2/17/2018

El empoderamiento de la mujer será tema central de la Comisión de la ONU en marzo

Nueva York: Periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas
Solicitará la eliminación de todas las formas de discriminación
 
Madrid, 12 feb. 18. AmecoPress/Elplural.- El período de sesiones de 2017 de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas ha trazado una senda clara para el empoderamiento económico de la mujer en el cambiante mundo del trabajo.
Las "conclusiones convenidas" aprobadas por la Comisión en su sexagésimo primer período de sesiones (E/2017/27) establecen los pasos y medidas necesarios para superar las persistentes desigualdades, discriminación y barreras a las que las mujeres se enfrentan en el actual mundo del trabajo; así como las medidas necesarias para garantizar que las mujeres aprovechen por completo las nuevas oportunidades que surgen conforme cambia el mundo del trabajo. La parte introductoria (párrafos 1 a 39) expone los compromisos existentes sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing y otros documentos finales han sentado una sólida base para el desarrollo sostenible y que su aplicación plena, efectiva y acelerada contribuirá decisivamente a la aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y al empoderamiento económico de la mujer. Reconoce que la igualdad de derechos económicos, el empoderamiento y participación plena y en condiciones de igualdad en la economía y la independencia de la mujer son fundamentales para la consecución de la Agenda 2030.

Hagamos historia de la Comisión

La Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer es el principal órgano internacional intergubernamental dedicado exclusivamente a la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer. Se trata de una comisión orgánica dependiente del Consejo Económico y Social, creado en virtud de la resolución 11(II) del Consejo, de 21 de junio de 1946.
La Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer desempeña una labor crucial en la promoción de los derechos de la mujer documentando la realidad que viven las mujeres en todo el mundo, elaborando normas internacionales en materia de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres.
En 1996, en virtud de la resolución 1996/6, el Consejo Económico y Social amplió el mandato de la Comisión y decidió que debería asumir un papel de liderazgo en la seguimiento y revisión de los avances y las dificultades encontradas en laimplementación de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, así como en la incorporación de la perspectiva de género en las actividades de las Naciones Unidas.
Durante el periodo anual de sesiones de la Comisión, los representantes de los Estados Miembros de las Naciones Unidas, las organizaciones de la sociedad civil y las entidades de las Naciones Unidas se reúnen, durante dos semanas en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York para debatir sobre los avances y las brechas en la aplicación de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995, el principal documento de política mundial sobre igualdad de género, y la 23ª Sesión Especial de la Asamblea General, celebrada en 2000 (Beijing +5), así como sobre las cuestiones emergentes que afectan la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer.
Los Estados Miembros acuerdan medidas para acelerar los avances en esta materia y promover el disfrute de los derechos de las mujeres en los ámbitos político, económico y social. Las conclusiones y recomendaciones de cada periodo de sesiones se envían al Consejo Económico y Social para su seguimiento.
Con base en la resolución aprobada en 2009, los temas prioritarios y de examen para el periodo 2010–2014 fueron:
• 2010: examen de la aplicación de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, de las conclusiones del vigésimo tercer periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General y su contribución a la definición de una perspectiva de género para la plena realización de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
• 2011: Tema prioritario: el acceso y la participación de las mujeres y niñas en la educación, la capacitación, la ciencia y la tecnología, incluyendo para la promoción de la igualdad de acceso de las mujeres al pleno empleo y a un trabajo decente. Tema de examen: la eliminación de todas las formas de discriminación y violencia contra la niña, extraído del 51º periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.
• 2012: Tema prioritario: el empoderamiento de las mujeres rurales y su función en la erradicación de la pobreza y el hambre, el desarrollo y los desafíos actuales. Tema de examen: el financiamiento de la igualdad de género y del empoderamiento de las mujeres, extraído del 52º periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.
• 2013: Tema prioritario: la eliminación y prevención de todas las formas de violencia contra la mujer y la niña. Tema de examen: reparto equitativo de responsabilidades entre mujeres y hombres, incluido el cuidado de otras personas en el contexto del VIH/SIDA, extraído del 53º periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.
• 2014: Tema prioritario: retos y logros en la implementación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para las mujeres y niñas. Tema de examen: el acceso y la participación de las mujeres y las niñas en la educación, la capacitación, la ciencia y la tecnología, incluyendo para la promoción de la igualdad de acceso de las mujeres al pleno empleo y a un trabajo decente extraído del 54º periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.

El empoderamiento de mujeres y niñas

En este periodo de sesiones ONU analiza los vínculos entre las diversas dimensiones de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y niñas, así como el modo en que esos vínculos influyen en el empoderamiento económico de la mujer en el cambiante mundo del trabajo.
ONU sigue exhortando a la ratificación y aplicación plena de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y de la Convención sobre los Derechos del Niño, así como de los convenios fundamentales de la Organización Internacional del Trabajo. Las medidas abordan la necesidad de garantizar la igualdad y prohibir la discriminación contra las mujeres en su participación en los mercados de trabajo y su acceso a los mismos.
El acceso a los recursos económicos y productivos, la eliminación de la segregación ocupacional, el principio de igual salario por trabajo igual o trabajo de igual valor, la eliminación de todas las formas de violencia y acoso contra mujeres y niñas, y la conciliación y distribución equitativa de las responsabilidades laborales y familiares serás los temas principales.
También se abordara la promoción de la educación, la capacitación y el desarrollo de aptitudes. Las medidas que se pretenden promocionar tienen como objetivo garantizar el acceso universal a la educación de calidad; el acceso igualitario al desarrollo de las perspectivas de carrera, a la capacitación y a becas de estudio; y la integración de la perspectiva de género en los programas de educación y capacitación.
La atención se centra en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, y estudios de comunicación y tecnología; así como en la transición de la educación o el desempleo al trabajo. ONU buscan asegurar que los Estados se comprometan a que las adolescentes embarazadas, las madres jóvenes y las madres solteras puedan continuar y completar su educación.
El tercer paquete de propuestas estará encaminada a instar a los Gobiernos a implantar políticas económicas y sociales para el empoderamiento económico de las mujeres, especialmente protegiendo el derecho de las mujeres a trabajar y garantizar sus derechos en el trabajo.
Se incluyen propuestas de políticas macroeconómicas, laborales y sociales con perspectiva de género que promuevan el crecimiento inclusivo, así como medidas para asegurar el empleo pleno y productivo y el trabajo decente de las mujeres. Se hará hincapié en los sistemas de protección social inclusivos y con perspectiva de género y se abordara la situación de distintos grupos de mujeres y niñas.
Uno de los objetivos claves es enumerar medidas para reducir y redistribuir la parte desproporcionada que soportan las mujeres y las niñas en cuanto a la prestación de cuidados y el trabajo doméstico no remunerados. Mejorar estadísticas de género y datos sobre los sectores formal e informal de la economía, es un objetivo básico ya que existen aún muchas deficiencias de medición.

La movilidad de las mujeres trabajadoras

Otra preocuparnos es el aumento del trabajo informal y la movilidad de las mujeres trabajadoras. Se busca la transición al empleo formal de las mujeres empleadas en la economía informal y en trabajos menos cualificados y se abordara la necesidad de establecer políticas y leyes nacionales en materia de migración con perspectiva de género y de eliminar todas las formas de trata y tráfico de personas.
ONU marca como quinto objetivo gestionar el cambio tecnológico y digital para el empoderamiento económico de las mujeres. Se busca el acceso de las mujeres al desarrollo de aptitudes y al trabajo decente en sectores nuevos y emergentes, y la mejora de la participación de las mujeres en estos campos como usuarias, creadoras de contenido, empleadas, empresarias, innovadoras y líderes. Fomentar medidas que permitan a las mujeres aprovechar la ciencia y la tecnología en iniciativas empresariales y para su empoderamiento económico en el cambiante mundo del trabajo es otra de las metas marcadas.
Sobre liderazgo y participación en la adopción de decisiones se busca garantizar la participación plena, efectiva y en condiciones de igualdad de las mujeres y su acceso a puestos de liderazgo y alto nivel, tanto en el sector público como en el privado, y el derecho de las mujeres a la libertad de asociación, reunión pacífica y negociación colectiva. poniendo en valor el papel de la colaboración tripartita, de los sindicatos, de las organizaciones de la sociedad civil y de los medios de comunicación.
La implicación del sector privado en el empoderamiento económico de las mujeres, busca que se tome conciencia sobre como el sector privado debe implicarse y ser socialmente responsable. Este aspecto es clave para avanzar.
Foto: Archivo AmecoPress.

Manifiesto de exaltación de la radio feminista


El 13 de febrero se conmemora el Día mundial de este medio 



Amamos la radio porque es el medio de comunicación más feminista que existe.
¡Todo el mundo puede hacer radio!
Hacer un programa de radio, y muy especialmente desde el surgimiento de los podcast, es muy barato y resulta técnicamente bastante sencillo. No exige un conocimiento técnico demasiado especializado y todo el mundo, con mayor o menor soltura y brillantez, sabe proyectar sus pensamientos por medio de la voz. Y es que, admitámoslo, resulta mucho más fácil y accesible grabarse hablando de un tema que te apasione, ya sea con un móvil o con el ordenador, que maquetar un fanzine o editar un vídeo.
¡No importa tu apariencia!
Además, la radio nos permite escapar de la dictadura de la imagen. Vemos en la televisión a periodistas que, además de ser excelentes profesionales, responden a una estética normativa, mientras sus compañeros varones lucen canas y arrugas. Hasta hace muy poco, nadie sabía qué aspecto tenían sus locutoras favoritas pues su única carta de presentación era su voz.
¡Es la aliada histórica de las mujeres!
Tu abuela, tu tía, tu vecina, tu madre. Seguro que recuerdas alguna mujer a la que siempre acompañaba el sonido de la radio mientras cocinaba y hacía las tareas de la casa. La radio, a diferencia de otros medios, permite prestarle atención a medias mientras realizas otras actividades. Por ejemplo, todo ese trabajo doméstico y de cuidados que las mujeres nos vemos obligadas a hacer y sin el cual no se movería el mundo.
Pero, tampoco podemos olvidar las propias raíces del medio… tanto en el apartado técnico como en los principios de la radio amateur, las mujeres estuvieron allí. Si echamos la mirada atrás, encontraremos en nuestra “herstory” locutoras, ingenieras de sonido y pioneras de la técnica.
¡Acaba con la división entre espacio público y privado!
Ya sabes que la revolución empieza en tu salón (y en tu cocina, y en tu dormitorio e, incluso, en tu cuarto de baño). A través de la radio se rompe la tradicional división entre espacio público/masculino y espacio privado/femenino. Asimismo, con Internet, cualquiera puede hacerse con ese espacio. Poner en marcha un podcast feminista con el que llegar a los oídos de aquellas personas a las que les pueda interesar es tan solo una cuestión de voluntad y trabajo entre todas.
¡Siempre pirata, libre y comunitaria!
La radio y la autogestión se entienden muy bien. Es importante escucharla; pero también es interesante y muy potente hacerla entre todas, en horizontalidad.
¡Deja volar tu imaginación!
La radio es un medio totalmente plástico y libre. Aprendemos con las entrevistas que hacemos —en directo en el estudio, por teléfono desde el otro lado del mundo o grabadas previamente—. Creamos ficciones; cuentos y teatrillos en los que, solo con las ondas sonoras, recreamos universos enteros de ideas, sensaciones y emoción a través de las ondas. Bailamos con la música que acompaña y añade capas de significado a nuestras palabras. ¡Incluso hacemos conciertos en directo! ¿Qué medio de comunicación permite toda esta variedad? Cierra los ojos y déjate llevar.
Celebra el día de la radio escuchando los podcast de Sangre Fucsia. También te recomendamos los del programa feminista de Hala Bedi Irratia, O no será, que ahora colgamos también en Pikara.
*Este artículo fue retomado del portal Pikara Magazine.

Imagen retomada del portal Pikara Magzine
Por: Redacción*
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 

Pide una “Diana doble”… si crees que puedes ser víctima de un ataque sexual

Indigo Staff

Usar palabras clave para alertar sobre un posible ataque sexual es una propuesta del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México ante el incremento de hechos de violencia de género en el país
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Salir de fiesta y pedir una bebida en un bar parece algo habitual; sin embargo, que una mujer pida una “Diana Doble” en la zona de bares de Garibaldi es una señal de que se encuentra en una situación de acoso sexual. 
Los resultados de la encuesta sobre la dinámica de las relaciones en los hogares (ENDIREH), que realizó INEGI en 2016, indican que 34.3% de las mujeres han experimentado violencia sexual en espacios públicos, dicha encuesta también señala que 71.4% de agresores en lugares públicos son desconocidos.
Ante la epidemia de violencia de género que sufre el país, el Consejo Ciudadano de la Ciudad de México propone el uso de  palabras clave como medida de seguridad ante el hostigamiento sexual. Doce establecimientos comerciales de Plaza Garibaldi ofrecen asistencia a las mujeres que sufran de hostigamiento sexual, con el simple hecho de escuchar que ordenan una Diana Doble. 
La escultura de la Diana Cazadora sirvió de inspiración para establecer la palabra clave, con la que se denomina a la bebida que se ordena para evitar el acoso sexual. El tipo de asistencia que se brinda en los bares, depende de las palabras clave que se emplean al pedir la bebida.
Una “Diana doble  sola” es para que te ayuden a llegar al auto sin mayor complicación, para solicitar un taxi debes pedir una “Diana doble para llevar” y para llamar a la policía debes ordenar una “Diana doble Azul”.

La iniciativa trata de la colocación de un cartel tamaño carta en los baños de las mujeres, para que puedan conocer la palabra clave de seguridad: , que implicará diferentes tipos de apoyo, según lo requieran >>


¿Cómo protegerse del acoso digital? Una plataforma da herramientas de seguridad a las mujeres


Cibermujeres es una plataforma con herramientas para que las mujeres enfrenten los acosos digitales y otras formas de violencia en línea.

En México al menos 9 millones de mujeres han sufrido algún tipo de acoso en medios digitales. Ante ello, diferentes organizaciones crearon un manual, con consejos y ejercicios para enfrentar las diferentes formas de violencia en línea, como amenazas, extorsiones, hackeos, intimidaciones, robo de identidad y difamación.
La plataforma, denominada Cibermujeresincluye juegos interactivos, materiales gráficos y audiovisuales, para apoyar en la formación de una verdadera “autodefensa digital”.
También ejercicios para “fortalecer la confianza”, crear contraseñas más seguras, e identificar la violencia simbólica y las amenazas, que pueden provenir tanto de perfiles de personas reales como de  “trolls”.
Algunos de los módulos son sobre sexting, el anonimato, el activismo online, y el autocuidado.
El trabajo para crear Cibermujeres (su lanzamiento ocurrió en diciembre pasado, en el espacio Horizontal de la Ciudad de México), fue coordinado por la oficina para América Latina de IWPR (Institute for War and Peace Reporting, y articulado por las organizaciones Cooperativa Tierra Común, la Cooperativa Kefir y Social TIC.
Está disponible tanto en inglés como en español.
Respecto a la razón de ser del proyecto, sus creadoras señalan que, entre otros grupos, está enfocado en las mujeres con perfiles públicos, como periodistas, activistas y políticas, ya que pueden ser particularmente vulnerables a este tipo de amenazas digitales, y a menudo son sexualizadas.
Los materiales buscan ser una herramienta para que, por medio de rutas de aprendizaje, organizaciones den talleres, y ayuden a mujeres que están en espacios vulnerables o de conflicto.
En el informe La violencia en línea contra las mujeres en México, elaborado por la colectiva Luchadoras, se señala que en México las más vulnerables ante agresiones digitales son las mujeres que tienen entre 20 y 29 años de edad, las defensoras de derechos humanos y las periodistas.
Entre las formas que más afectan a las mujeres están el spam o virus (23.7 %), la recepción de contenido multimedia (13.8 %), llamadas telefónicas (13.5 %), contacto con identidades falsas (13.4 %), registro en sitios web (10.7 %) y la recepción de mensajes (9.7 %).
Otros tipos de violencia digital contra mujeres son el robo de identidad (7.7 %), el rastreo de sus sitios web (3.9 %), el daño a través de la divulgación de información personal (3.2 %) y el robo de contraseñas (0.5 %), según los datos del Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) 2015 del INEGI.

Mujeres rurales y campesinas, sector clave en seguridad alimentaria

Trabajan 17 veces más que en las zonas urbanas
Brechas de desigualdad las colocan en desamparo absoluto
 
Cd. de México, 12 feb. 18. AmecoPress/SemMéxico.- Las mujeres son las principales productoras agrícolas y clave en el sostenimiento de la seguridad alimentaria de los países; sin embargo, son quienes menos ingresos perciben, ya que el 38 por ciento de las mujeres hace trabajo agrícola no remunerado, señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

El dato anterior es parte de una investigación “La Constitución de 1917: La mujer y su aportación en el desarrollo rural sustentable”, realizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA), de la Cámara de Diputados, en la que se indica que las principales actividades de estas mujeres son la agricultura, ganadería, silvicultura, caza, pesca y artesanía, lo cual supera 17 veces las tareas en las zonas urbanas.
A pesar de su incorporación al ámbito laboral y que trabajan jornadas dobles, considerando las tareas domésticas que desempeñan sin remuneración, 32.7 por ciento trabaja por su cuenta (no son asalariadas) y 16.3 por ciento no obtiene remuneración alguna. El 51% carece de prestaciones de salud e igual porcentaje no tiene prestaciones, “colocándose en el desamparo absoluto”.
Seis de cada diez mujeres rurales no cuentan con contrato escrito que les garantice estabilidad en sus ingresos; 31% solo recibe un salario mínimo y únicamente 18% asume jornadas laborales de 48 horas a la semana.
Las condiciones educativas y laborales que afrontan las mujeres de las áreas rurales de México propician que se acentúe la brecha de desigualdad prevaleciente en el campo, ya que 66.6% de la población en pobreza extrema del país, está conformada por población rural.
El documento refiere que, en 2012, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), estimó que 27.6 millones de mujeres estaban en condiciones de pobreza y 8.5 millones son de un contexto no urbano, equivalente a que seis de cada diez mujeres rurales en el país se encuentran en situación de pobreza y más de tres millones viven en pobreza extrema.
En tanto, 93.5% de las mujeres rurales mexicanas son vulnerables por “carencias sociales” (alimento, educación, servicios de salud, servicios públicos, vivienda y otros).
A ello se suma que, ante la migración de los varones —no solo a áreas urbanas sino al extranjero, particularmente a Estados Unidos— en busca de trabajo mejor remunerado, las mujeres jefas de familia se quedan en su localidad asumiendo una mayor y más directa participación para recuperar la economía rural del país.
Esa tendencia ha “feminizado la agricultura” con enormes desventajas, ya que actualmente tienen que enfrentar problemas como falta de titularidad de las tierras (los dueños son los hombres, muchas veces emigrados), acceso a créditos (sistemáticamente se les niegan), a recursos y a asistencia técnica.
Todo esto, sin considerar que su incorporación a dichos procesos productivos en condiciones de desventaja cultural, social, económica y académica, no las releva de las actividades de género, como cuidado y educación de hijos y ser su sustento económico, que las “avasalla de tiempo completo”.
El documento destaca el derecho de las mujeres a la tenencia de la tierra, ya que su preocupación es constante, para que el desarrollo rural sustentable se mantenga como sostén económico, tanto individual como colectivo.
La investigación del CEDRSSA apunta que las mujeres han logrado obtener sus derechos agrarios, a partir de un gran esfuerzo individual y de un complejo proceso de negociación en el seno de la familia, particularmente con el cónyuge titular.
“Poco más de la mitad de las actuales ejidatarias y comuneras heredaron la tierra que poseen, mientras que una quinta parte la obtuvo mediante cesión gratuita; en ambos casos de manos del cónyuge o del padre, principalmente, o de la ejidataria titular”, establece.
Además, las mujeres en el ámbito rural requieren crédito oportuno y barato, acceso a la tecnología, inclusión y capacitación técnica, para aumentar su producción y apoyar con redes de comercialización para la venta de sus productos.
Ante este panorama, uno de los retos de México es consolidar la perspectiva de género en los programas de desarrollo sustentable y en el marco constitucional, así como la necesidad de políticas públicas para fortalecer la capacidad de autogestión de las mujeres del campo en actividades productivas y cambios cualitativos en su calidad de vida, de acuerdo con el estudio.
Por el papel fundamental de las mujeres en la gestión, conservación, protección, restauración y aprovechamiento de los recursos naturales, es necesario orientar las acciones de gobierno hacia la construcción del desarrollo rural sustentable, a partir del reconocimiento de las diferencias de género y la protección de sus derechos humanos, considera.
Resalta que hoy más que nunca es indispensable lograr un pacto mundial que sensibilice a las generaciones presentes y futuras sobre la importancia de la mujer en el desarrollo rural sostenible.
Foto: SemMéxico.

Definen compromisos para empoderamiento de mujeres y niñas rurales en Declaración de Santo Domingo

Documento aprobado el pasado miércoles y enriquecido con las experiencias de líderes de organizaciones de la sociedad civil rural e indígena

Señala la responsabilidad de los gestores de las políticas públicas para promover la igualdad de género y garantizar el acceso de las mujeres rurales e indígenas a todos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales, sexuales y reproductivos

 
Santo Domingo, 13 feb. 18. AmrcoPress/SEMlac.- "Es posible dar pasos decisivos hacia el empoderamiento de todas las mujeres y niñas rurales de América Latina y el Caribe", expresa la Declaración de Santo Domingo, aprobada por ministras y altas autoridades de los Mecanismos Nacionales que participaron en las Consultas Regionales para América Latina y el Caribe hacia el 62º Período de Sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW62) de Naciones Unidas.

Este documento, aprobado el pasado miércoles y enriquecido con las experiencias de líderes de los movimientos de mujeres de América Latina y el Caribe y de organizaciones de la sociedad civil rurales e indígenas, señala la responsabilidad de los entes rectores y gestores de las políticas públicas para promover la igualdad de género y garantizar el acceso de las mujeres rurales e indígenas a todos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales, sexuales y reproductivos.
Organizadas por el Ministerio de la Mujer de República Dominicana, el Instituto Nacional de las Mujeres de Uruguay y ONU Mujeres en América Latina y el Caribe, las consultas regionales fueron consensuadas en esta declaración regional que articula la posición de América Latina y el Caribe en la CSW62, a desarrollarse en Nueva York del 12 al 23 de marzo próximo.
"El Caribe y América Latina se han movido con la presencia de estas organizaciones civiles que representan a los movimientos feministas organizados", afirmó la secretaria ejecutiva del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), Marcela Eternod, quien calificó la recién aprobada Declaración de "completa, comprensiva y totalizada, porque incluye a todas las mujeres".
Me voy con un buen sabor en la boca. Agradezco mucho haber estado aquí, dijo.
Por su parte, la directora Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, Luiza Carvalho, observó que el aporte productivo de las mujeres rurales se invisibiliza.
"Tenemos una responsabilidad grande con ellas para garantizar sus derechos", apuntó, y en tal sentido la Declaración de Santo Domingo propone garantizar la seguridad en los ingresos y la protección social; así como subraya la necesidad de erradicar el hambre y la malnutrición como logro de la igualdad de género, condición esencial para alcanzar las metas de seguridad alimentaria y nutrición, no solo en la población rural, sino de la población en su conjunto.
Las propuestas del documento integran la igualdad de acceso a la tierra y los recursos productivos, sustentado esto porque en América Latina y el Caribe, solamente el 18 por ciento de las explotaciones agrícolas están manejadas por mujeres, sin que ello signifique que sean propietarias de sus tierras.
Se conoce, además, que en la región viven 58 millones de mujeres rurales, conformadas por indígenas, afrodescendientes, campesinas, pescadoras, recolectoras, mujeres que trabajan por cuenta propia en el sector agrícola, y mujeres que gestionan sus propios negocios: una población diversa cuyo empoderamiento económico es clave para el desarrollo de la región, destaca el texto.
Para Mariella Mazzotti, directora del Instituto Nacional de las Mujeres de Uruguay, este enfoque "trata de colocar en su justo término la agenda de derechos sociales económicos y políticos de las mujeres y niñas rurales; indígenas, afrodescendientes, en su diversidad, como cuestión democrática y de desarrollo sostenible de nuestras sociedades".
Al finalizar el encuentro, la ministra de la Mujer en República Dominicana, Janet Camilo, agradeció la presencia de sus homólogas y de los representantes de organizaciones no gubernamentales; así como las redes feministas que trabajaron activamente durante dos días en esta Consulta Regional: "Solas somos invisibles, juntas invencibles", concluyó la titular.
Estrategias integrales y propuestas conjuntas conforman esta Declaración que simboliza el espíritu y posición de la región ante la comunidad internacional que se reunirá en el 62 período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.
El asunto prioritario será: Desafíos y oportunidades en el logro de la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas rurales y como tema de examen prevé: La participación de la mujer en los medios de difusión y las tecnologías de la información y las comunicaciones, y el acceso de la mujer a ellos, así como sus repercusiones en el adelanto y la potenciación del papel de la mujer y su utilización con esos fines (conclusiones convenidas del 47º período de sesiones).
Foto: Archivo AmecoPress.

¿Se puede pensar el amor?


No nos enseñan de igual forma qué significa amar y ser amadas


Es necesario profundizar y reflexionar sobre los mitos que atraviesan nuestras relaciones. Pero intentando hilar fino, ya que en muchas ocasiones y en determinados contextos, pareciera que ya nos hemos librado de algunas creencias del amor romántico -como el mito de la media naranja o el amor eterno-, pero no somos conscientes de cómo están calando algunas nuevas creencias que siguen beneficiando al capitalismo más voraz.
Desde la construcción patriarcal y capitalista se nos hace creer que todo lo relacionado con el amor forma parte de la naturaleza humana y es universal. Esto, que parece algo inofensivo, es tremendamente efectivo, ya que todo lo que es natural es inamovible y, por tanto, no se puede cuestionar ni modificar. Además, tampoco es neutral: las personas socializadas como hombres y como mujeres no hemos tenido el mismo aprendizaje sobre el amor. No nos han enseñado de igual forma qué significa amar y ser amadas.
Es especialmente beneficioso para el patriarcado hacernos creer que el amor, ese ente abstracto y etéreo, está desligado de lo que pasa en las relaciones. Es decir, parece ser que se puede querer a una persona que nos trata mal, que nos agrede, que nos violenta. Y esto no solo es así en la construcción del amor romántico, sino que también se nos enseña en otros vínculos, como los familiares, donde el amor es obligatorio, más allá de lo que pase o deje de pasar en las relaciones concretas. Esto abre las puertas a que la violencia tenga mucho espacio en el que circular.
Yo no niego que se pueda querer a alguien con quien la relación es difícil o a alguien que ya no está o que ha muerto, o incluso querer a alguien que en un momento dado nos hace daño. Pero esta idea de que el amor va por un camino que nada tiene que ver con lo que ocurre en las relaciones nos genera una gran confusión a la hora de identificar qué nos hace sentirnos queridas o cómo sabemos que queremos a alguien.
Para el patriarcado capitalista el individualismo más descarnado es un gran aliado. Y han invertido muchos esfuerzos en hacernos creer que lo que pasa dentro de cada quien no tiene que ver con lo que pasa a nuestro alrededor. Nos han hecho pensar que cada persona puede hacerse a sí misma, que la identidad es un logro individual y que el ideal de autorrealización personal pasa por quererse a una misma y ser libre. “Primero hay que quererse a una misma para después poder querer y que te quieran”, nos han dicho.
De esta forma, se nos enseña también a desligar el amor hacía nosotras mismas de lo que sucede en nuestras vidas o relaciones. Da la impresión de que podemos querernos en abstracto y que esto que se llama autoestima se pudiera cuantificar: alta, baja, ¿normal? La autoestima se ha convertido en una meta a la que llegar, incluso pareciera que si llegas es para siempre, “por fin he conseguido quererme y de ahí ya no me mueve nadie”. Estoy segura de que tener una relación amorosa con una misma es algo positivo y nos permite relacionarnos mejor, pero creo que quererse a una misma no está desligado de los momentos que atraviesa nuestra vida o del contexto que habitamos. Contexto que, por cierto, no es indiferente, ya que históricamente las mujeres hemos tenido prohibido el acceso a nuestro amor propio.
Con la libertad pasa algo parecido. Se nos ha hecho pensar que el sentirse libre tiene que ver exclusivamente con una misma, con hacer lo que quieres y cumplir tus deseos. Como si la libertad no tuviera que ver con la interacción sino que fuera una propiedad privada. O como si todo el mundo entendiéramos la libertad de la misma forma o quisiéramos ser libres de la misma manera. Hasta nos olvidamos del pequeño detalle de que hombres y mujeres no tenemos la misma legitimidad social para ejercer esta libertad individualista.
Uno de los temas más recurrentes cuando hablamos de la construcción del amor son los celos. Hay una tendencia a pensar en los celos en términos de si son o no biológicos. Yo no dudo de que sentir celos sea algo que nos atraviesa el cuerpo, porque lo he vivido, ni tampoco dudo de que seamos responsables de hacer algo constructivo con esa sensación (aunque reconozco que me hace un poco de ruido que la única solución que parece viable sea la de ir a una terapia, como si todo el mundo tuviera el dinero para pagársela). Pero en un contexto donde reconocemos la construcción cultural de nuestras formas de amar y ser amadas me cuesta pensar en los celos en términos individuales solamente, como una conclusión de identidad: soy celosa.
Considero que lo que llamamos celos es una traducción cultural de otros sentimientos, que muchas veces tienen que ver con la inseguridad o el miedo a la pérdida, pero que esas sensaciones se asientan en una construcción que nos dice que el amor es finito y que depende de que nos portemos bien. Esto nos hace vivir una permanente sensación de no aceptación de lo que sentimos o deseamos, de miedo a que nos dejen de querer ante cualquier conflicto o desencuentro. Y ésta, claro, es la antesala de la competencia por el amor.
Creo también que no podemos ignorar que los celos no son independientes de lo que sucede en las relaciones, y que en algunas ocasiones podrían incluso ser un síntoma de que se está produciendo algún tipo de abuso. Muchas veces podemos ver que los celos son testimonio de que algo importante para nosotras está siendo trasgredido.
Otra cuestión que considero muy importante repensar, como uno de los ejemplos más arraigados y desgarradores de esta creencia de que el amor es natural, es el enamoramiento. Esa fase que nos dicen que es la mejor de las relaciones, pero que como es temporal después la seguimos anhelando constantemente. Parece ser que si te enamoras no puedes hacer nada por evitarlo, que todo el mundo nos enamoramos de la misma manera (con esa sensación de mariposas y nervios), que dura el mismo tiempo (se hacen estudios “científicos” que dan una media), que es una cuestión química y de atracción instintiva. Sin embargo, en este sentido, resulta sospechoso cómo los hombres y las mujeres no lo experimentamos de la misma forma: así generalizando en el enamoramiento los hombres tienden a reforzar el amor hacia sí mismos y las mujeres tienden a perderse de sus propios deseos y centrarse en la otra persona.
También llama la atención el hecho de que nos solemos enamorar de un determinado tipo de personas que cumplen con algunos que otros ejes de poder: como el modelo de belleza imperante, la clase social, el éxito o determinados valores y actitudes que se erotizan culturalmente.
Me pregunto cómo hubiera cambiado mi vida, y cuánto sufrimiento me hubiera ahorrado, si desde pequeña me hubieran dicho que puedo elegir de quien me enamoro, igual que elijo a mis amistades, y que esa elección puede estar basada en lo que es importante para mí. ¿Qué hubiera pasado si me hubieran invitado a explorar mi capacidad de amar y no tanto a buscar el objeto amoroso que me haga sentir completa?
Desde mi mirada, es necesario profundizar y reflexionar sobre los mitos que atraviesan nuestras relaciones, intentando hilar fino, ya que en muchas ocasiones, y en determinados contextos, pareciera que ya nos hemos librado de algunas creencias del amor romántico, como el mito de la media naranja o el amor eterno, pero no somos conscientes de cómo están calando algunas nuevas creencias que siguen beneficiando al capitalismo más voraz.
Mitos que tienen que ver, por ejemplo, con pensar que una relación buena es aquella en la que no hay conflictos y que algún día encontraremos a esa persona adecuada con la que nos entenderemos a la perfección; o como que la persona que abre los conflictos (habitualmente las mujeres) es la que los crea; o como que en una relación basta con hacer acuerdos y dejarse fluir (aunque nadie sepa muy bien qué es y cómo se hace); o como que si una relación no nos mantiene en un estado permanente de plenitud, felicidad y satisfacción es mejor dejarla; o como que si no tenemos pareja o diversas relaciones es un síntoma de que nadie nos aguanta, de que somos difíciles o demasiado exigentes; o como que si una relación se transforma o se termina es un fracaso personal; o como que la pareja es el lugar de intimidad por excelencia, el sitio donde podemos ser auténticas; o como que en esto del amor hay que ser consistente y coherente entre lo que dices, piensas, sientes y haces.
Lo peligroso es que estas ideas nos provocan una continua y constante sensación de inadecuación que nos genera una gran violencia interna.
No creo que haya que aguantar y que el amor lo puede todo. Pero pretender que una relación esté exenta de conflictos o nos mantenga en un estado permanente de felicidad es una tendencia desconectada de la propia vida, fruto de esta cultura del hedonismo capitalista.
Tener pareja (o múltiples relaciones) sigue siendo sinónimo de éxito social y, lo que es más desolador, se ha convertido en un configurador de autoestima. Aunque de sobra sabemos que no tener pareja no significa que estés carente de amor o que tenerla no significa que disfrutes del amor. Eso sí, la estructura capitalista quiere personas aisladas, que se comuniquen lo justo, que no muestren excesivamente sus emociones, que siempre estén felices y se diviertan. Pero además, y sobre todo, que no sean auténticas, excepto con sus románticas parejas. No nos permitimos ser auténticas pero lo anhelamos; lo malo es volcar ese deseo en una persona en exclusiva.
Aclaro que tampoco creo que esté mal hacer acuerdos y dejarse fluir. Solo que pienso que muchas veces no es suficiente. Porque en una relación viva entre seres vivos y en continuo cambio, es fácil que las palabras suplanten a la propia realidad, reduciendo nuestro campo de visión e invisibilizando la complejidad. Dar por hecho a la gente o a la propia relación es la muerte de lo vivo de esa relación.
¡Qué tranquilizador es para mí saber que podemos ser inconsistentes y hasta contradictorias!
Creo que es fundamental reflexionar sobre cómo en algunos nuevos modelos del amor llamados libres no se entran a cuestionar discursos patriarcales y capitalistas como el individualismo más feroz, el desprecio a la compasión, el abuso de poder, el consumo de cuerpos y enamoramientos, el ansia de diversión permanente, el rechazo a nuestra vulnerabilidad, el afán de sustitución compulsiva de lo viejo por lo nuevo, el culto a la belleza sin movimiento y sin alma, la propia valoración en relación al gustar o no gustar…
Algunos de estos modelos se asientan en una idea profundamente neoliberal: la de la tiranía del deseo. Donde lo más importante es seguir nuestro deseo, por encima de todo (entendiendo deseo como hacer lo que siento y quiero en cada momento), y donde, por supuesto, el deseo y el cuidado son mutuamente excluyentes. El cuidado es entendido como un sacrificio y no como un deseo en sí mismo.
Estoy convencida de que muchas veces tener unos ideales o principios nos puede servir para hacer algo creativo y no violento con algunas emociones o situaciones, para no reproducir ciertas normas sociales de opresión. Pero otras veces, esos discursos pueden llegar a convertirse en una barrera simbólica que nos impide ser.
En mi experiencia, por aferrarme a un ideal, algunas veces en lugar de estar abierta me he perdido y en lugar de sentirme libre me he sometido. A veces, incluso una de mis identidades preferidas, como puede ser la feminista, me ha hecho cerrarme a vivir la contradicción, porque también en esas identidades existen muchos deberías y normas sutiles de cómo hay que vivir el amor, haciendo que la experiencia amorosa esté plagada de historias únicas.
Los mandatos pueden ser capaces de oscurecer nuestros propios entendimientos, pero no los eliminan. Por eso muchas veces vivimos en permanente contradicción interna.
Vivimos en una cultura en la que los asuntos amorosos se pretenden resolver con metáforas de gestión emocional o control. A mí me parece más interesante pensar colectivamente cómo generar contextos que nos permitan pasar de la ética del control a la ética de la colaboración, honrando lo que es importante para nosotras, para las demás y para la propia relación, en ese juego que se establece entre la realidad y el deseo.
Contextos donde podamos entender nuestra capacidad de ser libres como una experiencia de relación y con “sentido de lo común” (según la acepción de Hannah Arendt: lo que tiene sentido para el bien común y no solo para una o unas pocas personas).
Me parece importante desmarcarnos de la dicotomía que se establece entre lo real y lo ideal, para darle espacio a lo inaudito, lo imprevisible, lo que está fuera de los márgenes de lo normal, lo que no tiene tanto espacio para escucharse y ser circulado.
Creo que poner palabras a lo que está sucediendo en nuestras relaciones, transparentando nuestros deseos, dolores, miedos y contradicciones, nos puede ayudar a salir de la lógica del asfixiante discurso del deber ser. Y así, construir tramas que desafíen la “normalización” y que nos permitan deshacernos de nuestros guardianes internos y del control permanente de unas sobre otras. Pasar de este relato pobre y problemático del amor que nos presenta el patriarcado a relatos del amor multihistoriados y enriquecidos.
Abrir puertas para seguir conversando (que etimológicamente significa transformarse con la ayuda de alguien) lejos de esas verdades totalizadoras que aprisionan nuestras vidas. Esto es increíblemente esperanzador para mí, entendiendo la esperanza no como el deseo de que todo salga bien, sino de que las cosas tengan sentido.
Parafraseando un hermoso poema de Adrienne Rich, sentir que bajo nuestros párpados unos nuevos ojos pueden abrirse.
*Este artículo fue retomado del portal Pikara Magazine

Ilustración de Irene Cuesta
Por: Laura Latorre
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 

Suicidios de mujeres también deben investigarse como feminicidio: OCNF


Acuerdo del Consejo de Seguridad Pública limita investigaciones 



El Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) alertó que el acuerdo del Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP) de indagar las muertes violentas de mujeres como feminicidio sólo cuando se presuma una intención dolosa, limita el acceso a la justicia de las víctimas al no contemplar los casos que se encubren como suicidios o accidentes.
El pasado 6 de febrero de este año entraron en vigor y fueron publicados en el Diario Oficial de la Federación los acuerdos aprobados por la Cuadragésima Tercera Sesión Ordinaria del CNSP, en una reunión celebrada el 21 de diciembre de 2017.
Entre estos se encuentra el Acuerdo 04/XLIII/27 cuyo apartado establece que “la Procuraduría General de la República (PGR) y las Procuradurías y Fiscalías Generales de Justicia de las 32 entidades federativas inicien la investigación de toda muerte violenta de mujeres de carácter doloso bajo los protocolos de feminicidio”.
Sobre esta disposición el Observatorio Ciudadano del Feminicidio objetó en un comunicado que ven con preocupación reducir la investigación de casos de feminicidio sólo ante la presunción de “homicidios dolosos” (es decir, aquellos en los que el victimario busca intencionalmente la muerte de la mujer), pues un feminicidio puede encubriese detrás de una muerte aparentemente accidental o un supuesto suicidio, como lo han documentado.
La organización agregó que el acuerdo del Consejo Nacional se ve limitado por lo establecido por la Suprema Corte de Justicia de la Nacional (SCJN) en la sentencia 554/2013, está indica que absolutamente “todas las mujeres violentas de mujeres deben ser investigados como feminicidio con perspectiva de género”.
Esta histórica sentencia se derivó del feminicidio de Mariana Lima Buendía, cuyo caso fue ejemplar sobre la necesidad de implementar protocolos especializados y agotar todas las hipótesis de investigación en las muertes de mujeres por la complejidad que pueden presentar, ya que el feminicidio de la joven de 28 años de edad se hizo pasar como un suicidio.
Mariana Lima fue asesinada en 2010 por su esposo en el municipio de Chimalhuacán, Estado de México, pero el caso fue indagado en un inicio como suicidio debido a que el feminicida, Julio César Hernández Ballinas, acomodó de esta manera la escena del crimen y denunció el aparente suicidio de su esposa ante el Ministerio Público local.
El conocimiento de la violencia previa que ejerció el asesino sobre Mariana Lima permitió a la madre de la víctima, Irinea Buendía, descartar el suicidio y aseguró que su hija fue ultimada por su pareja.
El caso llegó hasta la SCJN quien en marzo de 2015 ordenó a la Procuraduría mexiquense volver a investigarlo como feminicidio. En suma, para la no repetición de este hecho estableció una serie de estándares que deben realizar los Ministerios Públicos al momento de investigar la muerte violenta de una mujer y determinar la verdad de lo ocurrido.  
La organización civil recordó que estos lineamientos de la Suprema Corte incluyen recolectar y salvaguardar la evidencia, la realización de pruebas forenses, el recaudo de los testimonios, reconocer si la víctima estaba inmersa en un contexto de violencia y analizar estas pruebas bajo la perspectiva de género teniendo en cuenta el contexto generalizado de violencia que viven las mujeres.
Ante este caso de feminicidio y otros conocidos por el OCNF como aparentes suicidios o accidentes, el OCNF alertó que el acuerdo Consejo de Seguridad de aplicar el protocolo de feminicidio únicamente en casos que se presuma una intensión dolosa, limita aún más el acceso a la justicia para las víctimas.
También ONU Mujeres en su reciente informe sobre feminicidio en México, insistió que el suicidio de una mujer es otra forma de muerte violenta por lo que requiere ser investigada mediante los protocolos de investigación del feminicidio, hasta descartar que esa muerte fue autoinfligida o que en realidad se trata de un asesinato.
De acuerdo con las cifras que presentó la organización internacional los niveles de la tasa de suicidios de mujeres en México han ido a la alza y de hecho entre 2014 y 2015  superaron la tasa de presuntos homicidios de mujeres; según las estadísticas de defunciones de la Secretaría de Salud en 2015 hubo una tasa de 2.0 muertes de mujeres con presunción de homicidio por cada 100 mil mujeres, la tasa de presuntos suicidios se colocó en 3.8.
De lo anterior ONU Mujeres analizó: “La tendencia a la alza del suicidio genera una serie de interrogantes acerca de sus causas, pero también pone en evidencia la necesidad de diseñar políticas y programas que atienda la salud mental de las mujeres. Es también la muerta de la existencia de un contexto generador de violencia feminicida”.
Además, de acuerdo con cifras del OCNF de los registros en 17 estados del país, ocurrieron 914 asesinatos de mujeres de enero a junio de 2017, pero solamente 49 por ciento fue investigado como feminicidio.
Imagen de Rosario Nieto
Por: Hazel Zamora Mendieta
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 

La erotización del cuerpo femenino Parte I


Quinto poder
Argentina Casanova*



Ya sea bajo la violencia, la dominación o el subyugamiento, el cuerpo femenino es atravesado en la escena pública por la erotización en lo público de estas tres condiciones que derivan en tres formas de “entender” el placer y la identidad sexual femenina, lo que ha llevado a la construcción social de una imagen sobre lo que es ser mujer y las formas de experimentar el placer desde una óptica patriarcal.
¿Por qué es importante entender estas formas de erotización del cuerpo femenino y en qué consisten?
Por un lado, la erotización de la dominación que se representa en el cine, el arte, la moda e incluso en el amor romántico en el que la mujer dominada es el ideal de la construcción social, como un sujeto pasivo que de esa forma y bajo esta circunstancia encuentra placer, pero también su propia condición.
El subyugamiento sexual, el subyugamiento social, la mujer “eterna menor de edad” que requiere la conducción y que incluso en el plano sexual ha de ser conducida y guiada, bajo su propia voluntad que cede ante el deslumbramiento del poder económico, social, físico o intelectual de un hombre.
La subyugación alcanza sus máximos niveles en la publicidad como un mecanismo para la consecución de fines que los varones tengan respecto a las mujeres, así un anuncio de un anillo matrimonial es capaz de “abrir las piernas de una mujer”, de la que solo es visible el tamaño de la piedra, representación del poder que alcanza el hombre y que ejerce sobre una pasiva sin voluntad, maleable y deslumbrada.
La violencia es otra de las experiencias que atraviesan la sexualidad y que al erotizarse se convierten en un elemento más de estímulo y forma de aproximarse al cuerpo femenino, escenas de películas, publicidad, la construcción de una pornografía que sublima la violencia como una forma de experimentar el placer para las mujeres que son así subyugadas y dominadas en su “rebeldía”.
Durante los años 80 y 90, incluso a principios del nuevo milenio, tanto la música como la moda encontró en estas tres líneas la aproximación a la sexualidad femenina que de esta forma construye su propia identidad, es decir, en el imaginario femenino se depositó la idea de que ver una escena de subyugamiento, dominación y violencia era la forma de experimentar el placer y el disfrute de una erotización permeada por estos elementos.
No debe sorprendernos que, con este contexto, lo que haya ocurrido es que tenemos una sociedad en la que los hombres atravesados por su noción patriarcal de la sexualidad femenina creen que es mediante estos tres elementos como se construye el placer femenino, alentando así a una idea pública de que la violación es parte de esa forma.
La moda contribuye en gran medida a esta condición cuando en la publicidad o por sí misma explota y explora cualquiera de estas tres formas de erotización, ya sea mediante el uso de elementos del sadomasoquismo (cuero o estoperol, por ejemplo).           
Así como el lenguaje, no hay vestimenta “inocente” y la ropa es lo mismo representación de la condición de subyugamiento cuando infantiliza a las mujeres que condición de dominación con corsés que sujetan el cuerpo, lo constriñen y prácticamente tienen “maniatada”, modas que las mujeres asumimos y difícilmente podemos separar de los gustos porque así hemos crecido, siendo educadas en la vestimenta sexy con una vía para la aprobación.
La ropa, la postura e incluso la forma de interacción social de las mujeres genitales o socialmente construidas está determinada desde estas formas de atravesar la sexualidad, cuestionarlo, deconstruirlo e interpelarlo desde un extrañamiento crítico es y ha sido una de las preocupaciones e intereses principales de las mujeres que deciden abandonar la posición pasivo-receptiva de estas formas de erotización.
Transitar hacia una conciencia de la erotización basada en la dominación, el subyugamiento y la violencia implica uno de los mayores retos que afronta el ser mujer, no se trata de pretender que abandonemos de un día a otro toda la ropa, las películas, los vídeos musicales y la publicidad que hace apología a esta construcción de la violencia, sino de tomar conciencia y entender lo que hay detrás de una imagen hecha desde el afuera-patriarcal y que es impuesta a las mujeres como un estándar imitable como única forma de ser.
Ser “mujer” es distinto a ser el producto inventado-impuesto desde el patriarcado, las mujeres apenas estamos descubriendo nuestro yo, debajo de todas las máscaras y corsés impuestos desde el patriarcado. Reproducir ese ser mujer sin ningún cuestionamiento, es reproducir la invención del patriarcado.
No es imitar el ser mujer-patriarcal lo que necesitamos, es inventarnos una nueva forma de serlo.

Imagen retomada de Yotube
Cimacnoticias | Campeche, Camp.- 

Por qué los asesinos en masa siempre son hombres (y muchos comparten un rasgo común)

Florida

Algunos autores de matanzas recientes: Robert Lewis Dear, Dylann Roof, Elliot Rodger y Stephen Paddock. Foto: Getty

No sólo estaba obsesionado con las armas y había tomado cursillos de entrenamiento militar, también pegaba a su exnovia. Nikolas Cruz, el exalumno de 19 años que ha asesinado a 17 personas y herido a otras 15 en un tiroteo en su antiguo instituto de Florida (EEUU) había sido expulsado del centro por pelearse con el actual novio de su expareja, joven a la que había maltratado en el pasado, según ha narrado una compañera del instituto al Boston Globe. Además, según ha confirmado el líder de La milicia nacionalista blanca –grupo de ultraderecha estadounidense– el autor de los disparos pertenece a la organización y había participado en alguno de sus actos en Tallahassee, la capital del estado.
Hombres y con un pasado cargado de odio y violencia hacia las mujeres. Este, a grandes rasgos, es el perfil de los autores de masacres en Estados Unidos. Los datos lo certifican: el 98% de los asesinatos en masa los cometen ellos. Desde 1982 a octubre de 2017, solo dos mujeres perpetraron dos tiroteos múltiples frente a los 92 llevados a cabo por hombres. Según un estudio de Everytown for Gun Safety, en las 10 masacres más mortíferas de EEUU, nueve de sus asesinos tenían un historial de amenazas, violencia o abusos sobre las mujeres. La misma investigación desprende que el 54% de los asesinos en masa entre 2009 y 2016 estaban fichados por denuncias de violencia doméstica. Hagamos un repaso de este rasgo común entre ellos:
Florida
Entre 1982 y 2017, solo dos tiroteos estuvieron iniciados por mujeres. El tiroteo que implicó a un hombre y una mujer fue el de San Bernardino en diciembre de 2016. Foto: Statista.com
Stephen Paddock, el millonario de 64 años autor de la mayor masacre de EEUU (asesinó a 58 personas entre una multitud que disfrutaba de un concierto disparando ráfagas de balas desde la habitación de su hotel) fue después señalado por maltratatar a su novia en público.
Omar Mateen, que mató a 49 personas e hirió a 53 más en un tiroteo múltiple en una discoteca gay de Orlando, además de ser homófobo, tenía un historial de abusos hacia su ex mujer, a la que llegó a mantener como “rehén” durante los cuatro meses que duró su matrimonio (“me pegaba a menudo y no me dejaba hablar con mi familia”, explicó la afectada tras la masacre).
Robert Lewis Dear, que asesinó a tres personas –entre ellas un policía– e hirió a otras nueve más en una clínica de planificación familiar en Colorado Springs en 2015, había sido denunciado por violencia doméstica por dos de sus tres exmujeres y en 1992 fue arrestado por violación y violencia sexual.
James Hodgiskon, el hombre que disparó contra una veintena de congresistas conservadores que jugaban al béisbol a 20 minutos del Capitolio (hirió a cinco personas, entre ellas al líder de la bancada republicana en la Cámara de Representantes, Steve Scalise) también estaba registrado por violencia doméstica. En 2006 había sido arrestado por agresión y descarga de arma de fuego sobre su hija adoptiva en casa de un vecino –después perdería la custodia de la adolescente, de 19 años–.
Devin Patrick Kelley, el activista de extrema derecha que mató a 26 personas en una iglesia de Texas el pasado mes de noviembre, había sido expulsado de la fuerza aérea estadounidense en el pasado por mala conducta. Esa mala conducta incluía haber agredido a su mujer y a su hijo, así como haber enviado mensajes amenazantes a su suegra, que acudía a la iglesia donde perpetró los asesinatos.
Cedric Ford disparó a 17 personas en su trabajo de Kansas, matando a tres de sus compañeros, solo 90 minutos después de obtener una orden de alejamiento de su exnovia, que afirmaba haber sido maltratada.
Dylann Roof, el joven racista que mató a nueve afroamericanos en una iglesia de Charleston, perpetró una mascare “teñida de control patriarcal sobre las mujeres”, tal y como recordaría Rebecca Traister en su ensayo Lo que realmente tienen en común los asesinos en masa. Antes de asesinar a sus víctimas, Roof gritó “venís a violar a nuestras mujeres y a quitarnos nuestro país”. El joven había sido criado viendo cómo su padre abusaba físicamente y verbalmente de su madrastra durante 10 años.
“No sé por qué no os atraigo a vosotras, chicas, pero os voy a castigar por ello… Finalmente, veréis quién soy, de verdad, el ser superior, el auténtico macho alfa”, dijo Elliott Rodger en el video que precedió al tiroteo y apuñalamiento que perpetró, matando a siete personas –su suicidio incluido–, en su instituto en 2014. Tras la tragedia, Jeffrey Kluger se preguntaba en Time, “si dices que te ha sorprendido que su nombre fuese Elliott y no, pongamos, Ellen, o bien no has estado prestando atención o estás jugando a la corrección política. Pero el hecho es este: casi siempre son los chicos los que se vuelven malos. La pregunta es, ¿por qué?”
Florida
Una mujer abraza a dos chicas en el puesto policial habilitado en el parking del instintuto Stoneman de Florida tras el tiroteo. Foto: Getty
“Obviamente, no todos los acusados de violencia doméstica se convierten en asesinos en masa”, explicaba Jane Mayer en The New Yorker. De ser así España, un país con un problema grave de violencia de género, viviría también este tipo de masacres y no es el caso. Pero es indiscutible que es un rasgo que más de la mitad de los autores de masacres en EEUU comparten. “Está claro que hay un alarmante número de ellos que han sido acusados de abusos en el hogar y amenazas de muerte, no solo hacia sus compañeros en la intimidad sino a la sociedad en general”, añadía.
En la misma línea de llamar la atención sobre este ámbito está Rebecca Traister, que apuesta por “examinar los patrones de violencia hacia las mujeres”. La ensayista Rebecca Solnit, que analiza este fenómeno en un su ensayo de 2013 La guerra más larga (traducido por Capitan Swing en Los hombres me explican cosas) hace hincapié en la falta de visibilidad y análisis de la (problemática) concepción de la masculinidad blanca en EEUU y su relación con los asesinatos en masa. “Alguien ha escrito una pieza sobre cómo los hombres blancos son los únicos que cometen masacres en los EEUU y los comentarios más hostiles eran por el factor de ser blanco. Es raro ver a alguien comentar este estudio científico, aunque sea de la forma más seca posible: “Ser hombre se ha identificado como un factor de riesgo de comportamiento criminal violento en diversos estudios, así como los es tener padres antisociales o pertenecer a una familia pobre”.
Para Solnit, el patrón de violencia masculina es “claro como la luz del día” y lamenta las etiquetas con las que se suelen asociar a estos crímenes. “Cuando los medios dicen pistolero solitario, todo el mundo habla de solitarios y de pistolas, pero nadie habla de hombres”. Preguntada hace unos meses sobre esta etiqueta de lobos aislados en esta revista, la escritora y activista reafirmó su voluntad de incidir en el género en este tipo de incidentes y así analizar qué tipo de masculinidad construimos para qué estos hombres decidan matar en masa. “Bien, si un nativo americano comete un crimen, hablamos de su categoría. Si una lesbiana comete un crimen, hablamos de su subcategoría. Por supuesto lo hacemos cuando los musulmanes cometen un crimen. Y todavía hay crímenes cometidos por el hombre blanco y no se habla de ese patrón. Nombrarlo es decir que esa violencia no es de “ellos”, sino “nuestra”, una violencia que no viene de fuera, sino de dentro y que no es que sea una amenaza a nuestra cultura, sino que es la cultura en sí misma. Por eso es tan importante decirlo, pero mucha gente no lo ve, otros se enfurecen por hablar de este marco y algunos son demasiados tímidos para hablar”, sentenció.

Mujeres de Chiapa de Corzo podrían ser multadas con 30 mil pesos


La medida aplicará para las casadas con hombres de otros sitios

   Por: Sandra de los Santos


Imagen retomada del portal Chiapas Paralelo | Mujeres
desplazadas de Chalchiuitán

Ejidatarios de la comunidad Carmen Tonapa del municipio de Chiapa de Corzo, en Chiapas, pretenden imponer una “cuota” de 30 mil pesos a las mujeres que se hayan casado con hombres que no son originarios del lugar.
En una asamblea ejidal realizada el pasado 10 de febrero, el comisariado ejidal, Eleuterio Gómez Aguilar, habló sobre la posibilidad de aplicar esta “multa” para un total de 46 mujeres que viven con sus esposos en la comunidad y que no sean originarios de la misma.
La comunidad Carmen Tonapa se fundó en 1982 con población zoque desplazada por la erupción del volcán Chichonal. Debido a la erupción unas 20 mil personas salieron de sus lugares de origen. Hay comunidades de personas desplazadas en diferentes estados y municipios.
La medida es desigual para mujeres y hombres en esta condición, pues ellas, deberán pagar la “multa” pero los varones no, aunque estén casados con mujeres de otras comunidades. Hay mujeres que llevan entre 13 años y meses de casadas con hombres de otro sitio.
Los ejidatarios que están de acuerdo con que se cobre la multa, advirtieron que en el caso de que las mujeres se nieguen a pagar la “multa” se les quitarán los servicios de agua y energía eléctrica.
De acuerdo al reglamento interno, las personas que lleguen a vivir a Carmen Tonapa –sin ser originarios de ahí- tienen que pagar una cuota de 2 mil pesos, entregar las cooperaciones de las festividades y apoyar los acuerdos de la asamblea ejidal.
En la asamblea las propias mujeres se negaron a pagar la multa por considerarla discriminatoria y por no haber una razón que justifique hacerlo; por lo que se propuso disminuir la cantidad a mil 500 pesos, a lo que ellas se volvieron a oponer.
Debido a que no llegaron a ningún acuerdo, el comisariado ejidal suspendió la asamblea y la pospuso para este sábado sábado 17 de febrero donde se volverá a discutir si se impone la multa y bajo qué condiciones.

DE LA VIOLENCIA EN LA COMUNIDAD

De acuerdo con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia, esta acción constituye violencia comunitaria la cual es definida en su artículo 16, como “los actos individuales o colectivos que transgreden derechos fundamentales de las mujeres y propician su denigración, discriminación, marginación o exclusión en el ámbito público.
En su artículo 17 establece que el Estado mexicano debe garantizar a las mujeres la erradicación de la violencia en la comunidad, a través de la reeducación libre de estereotipos y la información de alerta sobre el estado de riesgo que enfrentan las mujeres en una sociedad desigual y discriminatoria y propone un sistema de monitoreo del comportamiento violento de los individuos y de la sociedad contra las mujeres.
La propia Ley de Chiapas, también reconoce la violencia en la comunidad a la cual define como “los actos individuales o colectivos que transgreden o menoscaban los derechos fundamentales de las mujeres, sobre todo aquellas de origen indígena; propiciando su denigración, discriminación,
marginación o exclusión en cualquier ámbito.
El informe de Alerta de Violencia de Género contra las mujeres para el estado de Chiapas, elaborado por el Grupo de Trabajo, reconoce que la mayoría de la población en Chiapas vive en una situación de pobreza.
Hasta el año 2012, señala el documento, el porcentaje de pobreza extrema de la población en Chiapas era del 32 por ciento, lo que equivale a 1 millón 629 mil 197 personas que vivían en esta condición y de esta población, las mujeres indígenas representaron 30.43 por ciento.
Más aún, del total de mujeres indígenas del estado de Chiapas, 73.99 por ciento vive en pobreza extrema.

Foto: Ángeles Mariscal
Cimacnoticias/ChiapasParalelo | Tuxtla Gutiérrez, Chis .-