Francisco Bravo*
En este año de elecciones presidenciales, el charrismo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) realizará su séptimo Congreso Nacional los días 12, 13 y 14 de febrero en Puerto Vallarta. Se trata de un burdo show donde todo está a modo para legitimardiversas decisiones ya tomadas por la cúpula sindical, pero dictadas desde las altas esferas del poder gubernamental. Entre otras cosas, se aprobará la maquinaria electoral que apoyará al candidato oficialista, una vez hecha la alianza formal entre el Panal y el PRI.
Otro objetivo será retomar el control diluido después de la rebelión de miles de docentes en casi todos los estados del país por la aplicación laboral de la mal llamada reforma educativa. Ellos saben que hay una inconformidad generalizada de los profesores por el aval que dieron para la pérdida de derechos tan sentidos, como la plaza base y el sometimiento a exámenes inútiles que nada tienen que ver con la mejora de la educación. Rehacer el control también se relaciona con las disputas intercharriles. Elba Esther Gordillo y sus huestes han manifestado su apoyo al candidato presidencial de Morena, quien por cierto, no tendría que olvidar los asesinatos de compañeros, la impunidad del saqueo, la represión y el gran daño que ha hecho la cacique sindical a la educación.
En el evento charro seguramente reelegirán a Juan Díaz de la Torre, tanto porque ello mantiene la tradición histórica de los cacicazgos en el SNTE como porque este personaje ha resultado de fácil manejo para el régimen político, idóneo para dar continuidad a la vapuleada reforma educativa.
El Congreso Nacional es un ritual tan viejo como antidemocrático. Para llegar a él se eligen delegados de las 61 secciones del país en congresos seccionales, precedidas de asambleas delegacionales donde los maestros deberían elegir libremente a sus representantes; sin embargo, eso no es así. Donde funciona adecuadamente la estructura del contubernio charrismo-SEP (que en realidad son al mismo tiempo supervisores, directores y representantes sindicales), se ejerce la presión político-administrativa para que los docentes voten por los candidatos ya electos desde antes, so pena de sufrir las consecuencias; y donde no tienen el control implementan las mismas triquiñuelas aplicadas de siempre: robo de urnas, cambio de sedes, revientan asambleas, no se presenta quien oficialmente va a dirigir la reunión, alteran documentación, reuniones sin quorum, reuniones fast track, etcétera. En los estados donde su control es nulo ni siquiera convocan a congresos seccionales. En otros casos, sacan convocatoria para Congreso Seccional, pero luego se dan cuenta que sus cálculos político-sindicales no les cuadran y dan marcha atrás de sus propias convocatorias. Esto sucedió ahora en la Sección 9 de Ciudad de México.
Compuesta por más de 50 mil maestros de prescolar, educación especial y primaria, la novena siempre ha sido un ente que el charrismo ha querido controlar, por eso, y con ayuda de la estructura de la SEP, han implantado una política de desmantelamiento de las prácticas sindicales entre los agremiados desde hace muchos años. La última ocasión que hubo un congreso para elegir libremente al Comité Ejecutivo en la Sección 9 fue en 1998.
Durante estas dos décadas, el charrismo ha instrumentado diversas acciones para derrotar al Movimiento Democrático Magisterial (MDM) perteneciente a la CNTE. Gordillo Morales cooptó a Blanca Luna Becerril y la mantuvo diez años como secretaria general de la novena, además la hizo diputada federal por el Panal. En 2008 creyeron que había condiciones a su favor para renovar el Comité Seccional y emitieron convocatoria, no obstante, cuando se dieron cuenta de que la gran mayoría de las asambleas delegacionales y los delegados fueron ganadas por el MDM, cometieron un Charrazo, es decir, cambiaron la sede del congreso a un estacionamiento, de manera clandestina y con un puñado de delegados nombraron a un Comité espurio. Quienes operaron este fraude fueron Juan Díaz de la Torre y Bernardo Quezada.
Ante el atropello, el MDM interpuso un amparo para quitarle la toma de nota al comité fraudulento, el cual fue ganado en tribunales en 2009 y ratificado en 2010, no obstante, el charrismo y la SEP hicieron caso omiso de dicha resolución, manteniendo todas las prebendas para dicho comité, a quien sostuvieron en la ilegalidad por más de cinco años, lo cual demostró una vez más que la aplicación de la ley está supeditada a poderes fácticos y acuerdos políticos.
En enero de 2014, Juan Díaz de la Torre, en lugar de llamar a elecciones libres a los maestros de la sección novena impuso una Comisión Ejecutiva, figura que hoy sigue en funciones con más de cuatro años, lapso mayor de lo que estatutariamente dura un comité seccional. Ese grupúsculo impuesto cuenta con cuotas sindicales y decenas de comisionados sindicales, en contraparte, el MDM, desde 2008, ha elegido a comités democráticos con participación de maestros de base, realizando gestoría y activismo sindical después de trabajar en las escuelas, sin cuotas ni comisionados.
El 20 de diciembre de 2017, los charros del SNTE emitieron convocatoria, firmada por Díaz de la Torre, para realización de congreso en la Sección 9 para elegir delegados al séptimo Congreso Nacional, no obstante, echaron para atrás dicha convocatoria, excluyendo nuevamente a los docentes de participar en las asambleas delegacionales. Todos estos atropellos violentan sus propios estatutos, ya de por sí verticales y autoritarios.
Sabemos que con el actual régimen político y social, el flagelo del charrismo difícilmente desaparecerá porque es parte de su sostenimiento, recordemos que el reconocimiento legal a los sindicatos (toma de nota) lo controlan organismos supeditados al Ejecutivo Federal y es otorgado casi de manera exclusiva a las cúpulas sindicales domesticadas. Los profesores de la Sección Novena exigimos un Congreso sin condiciones ni trampas para elegir libremente al Comité Ejecutivo Seccional.
* Ex secretario general del Comité Ejecutivo de la Sección 9.
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