La Auditoría Superior de la Federación determinó que las deficiencias en el diseño de la estrategia impiden verificar si cumple con el objetivo de abatir el hambre.
La Cruzada Nacional contra el Hambre no cumple con su objetivo debido a las fallas en el diseño de la estrategia, concluyó la Auditoria Superior de la Federación (ASF) tras una revisión de desempeño.
Según el órgano fiscalizador, las deficiencias de la Cruzada impiden verificar si ayuda a que los mexicanos en pobreza alimentaria —la incapacidad para obtener una canasta básica—tengan más y mejor acceso a la alimentación.
En
las recomendaciones de la ASF se incluye la necesidad de perfeccionar
el objetivo de la Cruzada Nacional contra el Hambre, pues de la forma en
la que se plantea actualmente no hay forma de medir su desempeño para disminuir el hambre.
El
presidente Enrique Peña Nieto presentó, en enero de 2013, a la Cruzada
Nacional contra el Hambre como la principal estrategia de política
social de su gestión. La describió como una estrategia de “política
social, integral y participativa” que deja atrás las medidas
asistencialistas de sólo “repartir alimentos entre quienes carecen de
el”.
Tres años después, la ASF concluye que: “las deficiencias en la implementación, focalización y coordinación de acciones en el marco de la Cruzada Nacional contra el Hambre no permitieron verificar en qué proporción se garantizó el acceso a la alimentación y a los demás derechos sociales
de los 7.0 millones de personas en pobreza extrema alimentaria, lo cual
no garantizó que se contribuyó en la erradicación de la prevalencia del
número de personas en esa condición”.
En el análisis de la Cuenta Pública 2014, la Auditoría Superior de la Federación dijo que la Cruzada también falla en la focalización, es decir, a quién va dirigida; así como en la coordinación de los programas que la integran.
Sobre ese último punto, la Comisión Intersecretarial de la Cruzada informó en 2014 que la estrategia funcionaría con 90 programas federales, pero en la revisión de la ASF se determinó que sólo había 61 operando.
Sin
embargo, aún en estos 61 se encontró que funcionan en beneficio de su
propia población objetivo, lo que implica que sus acciones no
necesariamente inciden en la población con pobreza alimentaria, la que
supuestamente es atendida por la Cruzada Nacional contra el Hambre.
Durante el ejercicio fiscal 2014, ninguna dependencia ni entidad de gobierno, que se supone están coordinadas en torno a la Cruzada, reportó los recursos asignados y ejercidos a estos programas presupuestarios que se incluyen en la estrategia.
La ASF recomienda
que cada uno de los programas tengan indicadores para evaluar de qué
forma contribuyen a combatir la pobreza alimentaria y para
identificar cómo se utilizan los recursos que pudieran utilizar para
este fin en el contexto de la Cruzada Nacional contra el Hambre.
En cuanto a la focalización de la estrategia, la ASF encontró que el concepto que utiliza el gobierno federal para determinar quiénes son los beneficiarios de la Cruzada Nacional contra el Hambre no se establece en la Ley General de Desarrollo Social ni responde a variables de la política social, lo que provoca que sea imposible identificar el funcionamiento de la estrategia.
“La ASF identificó que el problema del hambre se asocia únicamente con la carencia por acceso a la alimentación,
conforme a la metodología utilizada por el CONEVAL (Consejo Nacional
para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social), conceptualizada
en términos de la seguridad alimentaria asociada a las experiencias de
hambre, y no con las demás carencias sociales que se refieren al acceso a
la salud, a la seguridad social, a la educación, a los servicios
básicos y a la calidad en la vivienda, así como al mejoramiento del
ingreso, como lo señala el gobierno federal”.
El gobierno federal definió a mexicanos con hambre como aquellos que cuentan con un ingreso que no les permite adquirir la canasta básica
y además, presentan tres o más carencias sociales: acceso a seguridad
social, servicios de salud, educación, vivienda y alimentación.
Pero esta diferencia de conceptos implica fallas en el diseño e implementación de la estrategia, según el órgano fiscalizador. De los 61 programas federales que operan con la Cruzada sólo 9 se asocian directamente con el combate a la pobreza alimentaria y el resto puede atender alguna otras carencia, pero no abatir el hambre, que es el objetivo principal.
La
ASF concluye que no hay forma de identificar si las acciones de esos
programas se dirigen a la población en condición de pobreza alimentaria y
por lo tanto, a alcanzar el objetivo de la Cruzada Nacional contra el
Hambre.
Fallas en política social
El órgano fiscalizador revisó el desempeño de otros programas de la política social del gobierno federal, en los que también encontró fallas:
-Programa de Apoyo Alimentario. No cumplió con criterios de transparencia
para determinar la operación del mismo. Este programa no establece qué
mecanismos se utilizan para conocer los resultados en las familias
beneficiarias y tampoco para conocer cómo se aplican los recursos que se
le destinan.
-Seguro de vida para jefas de familia. No existen elementos para evaluar si con este programa la Secretaría de Desarrollo Social contribuye a ampliar la seguridad social de los beneficiarios.
No
fue posible verificar que 5 mil 479 mujeres que se registraron en 2014
realmente estuvieran en condición de vulnerabilidad, cuánto se pagó a
quienes recibieron recursos o si los hijos de las mujeres que
fallecieron permanecieron en el sistema escolar gracias al programa.
-Seguro Popular. No existe información para evaluar si los servicios otorgados por el seguro popular son efectivos, oportunos, de calidad,
no implicaron que los beneficiarios pagaran algo o si gozaron de los
servicios médico-quirúrgicos, farmacéuticos y hospitalarios sin problema
y discriminación.
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