El Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, el tratado comercial multilateral más grande de la historia, fue sellado ayer después de cinco años de negociaciones en secreto. Incluye a 12 países que representan dos quintas partes de la economía global
Abarca desde definiciones de las reglas de contenido local y propiedad
intelectual hasta aspectos de transparencia, medidas anticorrupción y
armonización de regulaciones
El TPP ha estado rodeado de secrecía que le ha valido críticas relacionadas
con el debilitamiento del Estado y el empoderamiento de las multinacionales
Las nuevas reglas del juego para el capitalismo
del siglo XXI quedaron delineadas ayer, tras quedar sellado el tratado
de libre comercio más grande de la historia.
Después de cinco años de negociaciones, Estados Unidos, Canadá,
Japón, México y otros ocho países finalizaron el Acuerdo Estratégico
Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés).
En medio de una desaceleración significativa del comercio
internacional y del estancamiento de las rondas de negociación
multilaterales impulsadas por la Organización Mundial del Comercio
(OMC), el TPP pretende traer dinamismo al intercambio de bienes e
inversiones entre países que en conjunto representan el 40 por ciento de
la economía mundial.
Originalmente, la expansión del TPP surgió como una respuesta de
Estados Unidos y Japón, dos de las tres economías más grandes del mundo,
para contener la creciente influencia comercial de China, país que
rebasó el año pasado a su rival americano para convertirse en la nación
de mayor actividad comercial en el globo.
Paradójicamente, pese a ser el principal promotor del acuerdo,
Estados Unidos representa también el principal obstáculo para su
consecución.
Para que entre en vigor, el TPP debe ser aprobado por los líderes de
los 12 países y ser ratificado por sus respectivos congresos.
Actualmente, el ambiente político estadounidense se encuentra
fuertemente marcado por una polarización bipartidista, dentro de la cual
la radicalización se exacerba en un contexto pre-electoral.
El pacto comercial es un cuerpo completo de 30 capítulos que abarca
desde definiciones de las reglas de contenido local y propiedad
intelectual hasta aspectos de transparencia, medidas anticorrupción y
armonización de regulaciones.
El TPP establece también estándares comerciales y de inversión,
procura la reducción de aranceles, el intercambio de información,
comprehende cláusulas específicas para cada industria e implanta medidas
particulares de resolución de disputas.
Las negociaciones del TPP se han catalogado como una guerra de
excepciones, donde cada país vela por los intereses de sus grupos
económicos más poderosos: la industria del arroz de Japón, los
fabricantes textiles de Malasia y Vietnam, los productores de lácteos en
Canadá y Nueva Zelanda, los ingenios azucareros en México, así como las
grandes firmas farmacéuticas y tabacaleras de Estados Unidos.
Críticas y escepticismo
Michael Froman, embajador de Estados Unidos ante la OMC, argumenta
que el TPP procurará el crecimiento, protegerá puestos de trabajo,
reforzará la innovación, reducirá la pobreza y promoverá la
transparencia.
Sin embargo, el TPP ha estado rodeado por un velo de secrecía y
escepticismo que le ha valido críticas de personajes como el ganador del
Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz.
Las negociaciones se mantuvieron en secreto durante cinco años, pero
la publicación de contenido filtrado generó una fuerte percepción de que
el TPP se trataba más de proteger los privilegios de las grandes
corporaciones y el debilitamiento de la capacidad regulatoria del Estado
que de promover el libre comercio.
Particularmente polémico resulta un mecanismo de resolución de
disputas que establece que cualquier firma global puede demandar a los
gobiernos locales en un juicio de arbitraje privado si considera que la
regulación ha afectado indebidamente las ganancias potenciales de la
compañía.
Los críticos que han sido más severos con el TPP argumentan que esto
representa una sustitución de la justicia del Estado por una justicia
privada a modo de las corporaciones. No obstante, los defensores del TPP
abogan por un mecanismo de arbitraje privado para asegurar los derechos
de propiedad en regiones donde el estado de derecho es endeble.
Entrar ahora, ganar después
La integración de la producción de autopartes asiáticas a la cadena
de valor de Norteamérica y la reducción del contenido local requerido
por el TPP en los productos de exportación amenaza la preponderancia de
la industria automotriz mexicana en Estados Unidos, el sector más
dinámico y productivo de la economía nacional.
México se beneficiará marginalmente de la aprobación del TPP, de
acuerdo a un estudio del Instituto Peterson de Economía Internacional.
En este sentido, el economista Rogelio Ramírez de la O sostiene que en
la aprobación de este tratado, los costos superan a los beneficios.
Sin embargo, el panorama cambia si el TPP se extiende a 17 países:
bajo este escenario se estima que México puede añadir cinco puntos
porcentuales a su tasa de crecimiento para 2025.
Filipinas, Corea del Sur, Tailandia, Taiwán, Colombia y eventualmente
China, esperan pacientes para poder asegurar su entrada al TPP. El
acuerdo que pensado como un modelo expandible, que en cierto punto
regirá todas las relaciones comerciales del mundo.
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