Posicionado ya como coordinador de
Morena en la primera circunscripción electoral, Marcelo Ebrard habla en
entrevista con Proceso de las vicisitudes políticas que lo hicieron
abandonar el país durante varios meses –sus diferencias con el PRD y con
Miguel Ángel Mancera por la Línea 12 del Metro–, pero sobre todo acerca
de su nueva encomienda: cosechar votos para Andrés Manuel López
Obrador. El exjefe de gobierno de la Ciudad de México considera que el
PRI es el nuevo PAN, y sobre el PRD vaticina: “le va a ir muy mal”. En
los próximos comicios, dice, la apuesta es el cambio o la esperanza
contra el miedo.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Marcelo Ebrard ha vuelto al país y a la
Ciudad de México, que gobernó un sexenio, tras una “persecución
política” de los gobiernos de Enrique Peña Nieto y de Miguel Ángel
Mancera, su sucesor.
“No lo digo en plan soberbio, pero soy el político que más ha sido
vigilado por dos instancias al mismo tiempo: la local y la federal”,
sostiene Ebrard en una oficina próxima al Zócalo, desde donde Mancera le
imputó fallas y sobrecostos en la Línea 12 del Metro, que en marzo de
2014 fue cerrada parcialmente durante meses y por lo que no hay ni un
proceso legal.
“No tengo ningún procedimiento administrativo ni mucho menos penal,
ni por la Línea 12, ni por la casa de Río de Janeiro que tanto se
manejó, ni por mis ingresos, ni por mi familia”.
–¿Está limpio? –se le pregunta
–Si no, ¿cómo estoy aquí? Además, no creo que nadie me pueda decir
que fue porque simpatizan conmigo. Es porque no se encontraron elementos
en mi contra que justificaran las afirmaciones que se hicieron. Si no,
yo no podría estar en México y menos haciendo política de oposición.
Y es que Ebrard ha vuelto a la acción política para fortalecer el
proyecto presidencial de Andrés Manuel López Obrador, quien le encomendó
armar la estructura de defensa del voto en la primera circunscripción
electoral, que integran estados del pacífico y norte del país, con
Jalisco como el más complejo, siendo ya el tercer padrón nacional.
“Es un referéndum entre la expectativa de cambio y el miedo”,
puntualiza quien fuera aspirante presidencial en 2012, y advierte que el
panista Ricardo Anaya, apoyado por los partidos de la Revolución
Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC), y José Antonio Meade,
postulado por el PRI, Partido Verde y Nueva Alianza, representan el
mismo modelo que se instauró en México hace tres décadas y ya está
agotado.
“El nuevo PRI es el nuevo PAN”, afirma Ebrard, y explica que, ante
López Obrador, Meade y Anaya están actuando como lo hizo en 1988 el
dictador Augusto Pinochet en el plebiscito de Chile, porque “el eje
emocional de esta elección es el miedo”.
Subraya: “Ellos están siguiendo la estrategia de Pinochet: Si votas
en el referéndum a favor de la democracia va a haber desorden. Es el
cambio contra miedo o esperanza contra miedo”.
En amplia entrevista con Proceso la tarde del lunes 5, Ebrard no
oculta su satisfacción por haber vencido a los dos políticos que,
asegura, más lo atacaron desde el 2012, cuando dejó la jefatura de
gobierno de la capital del país.
De Mancera, a quien acusa de hacer una alianza con el gobierno de
Peña, dice: “Miguel Ángel pensaba que iba a ser candidato del PRD a la
Presidencia y acabó donde está”.
–¿Dónde está?
–¡Pues no está!
–¿En el limbo?
–No diría en el limbo. Es jefe de gobierno, pero no está. Dicen que
lo están invitando a jugar diferentes roles en el Frente. No sé si va a
pasar o no va a pasar, pero no fue candidato a la Presidencia.
Sobre Miguel Ángel Osorio Chong, quien como secretario de Gobernación
operó para que Ebrard no se convirtiera en diputado federal, celebra
que no haya sido candidato presidencial priista. Y en cuanto al PRD,
cuyos grupos impidieron a Ebrard ser su presidente, sostiene que en seis
años este partido cayó de más de 30 puntos de preferencia a 6 o 7 y
ahora se alía al PAN. Y vaticina: “El PRD es un sector del PAN y le va a
ir muy mal”.
Diego tiene razón
Con una larga trayectoria política como priista al lado del ya
fallecido Manuel Camacho Solís, quien fuera regente en el sexenio de
Carlos Salinas y diputado federal “independiente” postulado por el
Partido Verde en 1997, Ebrard se unió a López Obrador cuando, en la
elección del 2000 en la capital, declinó a su favor siendo candidato del
desaparecido Partido del Centro Democrático.
En 2012, al no ser favorecido por encuestas para ser candidato
presidencial, volvió a apoyar a López Obrador y, en la capital, a
Mancera. Tras la elección, con Peña en la Presidencia de la República,
quiso presidir el PRD, ya distanciado de su sucesor.
Es ahí cuando comienza la ruptura con el PRD, sobre todo después de
que éste avaló el Pacto por México, que él rechazó, y que implicó la
renuncia de López Obrador a ese partido del que fue fundador.
En la entrevista, Ebrard confirma lo que el panista Diego Fernández
de Cevallos reveló a Proceso en su edición 2152, en el sentido de que él
evitó “una felonía” de Vicente Fox durante su sexenio contra López
Obrador en vísperas de la elección de 2006: “Es verdad lo que está
diciendo.”
Y es que, ratifica, él tuvo conocimiento de que, por órdenes de Fox,
se ofreció a Gustavo Ponce, secretario de Finanzas de López Obrador y
procesado por lavado de dinero, salir de la cárcel a cambio de que
implicara a éste en actos de corrupción.
–¿Específicamente qué le ofrecieron a Ponce para que dijera qué?
–Lo que querían era ofrecerle libertad en concreto a cambio de que
dijera que Andrés Manuel había ordenado que hiciera A, B y C, casi hasta
ir a Las Vegas. Detalle al cien de lo que le estaban pidiendo no lo
tuvimos, pero era más o menos esto. ¿Para qué? Para golpear a López
Obrador.
–Casi en la elección.
–Prácticamente en la elección.
“Es correcto lo que él (Fernández de Cevallos) dice. Así es como se
enteraron, que sabíamos y que teníamos evidencias sobre ello. Era una
bajeza increíble. Si se hubiese llegado a dar, se publicita en plena
campaña, habría sido tremendo. Finalmente, no lo hicieron, pero estaban
en esa directriz”.
–Dice Fernández de Cevallos que fue Fox. ¿Sabe de cierto que fue así?
–Sin duda alguna. Fox era obsesivo para, por todos los medios, acabar con todo vestigio de López Obrador.
Miedo contra esperanza
Sobre el panista Ricardo Anaya, de quien Fernández de Cevallos es un
entusiasta promotor, señala que tiene como estrategia ser el candidato
del establishment, que quiere continuidad dando la impresión de un
cambio: “Es su ruta estratégica: distanciarse del PRI, presentarse como
alguien nuevo sin negativos y entonces poder disputar a Andrés Manuel”.
La irrupción del venezolano JJ Rendón como estratega electoral, dice,
revela que eso se va a completar con una guerra sucia intensiva contra
el candidato de izquierda. “La apuesta del PAN y de Anaya es clarísima:
Es por qué no pensamos que pueda ser un candidato que te resuelva tu
deseo de cambio sin ningún riesgo”.
–¿Y Meade?
–No veo tan claro su planteamiento de campaña como el de Anaya. Hay
una tensión en su discurso entre continuidad y cambio, no acabo de
entender, y está en un problema por la presión que hay.
Considera que el establishment político quiere que haya una “segunda
vuelta anticipada” entre Anaya y Meade, porque parten del supuesto de
que López Obrador no crecerá más de 36% y con 10 puntos extra el
finalista puede ganar.
La pelea entre el PRI de Meade y el PAN de Anaya, insiste, tiene que
ver con que cada uno quiere ser el finalista. “En la medida en que ese
diferendo se tarde es un gran activo para Andrés, porque es dividir tu
adversario. Hay que impedir la segunda vuelta”.
El planteamiento de López Obrador, dice, es que la elección sea a
tercios, con su oposición dividida: “Porque si hay una lección de
tercios, Andrés ya es presidente. Si no logran hacer eso, Andrés va a
ser presidente sin duda alguna. Trae una ventaja de cuando menos 12
puntos. Esta es la estrategia. ¿Se va a lograr? No sé, no está tan
fácil”.
Lo que es claro, insiste, es que esta elección será la del miedo
contra esperanza. Pero, además, tras lo ocurrido en la elección del
Estado de México en 2017, es evidente que “la tentación por hacer una
elección de Estado es muy alta por lo que está en juego”: el fin o la
continuidad de un ciclo.
Ebrard considera que el agotamiento de la etapa reciente de la
historia de México se evidencia en tres aspectos: La violencia
incontrolable y creciente, y no sólo los homicidios, sino todo lo
asociado con el respeto a las personas y sus propiedades; segundo, el
deterioro de todas las instituciones por la corrupción, el
patrimonialismo, el familismo y los privilegios, y tercero, la pobreza y
la desigualdad.
Aunque el PAN y su candidato Anaya quieren diferenciarse, dice, han
sido parte de esta coalición conservadora, pero es sólo una estrategia
electoral. “Todas las decisiones estratégicas las han votado, incluyendo
su candidato a la Presidencia”.
Insiste en que, por más que se quiera diferenciar del PRI, Anaya
representa la misma continuidad que Meade: “El nuevo PRI es el nuevo
PAN”, mientras que López Obrador es “el único que enarbola un esquema
alterno, que van a tratar de desactivar sembrando miedo”.
–¿Y cómo neutralizar o contrarrestar el miedo?
–Es una gran pregunta que se han planteado todos los estrategas desde
hace varias décadas. Parte tiene que ver con lo que transmites en
términos de lenguaje corporal, lenguaje (verbal): No tenemos que estar
enojados, hay que saber incluir a otros, hay que presentar más
propuestas. Muchas de estas cosas ya las está haciendo Andrés Manuel,
pero hay que ayudarle los que son candidatos en esa tarea.
Lo que oculta Mancera
Pero además, prosigue Marcelo Ebrard, es preciso articular una
estructura electoral para la defensa del voto, una debilidad histórica
de la izquierda que en esta elección tiene preocupado a López Obrador.
“Andrés está muy consciente de eso, lo conversamos. Me dijo: ‘Sí, es
mi preocupación’. Por eso me manda a esa zona”, dice Ebrard en
referencia a su designación como coordinador en la primera
circunscripción electoral que abarca Chihuahua, Baja California, Baja
California Sur, Durango, Sinaloa, Sonora y Jalisco, con cabecera en
Guadalajara, Jalisco, donde la izquierda ha sido débil y donde reside
casi una cuarta parte de la población del país.
Ebrard ya se trasladó a Guadalajara y su primer golpe fue incorporar a
su equipo al alcalde con licencia de Tlajomulco, Alberto Uribe, quien
era el coordinador de campaña del candidato a gobernador de Jalisco, el
emecista Enrique Alfaro.
“La incorporación de Alberto Uribe muestra el talante incluyente de
la campaña de AMLO”, escribió Ebrard en Twitter el jueves 8, cuando se
hizo el anuncio público en Guadalajara, donde tendrá su cuartel de
operación, aunque viajará a cada estado de la primera circunscripción
electoral.
“Para modificar lo que está pasando en el país necesitamos ganar. Para eso hay que cuidar los votos”, insiste Ebrard.
López Obrador también nombró a Bertha Luján, Ricardo Monreal, Julio
Scherer Ibarra y Rabindranath Salazar coordinadores de las otras cuatro
circunscripciones, porque todos los estados los gobiernan el PRI y el
PAN, que previsiblemente van a operar a favor de sus candidatos.
“¿Qué tienen de su lado ellos? Estructura y miedo. La idea es
movilizar el miedo. Es un referéndum entre la expectativa de cambio
contra miedo, que en esencia no tiene tampoco nada de nuevo”, subraya.
Ebrard sabe que la Iglesia católica lo detesta por haber apoyado los
matrimonios igualitarios y la despenalización del aborto, pero el
trabajo que le encomendó López Obrador es otro.
“No me está mandando como candidato a algo, sino como un organizador
de un tema estratégico. Yo no le voy a resolver ese problema con la
Iglesia ni remotamente”.
Sobre la Línea 12
Constructor de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México,
inaugurada prácticamente en la campaña de 2012, Ebrard fue señalado como
responsable de las fallas que motivaron el cierre de esa línea que
afectó a millones de habitantes, en marzo de 2014.
Luego se intensificaron contra él señalamientos de sobrecostos en la
construcción de la obra, de haber favorecido a su familia con una casa
ubicada frente a la plaza Río de Janeiro, en la colonia Roma, e
inclusive de haber filtrado la información sobre la Casa Blanca de Peña y
su esposa Angélica Rivera, en las Lomas.
“A nivel federal se le dijo, y está por escrito, que no tengo ningún
proceso. Se había abierto una averiguación sobre la Línea 12, instigada
por una asociación civil de egresados de derecho de la UNAM, que eran
coetáneos de Granados (Manuel, el actual presidente del PRD). Presentan
una denuncia, creo que en 2015, y lo que sabemos es que esa denuncia
acabó siendo concentrada en la Procuraduría de Justicia de la capital, y
hasta ahí llegó.
“Hasta el momento no sabemos qué le hicieron a la línea, porque está
reservada la información. Tú no puedes consultar qué se le hizo. Y los
trenes son los mismos. De los 30, nosotros recibimos 23 y la actual
administración ha recibido siete.”
–¿Lo que está usted diciendo es que está en duda que haya habido fallas en la Línea 12?
–No lo sé. Lo que estoy diciendo es que la información está
reservada. No me atrevería a descalificar el informe, pero no sabemos
qué le hicieron, porque no es público.
Esta entrevista se publicó el 11 de febrero de 2018 en la edición 2154 de la revista Proceso.
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