José Gil Olmos
MÉXICO,
D.F. (apro).- ¿Sabe usted quien es Aurelio Nuño? Es muy probable que no
sepa quién es este personaje a pesar de que vive del erario, habla en
nombre del presidente de la República a pesar de que no tiene ni ha
sido electo para ocupar un cargo popular y habita en Los Pinos la mayor
parte de su tiempo.
Su carrera política siempre ha transcurrido en la oscuridad de las
asesorías políticas y quizá su gran logro es haber sido amigo del
actual secretario de Hacienda, Luis Videgaray, lo que le permitió estar
cerca de Enrique Peña Nieto desde que era gobernador del Estado de
México.
Bueno, pues a pesar de que no tiene ninguna representatividad
política o electoral se ha dedicado a ejercer actividades de gobierno e
incluso hablar a nombre del Presidente dando entrevistas a medios
extranjeros ante los cuales aparece como el hombre detrás del poder.
Nuño, de 37 años, a diferencia de sus antecesores como jefe del
gabinete presidencial, le gusta el protagonismo y en una entrevista al
periódico ibérico El País, emitió expresiones que rebasaron por mucho
su papel y que ningún otro funcionario ha hecho.
El amigo del presidente dijo: “No vamos a sustituir las reformas por
actos teatrales con gran impacto, no nos interesa crear ciclos
mediáticos de éxito de 72 horas. Vamos a tener paciencia en este ciclo
nuevo de reformas. No vamos a ceder aunque la plaza pública pida sangre
y espectáculo ni a saciar el gusto de los articulistas. Serán las
instituciones las que nos saquen de la crisis, no las bravuconadas”.
No podían ser más desacertadas y anticlimáticas las expresiones del
segundo en Los Pinos al referirse a los últimos casos que han sometido
a Peña Nieto a la dura prueba de crisis de gobernabilidad y de
credibilidad.
Tomando un papel que no le corresponde, a nombre del gobierno
federal, Nuño descalifica las críticas que ha recibido el presidente
por su incapacidad de resolver el caso de la desaparición de los 43
normalistas de Ayotzinapa desde el 26 de septiembre, de dar una
respuesta clara a la compra de la millonaria casa de Angélica Rivera y
de los cuestionamientos a las reformas estructurales, principalmente la
energética.
Calificar de “actos teatrales” y de “ciclos mediáticos de 72 horas”
a las críticas y protestas sociales de miles que han llenado las calles
exigiendo justicia para los normalistas de Ayotzinapa y un mejor rumbo
para el país que se encuentra estancado en su economía, empantanado en
la corrupción y estacionado en la impunidad, no ayuda en nada al
gobierno de Peña que necesita sumar y no restar ante los gritos
desesperados de la sociedad.
Al referirse a la crisis de confianza de Peña Nieto – 60% de los
mexicanos desaprueban su gobierno–, con una miopía propia de quien es
parte del problema lo evade y acusa que se trata de un mal
funcionamiento de la estrategia de comunicación que, por cierto, es una
de sus responsabilidades.
Y tras deslizar que habrá cambios suelta una frase que revela una
vez más su falta de experiencia política: “No es fácil cambiar las
llantas con el coche en marcha”. Se le olvida que él no es el
conductor, que el responsable de manejar tiene que hacer una pausa en
el camino para revisar el auto y luego cambiar las llantas sólo si es
necesario porque quizá lo que no está funcionando es el motor.
Nuño es el Jefe de la Oficina de la Presidencia de la República y,
de acuerdo con el reglamento emitido por Peña Nieto en abril del 2013,
no está autorizado a emitir declaraciones que sólo le corresponden al
jefe del poder ejecutivo.
De ahí que llame la atención las atribuciones que se está abrogando
como secretario de estado al hacer declaraciones tan graves y
comprometedoras a medios de comunicación nacionales y extranjeros,
asumiendo un papel que recuerda el protagonismo de Martha Sahagún,
quien siendo vocera y pareja sentimental de Vicente Fox, llegó a tomar
acuerdos de gobierno y emitir posiciones como si ella fuera la
presidenta de la República.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario