Carlos Fazio
Fue el Estado. El
operativo especialen 36 alcaldías de la Tierra Caliente, que abarcará espacios territoriales de Guerrero, Michoacán, Morelos y el estado de México, no podrá hacer desaparecer la responsabilidad del Estado mexicano en los hechos de Tlatlaya e Iguala. En ambos casos, agentes del Estado, en su carácter de servidores públicos, participaron de manera directa en la comisión de ejecuciones extrajudiciales y en la práctica de la tortura y la detención-desaparición forzada de 43 normalistas, lo que configuran crímenes contra la humanidad sancionados por el Estatuto de Roma, del que México es signatario desde 2005, por lo que dichos actos caen bajo la competencia de la Corte Penal Internacional (ONU, 1998).
La ejecución sumaria de 22 jóvenes sometidos por miembros del
Ejército en Tlatlaya, y los homicidios de seis personas y la
detención-desaparición de 43 normalistas en Iguala exhiben el carácter
necrófilo del capitalismo: la compulsión por subordinar la vida social
al imperativo de la ganancia económica, de convertir lo viviente en oro
(muerte). El neoliberalismo como una fábrica de muerte; la acumulación
por apropiación-desposesión, mediante programadas políticas de
exterminio de población sobrante, que se combinan con otras formas de
disciplinamiento social ejercidas por agentes estatales y grupos
criminales subrogados.
La palabra
necrófilopara designar un rasgo de carácter fue utilizada por el filósofo Miguel de Unamuno en 1936, a raíz de un discurso pronunciado por el general nacionalista Millán Astray en la Universidad de Salamanca. Empezaba la guerra civil española y la divisa favorita de Astray era
¡Viva la muerte!Uno de sus seguidores la voceó durante su alocución. Cuando el general terminó, Unamuno, rector de la Universidad, se levantó y dijo: “Acabo de oír el necrófilo e insensato grito ‘¡Viva la muerte!’ Y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esa ridícula paradoja me parece repelente”. Ante eso, incapaz de reprimirse, Astray gritó:
¡Abajo la inteligencia! ¡Viva la muerte!Los falangistas aclamaron su réplica. Pero Unamuno prosiguió:
Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha.
El pasaje fue recuperado por Erich Fromm en su Anatomía de la destructividad humana.
Allí señala que el carácter necrófilo es una forma extrema donde la
necrofilia es el rasgo dominante. Según Fromm, la necrofilia puede
describirse como “la atracción apasionada por todo lo muerto,
corrompido, pútrido y enfermizo; es la pasión de transformar lo
viviente en algo no vivo, de destruir por destruir (…) es la pasión por
destrozar las estructuras vivas”.
Queda para sicólogos y siquiatras definir un eventual carácter
necrófilo en el ex presidente Felipe Calderón, quien, con base en un
Estado de excepción permanente de facto, puso en práctica una
violencia exterminadora sin límites, que facilitó una caótica y
devastadora política de desposesión y arrasamiento de las mayorías en
beneficio de la acumulación de capital de los amos de México,
convirtiendo al país en un gran cementerio clandestino de seres
humanos, en su abrumadora mayoría jóvenes y pobres.
Ahora, cuando afloran otras ridículas y repelentes paradojas, como el grito de
¡Todos somos Ayotzinapa!que hizo suyo de manera inmoral y demagógica el presidente Enrique Peña Nieto, repetimos que podrá emplearse la fuerza bruta vía la militarización y la paramilitarización del país, pero eso no convencerá a gran parte de la población mexicana, que es hoy consciente de que a la clase dominante y sus administradores de turno no les asiste ni la razón ni el derecho.
Impelido por el gran capital tras sendos encuentros furtivos con
emisarios del Consejo Coordinador Empresarial, Peña Nieto ordenó un
raído decálogo de medidas de fuerza dirigido a profundizar el proceso
de militarización iniciado por Calderón en la Tierra Caliente.
Exhibidos en la coyuntura signos de ofuscación, enojo y una cierta
alteración emocional; desnudado, acotadas sus capacidades para la
simulación y la seducción, con su decisión de crear enclaves (
zonas económicas especiales) para el saqueo de recursos geoestratégicos y la explotación neocolonial de mano de obra, y de mantener y reforzar a las fuerzas armadas en el control territorial en regiones donde han florecido históricos movimientos de resistencia popular al despotismo y la barbarie, el ilusionista de Los Pinos podría verse tentado a acentuar el carácter necrófilo del actual modelo de dominación. Lo cual significaría
mover a Méxicohacia una pendiente resbalosa que podría derivar en el surgimiento de un Estado autoritario de nuevo tipo.
El nuevo pacto en las sombras entre las élites del poder económico y
político apuesta una vez más por sofocar con terror, sangre y fuego la
resistencia social. Cuando crecen las demandas de verdad, justicia y
aparición con vida a los 42 normalistas que nos faltan, la decisión de
enviar al general Enrique Dena a la Tierra Caliente envía un mensaje de
mayor violencia represiva. La ley contra la infiltración del crimen
organizado en las autoridades municipales es un ardid que pretende
encubrir la estructural e histórica cohabitación y/o colusión entre
grupos terciarizados de la economía criminal y las fuerzas
institucionales de disciplinamiento social (el Ejército, la Marina de
guerra y las distintas policías) en todo el país. El decálogo de Peña
Nieto tiene como propósito seguir administrando de manera violenta la
lucha de clases; es un plan desmovilizador policiaco-militar que busca
desarticular el actual proceso de lucha democrática en redes de los de
abajo; la rebelión de las víctimas. También es un intento por
invisibilizar la responsabilidad del Estado en los crímenes de lesa
humanidad de Tlatlaya e Iguala.
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