Julio César Mondragón Nava -uno de los tres normalistas torturados y asesinados junto a 43 compañeros que desaparecieron el 26 de septiembre en Iguala, Guerrero- quería ser maestro como su esposa, Marisa Mendoza (de 24 años), quien ahora tendrá que asumir sola la manutención de la hija de ambos.
Al cierre de un homenaje luctuoso (al que convocó el día de ayer el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Victoria) y una colecta en beneficio de la pequeña familia que Julio César acababa de formar antes de ingresar en agosto pasado a la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, Marisa contó a Cimacnoticias que conoció al normalista tres años atrás, cuando ella estudiaba en una normal rural de Tlaxcala.
Se enamoró de él en un baile. Se hicieron novios y hace un año supieron que tendrían a Melisa (hija de ambos), quien nació apenas hace cuatro meses y medio.
Para sostener el hogar, Julio -de 22 años de edad- trabajó como
campesino, albañil y guardia de seguridad, pese a eso intentó tres
veces ingresar a una Normal para poder ser maestro como Marisa.
La falta de oportunidad educativa en el Distrito Federal (donde
trabajaba) mandó a Julio, proveniente del Estado de México, hasta la
Normal Rural "Raúl Isidro Burgos" en la localidad de Ayotzinapa, en
Guerrero.
Según relató Marisa, la separación de ambos fue tan dura que la
última vez que se vieron él le dejó unas palabras escritas, las mismas
que ella leyó ayer con un nudo en la garganta.
"Esta no es una típica carta de despedida -dice la hoja leída mil
veces-, me atrevo a decirte que nunca me olvides, no olvides que te amo
con toda mi humildad. La semilla de un futuro sólo se siembra con
esperanzas”.
“Dile a mi hija que su papi la quiere mucho aunque para mañana ya
no esté, cuídala mucho, dale amor como yo quería darle a chorros.
Corresponde sus preguntas y dile que por siempre yo la apoyaré.
Me voy y no sé si regrese. Tengo mucho miedo por mis sueños, pero
quiero que sepas que a donde yo vaya, tú y la bebé también irán (...).
Pase lo que pase aprieta el paso y no agaches la mirada para que tus
esperanzas nunca se caigan (...)".
Marisa, quien es maestra en el DF por un sueldo menor a los seis
mil pesos mensuales, está preocupada por el futuro de su hija, a quien
Julio había previsto apoyar para garantizar que fuera a la escuela.
Ahora Marisa agradece el apoyo de las familias de los 42
estudiantes que siguen desaparecidos y que fueron a darle un abrazo,
una palabra de aliento.
Junto a ella también estuvo Ezequiel Mora, padre de Alexander
Mora Venancio, cuyos restos (un pedazo de muela y hueso) fueron
identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) la
semana pasada.
Además, activistas, estudiantes, colectivos de madres y familias
de San Salvador Atenco, en el Estado de México (Edomex), también fueron
a abrazarla, a darle cartas y regalos simbólicos, le hicieron mantas
con palabras de apoyo e incluso le dieron dinero.
"Me dicen que le eche muchas ganas, que vea por mi hija que es la
semillita que Julio dejó; pero también me dicen que exija justicia
porque ante todo ellas van estar conmigo en la lucha", reveló Marisa.
Afrodita Berta Mondragón Fronta, madre de Julio César, también
estuvo al lado de Marisa sobrellevando su propia lucha porque su hijo
"sólo quería salir adelante. Fue muy difícil para él estudiar y estaba
contentísimo de haberse quedado en la Normal de Ayotzinapa" cuenta a
Cimacnoticias.
Afrodita, quien es madre soltera, dijo que recibió la noticia
porque el Comité estudiantil de la Normal la llamó hasta su casa, en el
Edomex. "Supimos que habían reprimido a Guerrero, a los de Ayotzinapa,
donde estaba mi hijo. Ya se sabía que había tres muertos, uno de ellos
no identificado. Ese era mi hijo", compartió.
La madre identificó a Julio por internet (sin especificar si los
normalistas le enviaron fotografías o las vio en los medios de
comunicación) luego de ver la ropa de uno de los cuerpos con rastros de
tortura.
Recuerda a Julio como una persona muy tranquila que se preocupaba
por la gente, y agrega "Ahí (en su casa) no vivía una mamá y sus dos
hijos, vivíamos tres hermanos".
JORNADAS DECEMBRINAS POR APOYO A AYOTZINAPA
Al término del homenaje luctuoso de Julio César, las madres y
padres de los 43 normalistas caminaron hacia el camión que esa misma
noche los llevaría hasta Guerrero.
A paso cansado, las y los familiares iban haciendo cuentas para
saber a qué hora de la madrugada llegarían a la Normal. También iban
repasando los pendientes que el gobierno federal aún tiene con todas
las víctimas.
De entrada, dicen, la Procuraduría General de la República (PGR)
tendrá que responder por qué no ha dictado sentencia a todas las
personas detenidas por haber participado en la desaparición de los
estudiantes; también tiene que detallar qué acciones llevará a cabo
durante diciembre para intensificar la búsqueda de los normalistas.
Pero también, observan, deberá responder todos los
cuestionamientos que las familias le han hecho respecto a su versión de
cómo sucedió el supuesto asesinato de los normalistas.
Hoy por la mañana, en conferencia de prensa, las madres de
Everardo Rodríguez Bello, Julio César López y Cristián Alfonso
Rodríguez Telumbre (tres de los estudiantes desaparecidos), revelaron
que temen que por las vacaciones “se dé carpetazo” al caso.
Advirtieron que la gendarmería ya se está retirando de la entidad
y que las autoridades siguen sin dar respuestas sobre cómo buscarán a
sus hijos. “Ya sentimos el descobijo del gobierno”.
Informaron que las 43 familias y los compañeros normalistas
llevarán a cabo del 23 al 27 de diciembre una Jornada Decembrina por
Ayotzinapa, en la que esperan que la sociedad mexicana y la
internacional se solidaricen llevando a la Normal Rural de Guerrero
actos culturales y artísticos.
Sugirieron que los barrios y colonias de todo el país organicen
posadas por apoyo a Ayotzinapa; agregaron que el 24 de diciembre harán
una misa y una jornada de oraciones al interior de la Normal; y
pidieron que se apoye a las familias con ropa y cobijas, ya que algunas
personas no han abandonado la Normal desde el 27 de septiembre.
En la conferencia también criticaron que personas defensoras de
Derechos Humanos que las están apoyando están padeciendo hostigamiento,
amenazas y agresiones, pero pidieron que el miedo no amedrente ni
detenga las muestras de solidaridad que se han mostrado las familias.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | México, DF.-
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