2/20/2016

Programa Tiempo de Mujeres en CFRU la radio universitaria de la Cd de Guelph, sab 20 feb 2016

TIEMPO DE MUJERES
Desde cfru 93.3 fm la Radio de la Universidad de Guelph
en Ontario, Canadá
escuchalo cada sabado en www.cfru.ca

MUJERES POR LA DEMOCRACIA
Bienvenida al programa de hoy
Noticias de Género en la Red

Género en la mira con
 Daniela Villegas
Constitución CDMX #NoSinNosotras
el tema principal de este programa es la inclusión de las mujeres, la perspectiva de género en leyes y políticas públicas y el respeto de todos nuestros derechos, recientemente México Distrito Federal ha pasado a Ciudad de México, y el jefe de gobierno de esa ciudad ha convocado a la elaboración de una Constitución a expertos y expertas a construirla, gran momento para el ejemplo de la parida, nuestra compañera Daniela Villegas en su espacio "Género en la Mira" nos habla de  , 

Voces de la Peninsula
Lorena Aguilar 
Entrevista a Argentina Casanova del Observatorio Ciudadano de Violencia Social y de Genero 
Circulan por las redes sociales fotos de niñas casadas con hombre mayores que podrían ser sus abuelos, padres o hermanos, y nos llenamos de indignación el matrimonio forzado de niñas está presente en diversas regiones de nuestra América, pero hoy nuestra compañera Lorena Aguilar en su espacio "Voces de la Península " nos habla especialmente de Campeche en una interesante entrevista a Argentina Casanova del Observatorio Ciudadano de Violencia social y de género de esa entidad, cuáles son las medidas que se tienen para evitar esta situación y otros datos interesante 

Entrevista a Carmen Ponce economista feminista 
analisis a la crisis economica como afecta a las mujeres
Y la economia es un tema en boca de todas y todos, recientemente se hizo viral un comentario pagado de famosa locutora sobre el dólar en nuestra economía ya que el peso se encuentra en su peor posición, así que hoy tenemos a nuestra compañera Carmen Ponce economista feminista que no explicará cómo nos afecta a las mujeres el tema de dólar, la falta de empleo y las erróneas políticas públicas a las mujeres .

Premio Género y Justicia 2015 a Cimacnoticias
Y para terminar como lo anunciamos la semana pasada tenemos el documental llamado Ni Una Más de nuestra hermana la Agencia Cimac Noticias que ha ganado el premio primer lugar del concurso Género y Justicia 2015, organizado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) este documental narra la historia de las jóvenes secuestradas, explotadas sexualmente y asesinadas, y cuyos restos óseos se localizaron en 2012 en el Arroyo El Navajo, en el Valle de Juárez, lo que derivó en el llamado “Juicio Arroyo El Navajo”, que culminó con la sentencia de cinco responsables de los hechos  



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El Zika, un ejemplo actual de cuán duro es ser una mujer en Latinoamérica


The Washington Post

El virus Zika transmitido por el mosquito Aedes Aegypti (también transmisor del virus Dengue y Chikungunya) hoy preocupa a gobiernos, familias y mujeres en edad reproductiva, a lo largo de toda América, y es por razones fundadas. Alrededor 4.000 niños han nacido con microcefalia, una condición observable caracterizada por una cabeza anormalmente pequeña y la presencia de daño cerebral potencialmente devastador, muy posiblemente causada por el virus. El Zika se ha encontrado en más de 20 países, y se cree que podría infectar a 4 millones de personas. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, han alertado a las mujeres embarazadas en los Estados Unidos acerca de los peligros de viajar a los países afectados por la epidemia.
La amenaza es tan grave, que el gobierno de El Salvador instó a las mujeres a posponer su embarazo hasta el año 2018.
Además de la obvia paradoja confesional (¿cómo se supondría que las mujeres van a prevenir su embarazo en un país católico en el que la Iglesia se opone a los preservativos y los anticonceptivos?), la respuesta a la epidemia del Zika de los gobiernos de América Latina es sorprendente: se deja entrever la falta interés que muchos de ellos demuestran hacia la mujer, la maternidad, y las decisiones profundamente personales que las mujeres toman al convertirse, o no, en madres, a menudo a expensas de leyes de salud pública.
Según una encuesta de la consultora Gallup, las personas que viven en América Latina son mucho menos propensas a manifestar que las mujeres son tratadas con respeto y dignidad, que las personas que viven en cualquier otro lugar en el mundo. La violencia contra las mujeres es endémica: en Perú , por ejemplo, la mitad de las mujeres dicen que su primera experiencia sexual fue forzada. La pobreza sigue siendo feminizada. El acceso a la anticoncepción va en aumento, pero sigue siendo escaso sobre todo para los adolescentes y las mujeres de bajos ingresos. La mitad de los embarazos son no deseados. A pesar de que las leyes contra el aborto son severamente restrictivas en la región, se estima que hay 4.4 millones de abortos cada año en América Latina y el Caribe, el 95 por ciento de ellos es clandestino. Cada año, un millón de mujeres de América Latina terminan hospitalizadas, y se estima que 2.000 mueren por abortos clandestinos. Esas son epidemias también, y han sido históricamente ignoradas.
Véase ahora el caso de El Salvador. Por cada 100.000 mujeres que dan a luz, 54 mueren por causas relacionadas con el embarazo, por el contrario, en Dinamarca es el número siete, ocho y Francia es los Estados Unidos es de 14 años, Y a diferencia de la mayor parte del mundo, las muertes maternas en El Salvador han aumentado desde 2003. El aumento de las muertes maternas han generado poca autocrítica por parte de los líderes del país. El Salvador es uno de los siete países de la región que prohíbe el aborto en todos los casos; ni siquiera los procedimientos destinados a salvar la vida de una mujer embarazada. Las mujeres van a la cárcel no solo por realizarse un aborto, sino también por dar a luz un hijo muerto o prematuro, si es que las autoridades sospechan que el incidente tuvo que ver con una practica abortiva. Un caso mundialmente conocido fue el de Beatriz, una mujer que llevaba un embarazo que no sólo amenazaba su vida, sino que además era anencefálico (es decir, el feto carecía de un cerebro), y solicitó a la Corte Suprema de El Salvador que le permitiera realizarse un aborto para salvar su vida. La corte se lo negó , argumentando que la amenaza para su vida “no era real o inminente, sino más bien eventual”.
En virtud de la ley en El Salvador, la exposición al virus Zika durante el embarazo, o un feto con microcefalia, no serían a priori un motivo de un aborto.
La microcefalia cuenta con una variedad de causas que la producen, de las cuales el Zika se sospecha que es solo una, pero los sanitaristas dicen que los niños microcefálicos, cuyos trastornos parecen ser causados ??por el Zika, pueden manifestar anormalidades particulares, y aquellos cuyas madres fueron infectadas durante el primer trimestre, sufren el daño cerebral más grave. Muchos de los niños que nacen en América Latina tendrán discapacidades crónicas y requerirán atención para el resto de sus vidas. Al respecto, el gobierno de El Salvador ha expresado su preocupación por los niños, pero, paralelamente, destina nula o escasa asistencia a sus madres, y claramente no considera el criterio de las mujeres al tomar decisiones acerca de sus propios embarazos.
A las mujeres de América Latina, fuera de El Salvador, no les va mejor. La zona cero del brote del virus Zika es Recife, una ciudad brasileña con pobreza extrema generalizada. Hace algunos años, en Recife, na niña de 9 años de edad, se presentó en el hospital con su madre. Ella estaba embarazada de gemelos tras ser violada por su padrastro. Bajo la ley brasileña, su caso fue una trifecta de excepcionalidades para el aborto: ella era menor de edad, víctima de una violación y, como una niña pequeña que llevaba dos fetos, el embarazo puso en peligro su vida. Los tribunales brasileños le concedieron el aborto legal. Sin embargo, la influyente Iglesia Católica intervino – el arzobispo local, finalmente, hizo un triste espectáculo internacional cuando excomulgó a la madre de la niña y al médico que realizó el procedimiento, pero no al padrastro violador.
El médico que realizó dicho procedimiento y fue excomulgado por ello, Olimpio Moraes, aún vive en Brasil. (Fue su segunda excomunión y la Iglesia nunca le envió la documentación apropiada, dijo, así que tal vez no contaba…) Lo entrevisté un año y medio atrás, en su casa de Recife. La niña y su madre, que eran de una zona rural en las afueras de la ciudad, se vieron obligados a asumir nuevas identidades, y mudarse después de la tensión generada por las protestas contra el aborto de la Iglesia.
La actual tendencia “pro-vida” de la política brasileña, y la influencia de la religión, ponen en peligro la salud de las mujeres más allá de aborto – según Moraes; una firme oposición al derecho al aborto también conlleva a que muchas mujeres embarazadas y parturientas reciban atención deficiente. El ejemplo más claro, paradójico según él, es el caso del Misoprostol, un fármaco comercializado por la marca Cytotec en América Latina, que induce tanto al parto como al aborto y se utiliza para combatir la hemorragia después de dar a luz.
La droga ha bajado las tasas de muerte materna en todo el mundo de manera significativa; también ha disminuido las muertes por aborto ilegal, ya que el uso casero de Misoprostol es una forma mucho más segura de poner fin a un embarazo que tener una cirugía clandestina. Sin embargo, el gobierno de Brasil, preocupado porque las mujeres interrumpen su embarazo de forma ilícita, ha restringido en gran medida el acceso al Misoprostol, lo que hace que no esté disponible en farmacias y, según Moraes, haciendo que las maternidades no lo tengan en stock como recurso. La prohibición a las mujeres para interrumpir sus embarazos es, en Brasil, más importante que dar a las madres un parto fácil, teniendo acceso a un medicamento que podría salvar sus vidas.
El Zika es una realidad, y, una vez más, las mujeres, excluidas de las agendas públicas de la salud, se ven imposibilitadas de tomar sus propias decisiones sobre su maternidad, aun cuando los gobiernos del continente procuran evitar que miles de niños nazcan con un deterioro irreversible. Una vez más, el peso cae sobre las mujeres para decidir sobre sus embarazos, y de nuevo, esas mismas mujeres tienen pocas, o escasas, herramientas para hacerlo. Una vez más, las mujeres son tratadas con desdén. En ningún momento las mujeres han tenido el apoyo sanitario, social y económico necesario para llevar a cabo de manera adecuada el ejercicio de su salud reproductiva. La contingencia que supone el virus, implica, concretamente, que las mujeres que, histórica y culturalmente, ya cargaban per sé con un peso enorme en sus espaldas, ahora también se ven en la obligación de tomar (por la fuerza) nuevas responsabilidades en materia reproductiva, situación que se agrava en los países donde se degrada este tipo de responsabilidades, y donde las decisiones personales de las mujeres son denigradas. El estatus socioeconómico de millones de mujeres es poco probable que cambie en unas pocas semanas, aunque su acceso a la atención sanitaria, incluyendo la anticoncepción y el aborto, podría ser hoy una realidad; siempre y cuando haya voluntad política. Tal vez, el virus finalmente hará que los gobiernos de América Latina se den cuenta de la tremenda carga a la que se está sometiendo a las mujeres. Tal vez un mosquito finalmente pueda inclinar la balanza…
Jill Filipovic es periodista y abogada. Vive en Nairobi, Kenia.
Nota original publicada el 3 de febrero en The Washington Post
Traducción Pedro Damián Orden (IPID)

Constitución CDMX #NoSinNosotras

Daniela Villegas
@danyelavillegas

 • Una apuesta por la inclusión feminista y la continua transformación
  
¡Paridad en el número de mujeres y hombres en la integración de la Asamblea Constituyente y ni un paso atrás en los derechos conquistados¡, es la petición que hace el grupo Mujeres en Plural con el hashtag #NoSinNosotras, al jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Mancera. Esto en el marco de la promulgación, el pasado 29 de enero, de la Reforma Política en que se le otorga de autonomía al entonces Distrito Federal para convertirlo en Ciudad de México (CDMX), así como la consecuente creación de su propia Constitución.

La consigna abarca dos de los ejes primarios en lo que respecta a la participación política de las mujeres en el país y a una agenda feminista que se viene empujando desde la década de los 70s: la paridad, que en términos de participación política formal se refiere a un número equilibrado de mujeres y hombres en cargos de elección popular y el de mantener derechos logrados en la CDMX, tales como la interrupción legal del embarazo (ILE) en 2007 y el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2009.

Si bien en una primera fase del proceso de elaboración de la Constitución se cuenta con un grupo equilibrado de expertxs, siendo 13 mujeres, de las cuales cuatro son abiertamente feministas y 15 hombres, en lo que respecta a la conformación de la Asamblea Constituyente que aprobará la Carta Magna a más tardar en Diciembre de 2017, el tema de la paridad no ha quedado muy claro. Habría que señalar que tan sólo una parte de la voluntad popular se expresará al elegir mediante el voto directo el próximo 5 de junio a 60 de lxs constituyentes ya que los 40 restantes serán el resultado de la suma de 14 diputadxs, 14 senadorxs, seis personas elegidxs por el presidente Enrique Peña Nieto y los seis restantes elegidxs por el jefe de gobierno capitalino Miguel Mancera.

Éste procedimiento que como bien señalara el filósofo Enrique Dussel en su artículo de opinión del 4 de febrero publicado en La Jornada ¿Una Constitución para la Ciudad de México?, ha sido “amañado, disminuido, adulterado”, por el hecho de que del total de 100 constituyentes, 40 serán elegidos como popularmente se dice al dedazo, en un estilo de democracia meramente representativa, más no participativa, siendo así que la decisión del Ejecutivo priísta tendrá mucho peso.

Al igual que a Dussel no me convence la mera democracia participativa, pues cuando lxs ciudadanxs sólo participan de la democracia depositando su voto, están renunciando a su propio poder en pos de un cuerpo político que dice representarlo. Además habría que sumarle que ésta votación sólo será para elegir a 60 de los 100 constitucionales, lo que reduce aún más el margen de acción de la ciudadanía en tan importante empresa de aprobar una Constitución para la CDMX.

En éste escenario las activistas de Mujeres en Plural, buscando que la integración de la Asamblea Constituyente sea incluyente piden al gobierno de la CDMX sea congruente con el artículo 41 constitucional que establece que en los procesos electorales para elegir senadores y diputados los partidos políticos deben postular 50% de mujeres.

Es así que me planteo ¿quién(es) está(n) guiando éste proceso de conformación de la CDMX como entidad autónoma? ¿qué tan autónoma será? ¿cuál es el papel de las mujeres feministas o no feministas, en la conformación de ésta Constitución? ¿cuál es el papel de la ciudadanía en este proceso, más allá de las votaciones del 5 de junio?

De inicio considero muy loable que el equipo que redactará la Carta Magna esté integrado por mujeres y hombres expertos en derechos humanos, en diversas ramificaciones del activismo, así como investigadorxs, políticxs y juristas.

Las mujeres están conformadas por  la feminista defensora de la diversidad sexual y el matrimonio entre personas del mismo sexo Lol Kin Castañeda; la directora de la Facultad de Derecho de la UNAM María Leoba Castañeda Rivas; Aidé García Hernández de Católicas por el Derecho a Decidir; Mónica González Contró, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM; Clara Jusidman, economista y activista; Marta Lamas, feminista y antropóloga; María Guadalupe Loaeza, escritora; Ana Laura Magaloni, jurista; Ifigenia Martínez Hernández, economista y política; Loretta Ortiz Ahlf, académica y diputada; María Rojo, actriz y política; Martha Sánchez Nestor, feminista y activista por los derechos de los pueblos indígenas y Alicia Ziccardi Contigiani, economista investigadora de la UNAM.

Junto con Miguel Barbosa; Cuauhtémoc Cárdenas; Miguel Concha Malo; Carlos Cruz Santiago; Alejandro Encinas; Enrique Fernández Fassnacht; Juan Luis Alcántara Carrancá; Mauricio Merino Huerta; Porfirio Muñoz Ledo; Enrique Ortiz Flores; Ariel Rodríguez Kuri; Pedro Salazar Ugarte; Gustavo Ramón Sánchez Martínez; Francisco Valdés Ugalde, y Luis Villoro Ortiz.

La participación de distintas mujeres ya sean feministas o no, pero con una agenda que abreva del feminismo en que se busca poner fin a la violencia contra las mujeres, la disparidad de ingresos, continuar con la ILE, etc., comprendo es fundamental, sin embargo no suficiente, puesto que se requiere una amplia diversidad de mujeres que vengan de  todos los sectores sociales y que englobe a mestizas, indígenas, afrodescendientes, con sus respectivas perspectivas. Lo que sí es un avance es la alianza entre mujeres y feministas como esencial para revelar los puntos en común de las luchas de las mujeres con el resto de las luchas sociales y a su vez para convencer a todxs lxs demás de que la lucha principal es contra el patriarcado, que opera en todos los niveles de poder.

De éste modo tanto lxs expertxs que redactarán la carta política, como lxs constituyentes y la ciudadanía de la CDMX se encuentran en un momento coyuntural de gran importancia para integrar las demandas de clase, raza, género, etnia de todxs en un intenso proceso de concientización y continua transformación política.

Como bien señala la feminista y teórica hondureña Breny Mendoza “la Constitución, en vez de ser un códice petrificado que regula las relaciones sociales, debería ser visto como un producto inacabado, fluido, siempre sujeto al cambio, siempre negociando el carácter no fijo de lo social”.

Fuentes:

Mendoza, Breny (2014) Ensayos de crítica feminista en Nuestra América, Ed. Herder, Ciudad de México.

La resistencia al tipo penal de feminicidio



   QUINTO PODER
Por: Argentina Casanova*

En los últimos meses en varios estados del país, a los operadores de justicia les ha dado por sumarse a las voces que descartan que algunos de los asesinatos de mujeres sean clasificados como feminicidio.

En medio de desencuentros entre sociedad civil, organizaciones defensoras y actores institucionales, la discusión se centra sobre si son o no, pero hay más de fondo.

Lo que está detrás de esta discusión es por un lado la imposibilidad de clasificar bajo el tipo penal por las definiciones enunciadas en los propios códigos, y por otro lado la falta de voluntad política para que se investiguen, por el miedo a que una entidad sea asociada con una problemática de violencia social generalizada.

Otros factores son las limitaciones para entender y aceptar el tipo penal en las nociones del Derecho, desde una visión androcéntrica.

Su aprobación en la mayoría de los estados fue resultado de la presión y la moda de impulsarlo en todo el país, pero también desde luego por exigencia de organizaciones de la sociedad civil.

Además, está la dificultad que representa para las y los operadores de justicia la comprensión del tipo penal a la que persisten en identificar como una valoración diferenciada de la vida de las mujeres.

Y es aquí donde podemos entender toda la resistencia y la dificultad para, por un lado, investigar un delito que desde su óptica es un homicidio, cuando lo reconocen, y cuando el sesgo de género es agudo se clasifica como “crimen pasional”.

Las especialistas, las defensoras y abogadas con perspectiva de género lo tenemos muy claro: no existen los “crímenes pasionales”, sabemos por qué este es aún un argumento cuasi-jurídico, si tomamos en cuenta que en muchos códigos persistía el “homicidio por honor”, y luego la condición de “emoción violenta” como una atenuante en la privación de la vida.

Cuando en 2014, en una sala llena de abogados y abogadas del Poder Judicial de un estado escuché cuestionar el tipo penal de feminicidio bajo el argumento de que daba mayor valor a la vida de una mujer, creí que con el tiempo las cosas mejorarían. Y no, las cosas siguen igual o peor.

En aquel momento y ahora es válido preguntarnos: ¿Por qué la resistencia a éste y no a otros tipos penales? ¿Por qué no se cuestionan a la hora de clasificar el delito de robo si lo es? ¿Por qué la duda de aplicar el tipo penal de feminicidio surge si ocurre la privación de la vida a una mujer?

¿Alguna vez se ha cuestionado el tipo penal homicidio? Esta resistencia es resuelta con argucias diversas.

En Chihuahua, el Código Penal no considera la figura de feminicidio; el tipo penal es el de homicidio por razón de género y sólo basta el acta de nacimiento para probar que la víctima era mujer para acreditarlo.

Sin embargo la resistencia a usar el tipo penal también evidencia que a pesar de que la SCJN y su sentencia en el caso de Mariana Lima, del protocolo para juzgar con perspectiva de género, del artículo primero constitucional, y de muchas convenciones, para muchos operadores el tipo implica otorgarle un valor superior a la vida de una mujer.

Y esta percepción justo es el obstáculo para que se clasifiquen como feminicidio estos hechos; ya no hablemos de aquellos casos complejos en los que se pretenden hacer pasar como suicidios.

Todos los casos de muertes violentas o asesinatos de mujeres tienen por mandato de la Suprema Corte que sean investigados como feminicidio, para garantizar la aplicación del protocolo y que garanticen la correcta recolección de pruebas.

Así que las muertes violentas afrontan el primer y más grave obstáculo que es la falta de voluntad para ser investigadas como feminicidio, pero si esto no ocurriera, tiene por delante tipos penales endebles, diversos, rompecabezas que funcionan más en sentido contrario, y que dificultan la posibilidad de dar justicia a las víctimas.

Y es justo este aspecto el que más preocupa e interesa. En algunos casos como en Chihuahua, más que visibilizar los casos de feminicidio y todo lo que implican en la creación del tipo penal, clasificarlos como homicidios por razón de género se convierte en la única vía de justicia para las familias.

A un lado queda todo el esfuerzo y significado de la tipificación, difícil elección a la que se obliga ante la falta de voluntad para reconocer el feminicidio, y fundamentalmente porque a pesar del tiempo a las y los operadores de justicia todavía no les queda claro que el tipo penal no implica darle mayor valor a la vida de una mujer que a la de un hombre.

Aún hay mucho para clarificar lo que implica la justicia con perspectiva de género, y lo que busca implícitamente visibilizar con este tipo penal al que le temen, lo rechazan o no creen, como si de acto de fe se tratara, y frente al que todavía tenemos mucho por hacer empezando por revisar esas resistencias.

*Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
 

CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Campeche.- 

Paridad para principiantes


   CRISTAL DE ROCA
Por: Cecilia Lavalle*


Paridad es un concepto que llegó para quedarse en nuestro sistema político. En los hechos nació en las pasadas elecciones federales, y quedó claro que en las elecciones estatales de este año será estrenada por 13 entidades.

No obstante, muchos se llaman a sorpresa, o no tienen idea de lo que se trata. Para dejar claros algunos aspectos de esta gran palabra, escribo estas letras.

El concepto surgió por primera vez en 1992, durante la Primera Cumbre Europea “Mujeres al Poder”, celebrada en Atenas, Grecia. Ahí, las ministras y ex ministras europeas emitieron la Declaración de Atenas, en la que señalaron que la igualdad formal y real entre mujeres y hombres es un derecho fundamental del ser humano, y que la democracia exige paridad en la representación y administración de las naciones.

En nuestro país, la paridad se menciona en la iniciativa para reformar las cuotas de género en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) de 2002. Se afirma que la meta es la paridad, y que ésta se inscribe en el derecho a la igualdad y el principio de no discriminación.

En 2007, en el Consenso de Quito, producto de la Décima Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, se acordó una buena definición:

“La paridad es uno de los propulsores determinantes de la democracia, cuyo fin es alcanzar la igualdad en el ejercicio del poder, en la toma de decisiones, en los mecanismos de participación y representación social y política, y en las relaciones familiares al interior de los diversos tipos de familias, las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales, y que constituye una meta para erradicar la exclusión estructural de las mujeres”.

Así pues, se trata de la mitad del poder en muchos ámbitos. Para empezar, en los cargos de elección popular. Pero como históricamente las mujeres hemos sido excluidas del poder, y muchos hombres se creen dueños de las sillas, mujeres y hombres demócratas la han normado en distintas leyes, así como en convenios internacionales que México ha suscrito y, por tanto, está obligado a cumplir.

Al margen de la obligatoriedad legal, que en nuestro país, por el momento, sólo abarca algunos cargos de elección popular, quiero cuestionar algunos mitos que se han construido alrededor de la paridad.

El mito principal es que la paridad “discrimina a los hombres”. Es curioso que quienes esgrimen este argumento nunca lo hayan esgrimido a causa de la discriminación de las mujeres.

Pero fuera de ese “detalle”, cabe aclarar que la paridad no coloca la balanza a favor de las mujeres. La paridad, en realidad, busca equilibrar esa balanza. Busca generar un piso parejo. Busca garantizar que las oportunidades y el acceso a esas oportunidades sean iguales para mujeres y hombres.

Es decir, no se trata de que por ser mujeres nos den la silla. Se trata de evitar que por ser mujeres nos excluyan del acceso a la silla. Como sostiene la filósofa española Amelia Valcárcel, la paridad busca que ser mujer no sea un obstáculo.

El segundo mito más repetido es que la paridad provocará que no lleguen al poder los mejores (casi nunca dicen las y los mejores). Ese mito parte de la suposición de que las mujeres, en general, somos incapaces y vamos a echar a perder la bonita república en que nos hemos convertido.

Sólo por si hiciera falta aclarar, el país se nos desmorona. De manera que buenas credenciales no tiene la hegemonía masculina en el poder.

Pero, aceptando que se requieren las mejores personas para ocupar puestos de poder, pregunto: ¿Dónde está el “capacitómetro”? ¿Dónde está el aparato o cuáles son los indicadores para medir la capacidad política de las personas?

Porque en tanto no exista tal cosa, me parece un insulto suponer que nacer hombre implica nacer capacitado para el poder. Un insulto que, además, no se sostiene, a juzgar por los resultados.

La paridad permite que se mida con la misma vara a mujeres y hombres. ¿La vara no es muy alta? Pues no. ¿Necesitamos subir la exigencia a la clase política? Pues sí. Pero a hombres y mujeres por igual. ¿Por qué exigirles a las mujeres el doble, si sólo vamos por la mitad?

El derecho a la igualdad es uno de los principales Derechos Humanos. Y justamente ahí nace y se cobija la paridad.

Las voces en contra justifican, en los hechos, la discriminatoria hegemonía masculina.

Miremos bien quiénes son, porque pronto pedirán nuestro voto.

Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com.

*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.


Imagen retomada del sitio sanlucarlamayor.info
Cimacnoticias | México, DF.-

Desempleadas 18 por ciento de las jóvenes latinoamericanas


   Tardan más de 7 meses para ser contratadas


Ser mujer, joven y tener una carrera universitaria no garantiza la competitividad equitativa entre los sexos en el mercado laboral, ya que a nivel mundial 76 por ciento de las personas desempleadas son mujeres.

De acuerdo con la investigación “¿Mujer y joven, un doble golpe?”, realizada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a pesar de los cambios en las políticas públicas a favor de las mujeres en los 32 países en los que se realizó el estudio, las cifras siguen siendo contundentes: ellas tienen menos oportunidades de tener un trabajo formal y bien remunerado.

Por ejemplo en América Latina (AL), 18 por ciento de las universitarias de entre 19 y 29 años de edad están desempleadas, contra el 8 por ciento de los hombres que realizaron los mismos estudios.

Además, los varones tardan un promedio de 6.9 meses para obtener un empleo, en comparación con las mujeres, quienes tardan más de 7.08 meses para ser contratadas.

A nivel mundial la tendencia no cambia. Por ejemplo en Medio Oriente, cerca de 50 por ciento de las mujeres están desempleadas sin importar su grado de estudios, en comparación con 20 por ciento de los hombres.

Para las mujeres, otro factor que incide en el acceso al empleo es la maternidad. El hecho de tener hijas o hijos para los hombres es un detonante para obtener un empleo, sin embargo tiene un efecto opuesto para las mujeres: sólo 45.9 por ciento de madres jóvenes trabaja, comparado con 83.6 por ciento de los hombres.

Bajo esta perspectiva, ellas tienden a tomar empleos de medio tiempo o dedicarse al trabajo informal para realizar sus actividades como madres, a la par de aportar económicamente para la familia.

Pero no todo el panorama es desalentador: las cifras han cambiado a lo largo de los años. En AL se detectó un aumento en las tasas de ocupación para las mujeres entre 1991 y 2014, al pasar de 41.03 por ciento a 50.86 por ciento.

En el mundo también se detectó que a mayor nivel educativo, las mujeres tienen más oportunidades de obtener un empleo formal, pues las personas con educación universitaria tienen 1.9 veces más oportunidades de obtener un empleo, en comparación con las que sólo tienen educación básica.

De acuerdo con la OIT, los roles de género, el matrimonio a edades tempranas y el embarazo en adolescentes también afectan a las mujeres para competir en el ámbito laboral a la par que los hombres, ya que deriva en exclusión social.
 

Por: Elizabeth Alexandra Barrios Estrada
Cimacnoticias | México, DF.-

Se llamaba Anabel Flores Salazar


Y fue asesinada.

lasillarota.com

Un comando armado irrumpió en el hogar de  la periodista Anabel Flores Salazar en Mariano Escobedo, Orizaba.  Se la llevaron a empujones. No se trató de “un levantón”, sino de un secuestro. Hay un conflicto que está allí, cada vez, en la indispensable denuncia del horror. ¿Con qué palabras nombrar la realidad? ¿Con qué imágenes? A ese acto de arrancar a un ser humano de sus afectos, de su casa, de su cotidianidad, de su vida, los criminales  le llaman: “levantón”. Casi podría parecer un término para emplear en una pista de baile. Para una fiesta. ¿Nos vamos al “levantón”.  Banalizar.  Negar. Encubrir.

Los asesinos hablan así, porque la banalización de los actos a través de las palabras es inherente a la banalización del valor de una vida.  No podemos retomar el lenguaje de los asesinos.  Estamos llamados, obligados a buscar una manera distinta de nombrar. A buscarla entre todos –y somos millones- quienes estamos convencidos de que cada palabra importa, porque es el reflejo de una cultura, de una sociedad, de una historia.  Hablamos la lengua y somos hablados por ella.  Nombrar el horror es el intento de extraer a las víctimas de la oscuridad y la denigración a las que fueron sometidas. ¿Con qué palabras? ¿Con qué imágenes?

Secuestros. Desapariciones forzadas. Alguien fue testigo del secuestro de los jóvenes que paseaban en Veracruz. Alguien fue testigo de la irrupción de un comando que  secuestró a Anabel. Después se abre un hoyo negro. Un abismo. ¿Dónde están?  Secuestros de los que no se regresa. Los cuerpos de las personas asesinadas aparecen  en medio del campo, en un lote baldío. Cuerpos marcados por la tortura. Cuerpos que narran el sufrimiento, el desamparo absoluto de esas horas, esos días. La fotografía del cuerpo atado y torturado de Anabel fue publicada y  llevada y traída en las redes. La dignidad de Anabel, su intimidad, fueron llevadas y traídas en las redes.

Así sucede y ha sucedido. No es la primera vez, no será la última. Y sin embargo, me pregunto si no es indispensable detenernos a analizar esos lenguajes que nos colocan donde no podemos ni queremos colocarnos. El secuestro, la tortura y el asesinato son los actos más infames y deshumanizantes. En el cuerpo torturado queda inscrita una narrativa del horror. La crueldad y la voluntad de dominio absoluto de un ser humano hacia otro. La indefensión. ¿Cómo denunciarlos sin deshumanizar a las víctimas? A cada una de ellas con sus nombres y apellidos.  

El 9 de febrero por la noche entré al portal de internet de una revista y vi la foto. El cuerpo atado de Anabel. Para la medianoche la imagen se multiplicaba.  Una vez. Otra. Otra. Como serie. Como si la dignidad de una mujer fuera sometida a una trituradora. ¿Una denuncia o una banalización involuntaria?  La singularidad nos convoca a la empatía.  La singularidad es el reconocimiento pleno de la identidad de una persona. La serie es una trituradora de identidades. Una más. Una menos. No importa, ¿acaso importa?

¿Abrimos los ojos (desmesurados) ante la infamia o nos acostumbramos a ella? Les comparto lo que escribí esa noche,  porque más allá de las explicaciones y cuestionamientos que leí en redes por parte de quienes entendían como necesaria la publicación de la fotografía- “es una denuncia”, “es una manera de sacudir y sacar a la sociedad de su indiferencia”, “¿por qué insisten en negar la realidad?”- estoy convencida, allí en donde “pienso”, en el orden de lo racional, y también, “allí donde no pienso”,  el orden de lo emocional, que esa exhibición del cuerpo de Anabel corresponde a un lenguaje que es una ofensa para ella y para su familia. Un lenguaje deshumanizante que no puede ser el nuestro.

¿CÓMO TE ESCRIBIMOS, ANABEL?

Me pregunto si es necesario publicar la foto de Anabel Flores Salazar.

La foto de una mujer asesinada.

Su cuerpo semi-desnudo arrojado en la cuneta.

Las huellas de un asesinato eterno y espantoso.

Es cierto que la imagen es de una brutalidad que ahoga a las palabras.


¿Esa denuncia de la brutalidad en imágenes nos hará irnos de bruces ante la realidad en la que vivimos?


No lo creo.

¿Nos llamará a pensar, actuar, rebelarnos de una manera distinta y más eficaz? ¿Quizá más que las palabras?


No lo creo.

Y sin embargo, por ella, por su familia.
Por sus hijos.
Me parece un horror que esa foto sea publicada. ¿Cómo podríamos llamar a una toma de conciencia a costa del dolor de otras personas?


No conozco los argumentos ni los debates en las mesas de redacción.
Lo mío es bastante más íntimo: Es insoportable siquiera imaginar que una familia no sólo tenga que soportar lo insoportable: un asesinato tras tortura, sino que además, tenga que soportar esta foto.

¿Y el derecho a la intimidad de las personas vivas, muertas o asesinadas?


Me parece un horror que un día, esos pequeñitos hijos de Anabel vean esta foto. ¿Alguna mujer soporta la idea de que su padre, su madre, sus hermanos -sobre todo sus hijos- tuvieran que confrontarse a una foto semejante?

Viva, muerta o asesinada, cada persona es dueña de su dignidad y de su cuerpo.


Los asesinos deshumanizan a una persona.


La convierten en carne.


Carne despersonalizada.
 Carne para torturar y desechar. ¿No estarán complacidos ante esa foto?


Esa mujer se llama Anabel.


Y ese cuerpo fue el suyo.


Ese cuerpo que fue su morada: secuestrado, alienado, destruido con toda violencia.

Es suyo.

Si sus asesinos se lo arrebataron.
 No se lo arrebatemos de nuevo cada vez que lo miramos.


Un cuerpo semi-desnudo.


Arrojado en la cuneta de una carretera.

DENUNCIAR Y DOCUMENTAR

¿Cuántos cuerpos destruidos hemos visto? ¿Qué es denunciar y qué es exhibir? ¿Por dónde queda la delgada línea roja? Podríamos citar El Alarma y sus lenguajes como el extremo de la exhibición brutal. La vendimia del crimen. El crimen y sus victimas inscritos en esa serie-trituradora en la que ya no significan nada. Si acaso ese mezquino “qué bueno que no fui yo”, ¿en qué andaría metida para que le pasara todo eso?”. Y a otra cosa que la vida sigue idéntica. Pero citar El Alarma es sencillo y todos estaríamos de acuerdo: eran los mercaderes del horror.  Bastaba con leer sus titulares.

Bastante más complejo cuando los textos que acompañan la imagen denuncian el horror, y al mismo exhiben a la víctima. Cuando se duelen de una vida despojada por el crimen, y publicitan en una imagen las “narrativas” de los criminales.

Y sin embargo, es un innegable hecho histórico que es indispensable denunciar y documentar el horror.  ¿Acaso no es y ha sido el trabajo de los foto reporteros?  ¿No es por esas fotos tomadas al momento de la liberación de los campos de concentración que tenemos –además de los testimonios escritos- la prueba irrefutable de que sí existieron, para  así dar la batalla contra el negacionismo y el olvido? ¿Cuáles son las diferencias? ¿Por qué hay imágenes que sí sacuden conciencias y otras que las adormecen?

¿Qué hace que en una imagen un ser humano sea reivindicado como único y entonces la realidad nos golpea y nos transforma y necesitamos salir a intentar transformar –con nuestro minúsculo granito de arena- esa realidad en la cual el odio ciego lleva al asesinato? ¿Qué hace –en cambio- que una imagen se inserte en la serie? ¿Cuántos cuerpos de mujeres han sido exhibidos? ¿Cuántas mujeres víctimas de feminicidio hemos visto?  Cuando la madre de una mujer asesinada en Ciudad Juárez dice: “las tiran como si fueran basura, Ciudad Juárez es un basurero de mujeres”, ¿cuántas más necesitamos ver? ¿Cuántas más familias de víctimas de desaparición forzada tienen que seguir buscando,  o enterrar un cuerpo torturado, o los fragmentos que les regresan?

¿Por qué exhibir los cuerpos de mujeres semi-desnudas, desnudas? ¿Es indispensable que nos dejen claro que la violación –con frecuencia tumultuaria- fue parte de la tortura? ¿Y qué significa para los torturadores encontrarse con esa fotografía publicada?  En los asesinatos cometidos por el narco, se dice que en los cuerpos torturados quedan inscritos sus códigos, y que esos códigos son una manera de “comunicarse” entre ellos, y de mandar a la sociedad un mensaje de control y de dominio. ¿Quién tiene el poder? ¿Cuál es la diferencia con la mayoría de los feminicidios? Los cuerpos de las mujeres asesinadas quedan escritos a puñaladas. A machetazos. ¿Quién tiene el poder? La violación es un arma recurrente en los feminicidios y los crímenes por homofobia.  Lo que está lejos de ser una “casualidad”.

¿Es legítimo exhibir el cuerpo torturado de un hombre como hemos visto tantos? No lo creo. ¿Esa exhibición nos ha llevado a dar un vuelco como sociedad? No lo creo.  ¿Por qué me refiero sólo a los crímenes contra las mujeres? Porque el cuerpo de Anabel torturado habla de una manera distinta y muy específica de violencia.  Una violencia que ha despojado de sus vidas a niñas, adolescentes y mujeres en todo el país. Porque ese es el contexto en el que su cuerpo asesinado se exhibe. ¿Un cuerpo más en el “tiradero” de los cuerpos femeninos violentados? Una más.
                       
LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES Y SU ESPECIFICIDAD

¿Por qué publicar la fotografía del cuerpo de Mile Virginia  Martín Gordillo que mostraba la manera específica en la que fue torturada?  ¿Acaso esa publicación no estaba inscrita en la vendimia del horror?  Toda tortura tiene como objetivo arrancarle su identidad a la víctima. ¿Sólo para enviar un mensaje? ¿O también porque el crimen revela lo indecible: para el criminal asesinar es “disfrutable”?  Violar ha sido y es un arma de guerra. Violar y asesinar es la prueba más espantosa de un “gozo” (en el sentido lacaniano de la palabra, el que nombra al horror) que nos resulta insoportable por su brutalidad: atraviesa el cuerpo.  Es innegable. ¿Y qué significa que en una sociedad cada vez más seres humanos vivan el despojar de la vida a otro ser humano como un “gozo”?

Ese “gozo” nutrido en el odio. En un deseo infinito de “venganza”.  ¿Cómo se denuncia el horror sin banalizarlo? Es el mismo país en el que se abren cuentas en redes sociales llamadas “Las putipobres”, el mismo donde la palabra “puta” y “zorra” vuelan de un lado para otro legitimadas, el mismo en donde se utiliza material íntimo para exhibir a una adolescente y denigrarla, el mismo en donde se exhibe el cuerpo violentado de una mujer asesinada. El mismo que permite la impunidad de los asesinos. El mismo país. Y hay un hilo que no tiene nada de invisible que mantiene una constante: denigrar. Legitimar la denigración. Deshumanizar. Hasta el asesinato.

No se trata de poner en la mesa a rivalizar los horrores, sino de  intentar aprehenderlos en su especificidad. Por ello fue indispensable acuñar la palabra “feminicidio”.  Allá arriba, cuando citaba el abuso sexual escribí “violación tumultuaria”. Por muchos años se le llamó “violación masiva”.  La manera de nombrar tuvo que cambiar. ¿Lo recuerdan? Había comenzado a correr un “chiste” de una inimaginable misoginia: un grupo de hombres amenazan a una mujer en un callejón oscuro: “esta es una violación masiva”, y la mujer respondía “está bien la violación, pero ¿por qué me van a cobrar el IVA?”. Es el mismo país en donde pudo “circular” un “chiste” así y en el que los cuerpos violentados de las mujeres son arrojados en una cuneta. Cosificados.

TEODORO ADORNO Y EL INTENTO DE NOMBRAR EL HORROR

Retomo una cita de José Pablo Feinmann en un texto publicado en Página 12:

En el Prefacio del libro, Adorno hace una cuidada referencia al texto sobre Auschwitz. Dice que no lo ha corregido, no pudo hacerlo. Le pareció que pulir el estilo o aun cierta pulcritud de redacción era imposible, ya que el tema del artículo era la expresión desaforada de la barbarie. ‘Cuando hablamos de ‘lo horrible’, de la muerte atroz, nos avergonzamos de la forma como si ésta ultrajara el sufrimiento’. Se sabe que la fórmula adorniana acerca de la imposibilidad de escribir (poesía o lo que sea) después de Auschwitz ha llevado a todo tipo de erráticas (y, por lo general, erradas) interpretaciones.

Aquí, Adorno ofrece otra pista sobre su famoso dictum. “Imposible escribir bien, literariamente hablando, sobre Auschwitz”. Pareciera encontrar en la búsqueda de la perfección del lenguaje una traición a la brutalidad que se debe expresar. No hay que disimular la ‘real brutalidad’. ‘Debemos renunciar al refinamiento.’ Con la conciencia de que en ese renunciamiento puede latir el peligro de caer una vez más ‘en el engranaje de la involución general’.Como sea, habrá que buscar el sentido del dictum adorniano siempre por la idea central de o dejen de ocupar la centralidad. Lo que lleva a afirmar que no es que no se pueda escribir después de Auschwitz sino que hay que hacerlo desde otro horizonte cultural, ya que el anterior llevó, precisamente, a Auschwitz”.

¿Cómo no participar en el “engranaje de la involución general?” ¿Cómo ubicar la delgada línea roja?  ¿Cómo no colocar a la víctima de nuevo a la merced de los otros? ¿Cómo construir “una cultura en que las coordenadas que hicieron posible la absolutización del horror se tornen inexistentes?”. ¿Cómo crear esos lenguajes que sean una batalla –dentro de sus modestos alcances- contra el despojo de la vida y de la identidad  de una persona y no una recreación del lenguaje criminal? ¿Por qué quienes publicaron la fotografía no pensaron en Anabel, en su familia, en sus hijos? Guardar silencio, jamás. ¿Cómo nombrar, entonces? ¿Cómo nombrar?

Las monjas me hicieron feminista


   LENGUANTES
Por: Lulú V. Barrera*


 A Soledad, Samia, Iran y Karla

Mi madre siempre me dijo “no te cases”, y mi padre me animó a lanzarme y hacer cosas temerarias sin miedo. Nunca lo pensaron así, pero estas fueron experiencias nacientes de mi pulso vital feminista.

Mis padres también me metieron a una escuela de monjas y puras mujeres en la secundaria; era obligado ir a misa cada semana y cantar a coro la misa es una fiesta muy alegre aunque fuera aburridísima.

En el seno de la educación católica empecé a dudar de ella y todo lo que esperaba de mí. Un día, una madre entró al salón y nos habló de masturbación sin siquiera nombrar la palabra.

Todo nos evocaba a un impulso misterioso de llevar las manos a un lugar oculto ya en la cama antes de irnos a dormir, ante lo que deberíamos siempre recordar poner las palmas de las manos juntas y a un lado de nuestra cabeza y resistirlo.

La verdad es que eso poco nos importaba, lo que queríamos era experimentarlo todo, teníamos 12 años y cada día nos sentíamos más grandes, lo veíamos en nuestro cuerpo.

Ya habíamos pasado por querer tener el pelo suelto como Gloria Trevi, empezábamos a escuchar a Nirvana, y gritábamos “Ironic” con Alanis Morissette; tarareábamos cosas incomprensibles que nos sonaran a inglés mientras bailábamos “Short dick man” sin tener la más remota consciencia de lo que estábamos diciendo.

Teníamos que optar por tomar clases de cocina, taquimecanografía y decoración, sí, aborreciblemente estereotípico, pero estando juntas todo era más divertido.

Nos sentíamos libres y hacíamos lo que nos daba la gana. Nos portábamos mal, desafiábamos las reglas y complotábamos para hacerlo: una vez quedamos todas en inventarle algún pecado interesante al padre en la confesión.

En realidad queríamos vivir solas a los 18 y tener sexo; no teníamos muy claro cómo sucedería, nuestra educación sexual fue inexistente. A la maestra que nos enseñó a poner un condón con el dibujo de un pene en una cartulina la corrieron, no había internet y la pornografía que podíamos llegar a tener efímeramente eran las revistas que nuestros tíos escondían debajo del colchón.

A nuestro alrededor la vida vibraba con todos sus claroscuros. Justo frente a la escuela de monjas había un cine porno. Una de mis compañeras dejó la escuela porque estaba embarazada. Y fue también un día de regreso a casa cuando por la calle un pendejo me metió la mano debajo de la falda y me tocó.

Me mudé a Monterrey justo cuando cumplí 15. Todo cambió. También era una escuela católica, pero las jóvenes querían pertenecer y no rebelarse, querían llegar vírgenes al matrimonio y cuando les dije que me daba hueva ir a misa me dijeron que eso me iba a decir Dios cuando quisiera entrar al cielo: me das flojera.

Nunca pensé que darle hueva a Dios fuera buena señal. Mi madre dejó de trabajar y se unió al grupo de catequistas, de pronto el mundo tenía otras reglas y además yo estaba mal, me di cuenta que si no me ajustaba, simplemente no existía.

En ese grupo de menos de 18 sentía una compulsiva exigencia por estar a la moda, y por ende consumir; los fines de semana eran de ir a los centros comerciales, lo que importaba como mujeres era la imagen ante todo.

Este colapso de dos mundos fue la potencia de la que brotó mi yo feminista. No fue ni más remotamente el mejor momento de mi vida, sólo extrañaba a mi mejor amiga y me sentía sola.

Obviamente no tenía ni la más remota idea de que algo estaba naciendo en mi consciencia, como en estado larvario, ni que lo que estaba dilucidando en el trasfondo tuviera una palabra para nombrarlo: feminismo.

No fue divertido, pero en perspectiva, al percatarme de que las reglas del mundo cambian, supe que podía dudar de ellas, tuve la certeza, eso sí, de que “lo normal” no existe y de que las cosas podían ser de otra manera, que las reglas no eran ni naturales ni divinas, sino una creación humana.

No tengo registrado “el” momento revelación en que dije “¡soy feminista!”; más bien tengo retazos, una serie de experiencias como éstas que me fueron forjando una consciencia de género y una decisión feminista.

Una amiga me dijo que llega un momento en que cosas que han parecido no tener sentido entre sí durante toda tu vida, de pronto se acomodan y las ves ahí, claramente interconectadas. Te pertenecen y perteneces a ellas, son como una constelación, unes los puntos de una nueva manera y entonces adquieren un sentido más claro, más rotundo.

Yo en la secundaria, con mis amigas, rebelándonos contra las monjas nací feminista. Sin “patriarcado”, sin “transversalización” y sin “igualdad sustantiva” en mi diccionario, porque las palabras no son la experiencia y en nuestras historias palpita el feminismo.

Twitter: @luchadorastv

*Lulú V. Barrera es letróloga de formación, antropóloga por historia de vida y activista por decisión. Cree que debe reescribirse la historia, volver lo familiar extraño y extraño lo familiar, y sueña con otros mundos posibles. Admiradora de mujeres guerreras, creó y conduce “Luchadoras” en Rompeviento TV.

CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | México, DF.-
 

Organizaciones denuncian demora en la investigación de esterilizaciones forzadas



Adital
El pasado 09 de febrero venció el plazo para que la fiscal Marcelita Gutiérrez formulara una denuncia tras más de nueve meses de investigación sobre los casos de esterilizaciones forzadas de mujeres indígenas durante el gobierno del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000) en Perú. Las organizaciones alertan de que una ampliación del plazo es "innecesaria y peligrosa” pues podría perpetuar la impunidad que rodea al caso desde hace más de 14 años.
La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, el Demus (Estudio para la Defensa de los Derechos de la Mujer) y otras organizaciones rechazan la ampliación por 150 días para que la fiscal siga investigando los casos por cinco meses más, pues consideran que existen suficientes indicios para poder formular una denuncia, por ello impugnarán esta decisión.
Jessenia Casani, directora de Demus, manifiesta que "la ampliación perpetúa la impunidad en estos casos; pensamos que hay medios probatorios necesarios para que la fiscal se pronuncie y establezca la denuncia penal de estos casos como delitos de lesa humanidad. Son de conocimiento público documentos que prueban la existencia de metas y cuotas, así como de falta de garantías y violaciones al consentimiento informado”.

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Mujeres peruanas esterilizadas por el gobierno contra su voluntad.

"Existen todos los elementos necesarios para poder pasar a la siguiente fase. La fiscal ha tenido un plazo de nueve meses para investigar, lo cual se considera un plazo más que suficiente y prudencial para que puedan tomar una decisión. Hay suficientes indicios para que pueda formular denuncia contra Fujimori y sus exministros de Salud, Alejandro Aguinaga, Eduardo Yong Motta y Marino Costa Bauer”, afirma Milton Campos, abogado de las víctimas.
En el expediente fiscal está acreditada la actuación del gobierno en los casos de esterilizaciones forzadas debido a las comunicaciones constantes entre el presidente Fujimori y sus viceministros para conocer de manera periódica y mediata los avances del programa de Salud Reproductiva y Planificación Familiar. "En el expediente también hay notas escritas del puño y letra de Fujimori haciendo observaciones al Programa, pidiendo que se incrementaran los pagos al personal médico”, precisa Campos.
Otra de las pruebas que aparece en los más de 150 tomos de investigación son las declaraciones del personal de salud afirmando que recibían llamadas telefónicas desde la asesoría del despacho presidencial pidiendo el record de ligaduras y vasectomías realizadas. Esto demostraría que la actuación en los centros de salud no dependía exclusivamente del manejo de los jefes de los centros, sino que "había una actuación dinámica desde el propio despacho presidencial”, explica el abogado. También figuran las comunicaciones de parte del exmandatario al Congreso para que modificara la Ley de Población con el único objeto de conseguir que los métodos quirúrgicos sean considerados métodos de planificación familiar.
Ana María Vidal, secretaria de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, sostuvo que dicha organización está profundamente preocupada porque "no se avanza nada en materia de justicia”. Además, espera que no se vuelva a utilizar el tema políticamente como sucedió en el año 2011, pues el actual presidente, Ollanta Humala, usó las esterilizaciones para atacar a su contrincante Keiko Fujimori y, al resultar vencedor, no ha habido grandes avances.

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Expresidente Alberto Fujimori (en el centro de la foto) y su programa de planeamiento familiar.

Similar opinión tiene Alfonso Ramos, hermano de Celia Ramos – quien falleció a consecuencia de la esterilización –, pues considera preocupante lo establecido en la resolución: "A mi entender, se estaría configurando un escenario de protección a determinadas candidaturas, porque en cinco meses ya tenemos elegida a la nueva autoridad nacional”, dice Ramos.
Parlamento Europeo se pronuncia
Por su parte, parlamentarios europeos mandaron el pasado 04 de febrero una carta al presidente Ollanta Humala expresando su preocupación por este caso, y pidiéndole con urgencia "hacer todo lo posible dentro de sus competencias, para avanzar lo antes posible hacia la debida judicialización de todos los casos”.
"Todo lo que está sucediendo atenta contra el derecho a la verdad que tienen las víctimas y el derecho a tener una investigación en un plazo razonable. La fiscalía debe tomar la decisión sobre si va o no a denunciar y a quiénes. Para nosotros existen elementos suficientes porque, en esta etapa, solo se requieren indicios”, finaliza Milton Campos.

¿Por qué las mujeres son más pobres que los hombres?

   MONEDERO
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*

Hace 16 años, por cada 100 hombres en pobreza extrema había 107 mujeres; para 2012 esta cifra creció a 112; mientras que en pobreza nacional son 107.7 mujeres por cada 100 hombres.

La tendencia de que haya más mujeres que hombres en pobreza se mantiene en 2012 y lo mismo en el año 2000. Son cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Y conforme a la información generada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2012 había 27.6 millones de mujeres en pobreza (52 por ciento del total), y 25.8 millones de hombres, una brecha en detrimento de las mexicanas, misma que se confirma en los principales indicadores de pobreza por sexo que aparecen en la gráfica.

VER GRÁFICA AQUÍ

Destaca la brecha de género que presentan los ingresos. En la población femenina la proporción con ingresos inferiores a la línea de bienestar es de un tercio (31.5 por ciento); para la población masculina el porcentaje se reduce a 29.1; este fenómeno se repite en la población con ingresos inferiores a la línea de bienestar mínimo (indigencia).

Esta situación tiene efectos importantes en la vulnerabilidad por ingresos y en las carencias sociales donde también se aprecia una brecha importante. De cada 100 mujeres, 44 presenta por lo menos una carencia social, que bien puede ser por carencia de acceso a la salud, a la seguridad social, alimentación o a la educación.

El rezago educativo es causa y efecto de la pobreza. Aquí las cifras son 12 de cada 100 mujeres y 10.5 hombres; hay menos afectación en la población masculina y no sólo por el número de mujeres sino sobre todo por los efectos que esto tiene en la población femenina.

Chiapas, Guerrero, Michoacán y Veracruz son los estados que presentan los índices más altos de rezago educativo y desde luego también de pobreza femenina.

Se considera que una persona se encuentra en situación de carencia por rezago educativo si cumple con alguno de los siguientes criterios:

•Tiene de tres a 15 años de edad, no cuenta con la educación básica obligatoria y no asiste a un centro de educación formal. 

•Nació antes de 1982 y no cuenta con el nivel de educación obligatoria vigente en el momento en que debía haberla cursado (primaria completa). 

•Nació a partir de 1982 y no cuenta con el nivel de educación obligatoria (secundaria completa). 


Ahora bien, se puede afirmar que la pobreza por ingresos tiene efectos muy graves en todos los demás renglones que mide Coneval y que considera elementos de la pobreza multidimensional, donde las mujeres se ven más afectadas.

Las dimensiones para medir la pobreza son:
–Ingreso corriente per cápita
–Rezago educativo
–Acceso a los servicios de salud
–Acceso a la seguridad social
–Calidad y espacios de la vivienda
–Acceso a servicios básicos en la vivienda
–Acceso a la alimentación

Según Coneval, una persona está en pobreza si tiene al menos una carencia social y además un ingreso menor al costo de las necesidades básicas, línea de bienestar económico (LBE). Justo la situación en que se encuentran más de 27 millones de mexicanas.

¿Por qué las mujeres son más pobres que los hombres? A nivel nacional, el Coneval considera que la principal causa de la pobreza está en las condiciones del mercado laboral, condiciones que son más críticas para las mujeres –salarios más bajos, discriminación,  violencia laboral y una menor participación laboral–, sin embargo esto nos lleva a la pregunta de por qué las mujeres están en esa situación que las convierte en población más pobre.

Las respuestas llevan a su carga de trabajo de género (trabajo doméstico no remunerado y de cuidados), así como a la subordinación a la cultura patriarcal en todos sus ámbitos: del cuerpo, política y económica.

Ya sea en forma directa o indirecta, un avance de las mujeres o de una mujer en cualquiera de estos espacios puede significar que sale de la condición de pobreza, como quien dice tiene efectos multidimensionales.

Twitter: @ramonaponce

*Economista especializada en temas de género.


Especial
Cimacnoticias | México, DF.-