Reclamo de jóvenes se escucha en Conferencia sobre Población
Cimacnoticias | México, DF.- Las
y los jóvenes en América Latina (AL) y el Caribe no acceden a educación
de calidad –sobre todo a Educación Sexual Integral (ESI)–, carecen de
empleos y servicios de salud, y afrontan un clima de violencia que
afecta más a esta población.
Ante ello, las naciones deben adecuar y apropiarse de manera clara de
los indicadores y líneas de acción planteadas para cumplir el Consenso
de Montevideo, un acuerdo regional que pone especial énfasis en
considerar a la juventud como sujeta de derechos.
Durante la Segunda Reunión de la Conferencia Regional sobre Población y
Desarrollo de AL y el Caribe, que se realiza en esta capital, uno de los
paneles abordó la exclusión de la educación y el empleo que enfrentan
las y los jóvenes de la región.
Ahí se dijo que se estima que la población total en AL y el Caribe
supera los 630 millones de habitantes, de los cuales casi 52 por ciento
son personas menores de 29 años de edad, y dentro de este grupo etario
las y los adolescentes de 10 a 19 años suman 112 millones.
Cerca de 30 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años (22 por ciento del
total) no estudian, ni tienen un empleo remunerado, y de este total, 70
por ciento son mujeres en su mayoría de sectores urbanos.
Nayeli Yoval, coordinadora de Elige-Red de Jóvenes por los Derechos
Sexuales y Reproductivos en México, llamó a observar a la juventud como
un tema transversal en todos los aspectos del desarrollo.
Enfatizó que hay dos retos claros en la región en materia de educación:
mejorar la calidad igualitaria y la democratización de la educación,
pues la enseñanza debe abonar a un proyecto de vida, la autonomía, y la
emancipación de las personas jóvenes, sobre todo de las mujeres.
Yoval advirtió que no hay una meta clara en la “Guía operacional” de
Montevideo, que defina cuánto se debe invertir en educación.
En materia laboral, la defensora de Derechos Humanos recalcó que es
indispensable que los países reconozcan que las y los jóvenes queremos
trabajos dignos, “no somos emprendedores”, como se ha querido atender el
desempleo juvenil en algunas naciones de la región.
Cabe decir que desde el lunes 5 de octubre y hasta este viernes 9 la
Secretaría de Economía lleva a cabo en la Ciudad de México la “Semana
Nacional del Emprendedor 2015”, con el supuesto objetivo de brindar
apoyo y herramientas a las y los jóvenes “con deseos de emprendimiento” y
a las micro, pequeñas y medianas empresas.
En el panel, Nayeli Yoval destacó que el clima de violencia en AL
impacta más a las juventudes, ya que entre las y los jóvenes se han
incrementado los homicidios y las desapariciones, y lo que está
sucediendo en México es prueba de ello. “Las juventudes de América
Latina y el Caribe están indignadas por la desaparición de los 43
estudiantes de Ayotzinapa; exigimos verdad y justicia”, declaró.
Ahí
estaba yo, sentada, escuchando con cara de terapeuta, una serie de
mentiras que suenan más poderosas cuando las emite un señor de saco y
corbata que se presenta como defensor de los derechos de las mujeres.
“Las mujeres son honestas por naturaleza”. “Las mujeres deben gobernar
porque son mejores administradoras que los hombres”. “Las mujeres son
madres, por eso pueden guiar mejor este país”.
Pocas veces he escuchado tantos clichés, hilados uno tras otro, sin que
quien los pronuncie haga una pausa para acomodar las neuronas.
Un cliché, dice mi diccionario, es una voz tomada del francés, que
significa “plancha que se utiliza para reproducir múltiples copias de un
texto o imágenes grabados en ella”. Sinónimos: estereotipo y lugar
común.
Y veamos: afirmar que las mujeres son más honestas y mejores
administradoras que los hombres “por naturaleza”, es un cliché y es una
mentira.
Por naturaleza, las mujeres tenemos un aparato reproductor diseñado para
ciertas cosas y los hombres tienen un aparato reproductor diseñado para
otras. Ahí reside la diferencia básica natural entre mujeres y hombres.
Todo lo demás es aprendido. Por tanto, hay mujeres y hombres que han
aprendido honestidad, buena administración, respeto, etcétera, y, del
mismo modo, hay mujeres y hombres que han aprendido lo contrario.
Cierto es que social y culturalmente a las mujeres se nos ha formado
para administrar los recursos que hay para el hogar. Pero afirmar que
tooodas lo hacemos bien, que toooodas somos honestas, y que gobernar
únicamente implica administrar bien, es un cliché y una mentira
monumental.
“Las mujeres son madres, por eso pueden guiar mejor este país”. Este
cliché no necesita mucha argumentación. Ni todas las mujeres son madres,
ni todas las madres son buenas madres.
Y, por si hiciera falta aclarar, me parece que hay un abismo entre ser
madre y guiar un país. Una mujer puede ser una gran estadista sin ser
madre. Y una madre puede ser una extraordinaria madre sin tener idea de
cómo gobernar.
Clichés aparte y mentiras de lado, me parece que es un error pensar en
términos de blanco y negro: “Todas las mujeres son…”, “todos los hombres
son…”. Somos tan diferentes todas las personas, que es un sinsentido
pensarnos como idénticas o idénticos.
Creo, también, que se comete un grave error y una gran injusticia al
pensar en las mujeres como las salvadoras de la patria. Porque las
mujeres también tenemos derecho al mal. Somos humanas, con todo lo que
eso significa.
Las mujeres debemos formar la mitad del gobierno, para empezar porque es
nuestro derecho; y, para terminar, porque en una democracia la
pluralidad es un principio que permite potencialmente un mejor
gobierno.
Ahí donde hay más voces hay menos posibilidades de equivocarse, que
cuando se oye una sola voz o un solo tipo de voz. Y habrá mujeres que al
gobernar sean buenas, buenísimas, regulares, malas y malísimas. Igual
que los hombres.
“A mi sólo deseo”, la misteriosa frase inscrita en la parte superior del tapiz principal de la serie La Dame à la Licorne.
El sábado soñé con la Dama del unicornio. Soñé que emprendía un viaje
muy largo, fascinante y complejo, y que la frase escrita en la
tapicería principal de la sala de los unicornios en el museo de Cluny en
París, me guiaba, como cuando una/o escucha una voz, un murmullo
interior. Desde la primera vez que la leí -hace tantísimos años- me
hipnotizó esa frase. ¿Qué pueden significar esas palabras escritas en
una tapicería de fines del siglo XV? ¿Qué pueden significar cuando este
tapiz forma parte de una serie en la que cada una de las piezas –menos
esta- se refiere a uno de los cinco sentidos? ¿Qué pueden significar en
ese ambiente de un erotismo pudoroso y refinado que se insinúa entre los
preciosos detalles de animales, flores y una mujer bella y ligeramente
ajena?
Mi viaje de la realidad tuvo lugar en el Metrobús. Ahora que ya sé
utilizar internet en el celular, pude mirar una y otra vez las imágenes
que quiero compartirles. Pensé en el “deseo” como motor de vida. En el
erotismo como una fuerza vital mucho más vasta que el acto sexual. El
erotismo como esa intensidad que nos llama a crear, a andar con los ojos
abiertos y la piel sensible a las bellezas del mundo. Que no son
escasas, por suerte. Entre todas las injusticias, las desgracias, las
batallas por dar todos los días, nuestra fuerza viene –también- de abrir
mucho los ojos y recibir agradecidos lo que podríamos llamar: la
dulzura de vivir. A veces son segundos, horas, días, meses: la suavidad
de vivir está allí, como un regalo. A veces se vuelve rara, escasa. Va y
viene. Se presenta y se ausenta. Regresa, siempre regresa.
Es inmensa y minúscula la dulzura de vivir: cuando salgo la casa
huele a pan, mi hijo Sebastián hace su tarea. Camino hasta La bombilla y
encuentro un lugar en el Metrobús. Suertuda. Miro las imágenes de los
tapices, la muchacha en el asiento de al lado con sus cabellos blancos y
sus cuatro aretitos en la oreja, me pregunta qué es eso que se ve
bonito. Me recuerda a mi hijo Jerónimo, alguna vez se pintó los cabellos
de canas y seguro en el metro o el Metrobús interpelaría a la vecina
que mira imágenes que lo llaman. “Es la Dama del unicornio”. “¿Quién la
pintó?”. “Es una tapicería, no sabemos”.
La muchacha estudia en una escuela de arte y me dice que ella sabe
cómo atrapar a un unicornio: “es necesario lograr que se recueste en el
regazo de una mujer virgen, así lo atrapan”. Eso dicen, aunque yo no lo
creo. No conocemos la historia de la mujer que cohabita tan amistosa con
el unicornio en las tapicerías, pero es un hecho: ya lo atrapó. En los
tapices, el unicornio –uno de los animales favoritos en los bestiarios
de la edad media- posa en toda naturalidad junto a animales que existen
en la realidad real: un chango, un halcón, un león. ¿Acaso no es así la
vida? Ese entrecruzamiento constante entre la imaginación y la
realidad. Entre lo tangible y lo intangible. Entre los sueños dormidos y
la vigilia.
En la edad media se afirmaba que en algunos países del oriente más
lejano sucedía: los elefantes y los unicornios se bañaban a poquísimos
metros de distancia. Sólo que había una diferencia inmensa entre ellos:
los elefantes podían ser atrapados. Los unicornios no. “De allí que
nunca hayamos visto un unicornio en el circo Atayde”, le digo a la
muchacha que se llama Ítala. Ella me cuenta que leyó una cita: hasta
Marco Polo en su “Libro de las maravillas” mencionó la existencia de los
unicornios. Qué curiosas casualidades: una va mirando las tapicerías de
Cluny en el transporte público y se encuentra –justo al lado- a una
encantadora unicornióloga.
El Cluny es uno de los más bellos museos de París (siglo XIII).
Pequeñito y delicioso, el Museo Nacional de la Edad Media en el barrio
latino. Las tapicerías ocupan una sala. Fueron recuperadas en 1841
cuando las descubrió el escritor e historiador Prosper Merimée en una
visita al castillo de Boussac (Limousin). Los cartones que las
originaron fueron fabricados en París a fines del siglo XV, mientras que
el tejido se realizó en Flandes, la ciudad habitada –entonces- por los
más grandes artistas tejedores de Europa. El rojo casi vino de la
tapicería sigue intacto. Allí mismo se pueden visitar los baños
galo/romanos, pero no es el punto.
Me concentro en la sala de la Dama del unicornio. Comienzo por el
tapiz que está fuera de la serie de los cinco sentidos. Una mujer
entrega sus joyas a otra mujer para ser guardadas en un cofre. Detrás,
una especie de tienda de campaña que suponemos abierta para ella. ¿Hay
alguien adentro que la espera? A cada quien de imaginar. Yo creo que sí.
Creo que adentro la espera esa persona que es su objeto de deseo.
Pienso en un hombre tendido sobre almohadones, colocados a su vez,
sobre tapices de bordados exquisitos. Pero quizá ese objeto suyo de
deseo es una mujer. A cada quien imaginar. Ítala está segura de que es
una mujer quien la espera, y además, que todo sucede en una especie de
paraíso escondido en una isla. “Yo también adoro las islas”, le digo. Y
pienso en la escritora Julieta Campos y sus historias de islas. Pero
estamos en Cluny.
Bueno, estamos en el Metrobús, y ya hasta una persona se precipitó
por el pasillo y le apachurró un pie a Ítala. “No cree en los
unicornios”, me dice, “los que no creen en los unicornios te aplastan un
pie y ni se disculpan”. Me suena científico. Se me ocurre escribirle
una carta a Patricia Mercado: Estimada señora, me permito recomendarle
soltar unicornios en el metro y en toda forma de transporte público en
las horas pico, lo que mejoraría de manera notable la convivencia entre
los usuarios. Atentamente. Millones de firmas.
En la descripción que hace el Museo de Cluny de esta tapicería (la
más misteriosa –insisto- de la serie) nos explica: “Mujer
desprendiéndose de sus bienes materiales”. Me imagino que tremendos
expertos en los códigos de la época habrán estudiado el tapiz antes de
llegar a la conclusión que nos ofrecen. Pero, cada una/o ve lo que ve y
entiende lo que entiende. Ante el objeto, hay tantas interpretaciones
posibles como personas se acerquen. Y miren. No pude y no puedo sino
apreciar la escena desde una interpretación distinta: ¿Se está
desprendiendo de sus “bienes materiales” de manera permanente, como si
los donara? ¿O se desprende temporalmente de sus bienes materiales
–primero sus alhajas y luego sus vestidos- para internarse ella desnuda,
con la piel acariciada apenas por una brisita suave que mece a las
flores de lis? ¿Entregar sus alhajas es el preámbulo a otra entrega más
intensa y absoluta? ¿Entregar sus alhajas podría ser una manera de
caminar frágil, decidida y expuesta hacia la realización de sus deseos?
Los otros tapices son alegorías de los cinco sentidos: La mujer
alimenta a un pájaro para el sentido del gusto. Toca el órgano para el
sentido del oído. Coloca un espejo frente al unicornio para el sentido
de la vista. Confecciona una corona de flores para el sentido del
olfato. Acaricia con sus manos el estandarte y el cuerno del unicornio
para el sentido del tacto. Se desliza en la sensualidad, pues, aún con
su collar en el cuello. Escucha, huele, toca, mira, saborea. Después
entrega sus joyas. Sólo después. No puedo jurar que ese fuera el orden
original de los tapices. Ese es el orden que en esta historia me
imagino. El que les propongo cuando los miren.
Regreso a la frase: “A mi sólo deseo”. Escuché hace tiempo una
interpretación que la nombraba como una frase de tremendo egoísmo. No lo
creo. “A mi sólo deseo”, podría significar la libertad de elegir en
plena congruencia con una misma. La libertad de vivir, trabajar y amar
según los propios deseos dejando de lado los condicionamientos
familiares y culturales que traemos escritos. Significaría la capacidad
de ir descubriendo: “¿Cuáles son las lluvias que me mojan?”, como
escribió Sandra Lorenzano. “A mi sólo deseo”, no significa que ignoro
los deseos de los demás, sino que soy capaz de escucharlos y
relacionarme con ellos a partir de la conciencia de lo que yo deseo.
Y me recuerda las palabras del psicoanalista Jacques Lacan: “Propongo
que la única cosa de la que uno podría ser culpable, al menos desde la
perspectiva analítica, es de haber cedido su deseo”. Vuelvo
acá a “deseo” en su sentido más amplio. Esa fuerza vastísima que nos
lleva a elegir, a actuar, a estar vivos y que –quizá- de una manera
simbólica se expresa en los tapices de la Dama del unicornio a través
del homenaje a los sentidos. A la sensualidad. El deseo sexual como
metáfora de toda forma de deseo. No traicionarnos al traicionar nuestros
deseos.
La dulzura de vivir en esas escenas sofisticadas y antiguas. Ítala a
las alturas de la Roma se despide. Tiene en su balcón por lo menos un
unicornio por alimentar. Ella me lo dijo. La miro caminar con sus
botines blancos, rosas y negros de florecitas. Lindísimos. Me dijo donde
encontrar botines así: en el tianguis del mercado Pino Suárez. Pienso
en mi hijo Jerónimo alimentando unicornios en una plaza muy lejos. Hasta
por allá, siguiendo sus deseos.
No sé bien dónde bajarme pero tengo que llegar al Yoga Espacio
Alameda. ¿No es extravagante esa aparente confrontación entre la
omnipresencia del deseo en el psicoanálisis y el trabajo de desprenderse
del deseo en el budismo? Estoy convencida de que ambas experiencias se
complementan, aunque no sabría explicar cómo. También creo que en algún
lugar me tengo que bajar de esta nave que me lleva a toda velocidad.
¿Andaré extraviada? Me pierdo, pero pregunto muchísimo. Entre “bájese
aquí” y “Huy, pues ni idea”, y “bájese por allá”, una siempre termina
por llegar a donde va. Y hasta puntual. Mis unicornios de hoy pastan en
una clase de yoga en el centro. Nuestros unicornios. ¿Por qué nunca los
vimos en el circo Atayde? Les digo: pese a todas las leyendas que
describen cómo cercarlos, son imposibles de atrapar.
Es esa parte nuestra de libertad y de rebeldía. Esa parte erotizada y
lúdica que nos jala hacia la vida. A la introspección. A la búsqueda de
nuestras pequeñas y cotidianas verdades. A la lealtad hacia todo lo que
hay en una misma que no es bueno, ni deseable, ni recomendable
traicionar. Esa parte que murmura: “A mi sólo deseo”.
Colaboradora de Cimacnoticias, reconocida por defender derechos
El próximo viernes 9 de octubre, el ayuntamiento de Ontinyent, localidad de la provincia (estado) de Valencia (al este de Madrid, la capital española), premiará a la periodista, feminista y activista Teresa Mollá Castells, por su “larga trayectoria en la defensa de la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres”.
La premiación forma parte de los llamados “Premios d’Octubre” que otorga el ayuntamiento de Ontinyent, para reconocer como cada año desde 2012 a personalidades que por su labor han contribuido al beneficio de la sociedad desde diferentes ámbitos.
El galardón también se enmarca en las festividades por el “Día de los Valencianos” (9 de octubre).
El alcalde Jorge Rodríguez destacó que Teresa Mollá y las demás personalidades que serán reconocidas “representan perfectamente a Ontinyent, en una selección que ha sido fruto del consenso, que es lo que queríamos”.
Mollá Castells es corresponsal en España de Cimacnoticias y desde hace 11 años colabora con su columna semanal “Desde la luna de Valencia”.
Entre otras personas que serán premiadas, están el médico y cirujano Luis Ortega; la actriz María Juan; el profesor y trabajador de la cultura valenciana Ximo Urenya; y la compañía de teatro Agrupació Artística d'Ontinyent.
La ceremonia de reconocimiento será a las 7 de la tarde (hora local) en la Plaza Mayor de Ontiyent. Habrá un festival cultural y luego una procesión cívica hasta el Palau de la Vila, donde tendrá lugar el acto protocolario por el “9 d’Octubre”.
En el evento, el alcalde y los portavoces de los diferentes grupos políticos municipales brindarán sendos discursos.
(Con información del portal Las Provincias, de Valencia, España)
Al culminar su visita a
México, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, ha dejado mensajes fundamentales sobre
la difícil situación que vive el país. La máxima autoridad de la ONU en
este tema señaló con contundencia que hay un amplio consenso
nacional, regional e internacional sobre la gravedad de la situación
actual de los derechos humanos en México. También alertó sobre la
creciente intolerancia frente a quienes denuncian la crisis de derechos
humanos que vive el país. Desde el reconocimiento sobre la profundidad
de nuestra crisis, el alto comisionado propuso cuatro medidas clave:
fortalecer las procuradurías para que las violaciones a derechos humanos
sean adecuadamente investigadas; reformar a las policías en clave
democrática; adoptar un cronograma para el retiro de las fuerzas
militares de las tareas de seguridad pública, e implementar las
recomendaciones del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes
(GIEI), creado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
para realizar una verificación técnica de la investigación sobre el
paradero de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos.
En su conferencia de prensa, el alto comisionado aludió a un aspecto
que en el último año ha cobrado renovada vigencia: el incremento de los
cuestionamientos que desde el gobierno federal y algunos sectores de la
opinión pública se lanzan en contra del trabajo independiente de defensa
y promoción de los derechos humanos. El mensaje de Al Hussein fue
contundente: “en lugar de matar al mensajero, enfoquémonos en el mensaje
[…] ignorar lo que está sucediendo en este gran país no es una opción
para nosotros y no debe ser una opción para los políticos”.
De esta manera el alto comisionado puso el dedo en una llaga abierta.
Y es que a nadie escapa que el discurso gubernamental –y de ciertos
generadores de opinión pública– se ha venido endureciendo frente al
escrutinio independiente en materia de derechos humanos, provenga éste
de organismos internacionales o de organismos civiles. Respecto de los
organismos internacionales, esta tendencia comenzó con la
descalificación a Juan Méndez, relator para la Tortura de la ONU, a
quien el gobierno federal respondió con virulencia a sus fundadas
observaciones.
Este tono se ha reditado recientemente en la respuesta gubernamental a
las muy documentadas observaciones preliminares de la visita in loco
de la CIDH, que han sido cuestionadas e incluso minimizadas con la
lamentable concurrencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
(CNDH), mediante declaraciones que ponen en tela de duda que en México
exista una crisis de derechos humanos, o que contra toda evidencia la
reconocen presente sólo en algunas regiones del país. El propio GIEI de
la CIDH no ha quedado exento de enfrentar obstáculos en su trabajo, ni
de recibir señalamientos afrentosos.
Esta semana, por ejemplo, el titular de la Secretaría de la Defensa
Nacional reiteró su negativa a permitir que entreviste a militares que
presenciaron hechos relevantes el 26 de septiembre, aduciendo una
cuestionable decisión personalísima, inaceptable para quien está llamado
a encabezar una institución con base en la ley y no en posiciones
subjetivas.
Por otro lado, pese a la intachable trayectoria de sus
integrantes, y a la seriedad de su investigación, algunas voces
marginales han querido ver en el trabajo del GIEI el reflejo de una
suerte de conspiración colectiva o personal contra el Estado mexicano,
atribuida al secretario ejecutivo de la CIDH y a diversos organismos
civiles. Nada más ajeno a la realidad. Primero, porque la solvencia
moral de las y los integrantes del grupo es garantía bastante de su
objetividad. Segundo, porque la CIDH es un órgano colegiado, donde las
decisiones son tomadas por las y los comisionados, no por el secretario
ejecutivo. Tercero, porque el actual secretario ejecutivo de la CIDH y
los integrantes de las organizaciones que acompañan a las familias de
Ayotzinapa jamás compartieron simultáneamente el espacio laboral de la
Comisión de los Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF). Y cuarto,
porque tanto en los casos de los expertos, del secretario de la CIDH y
de las organizaciones defensoras estamos hablando de personas con una
amplia trayectoria en el mundo de los derechos humanos, ajena a
intereses subrepticios.
Justamente este último aspecto debe ser destacado al hacer referencia
al endurecimiento frente al trabajo civil en materia de derechos
humanos. Recientemente, con una coincidencia en tiempo que resulta
asombrosa, en un sector marginal de articulistas han comenzado a hacerse
fuertes señalamientos denostativos en contra del trabajo del Centro de
Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez. No sólo por su comprometida
labor en el caso Ayotzinapa, sino también por su intervención en el caso
Tlatlaya. Se ha llegado a decir con irresponsabilidad que el Centro
Prodh habría confeccionado esa gravísima violación a los derechos
humanos.
Ante estas descalificaciones no sólo hay que recordar que el Centro
Prodh es una obra social de la Compañía de Jesús, con más de 27 años de
trabajo serio en la defensa de los derechos humanos, pionera en este
campo junto con el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria.
También hay que insistir en que la existencia de la masacre de Tlatlaya
está más allá de toda duda, pues así fue establecido no por las
organizaciones no gubernamentales, sino por el órgano constitucional
autónomo con que cuenta el Estado mexicano para investigar estos casos,
la CNDH, que en su recomendación 51/2014 concluyó que efectivamente
elementos del Ejército mexicano habían privado de la vida a entre 12 y
15 personas cuando ya se encontraban inermes. Hoy está pendiente el
deslinde de las responsabilidades individuales, mas no así la
determinación sobre la existencia misma de la masacre. Basta para
entenderlo para constatar que el auto de formal prisión dictado contra
los tres militares acusados de homicidio se mantiene firme. Frente a
este panorama, el llamado del alto comisionado de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos no es menor.
Garantizar ese derecho, requisito en implementación de acuerdos
Cimacnoticias | México, DF.- Garantizar
la autonomía de las mujeres y permitir que puedan tomar decisiones
libres e informadas sobre su sexualidad y su cuerpo, es un requisito
indispensable para implementar el Consenso de Montevideo, así como la
Agenda de Desarrollo 2030, y demás acuerdos a los que se adhieran las
naciones de América Latina (AL) y el Caribe.
Como parte de la Segunda Reunión de la Conferencia Regional sobre
Población y Desarrollo de AL y el Caribe, que se lleva a cabo en esta
capital, se analizó la forma en la que los países deben asegurar el
acceso de toda la población, especialmente las mujeres, a los servicios
de salud sexual y reproductiva.
María Antonieta Alcalde, representante de la Federación Internacional de
Planificación de la Familia (IPPF, por sus siglas en inglés), señaló
que la “Guía operacional” de cumplimiento del Consenso de Montevideo es
resultado del trabajo de grupos civiles, academia y representantes
oficiales, y busca dar elementos para implementar los compromisos
internacionales, sobre todo en derechos sexuales y reproductivos.
Con el Consenso, los países se comprometieron a “garantizar el acceso
universal a servicios de salud sexual y salud reproductiva de calidad,
tomando en consideración las necesidades específicas de hombres y
mujeres, adolescentes y jóvenes, personas LGBT, personas mayores y
personas con discapacidad.
Asimismo, que deben prestar “particular atención a personas en condición
de vulnerabilidad y personas que viven en zonas rurales y remotas, y
promoviendo la participación ciudadana en el seguimiento de los
compromisos”.
María Alcalde enfatizó que hay temas con importantes avances en la
región, pero también hay puntos en los que aún se requiere un mayor
impulso, tales como el acceso igualitario a servicios de salud.
Al mismo tiempo indicó que “es indispensable” establecer al término de
esta reunión un mecanismo de rendición de cuentas para el Consenso de
Montevideo que vaya más allá de la presentación de informes oficiales.
Cristina González Vélez, representante de la Articulación Feminista
Mercosur, dijo que el Consenso, además de garantizar y proteger los
derechos sexuales y reproductivos, plantea que para lograr el acceso
universal a la salud y avanzar en el desarrollo de la población se
requieren de condiciones indispensables como la universalización de los
derechos, el alto a la criminalización de los servicios de salud sexual,
y de las conductas y formas de vida de todas las personas de la región.
Así como la laicidad del Estado y la eliminación de normas y reglamentos
que restringen el acceso a servicios de salud, los enfoques de género,
de interculturalidad e intergeneracionales, “pero sobre todo el respeto a
la libertad y la toma de decisiones, es decir, la autonomía de las
personas”.
En ese sentido subrayó que la autonomía de las mujeres es requisito
indispensable para lograr el cumplimiento de todas las agendas y
compromisos de Estado.
Las barreras que enfrentan miles de niñas, jóvenes y mujeres todos los
días para acceder a los servicios “se asientan en las dificultades para
acceder a los cambios, los nuevos retos de la región”, y se diferencian
de acuerdo con su contexto.
“Mujeres rurales, campesinas, desplazadas, desaparecidas, víctimas de
guerra”, son algunos de los contextos que definen a las mujeres
latinoamericanas y caribeñas.
González Vélez propuso que más allá de los marcos normativos, las
políticas y el fortalecimiento de los sistemas de educación e
información, “para que se cumpla todo esto hagamos central el respeto a
la autonomía de las mujeres”.
Llamó a los países a prestar atención a las distintas violencias que
enfrentan las mujeres, como la física, económica y psicológica, “pero
también el acoso, el tráfico y la trata, así como las distintas
violaciones que ocurren en ciertos contextos, como las cárceles y las
personas migrantes”.
Al mismo tiempo advirtió que la sobrecarga de trabajo que enfrentan las
mujeres representa un declive de su salud y de su integridad corporal y
daña su autonomía física; “es decir –insistió– hay una íntima relación
entre los derechos sexuales y reproductivos y la división social del
trabajo”, que debe ser atendida y visibilizada.
La también defensora de Derechos Humanos resaltó que históricamente los
“aspectos más críticos” en materia de salud de las mujeres siguen siendo
los elevados índices de mortalidad materna, que se “asocian y son
persistentes a las desigualdades”.
Esa mortalidad es más grave entre las indígenas, las afrodescendientes,
las más jóvenes, las más pobres, y se asocia también a la violencia
basada en género y al embarazo no deseado, remarcó.
Finalmente, Cristina González dijo: “El acceso universal a los derechos
sexuales y reproductivos es un tema de derechos, es un tema de
democracia y requiere legitimidad y legalidad”.
Esta
semana escuchaba en boca de una mujer lo malas que somos, en general,
las mujeres que además de envidiosas, somos mentirosas y muy egoístas.
Comencé a discutirle, pero estábamos en ambiente informal, entre gente
amiga y al final comprendí que sólo quería escucharse a sí misma. Ya he
comprendido que en esos momentos, retirarse de la discusión es una
pequeña victoria, puesto que de lo contrario se podría entrar en un
bucle infinito. Y la verdad, estaba demasiado a gusto como para seguir
con una discusión estéril.
Pero era inevitable que le diera muchas vueltas al tema, porque no deja
de sorprenderme el hecho de los ataques gratuitos que las mujeres nos
dedicamos no sólo personalmente, sino también como grupo mayoritario de
la población mundial.
Una de las estrategias del patriarcado es reinventarse y no podemos
evitar estar socializadas en un entorno patriarcal donde los valores
imperantes son los que mandata el sistema patriarcal. Desde antes
incluso de nacer ya se nos prepara para seamos lo que se espera que
seamos como mujeres u hombres y, además, sin salirnos “demasiado” de esa
heteronormatividad impuesta.
De ahí que desde la más tierna infancia cuando se observa alguna
diferencia con las y los niños se intenten corregir lo más rápidamente
posible para que se integren y no tengan problemas en la comunidad a la
que pertenecen. Mi amiga Fran lo describe muy bien: “Para pertenecer a
la manada, has de aceptar sus reglas, de lo contrario sólo te espera
soledad y oprobio”. ¡Y cuánta razón tiene Fran!
A las mujeres se nos ha socializado para servir y obedecer. A los
hombres, por supuesto. Pero además también para que nos cueste
respetarnos y admirarnos entre nosotras, puesto que nuestra unión
sincera y honesta pone en riesgo el sistema patriarcal, que también
conoce nuestra fuerza colectiva. La estrategia del “divide y vencerás”
siempre le funciona al patriarcado entre nosotras.
No es para nada nuevo la persistencia del mito de que las mujeres seamos
básicamente mentirosas y malas, puesto que esto es herencia directa de
la Biblia a través de la manzana de Eva que, según ellos, los de faldas
largas y negras causó la perdición de Adán y del resto de la humanidad.
Pues eso. Y estos señores no son nada sospechosos de ser feministas. No,
nada. En fin.
Desde los confesionarios y los palacios que siguen manteniendo mandatan a
gobernantes de todo el mundo (pese a la teórica separación entre
Iglesia y Estado) cómo han de elaborarse las normas para que el orden
“natural” (traducido quiere decir patriarcal) no cambie. Y así nos sigue
luciendo el pelo a las mujeres.
Algunas hemos plantado cara a lo largo de la historia con resultados
diferentes. Pero en cada movimiento o cada mejora conseguida, también el
patriarcado se adapta a las nuevas situaciones.
Cuando las mujeres comenzamos a salir de los espacios privados para
ocupar los públicos, se nos acusó de abandonar familia y casa y se nos
culpabiliza constantemente por este hecho.
Somos las teóricas culpables de todos los males, puesto que con nuestra
salida de ese espacio en el que nos vendieron que éramos “las reinas del
hogar”, las y los niños están más tiempo fuera de casa y eso les impide
recibir todos los cuidados que merecen.
Nunca se habla de la función emocional de los padres, ni se cuestiona en
absoluto su papel como sustentador familiar. El de las madres se
cuestiona continuamente.
Cuando en ocasiones ha de haber remodelaciones de plantillas laborales,
casi siempre las primeras en salir son las mujeres y entre ellas además,
en demasiados casos se exige/justifica con el argumento de que “el
marido ya trabaja y la puede mantener, porque los hombres han de
mantener a sus familias” y se quedan tan anchas.
Y si por el contrario, se ha de ascender a alguien y resulta que la
ascendida es una mujer, el comentario inmediato es: “A saber qué le
habrá hecho al jefe para que la ascienda”.
Afortunadamente para nosotras, pese a que estas frases y situaciones que
he comentado las he escuchado de boca de mujeres en el último año con
la tristeza que eso provoca, algunas cosas van cambiando.
Cada día somos más las mujeres y hombres (que los hay) que oponemos
razón y corazón a estas situaciones patriarcales y hacemos pedagogía
para que no se repitan. También decir que los éxitos son desiguales.
Abrir los ojos, ponernos las gafas violetas y denunciar al patriarcado y
a ese tipo de situaciones a través de la sororidad y el respeto (a
pesar de que en ocasiones no se esté de acuerdo con las opiniones de
otras mujeres) es una buena herramienta para no dar tregua a quienes le
siguen defendiendo consciente o inconscientemente.
Es importante e incluso vital que la máxima feminista de “cuando nos
afecta a una, nos afecta a todas” sea como un mantra que nos permita
recordarnos que somos las que peor parte nos hemos llevado en la
historia de la humanidad, y que es hora de aparcar diferencias y
trabajar para alcanzar una igualdad plena que permita construir
democracias paritarias, por ejemplo.
Desmontar el patriarcado en cada una de sus reinvenciones y metamorfosis
para exigir social y personalmente nuestro derecho a una vida digna,
libre de violencias y con equidad respecto a los hombres, no es tarea
fácil.
Nadie dijo que lo fuera. Pero no podemos cejar en el empeño de seguir
luchando para que el patriarcado se vuelva visible a los ojos de quienes
se siguen alimentando de él, aprovechando de él, sin entender que son
herramientas que el sistema aprovecha para debilitarnos entre
nosotras.
Esa reinvención que tiene el sistema para adaptarse a las nuevas
realidades ha de ser desmontada día a día, situación a situación, porque
insisto que “cuando nos afecta a una, nos afecta a todas”.
Y ése es el camino que muchas hemos tomado ya y del que no existe retorno.
Elizabeth supo que algo andaba terriblemente mal a los 15 minutos de la desaparición de su hija.
Acabo de darme cuenta, yo tenía una angustia que nunca había sentido
antes. Busqué en las calles, llamé a amigos y familiares pero nadie la
había visto”, recuerda.
“Había ido a los baños públicos con nada: ni dinero, ni teléfono celular, ni ropa… Pensábamos que había sido secuestrada”.
Karen* desapareció en abril de 2013 cuando tenía 14 años. Su caso es uno más de las miles de mujeres jóvenes que han desaparecido en los últimos años en el estado de México, región administrativa en expansión en torno a la capital, Ciudad de México.
La asombrosa cifra de 1.238 mujeres y niñas desaparecidas fue reportada en 2011 y 2012. El 53% eran menores de 17 años.
Nadie sabe cuántas han sido encontradas vivas o muertas o si todavía
están desaparecidos. Este es el estado mexicano más peligroso ser una
mujer. Por lo menos 2.228 fueron asesinados en la última década.
Alerta ámbar
Elizabeth informó que su hija estaba desaparecida después de tres
horas de búsqueda frenética. Pero en México, la policía no le abre un
expediente a una persona desaparecida antes de 72 horas, ni siquiera si
es un niño.
La policía de México no abre un expediente para un desaparecido antes de 72 horas, no importa si es un niño.
Así, Elizabeth y su esposo, Alejandro, emprendieron su propia investigación, que comenzó navegar por las cuentas en las redes sociales de su hija.
“Cuando llegamos a su cuenta de Facebook, nos dimos cuenta de que
tenía un perfil del que no sabíamos nada, con más de 4.000 amigos. Era
como buscar una aguja en un pajar, pero había un hombre que nos llamó la
atención”, explica.
“Aparecía en fotografías con chicas con muy poca ropa, grandes armas y
era amiga de un montón de niñas de la misma edad de nuestra hija”.
Según Elizabeth, la presencia de ese hombre disparó las alarmas.
“Hablaba como un traficante de drogas, sobre el territorio, sobre
viajar, decía que iba a venir a verla pronto”, explica.
“Había estado en contacto con ella unos días antes de su desaparición
y le había dado un teléfono inteligente para que se comunicara con él y
nosotros no lo sabíamos”, asegura Alejandro.
La Organización Mundial para las Migraciones estima que 20.000 personas son víctimas de trata de personas en México.
La mayoría se ven obligadas a ejercer la prostitución. Las autoridades
dicen que un número creciente están siendo identificadas por Internet.
La familia de Karen pensó que no había habido tiempo suficiente para
haberla sacado del país. Ellos presionaron la policía para emitir una
“alerta ámbar” y pegaron carteles oficiales con su imagen en cada cabina
de la terminal de buses y peajes alrededor de Ciudad de México.
Consiguieron además que el caso de su hija apareciera en televisión y en boletines de noticias de radio.
Su tenacidad dio sus frutos: 16 días después de que Karen desapareció, fue abandonada en una terminal de autobuses, junto con otra chica que fue registrada como desaparecida en un estado diferente.
La publicidad había asustado al traficante que estaba planeando llevarlas a Nueva York. El hombre nunca ha sido capturado.
“Este hombre le había prometido viajes, dinero y una carrera en el
mundo de la música y la fama. La manipuló realmente bien y en su
inocencia, ella no entendió la magnitud del peligro en el que estaba”,
dice el padre.
Otras niñas
Al principio, Karen estaba enojada con sus padres por arruinar lo que ella pensaba iba a ser una gran oportunidad en el negocio de la música. Así que Elizabeth la llevó a una conferencia donde conoció niñas que habían sido víctimas de trata.
Restos de otras niñas desaparecidas han sido encontrados en las aguas del Gran Canal.
“Fue cuando escuchó sus historias y se dio cuenta del infierno por el
que habían pasado que por fin se dio cuenta del peligro en que había
estado. Entró a la conferencia como una niña y salió como otra”, asegura
Elizabeth.
Desde el regreso de Karen, Elizabeth y Alejandro han ayudado a 21 familias desesperadas a reunirse con sus hijos. Pero tienen una carpeta llena de fotos de otras, algunas que tan sólo tienen 5 años, que permanecen desaparecidas.
Me llevaron al otro lado del estado de México para conocer a la familia de Syama Paz Lemus, de 17 años, quien desapareció en octubre 2014, después de haber sido también reclutada en internet.
El viaje nos llevó a lo largo del Gran Canal, un río que atraviesa el estado. El olor putrefacto de su agua sucia era abrumador.
No hay ninguna base de datos nacional de personas desaparecidas en México, lo que hace que la identificación de los restos difíciles.
Mientras conduce, Elizabeth recibe una llamada angustiosa que le pide
ayuda para encontrar a dos hermanas, de 14 y 3 años de edad,
desaparecidas mientras jugaban en la calle un par de días antes.
Elizabeth y Alejandro ayudan a otras familias a encontrar a sus hijas. Muchas veces la búsqueda no tiene suerte.
La familia sonaba desesperada y Elizabeth se comprometió a dar la alarma.
Pero esta vez no pudo hacer mucho. Al día siguiente me dijo que las habían sido encontradas muertas.
Cuando llegamos a nuestro destino, supe más sobre Syama Paz Lemus,
una chica tímida a que le encantaba charlar en las redes sociales y los
juegos en línea. Pasaba mucho tiempo en su dormitorio entre su
computador portátil y su Xbox.
Es la habitación de una chica adolescente típica, con todas las
paredes cubiertas de carteles de bandas y figuras del animé japonés.
El tocador está repleto de cosméticos y hay un televisor y un
reproductor de DVD frente a la cama, ahora cubierta con un enorme cartel
sobre su desaparición que su familia lleva a las marchas.
Syama parecía un poco abstraída los días antes de desaparecer, pero
su familia asumió que era un comportamiento adolescente normal, así que
no la presionó para obtener una explicación.
En el día de su desaparición, su madre la llamó desde el trabajo
alrededor de las 17:00 para asegurarse de que había comido, pero cuando
su abuelo regresó a casa a las 20:00 horas, Syama se había ido.
Las cifras de desapariciones y asesinatos indican que el estado de México es el más peligroso del país para las mujeres.
Su habitación era un desastre y faltaban su Xbox y algo de ropa.
Los vecinos dijeron Syama le abrió la puerta a un hombre encapuchado que llegó en un taxi, justo después de las 17:00.
No mucho tiempo después, Syama salió con el hombre fuera de la casa con dos bolsas, y la pareja se marchó en un carro blanco.
Su madre, Neida, entró de inmediato en internet, pero las cuentas de Facebook y Xbox de Syama habían sido desactivadas.
Con el tiempo se encontró una carpeta secreta que contenía imágenes
de pantalla de amenazas que Syama había recibido en las semanas previas a
su desaparición.
“Las amenazas eran muy directas: decían que si ella no iba
con esta persona, le harían imposible su vida, que publicarían su vida
en las redes sociales, y que ella y su familia se arrepentirían”, dice Neida.
“Siempre nos preocupamos de que ella pasara tanto tiempo en línea,
pero hablamos con ella sobre los riesgos y le dijimos que no debía dar
información sobre sí misma”.
La cama de Syama está cubierta por un gran pendón que su familia lleva a las marchas.
“Nos dijo que iba a estar bien, que no había que preocuparse y que no
debíamos buscarla. Me pidió cuidar a su hermana pequeña y comprarle un
regalo para que la recordara siempre”, dice Neida, rompiendo a llorar.
Desde entonces, la familia ha buscado a Syama con la esperanza de encontrar alguna pista sobre su paradero. Rastrearon llamadas sin identificar al celular de Syama y persiguieron pruebas anónimas por todo el país.
10 meses después no ha habido ningún avance en el caso.
En julio, el gobernador del estado finalmente admitió -después de años de negación- que la violencia de género es un problema grave en algunas zonas.
Fue emitida por primera vez una “alerta de género” en México, en 11 de los 125 municipios, incluyendo Ecatepec, donde vivía Syama.
Esto significa que las autoridades federales deben investigar las
causas de los altos niveles de violencia de género y luego introducir
medidas de emergencia y a largo plazo para proteger a las mujeres y a
las niñas.
El caso de Syama sigue abierto en la policía, y su familia se mantiene optimista.
“La historia de Karen nos da la esperanza de que mi hija podría
volver algún día, pero es muy difícil, porque te das cuenta de cómo es
de inseguro es aquí. Ni siquiera estás seguro en tu propia casa”.
*El nombre de Karen ha sido cambiado para preservar su identidad.
LABORAL Aval unánime por los derechos de las trabajadoras del hogar
Ayer,
el Grupo Municipal Ahora Getafe, en el pleno de su ayuntamiento,
presentó una moción a favor del Convenio 189 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), que brinda derechos laborales a las
trabajadoras del hogar, a fin de que el gobierno español lo ratifique.
En el mundo hay 53 millones de personas dedicadas al trabajo en el
hogar; en España son 700 mil personas, y de éstas cerca de 83 por ciento
son mujeres, principalmente migrantes.
De las 700 mil, sólo 425 mil personas están dadas de alta ante la
seguridad social, por lo que el resto se encuentra en la economía
informal. En Madrid, la capital española, son 110 mil, siendo 60 por
ciento personas de origen extranjero, sin tener en cuenta las
nacionalizadas.
Getafe es un municipio de la Comunidad de Madrid y es el primero en toda
España que hace este tipo de iniciativa, e invitó a otros ayuntamientos
a que se sumen a esta acción, para sensibilizar a la sociedad sobre el
valor del trabajo de esta población, e instar al gobierno a que
ratifique el Convenio 189 para garantizar derechos como: seguro de
desempleo, tiempos de descanso reglamentados, prestaciones por
maternidad, y protección contra el acoso sexual.
En el pleno del ayuntamiento de Getafe participó Ana Carolina Elías
Espinoza, salvadoreña, abogada, feminista y presidenta de SEDOAC, una
asociación de empleadas del hogar migrantes que reivindican la igualdad
plena de los derechos sociales, políticos, laborales y civiles de para
estas trabajadores sean migrantes o no.
Elías Espinoza habló también en representación de Casa Colombia en
España y la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en España, y en
nombre de las miles de mujeres empleadas del hogar en el país ibérico,
exponiendo la situación de precariedad laboral en la que se encuentra
este sector.
Así, expuso las razones por las que debe ser ratificado el Convenio: la
igualdad de derechos para las empleadas del hogar es cuestión de
justicia, y siendo España un Estado democrático y de derecho no se puede
permitir la precariedad que se asemeja, en muchos casos, a la
esclavitud.
Preguntó al pleno por qué estas trabajadoras aún no tienen derecho al
seguro de desempleo, ni al fondo de garantía salarial, teniendo en
cuenta que es gracias a estas empleadas que se puede garantizar la
realización de tareas indispensables para la sostenibilidad de la vida.
En su turno, el Partido Socialista pidió también la ratificación del
Convenio 189 de la OIT, para combatir la injusticia contra las
trabajadoras del sector doméstico.
Ahora Getafe, quien presentó esta moción, remarcó que la sociedad no
podría funcionar sin las empleadas de hogar, pero este trabajo no está
valorado ni visibilizado, ya que quien lo desarrolla en su mayoría son
mujeres migrantes.
Incluso el gobernante Partido Popular se mostró a favor de la ratificación.
El apoyo a la moción fue unánime y con ello el ayuntamiento de Getafe
instará al gobierno español a ratificar el Convenio 189 de la OIT, que
ya ha rechazado anteriormente.
En
Uruguay, la implementación de políticas públicas para la salud de las
mujeres, la garantía del derecho a decidir sobre la maternidad, así como
la atención a la primera infancia, derivadas del Consenso de
Montevideo, han permitido reducir los índices de muerte materna (MM) y
de pobreza extrema.
Así lo expuso Cristina Lustemberg, viceministra de Salud Pública del
Ministerio de Salud de Uruguay, durante la Segunda Reunión de la
Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina (AL)
y el Caribe, que se realiza del 6 al 9 de octubre en esta capital.
Al presentar ante las y los delegados los avances del país sudamericano
en la implementación del acuerdo regional, la representante del Estado
uruguayo reiteró que el Consenso de Montevideo brinda la orientación
específica para que los países de la región implementen los compromisos
de la Agenda de El Cairo, aprobada hace 20 años durante la Conferencia
Internacional sobre Población y Desarrollo.
En ese sentido, Lustemberg informó que Uruguay implementó un marco legal
y políticas públicas focalizadas en población y desarrollo, tomando
como base los derechos de la ciudadanía, sobre todo el derecho a decidir
y a garantizar el acceso a estas garantías sin discriminación.
Los resultados, “aunque distan de ser suficientes, alcanzan para
comprobar la funcionalidad del Consenso de Montevideo” para garantizar
mejores condiciones de vida, destacó la viceministra.
Aseguró que la pobreza en su país cayó en tres cuartas partes desde
2004, al mismo tiempo que la tasa de mortalidad infantil en ese año fue
de 7.8 por cada 100 mil nacidos vivos.
Cristina Lustemberg reconoció que para reducir aún más la mortalidad
infantil aún es necesario seguir impulsando el marco normativo que
permita que las paternidades y maternidades sean elegidas y
responsables, y continuar brindando servicios de acompañamiento
adecuados para las mujeres embarazadas.
“Estos indicadores también nos desafían a resolver las inequidades que
aún hay en el país”, dijo la representante de Uruguay al aclarar que
aunque se pueden presumir avances en el país, todavía enfrentan
múltiples retos.
“La discriminación de género, el no respeto a los derechos sexuales y
reproductivos, la violencia contra la mujer y el feminicidio deben
considerarse como una situación intolerable para la sociedad, pero sobre
todo como un flagelo que como gobierno estamos dispuestos a redefinir,
mediante un acceso a la salud sexual y reproductiva y asegurando la
atención en salud en todas las etapas de la vida, la humanización del
parto, garantizando la licencia por paternidad y maternidad y la
prevención del VIH”, enumeró la especialista al invitar a todos los
Estados a generar los cambios necesarios.
Abundó que la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE)
implementada desde 2012, además de asegurar el derecho a decidir de las
mujeres y permitirles acceder a un aborto seguro, es resultado de la
visión de Estado que considera que “la criminalización del aborto debe
terminar ya, porque lo único que se logra es una multidiscriminación,
angustia, más abortos y más muertes”.
Y si no se considera su despenalización, al menos se debe disminuir el
riesgo por abortos inseguros mediante el compromiso del personal de
salud para dar atención a las mujeres que se ven obligadas a recurrir a
ellos.
La Ley de IVE –prosiguió la funcionaria– ha permitido tener nuevos
indicadores, toda vez que la MM bajó a 14 defunciones por cada 100 mil
nacidos vivos, lo que coloca a la nación sudamericana, sólo detrás de
Canadá, entre los países con menor índice de mortalidad, “indicadores
que estamos muy decididos a sostener”, remarcó.
Finalmente, Lustemberg precisó que se ha incorporado la perspectiva de
género de manera transversal, por ejemplo en las políticas de cuidado a
las personas adultas mayores, en las que se ha puesto mayor énfasis en
las mujeres, pues son ellas las que tienen mayor esperanza de vida, y en
ellas recae mucho el cuidado de otras personas.
“Nuestro continente tiene claras desigualdades que deben ser atendidas
de manera integral”, llamó la viceministra al reconocer el rol de la
sociedad civil para avanzar en la agenda de desarrollo, especialmente de
las organizaciones feministas y de mujeres.