La ex directora del Instituto de Fisiología Celular habla del sexismo en la academia
Al discriminar a las mujeres se hace peor ciencia: Marcia Hiriart
Cuando estudias medicina a ellos les dicen doctores desde el primer día, a ellas señoritas hasta el último
Hay quienes las creen más inteligentes, pero
se vuelven retrasadas mentales con los pañales
Marcia Hiriart es una de las científicas más
exitosas de México. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores
(SNI), donde tiene la máxima categoría, el nivel tres, y es una de las
pocas mujeres que han dirigido un centro de investigación en el país. En
el camino le ha tocado vivir la discriminación sexista que existe en la
academia.
En el mismo Consejo Universitario hay compañeros que no podían decirme doctora, se mueren primero, relata.
En entrevista realizada en el contexto del Día Internacional de las
Mujeres y las Niñas en la Ciencia –que se conmemora este 11 de febrero–
la científica reflexionó sobre cómo quienes discriminan
hacen una ciencia mucho peor.
De 2013 a octubre de 2017, Hiriart fue directora del Instituto de
Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),
donde es investigadora de la División de Neurociencias. Es cirujana por
la Facultad de Medicina de la UNAM y maestra y doctora en Ciencias por
el Cinvestav-IPN. Realizó una estancia posdoctoral en la Universidad de
Pensilvania, en Filadelfia. Pertenece a las academias Mexicana de
Ciencias y Nacional de Medicina, a la American Diabetes Association y a
la Society for Neuroscience, entre otras.
–¿De qué manera afecta a la ciencia la inequidad?
–Creo que siempre es muy benéfico tener mujeres en los equipos. Y
ahora estamos en un momento en el que la ciencia debe ser colaborativa,
porque no podemos tener todas las técnicas que necesitamos para abordar
un problema. Definitivamente, aquellos que hacen de menos a las mujeres
hacen una ciencia mucho peor.
–¿Cómo observa el panorama de la formación científica para las mujeres en el país?
–En el área de ciencias físico-matemáticas e ingenierías aún hay
pocas estudiantes, en el área de químico-biológicas hay muchas. Por
ejemplo, ahora estoy dando una clase de fisiología en la Facultad de
Medicina y como 80 por ciento de mi grupo son mujeres. Sin embargo,
cuando avanzamos al posgrado su número baja.
–¿A qué se debe?
–A distintos obstáculos. Uno es que en ese momento ya están en edad
de tener hijos, casarse o tener un compañero y ellos no siempre las
acompañan a hacer un posdoctorado en el extranjero. Otro es que las
mujeres estamos educadas para ser cuidadoras. Cuando empecé a tener mi
laboratorio tuve que cuidar 15 años a mis padres y a un hermano enfermo.
Cada vez que regresaba de un congreso y tenía muchas ideas, no las
podía llevar a cabo tan rápido como me hubiera gustado.
–¿Considera que hay discriminación por género en la academia?
–Creo que es muy frecuente que los hombres discriminen a las mujeres en este medio y que las subestimen.
–¿Cuál ha sido su experiencia?
–Como directora tuve muchos problemas con señores en el instituto,
pues había algunos que por definición pensaban que cómo iba a ser una
mujer la directora. Hay compañeros que nunca le pueden decir a uno
doctora. En el Consejo Universitario muchas veces me dije-ron maestra o
señora. También soy maestra y tengo una maestría. Pero, ¿por qué me
descalifican?
–¿Y en sus años de estudiante?
–En la preparatoria tuve varias maestras que decían que era inmoral que una estudiara
mmco
mientras me caso. Fue muy importante esa descalificación, porque dije que les iba a demostrar que no sería así.
–¿Y en la universidad?
–En la Facultad de Medicina era increíble: desde el primer día le
decían doctores a los estudiantes y a nosotras señoritas hasta el último
día. Cuando me entrevistaron para entrar al posgrado en el Cinvestav me
preguntó uno de los doctores:
¿Y usted piensa tener hijos?. Debí contestarle
Qué le importa, pero le dije
Sí, pero no ahorita. Dijo:
Qué bueno, porque las mujeres pueden ser más inteligentes que los hombres, pero se vuelven retrasadas mentales lavando pañales. Llegué a su curso embarazada y nunca me dirigió la palabra y me puso B en lugar de A, aunque yo era tan chambeadora como los otros.
–¿En su opinión por qué hay menos mujeres que hombres en campos como las matemáticas, la física o las ingenierías?
–Hace unos años fui la representante mexicana en un encuentro
internacional donde lo analizamos. Todas éramos de países en desarrollo,
en donde a las niñas se les pone a hacer quehacer y a los niños a
jugar. Debemos romper con esto. Tenemos que convencer a las familias de
que es importante que sus hijas también pierdan el tiempo y sus hijos
también hagan el trabajo doméstico, porque ambos nacieron para ser
felices.
Arturo Sánchez Jiménez
Periódico La Jornada
Domingo 11 de febrero de 2018, p. 29
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