Un
grupo de activistas que monitorean la inclusión del enfoque de género
en las negociaciones climáticas de la COP 20 en Lima, durante un
encuentro informativo el 9 de diciembre. Crédito: Diego Arguedas Ortiz
/IPS
LIMA, 9 dic 2014 (IPS) -
A pesar del reconocimiento científico internacional de que las mujeres
son afectadas de manera desproporcionada por el cambio climático, los
avances para reconocer su importancia durante las negociaciones
climáticas que se desarrollan en Lima son escasos y existen amenazas de
retrocesos.
“En los documentos hay referencias a género, pero el lenguaje
empleado es débil, por lo que queremos empujar con más fuerza la
equidad de género, en lugar del equilibrio de género”, dijo a IPS la
nepalí Mrinalini Rai, consejera en temas de género y poblaciones
indígenas de Global Forest Coalition.
Rai criticó así la presión de algunos gobiernos, encabezados por
Arabia Saudita, de eliminar de textos de la 20 Conferencia de las
Partes (COP 20) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre
Cambio Climático (CMNUCC) el término equidad de género, conjurado por
otro grupo impulsado por México.
La COP 20, que acoge la capital peruana desde el 1 y hasta el 12 de
este mes, dedicó este martes 8 la jornada al “Día del Género”, como
espacio para reflexionar sobre el rol que deben tener las mujeres en
las negociaciones climáticas, entre crecientes corrientes conservadoras
sobre el tema.
“Nos sentimos
marginadas y la experiencia que he visto es que las mujeres están
sufriendo mucho por el cambio climático. Nos está afectando, al campo y
a la producción. Ya no se sabe cuándo es cada estación y por eso hemos
venido a Lima”: lideresa rural boliviana Bertha Guarachi.
Rai subrayó que “la manera en que las mujeres mitigan y se adaptan
ante el cambio climático es diferente a la de los hombres, por eso
cuando decimos que queremos equidad de género lo que decimos es que
queremos garantizar los derechos de las mujeres en todas las
negociaciones y documentos”.
Lo más importante no es lo que digan los documentos en sus textos,
sino lo que esto implica para las mujeres en sus vidas, fuera de los
salones de negociación. Para Rai, no se trata solo de “reconocer las
diferencias”, sino que el lenguaje “sea una manera para presionar en
políticas que aterricen en el terreno”.
La activista nepalí trabaja con comunidades indígenas en Tailandia,
donde constatado los impactos desproporcionados que sufren las mujeres
por el cambio climático, al estar en primera línea en la batalla
cotidiana contra el fenómeno, mientras cuentan con menos capacitación y
menos reconocimiento de sus derechos que los hombres.
En las montañas de Bolivia, las mujeres de la comunidad de
Cebollullo, en el departamento de La Paz, también sienten de cerca el
impacto que el cambio climático tiene en su trabajo.
“Nos sentimos marginadas y la experiencia que he visto es que las
mujeres están sufriendo mucho por el cambio climático. Nos está
afectando, al campo y a la producción. Ya no se sabe cuándo es cada
estación y por eso hemos venido a Lima”, dijo a IPS la lideresa de esa
comunidad rural e indígena, Bertha Guarachi.
Bertha
Guarachi, lideresa de un pequeño asentamiento rural e indígena en el
valle de Cebollullo, en Bolivia, llegó a la COP 20, en Lima, para
aprender a mejorar la adaptación al cambio climático para su comunidad.
Crédito: Diego Arguedas Ortiz /IPS
A nivel mundial, un estudio del Instituto de Desarrollo Alemán
determinó que las mujeres producían entre 60 y 80 por ciento de los
alimentos cosechados en los países en desarrollo.
Pero en contraste, la investigación de 2009 evidenció que solo 10
por ciento de ellas eran propietarias de las tierras agrícolas y cerca
de dos por ciento de los títulos de propiedad.
Esto implica que si llegaran fondos de cooperación o donantes para
aliviar problemas de vulnerabilidad climática en ciertas zonas
agrícolas, es más probable que el dinero termine en las manos de los
hombres dueños de las tierras, que en las de mujeres que las trabajan,
acentuando aún más la desigualdad de género y los retos ante el
recalentamiento planetario.
“El cambio climático no es solamente un tema científico, sino
también es cómo afecta a los seres humanos y ahí en particular a las
mujeres”, dijo a IPS la experta Elena Villanueva, del Programa de
Desarrollo Rural del Centro Flora Tristán, que trabaja el cruce entre
género y cambio climático en Perú.
De las tres convenciones creadas en la Cumbre de la Tierra,
celebrada en Río de Janeiro en 1992 -la Convención contra la
Desertificación, la Convención de la Diversidad Biológica y la CMNUCC-
solo esta última no incorporó el tema de género de manera integral,
según la Alianza Global en Género y Clima.
Pero, durante la reunión de alto nivel “Hombres y mujeres tomando
acción en equidad de género y cambio climático: ¿qué tanto hemos
avanzado?” de este martes 9, hubo también reconocimientos al avance en
los últimos 20 años en un trato más justo hacia las mujeres dentro de
la CMNUCC.
“Estuve como una funcionaria joven de PNUD en Beijing en la
conferencia de 1995 y en aquel momento era revolucionario hablar de que
los derechos de las mujeres eran también derechos humanos”, dijo en el
encuentro Susan McDade, subdirectora del organismo para América Latina.
“Ahora nadie pondría eso en duda, lo que me hacer ser optimista.
También estuve en Río y veo el avance. Cuando veo las negociaciones
climáticas, sé que tendrán que moverse también hacia la equidad”,
aseguró la alta funcionaria del PNUD (Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo).
Esta percepción contrasta con la presión de Arabia Saudita y otros
gobiernos por eliminar el lenguaje de género más progresista, que ha
sido general en Lima. Así sucedió durante al debatir sobre cómo generar
iniciativas futuras que permitieran abrir la discusión científica y
política sobre género en todo el mundo.
“En esta resolución había una lógica de frenar las palabras igualdad
de género y cambiarlas por equilibrio o balance de género, que no es lo
mismo”, reconoció Roberto Dondisch, director general de Temas Globales
de la cancillería de México.
“Para nosotros la igualdad de género es muy importante y es algo que
no es nuevo, que se estableció desde la COP de Cancún (de 2010),
entonces no podíamos permitir ir para atrás”, dijo a IPS el alto
funcionario mexicano.
De acuerdo con la Alianza Global de Género y Clima, que sigue las
negociaciones relacionadas con asuntos de género, la defensa de México
logró mantener el término “equidad de género”, pero con matices.
Ana Rojas, representante en la COP 20 de la Alianza, señaló a IPS que el texto perdió fuerza, pues “no quedó equidad como tal”.
“Quedó algo un poco más allá de equilibrio y una mención de equidad
de género pero adecuada al contexto cultural”, lo que permitiría que
cada país la interprete a su manera, dijo, en una versión corroborada
por otros participantes en los debates.
La falta de profundidad en contenidos también se ve reflejada en una
menor participación de mujeres en espacios decisivos dentro de la
Convención.
Un análisis publicado por la Organización Nacional de Mujeres
Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú a comienzos de mes identificó
la disparidad de género en cuerpos de alto nivel de la CMNUCC.
El informe determinó que de 126 miembros en seis cuerpos, como la
Comité de Finanzas y el Comité de Adaptación, tres cuartas partes son
hombres.
De hecho, pese a las afectaciones desproporcionadas que tiene el
cambio climático sobre las mujeres y la potencia que tienen ellas como
agentes de cambio mundial, la inclusión formal del género en las
negociaciones climáticas de Naciones Unidas data de apenas 2007.
Antes, en los textos de las negociaciones no había una sola mención de género, aseguraron activistas.
Editado por Estrella Gutiérrez