La UAM argumentó en su defensa que, el proteger a las víctimas de violencia de género no constituía una actividad administrativa irregular o causaban un daño patrimonial como pérdida o deterioro de bienes materiales y económicos. Asimismo, el Tribunal Colegiado tampoco encontró responsabilidad en la institución, por lo que negó la indemnización.
De acuerdo con el Primer informe sobre violencia por razones de género y discriminación en la UAM, el 75.4% de la planilla estudiantil que respondieron la encuesta de la universidad, han vivido un episodio de violencia de género en el ámbito universitario al menos una vez en su vida. Asimismo, ser reportó que los tipos de violencia psicológica más frecuentes son insultos, devaluación, burlas, apodos, ofensas y descalificación (46.4%), y haber recibido comentarios desagradables sobre su cuerpo (34.2%).

En cuanto a la violencia física, se han registrado golpes, pellizcos, arañazos, empujones o jales (34.3%) o lanzamiento de objetos, jale de cabellos, patadas y golpes con puño (13.8%). Sin embargo, la violencia que más prevalece es la sexual, ya que se reportaron agresiones como chistes de contenido sexual (46.6%), comentarios obscenos o piropos (33%), tocamientos incomodos como abrazos o besos (28.9%). Además, el 9.1% fue presionada para aceptar invitaciones de carácter sexual fuera o dentro del espacio universitario


En México, ya son varios los casos de violencia de género que se presentan dentro de las instituciones educativas. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 32.3% de las mujeres de 15 años o más que han asistido a la escuela reportaron haber vivido algún tipo de violencia en ese contexto. Las agresiones más frecuentes fueron físicas (18.3%), psicológica (17.5%) y sexual (17.9%). Entre los principales agresores figuran compañeros (43.4%), maestros (16.8%) y compañeras (13.6%); el 26.2% restante corresponde a otras personas agresoras.
Las mujeres universitarias, docentes, administrativas y estudiantes de todo el país viven diariamente diversas formas de acoso y hostigamiento sexual, laboral, psicológica y política, por lo que se sigue perpetuando la discriminación y la falta de acceso a la justicia para las mujeres. Uno de los señalamientos realizados por organizaciones civiles ante la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) ha sido que los protocolos sobre violencia de género en espacios educativos carecen de resultados efectivos.
Protocolos sobre violencia en espacios educativos sin resultados. CEDAW 2025 – cimacnoticias.com.mx