Son muchas las mujeres controladas o perseguidas con ayuda de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs), sobre las que se han ido formando manifestaciones específicas de violencia de género
La
Habana, 04 dic. 14. Am4ecoPress/SEMlac.- Las primeras llamadas de su
novio al móvil para confirmar si estaba en el trabajo o la casa de una
amiga le parecieron lógica preocupación de enamorado. Pero, con el
tiempo, ya no pudo estar sola más de dos horas sin recibir un mensaje
de texto o sentir el timbre del celular.
"Por
cualquier motivo me llamaba, lo mismo para preguntar si adelantaba la
comida, si iba a buscarme o para advertirme que no llegara de noche. Si
no le respondía, se molestaba conmigo", recuerda una comunicadora
cubana de 30 años que prefiere no exponer su nombre, por seguridad.
Cuando se
separaron hace un año, porque se sentía asfixiada, el teléfono fijo, el
celular, el correo electrónico y hasta sus perfiles en redes sociales
fueron canales de persecución por parte de su expareja.
"Recibía
llamadas a cualquier hora y, si optaba por no responder, sumaban más de
10 intentos. La situación se hizo intolerable y comencé a temer por mi
seguridad, porque también llegaban correos de ofensa o arrepentimiento
y comentarios en Facebook", revela la joven con voz entrecortada.
Ante las negativas de reconciliación, el hombre comenzó a reaccionar con mensajes airados y groseros por las mismas vías.
"Duró unos
tres meses en que tenía miedo al timbre del teléfono, a revisar el
correo e incluso pensé en cambiar de número. Solo se detuvo cuando un
amigo lo amenazó con golpearlo si me seguía perturbando", sostiene la
muchacha.
Como en este
caso, son muchas las mujeres controladas o perseguidas con ayuda de las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs), sobre
las que se han ido formando manifestaciones específicas de violencia de
género.
Especialistas
aseguran que en Cuba, donde la conectividad a internet y el acceso a la
telefonía móvil no ostentan el adelanto tecnológico de otras naciones y
resultan costosos para la media de la población, la agresividad
machista también cobra fuerza desde esos espacios, sobre todo entre las
jóvenes.
"El celular
permite saber, automáticamente, dónde está la persona y con quién, y
aunque nuestra tecnología no permite enviar fotos al instante como
prueba ni incluye GPS, sí mantiene a la persona localizada", advierte
la profesora universitaria Magela Romero.
El control
desde el móvil resulta de interés en tanto este es uno de los regalos
más comunes en los noviazgos entre un hombre que provee y una mujer más
joven, apunta la socióloga.
En 2013, la
Oficina Nacional de Estadísticas e Información reportó dos millones
104.600 líneas de telefonía móvil y dos millones 923.000 computadoras
conectadas a internet en Cuba, un país con casi 11,2 millones de
habitantes.
Aunque los
datos de acceso a la web no están desagregados por género, buena parte
de las personas conectadas en Cuba pertenecen a sectores de mayoría
femenina, como estudiantado universitario y profesionales de la salud
pública, la ciencia y el periodismo.
Se trata de
recursos necesarios para la vida moderna, a los que las mujeres no
deben renunciar, abunda Romero. Pero alerta que pueden ser utilizados
para vigilarlas y ellas deben estar preparadas para detectar cuando
suceda.
Navegar entre sexismos
A la experta
en género también le preocupa la tendencia a exponer la privacidad en
redes sociales como Facebook, porque puede motivar agresiones futuras
hacia las mujeres. Más cuando se trata del sitio web más visitado desde
la isla caribeña.
Paula
Campanioni, del Instituto de Filosofía de La Habana, ha tenido que
bloquear en este medio a varios hombres, "que se creen que andas
buscando ’compañía’ por estar conectada a una red social y empiezan a
mandar mensajes desagradables".
Una
investigación realizada este año por el comunicador social Ariel López
Fernández constató que, en sus biografías de Facebook, estudiantes
universitarios de la capital cubana trasladaban a la red sus
imaginarios de género, con diferencias notables entre hombres y
mujeres, y tendencia a reproducir estereotipos tradicionales.
Por los
resultados de su tesis de licenciatura, López asegura que en estos
espacios son comunes las violencias simbólica, psicológica y emocional
por motivos de género.
Entre las
personas investigadas, encontró manifestaciones de este tipo como "que
el hombre roce o entre en contacto explícito y directo con una mujer",
"que la utilice como objeto decorativo" o "para demostrar su poderío de
ser conquistador, seductor y superior".
La psicóloga
española Ianire Estébanez explica que una tecnología y práctica online
que permite conocer en todo momento dónde está, qué está haciendo y con
quién está hablando la pareja, puede traer celos exagerados y
expresiones de dominio.
En su artículo
"Del amor al control a golpe de click! La violencia de género en las
redes sociales", de 2012, la especialista expone como indicios de
cibercontrol cuando la pareja decide qué amistades puede tener o no una
mujer en sus redes, con quién puede hablar o vigila continuamente los
comentarios.
Algunas veces se llega a las humillaciones públicas, amenazas, la publicación de fotos o videos íntimos o mensajes constantes.
También hay
ciberacoso cuando se monitorea, rastrea o persigue a una persona desde
las TICs, se envía comunicación no deseada con insinuaciones sexuales,
se roba identidad o información personal y se espía, registra o rastrea
el uso de la computadora o internet sin permiso.
¿La misma violencia?
Si bien
cualquier persona puede ser víctima de estos comportamientos, suelen
ser ejercidos con mayor frecuencia sobre grupos vulnerables como
mujeres, menores de edad, jóvenes y personas LGBTI, lo cual produce
angustia, inseguridad y limita la capacidad de participación y uso de
las TICs.
Para el
comunicólogo cubano Mario Nieves Cruz, la violencia de género se ha
trasladado por ósmosis a los nuevos medios de comunicación donde esta
se expande, diversifica y produce repercusiones escandalosas.
"Si pensamos
que la violencia simbólica y el acoso por motivos de género son
residuos activos del machismo, la intolerancia y las insensibilidades
que todavía produce la sociedad contemporánea, al abrirse esta a las
nuevas y complejas relaciones de acceso en redes lleva consigo aquellas
prácticas", considera el catedrático.
En su libro
Redes sociales, ética e intimidad. Hechos y meditaciones, presentado la
pasada semana en Monterrey, México, Nieves analiza casos reales en los
que la información personal transmitida desde redes sociales y blogs ha
desembocado en asedio, suicidios y agresiones trágicas a jóvenes,
mayormente mujeres y gays.
A su juicio,
los mecanismos de maltrato desde estas redes son tan variados,
dinámicos y sorprendentes como las aplicaciones, sitios y dispositivos
tecnológicos de que se valen.
"Sus implicaciones indisponen, dividen, laceran; erosionan la confianza, disminuyen y hasta matan", expone el escritor.
"Conozco
varios casos de mujeres que se han sentido violadas porque sus parejas
les han subido sus fotos íntimas a las redes", opina la periodista
cubana Rosario Ojeda Silva en alusión a la llamada "porno-venganza".
Por la débil
conectividad y las restricciones a la descarga de pornografía en línea,
este tipo de contenido sexual suele distribuirse en Cuba por canales
informales, como dispositivos móviles y memorias flash, pero casi
siempre sin consentimiento de las implicadas.
El fenómeno de
la violencia contra las mujeres en los nuevos medios preocupa a grupos
feministas y organismos internacionales que ya lanzan campañas para
hacerlo visible.
La Declaración
final de la 57 Sesión de la Comisión sobre la Condición de la Mujer de
las Naciones Unidas (CSW), realizada en marzo de 2013 en Nueva York,
Estados Unidos, remarcó la importancia de diseñar mecanismos para
combatir la utilización de las TICs al cometer actos violentos contra
las mujeres y las niñas.
En particular,
denunció "el uso delictivo de la tecnología de la información y las
comunicaciones para el acoso sexual, la explotación sexual, la
pornografía infantil y la trata de mujeres y niñas, y las nuevas formas
de violencia, como la intimidación cibernética, el ciberacoso y las
violaciones de la privacidad".
No obstante,
Nieves Cruz recuerda que también los nuevos medios, el periodismo
ciudadano, las redes, los videologs, la blogosfera y todas las
aplicaciones y dispositivos tecnológicos al alcance pueden ser
herramientas para combatir la violencia machista y reivindicar la
equidad de género.
"Una voz
aislada es una idea que se pierde, no importa cuánta fuerza almacene;
una red de voces es una fuente de energía simbólica, una fuerza de
cuyos alcances ya se dan noticias", considera Nieves Cruz, catedrático
de la Universidad Regiomontana de Monterrey.
Foto: Archivo AmecoPress.
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