10/05/2019

Programa Tiempo de Mujeres en CFRU radio universitaria en Guelph sab 5 octubre 2019

TIEMPO DE MUJERES
Desde cfru 93.3 fm la Radio de la Universidad de Guelph
en Ontario, Canadá
escúchalo cada sábado en www.cfru.ca
MUJERES POR LA DEMOCRACIA
Bienvenida al programa de hoy

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Noticias de Género en la Red

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Entrevista
Octavio Salazar 
libro
El hombre que no deberiamos ser 
nuestros programa trata siempre los temas de las mujeres desde las mujeres, son poco los hombres que hablan de un feminismo y que lo practican hoy iniciamos el programa con una entrevista a Octavio Salazar y a su condición de hombre, le acompaña siempre el adjetivo feminista. Para este Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba, la defensa de unos derechos que no distingan entre géneros, guía su vida pública y privada. En último libro, El hombre que no deberíamos ser, intenta demostrar que existe una manera distinta de ser hombre, fuera de los estrictos cánones y las exigencias de la masculinidad. Un hombre más cercano a las mujeres en la lucha por un objetivo, el de alcanzar la igualdad real y efectiva, que debe ser compartida.


 Mujeres desechables. Libre elección, ¿de quién?
Tribuna Feminista
Existe el debate permanente de lo que significa la prostitución, esclavitud, violencia, trabajo, servicio?, pero primero para entender del tema debemos, deberíamos entender los significados de cada palabra, en la teoría y en la práctica para así tener todos los elementos, encontramos un artículo perfecto para delucidar este tema


Informativo Feminista
Radio nunca en domingo
Y para finalizar nuestro programa de este día como cada mes tenemos la participacion de las compañeras del Informativo Feminista de la Radio Nunca en Domingo con el Colectivo feminista dedicado a la Comunicación y a los Derechos Humanos que conducen Elena Fonseca, Helena Suárez. y el diseño sonoro de Diana Delgado esta semana los temas son ;

- ¿Por qué los feminicidios?
- Diplomac(h)ia internacional
- Besos sin censura
- Asistentes feministas
- Negacionismos machistas
- Turismo de ocupación
- Radar: Campaña feminista; Jornadas de Debate Feminista en Melo; Libro Economía Feminista 
- Música: No te dejes, de Sara Hebe

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Todos los Sábados de 6 a 9 de la noche
(tiempo del Este)

Pronunciamiento de Abolicionistas MX


“La prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas para fines de prostitución,son incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana”

Preámbulo de la Convención de Naciones Unidas de 1949


“Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para suprimir todas las formas de trata de mujeres y explotación de la prostitución de la mujer”. Art. 6 de la Convención para la Eliminación de todas las 

Formas de Discriminación contra las Mujeres, CEDAW.


En México hay una campaña orquestada para legalizar, normalizar y legitimar el sistema prostitucional, uno de los negocios más lucrativos que se basa en la comercialización del cuerpo de niños, niñas, jóvenes y mujeres, sobre la base de explotar la prostitución ajena, hipersexualizando a la sociedad y mercantilizando el cuerpo de las mujeres por todos los medios, como la pornografía, la prostitución y los vientres de alquiler. De manera reiterada se ha estado omitiendo el debate informado. 

Para el abolicionismo, la prostitución es la violencia sexual más antigua contra las mujeres, una actividad o estrategia de sobrevivencia, ligada a la pobreza, falta de empleos dignos, salarios de miseria, migración, clasismo y racismo, que encierra un alto grado de violencia sexual, física y psicológica; por lo tanto, es incompatible con los derechos humanos, cuyo corazón es el respeto a la dignidad humana, la no discriminación, la igualdad entre hombres y mujeres, el derecho a la seguridad y a una vida libre de violencia. 

El patriarcado asigna dos funciones a las mujeres, el placer sexual de los hombres -por cualquier medio- y el cuidado y reproducción de la especie humana. Prácticamente, toda la socialización que se realiza mediante: las religiones (interpretaciones y narrativa de las jerarquías eclesiales) los medios de comunicación, las expresiones culturales como canciones, telenovelas y películas, la educación escolar y sobre todo la familiar, está orientada a que las mujeres aceptemos las encomiendas patriarcales de manera voluntaria, felices y contentas; también está dirigida a que los hombres asuman como algo “natural” su masculinidad androcéntrica, misóginia, homofóbica, sexista, y su “irrefrenable” instinto sexual; para lo cual, deben tener a su servicio un ejército de reserva de mujeres para realizar la forma de poder sexual que les plazca.

El derecho a la libertad no debe ponderarse ignorando derechos igualmente fundamentales: a la vida digna, a la integridad, a la seguridad a la no discriminación y a la igualdad de todas y todos, por citar algunos. Los Derechos Humanos están interrelacionados, son progresivos, universales, indivisibles, inalienables, irrenunciables, así como inescindibles; la afectación de uno, pone en riesgo a los demás. La existencia del sistema prostitucional mina las bases de la igualdad entre hombres y mujeres; así como la lucha para que se respeten todos los derechos a todas las mujeres.

El empleo digno no puede permitir que la persona sea tratada como objeto y la prostitución la cosifica. Nombrar “trabajo” a la prostitución no va a hacer que el prostituyente o putero, el dueño del prostíbulo, el proxeneta, el lenón, pague salarios, tiempo extra, aguinaldo y vacaciones, las registren en el IMSS, respeten su derecho a decir “ya me cansé” “con ese NO” o proporcione estancias infantiles de 24 horas, o la cantidad de antidepresivos y ansiolíticos que consumen quienes están esclavizadas, coartadas de su libertad mediante la extorsión, la retención de documentos o de sus hijos o bajo la amenaza de matar a sus familiares, lo que ha quedado mil veces documentado. 

Hay que estudiar lo que provocó el reglamentarismo en Alemania: País donde las mujeres en situación de prostitución pagan impuestos a razón de 30 euros al día por la enorme competencia (ley de la oferta y la demanda), donde tienen peores condiciones de “trabajo” como la tarifa plana (todo incluido por más tiempo) y cobran menos. Todas las promesas de derechos laborales, contratos colectivos, sindicatos, se difuminaron; en cambio, crecieron exponencialmente: la proporción de hombres consumidores de sexo, la explotación de la prostitución ajena y la trata.

Quienes promueven la legalización del multimillonario negocio, recurren al principio de la libertad de elección y a la ideología neoliberal capitalista, para la cual la libertad individual se asocia a la libertad de mercado, a la mejora económica y de bienes materiales para plantear la prostitución como una solución al desempleo y una alternativa para obtener ingresos; usando la estrategia de crear falsas expectativas a quienes se encuentran en las redes del sistema prostitucional, como si hablar de “trabajo sexual” cambiara la esencia del problema: les pagan para que hagan lo que no quieren, en la expresión más íntima de las relaciones humanas. Se habla de adquirir derechos, como si no fueran ya titulares de derechos que el sistema vulnerara.

En el mundo hay, al menos 3 modelos para abordar al sistema prostitucional: el reglamentarista, el prohibicionista y el abolicionista.

El modelo abolicionista no criminaliza a las víctimas; por lo contrario, está por el respeto integral a sus derechos humanos, promueve políticas públicas de salida como la vivienda, capacitación para el empleo y empleo digno, derecho a la educación y a la salud integral, terapia de largo plazo, (pues los daños son tan graves como los de quien sobrevive a la guerra) y la regularización del estado migratorio; con el propósito de que quienes abandonen definitivamente la actividad, cuenten con el apoyo preferente y prioritario del Estado. A su vez, aplica sanciones y penas a los prostituyentes o “clientes”, que van desde la asistencia a talleres de masculinidad y sexualidad a las multas y la cárcel. Este modelo, es compatible con la educación sexual integral y la sexualidad libre, gozosa, responsable y consensuada; pero no mercantilizada.

El abolicionismo ha logrado reducir: la cantidad de personas en situación de prostitución; la trata, léase la “desaparición” de niñas, niños, jóvenes y mujeres para la esclavitud y explotación sexual; la cantidad de hombres adictos al pago por sexo y los gastos que el Estado dedica a los problemas que el giro ocasiona. Las políticas abolicionistas equilibran la relación de poder entre quien se queda en la actividad y el prostituyente, pues el Estado está del lado de ella (al menos el 85% de las personas en situación de prostitución son mujeres, 10% son personas trans y 5% hombres). En los países abolicionistas como Noruega, Francia, Islandia, Canadá y otros, se ha probado lo que aquí se sostiene.

Para conocer el modelo reglamentarista, léase en contrario todo lo aquí expuesto.

Ciudad de México a 3 de octubre de 2019
Abolicionistas MX

Mónica Soto Elízaga, Laura Henríquez Maldonado, Graciela Machuca Martínez, Dorisol González Cuenca, Adriana Lecuona Escartín, Patricia Barragán Pacheco, Rosa María Cabrera Lotfe, Yndira Sandoval Sánchez, Raquel Guereca Torres, Mayela García Ramírez, Beatriz Cosio Nava, Laura Gómez Flores, Hilda Venegas Negrete, Guadalupe Ortega Rodríguez, Daniela Cerva Cerna, Pamela Higuera Hidalgo, Yunitzilim Rodríguez Pedraza, María del Carmen Bautista López, Daniela Leyva Olaiz, Mar Cruz, Cynthia Galicia, Lidia Guzmán Hernández, Lilian Balderas-García, María del Carmen Ojesto Martínez, Patricia Olamendi, Columba Quintero, María de los Ángeles Hernández Sánchez, Daniela Romero Vargas, Eugenia Flores Hernández, Aimée Vega Montiel, Lucero Reyes Salgado, Sarah Dominique Vázquez de la Cruz, Sandra Escutia Díaz, Idalia López Murillo, María Yadira Romero Díaz, Ana Mijangos Reyes, Irene Manzo Reyes, Beatriz Amparo Reyes Domínguez, Verónica Caporal Pérez, Carmen Ugarte García, Aurea Rendón, Nuria Varela, Argentina Casanova. 

Correo para contacto: AbolicionistasMX@gmail.com

Avanza derecho a decidir de las mujeres

Avanza derecho a decidir de las mujeres



Ciudad de México. La despenalización del aborto en Oaxaca generó nuevos ánimos para llevar una reforma similar al Congreso federal y así evitar la criminalización de las mujeres en todos los estados
La reciente aprobación de la reforma por la que se despenalizó el aborto hasta las 12 semanas de gestación en el estado de Oaxaca y la iniciativa presidencial de Ley de Amnistía para liberar a las mujeres presas por el delito de aborto, activaron el interés de defensoras y legisladoras por debatir el tema en la Cámara de Diputados.
Desde que comenzó la actual Legislatura en la Cámara baja, en septiembre de 2019, se han presentado cuatro propuestas relacionadas con la despenalización del aborto a nivel federal; sin embargo, en el primer año legislativo, ninguna de las propuestas ha conseguido apoyo para ser aprobada por las 241 diputadas y 258 diputados.
Una propuesta fue planteada por el grupo parlamentario de Partido de la Revolución Democrática (PRD) y apoyada por sus 20 legisladores; tres más fueron presentadas por diputados de Movimiento Regeneración Nacional (Morena): Lorena Villavicencio Ayala y el expresidente de la Mesa Directiva, Porfirio Muñoz Ledo. 
En el contexto del 28 de septiembre, Día de Acción Global por el Acceso al Aborto Legal y Seguro y a 12 años desde que en 2007 la entonces Asamblea Legislativa de la Ciudad de México despenalizó el aborto, el pasado 25 de septiembre el congreso de Oaxaca reformó el artículo 312 del Código Penal estatal para permitir el aborto hasta antes de la semana 12 de gestación.
Este logro de Oaxaca ha empujado al movimiento feminista para retomar las acciones a favor de la despenalización en el Congreso federal, donde se presentó una primera propuesta el 6 de septiembre de 2018 por el grupo parlamentario del PRD en la Cámara baja, la cual busca una modificación al artículo 4 constitucional y fue promovida por la diputada Guadalupe Almaguer.
La iniciativa no busca cambios en materia penal, sino que en la Carta Magna se diga que “se garantizará este derecho (decidir el número de hijos), estableciendo la prestación de servicios de salud sexual y reproductiva, incluida la interrupción del embarazo cuando la mujer interesada así lo solicite o lo necesite, como una obligación institucional”.
La segunda iniciativa de reforma a nivel federal fue de la diputada morenista Lorena Villavicencio Ayala, quien el pasado 23 de octubre de 2018 presentó la propuesta para reformar el artículo 330 Código Penal Federal y el artículo 20 Bis de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. En agosto presentó otra propuesta, esta para reformar la Ley General de Salud para proporcionar servicios de interrupción del embarazo de forma universal, gratuita y en condiciones de calidad.
La cuarta propuesta fue presentada el 23 de octubre de 2018 por el diputado de Morena y entonces presidente de la Mesa Directiva, Porfirio Muñoz Ledo, para modificar diversos artículos entre ellos el artículo 4 de la Constitución federal para garantizar el “derecho a decidir sobre tener hijos o no” y la “autonomía reproductiva”.
A estas propuestas se podría sumar una más de las diputadas de Morena, Wendy Briseño Zuloaga y Paola González Castañeda que anunciaron que este lunes presentarán una iniciativa de reforma a la Ley General de Salud en materia de progresividad de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
En este contexto agrupaciones feministas recuerdan que el tema principal debe ser despenalizar el aborto y retomar las propuestas ya hechas que se quedaron en la congeladora. Al respecto, la coordinadora de Fondo MARIA, Daniela Tejas Migues, aseguró la semana pasada que una legislación afectará a todas las mujeres, ya sea de forma simbólica o tangible porque el aborto es una experiencia común.
Para la defensora, en esta discusión se debe considerar que la amnistía, propuesta por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, es insuficiente porque lo único que logrará es que unas mujeres presas por aborto salgan y al otro día otras más sean encarceladas. “No es medida para cambiar la estructura punitivita”.
A su vez, la diputada Guadalupe Almaguer, aseguró que esta propuesta de amnistía es insuficiente y propagandística, y por otro lado sigue criminalizando a las mujeres. Para ella, lo ideal es llevar el tema a un Código Penal Único, para que desde allí se despenalice el aborto y los congresos estatales repliquen la reforma. Aunque aclaró que la propuesta del aborto ha detenido la discusión sobre un Código Penal Único. 


Ecofeminismos para evitar la barbarie


Ecofeminismo & Crecimiento económico
Revista 


La autora reflexiona sobre el ecofeminismo en un mundo que separa humanidad y naturaleza. Y sobre la necesidad de comprender y actuar frente a las crisis complejas que afrontamos y el repunte de los fascismos.
La economía, la tecnología y, en realidad, cualquier producción humana, son subsistemas del medio natural en el que se insertan. Sin embargo, los metabolismos sociales y económicos se han configurado como si fuese al revés. Una vez superada la biocapacidad del planeta, el tamaño de la esfera material de la economía está condenado a disminuir. 

En consecuencia, el crecimiento económico se estanca y retrocede inevitablemente. Los poderes económicos y políticos siguen confiando en superar la crisis económica por la vía del crecimiento. Algunas opciones políticas aspiran a poder superar la crisis económica y ecológica a partir de un crecimiento verde sin que en la mayor parte de los casos se hable de reducción de la huella ecológica y de la redistribución de la riqueza. En los próximos años nuestro trabajo no estará tan centrado en combatir el negacionismo, sino el capitalismo verde y las falsas soluciones.

La mirada de los ecofeminismos permite reflexionar desde otro ángulo. Permite comprender mejor las crisis complejas e interconectadas que afrontamos; permite entender por qué la economía real está estancada y no genera puestos de trabajo; permite comprender quién se está ocupando de sostener las vidas en la situación de empobrecimiento creciente que estamos viviendo; permite entender que los movimientos migratorios emergentes presentan diferencias con los del pasado.

Los ecofeminismos explican que la producción capitalista tiene una precondición: la producción de vida que se realiza en espacios invisibles y que sigue una lógica opuesta a la del capital. Fuera de los focos, invisibilizadas y subordinadas, están las aportaciones cíclicas que regeneran cotidiana y generacionalmente tanto la existencia humana como la del resto del mundo vivo.

En esos espacios ocultos, mujeres, territorios, sujetos colonizados animales y plantas, posibilitan la satisfacción de las necesidades humanas y, a la vez, estas aportaciones hacen posible que la producción capitalista exista. Cuanto más crece esa producción, más se explotan y exprimen las bases materiales que la hacen posible.

La sacralización del dinero como motor de la vida –sustituyendo al sol, la biodiversidad, la tierra fértil, el agua o las relaciones de interdependencia– hace que una buena parte de las personas crean que más que necesitar agua, alimentos, cuidados o vivienda, lo que necesitan es dinero.

El dinero es el salvoconducto que permite obtener todo lo que se necesita para sostener la vida y, bajo esta creencia, se instaura una lógica sacrificial que defiende, como un dogma sagrado, que todo –territorio, vínculos y relaciones, libertad o dignidad– merece la pena ser sacrificado, con tal de que crezca la economía.

Pérdida de hábitat

Siguiendo esta lógica, estamos asistiendo a la destrucción de lo que nos mantiene vivos. Una acelerada pérdida de hábitat causada por la expropiación de la tierra, el envenenamiento de suelos, del aire y del agua a causa de los extractivismos, la agricultura y la ganadería intensiva, y la violencia extrema causada por guerras formales e informales.

Estos procesos se dan en el medio rural, en los territorios de pueblos campesinos e indígenas, pero también en las ciudades, en las que las luchas por la vivienda y contra la mercantilización de los barrios son parecidas a las luchas en defensa del territorio.

Sumado a lo anterior, el cambio climático disminuye aún más el espacio habitable. Todo ello provoca expulsiones de sujetos y comunidades de los lugares en los que habitan. Cuanto más inhabitables se tornan los territorios, más personas –también otras especies– se ven obligadas a salir de ellos.

Estos procesos no son nuevos en la historia del capitalismo. Sin embargo, la escala ha aumentado de forma exponencial. A partir de los 80 el capitalismo mundializado ha perfeccionado los mecanismos de apropiación de tierra, agua, energía, animales, minerales, urbanización masiva, privatizaciones y explotación, de trabajo humano.

Los instrumentos financieros, la deuda, las compañías aseguradoras, y toda una pléyade de leyes, tratados internacionales y acuerdos allanan el camino para que complejos entramados económicos transnacionales, apoyados en gobiernos a diferentes escalas, despojen a los pueblos, destruyan los territorios, desmantelen la red de protección pública y comunitaria que pudiese existir y criminalicen y repriman las resistencias que surjan. En este contexto se produce un repunte significativo de opciones políticas de corte xenófobo, populistas, misóginas, antiecológicas y ultraderechistas.

Cuando los discursos xenófobos dicen “aquí no cabemos todos”, aluden a la imposibilidad de que los estándares de consumo y estilos de vida materiales, políticos y simbólicos que se habían alcanzado solo para algunas partes minoritarias de la población sean viables para todos “los nacionales”, si llegan muchas personas de fuera.

Como si existieran varios planetas

La realidad incómoda es que no es posible que quepamos todos si los estándares materiales deseados suponen vivir como si existiesen varios planetas en lugar de uno parcialmente agotado. El bienestar material desigual de los países enriquecidos no se sostiene sobre la base material de su territorio, sino que se satisface acaparando otros territorios y expulsando irreversiblemente a quienes viven en ellos.

Sin transformar radicalmente el metabolismo económico, no son sólo las personas forzosamente desplazadas las que no caben, sino que, según se profundiza la crisis material y el cambio climático, y a pesar de que en su carnet de identidad diga que “son de los nuestros”, paulatinamente muchas personas quedarán también fuera.

Cuando hablamos de exclusión, personas desempleadas de larga duración, jóvenes que no acceden al mercado de trabajo, desahucios o mujeres que sostienen la vida en un sistema que la ataca, estamos hablando de cómo la dinámica de expulsión del capital se expresa también en el supuesto mundo rico. El decrecimiento material de la economía es simplemente un dato. 

Los neofascismos criminalizan, estigmatizan, deshumanizan, abandonan y matan a personas “sobrantes” con un discurso y escenografía que busca legitimar socialmente el exterminio.

La Unión Europea criminaliza, estigmatiza, deshumaniza, abandona y mata a personas 'sobrantes' dentro del discurso políticamente correcto de los derechos, a partir de la ingeniería social 'racional' limpia y tecnócrata del capitalista mundializado que considera que las vidas y los territorios importan solo en función del “valor añadido” que produzcan.

Poner las vidas en el centro

Desde el ecologismo social ponemos encima de la mesa la necesaria relocalización de la economía, el ajuste a los límites físicos de los territorios y la producción y acceso, sobre todo de alimentos, energía y agua con base fundamentalmente local. Hablamos también de poner las vidas en el centro, de las asalariadas y las que trabajan sin salario.

Paradójicamente, esta relocalización de la economía, aprender a vivir con los recursos cercanos es fundamental para frenar la expulsión de personas de sus territorios y garantizar su derecho a permanecer en ellos, teniendo en cuenta que una parte de los desplazamientos forzosos ya será inevitable y que tenemos la obligación de organizarnos para acoger a aquellos con los que hemos contraído una deuda ecológica y no tienen dónde volver.

Adoptar principios de suficiencia, equitativos y justos, es condición necesaria para la solidaridad dentro y fuera de nuestras fronteras. ¿Cómo hacer para garantizar las condiciones de vida para todas las personas? ¿Qué producciones y sectores son los socialmente necesarios? ¿Cómo afrontar la reducción del tamaño material de la economía de la forma menos dolorosa? ¿Qué modelo de producción y consumo es viable para no expulsar masivamente seres vivos? ¿Cómo abordar las transformaciones que el cambio climático va a causar en nuestros territorios? ¿Cómo mantener vínculos de solidaridad y apoyo mutuo que frenen las guerras entre pobres, vacunen de la xenofobia y del repliegue patriarcal? ¿Cuál es la escala adecuada de actuación? ¿Qué papel juega la autoorganización, el municipalismo, el Estado-nación y las alianzas internacionales? ¿Qué diálogo puede establecerse entre el trabajo socialmente garantizado y la renta básica?

En este marco nos parece a muchas mujeres de Ecologistas en Acción que los ecofeminismos proporcionan elementos para la reflexión y la praxis absolutamente fundamentales. Contribuyen a desmantelar ese abismo que separa ficticiamente humanidad y naturaleza; establecen la importancia material de los vínculos y las relaciones; se centran en la imanencia y vulnerabilidad de los cuerpos y la vida humana; y dan al vuelta a las prioridades, situando la reproducción natural y social como elementos, indisociables entre sí, y cruciales para metabolismo social.


Las otras jóvenes que luchan contra el cambio climático

Mariana Recamier

Mujeres jóvenes en todo el mundo actúan para frenar la crisis climática. Algunas no tienen más de 18 años y ya dirigen organizaciones o movimientos que buscan salvar el planeta

portada post

La activista sueca Greta Thunberg se convirtió en una referente internacional de la lucha contra el cambio climático, pero no es la única mujer joven que dedica parte de su vida a frenar la destrucción del planeta.
Otras niñas y jóvenes de diferentes orígenes también protestan y actúan para preservar los territorios que habitan.
Sus infancias también fueron robadas y desde niñas son guerreras que protegen el agua, realizan campañas para evitar el consumo de plástico o toman las calles para exigir que los gobiernos hagan algo para frenar el cambio climático.
Al igual que Greta, estas mujeres dicen en foros internacionales que los gobiernos fallan en atender los problemas relacionados con el medio ambiente y que nunca los perdonarán si siguen así. 
“Justo aquí, ahora es donde trazamos la línea. El mundo se está despertando. Y el cambio está llegando, te guste o no”, sentenció la adolescente sueca en la Cumbre de Acción Climática.
Sus palabras son el grito cotidiano de cientos de mujeres activistas preocupadas por su futuro. 

Autumn Peltier, lucha por el agua

  • Edad: 15
  • Canadá
Es un activista que protege el derecho al agua limpia y vive en el territorio anishinaabe de la isla Manitoulin.
La joven comenzó su lucha cuando tenía ocho años y se inspiró en su tía abuela Josephine Mandamin, quien defendió los Grandes Lagos de América del Norte hasta su muerte.
Autumn asumió el papel de su tía como comisionada de agua y ahora representa a 40 pueblos originarios.
“Mi gente cree (…) que el agua es sagrada porque nacemos de ella. Mi corazón no está a la venta y tampoco nuestra agua ni nuestras tierras “, dijo la adolescente en un discurso de 2018.

Berta Zúñiga Cáceres, contra los megaproyectos

  • Edad 29
  • Honduras
Berta es una activista que desde hace dos años se desempeña como coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras.
Su madre fue la líder indígena y defensora del medio ambiente Berta Cáceres, quien fue asesinada en 2016.
Desde el Consejo, la joven de 29 años lucha contra la instalación de megaproyectos que amenazan los derechos del pueblo lenca. También es una de las principales impulsoras de la investigación sobre el asesinato de su madre.
“Retamos a esta cumbre y a los pueblos a crear políticas distintas fuera del control de las empresas”, dijo la joven en la Cumbre de los Pueblos sobre el Clima, los Derechos y la Supervivencia Humana que se realizó la semana pasada.

Helena Gualinga, la voz contra el cambio climático en la Amazonia

17
Ecuador
Helena creció en Sarayaku, una comunidad indígena ubicada en la Amazonía ecuatoriana. Desde que era niña, la joven participaba en las protestas contra la extracción de petróleo en su territorio.
También es una de las activistas que impulsó la Declaración del Bosque Vivo en 2018, una iniciativa que propone el reconocimiento legal de derechos territoriales para la preservación de la vida.
“Las mujeres siempre han estado en primera línea luchando por sus territorios porque tenemos una conexión profunda con la Pachamama y el bosque”, dijo Helena en entrevista para el sitio Common Dreams.

Melati e Isabel Wijsen, contra el monstruo del plástico

  • Edades 18 y 16
  • Indonesia
A diferencia de muchas empresas que no quieren renunciar al plástico, las hermanas Wijsen comenzaron a luchar contra este monstruo contaminante cuando tenían 10 y 12 años.
En 2013, las dos adolescentes crearon su propia organización Bye Bye Plastic Bags, inspirada en la prohibición de las bolsas de plástico en Ruanda.
La organización realiza campañas para prohibir las bolsas de plástico, popotes y espuma de poliestireno en Bali.
“Somos imparables. Nos vieron en las calles el viernes, somos millones. Es un movimiento imparable que demanda un cambio”, dijo Melati en la cumbre de Impacto sobre el Desarrollo Sostenible del Foro Económico Mundial en referencia a las protestas del viernes.

Ralyn ‘Lilly’ Sutidtanasar

12
Tailandia
Las hermanas Wijsen no son las únicas preocupadas por el consumo de plástico. Ralyn es una adolescente de 12 años que busca combatir el uso de productos fabricados con este material en su país natal, Tailandia.
A los 8 años comenzó a reunirse con ejecutivos de grandes tiendas para pedirles que redujeran el uso de plástico en sus comercios. Consiguió su primera victoria cuando logró que Central Group detuviera la entrega de bolsas de plástico en sus tiendas una vez por semana.
 Desde hace varios meses, Lilly se reúne con funcionarios del Ministerio de Educación de su país para pedirles que incluyan clases sobre el medio ambiente en las escuelas.

Xiye Bastida, México contra el Cambio climático

  • Edad 17
  • México
La adolescente de 17 años creció en el pueblo mexicano San Pedro Tultepec y después se mudó a Nueva York.
Es integrante del Fridays For Future, un movimiento de jóvenes que insta a los gobiernos del mundo a tomar medidas contra el cambio climático.
En marzo, la adolescente organizó una huelga en su propia escuela de Manhattan y 600 estudiantes la acompañaron. También participó en The Global Climate Strike para pedir a los líderes mundiales que frenen la crisis climática.
“No queremos que las personas tengan que experimentar la crisis climática para darse cuenta de que es una crisis. Y para eso estamos luchando. Para que menos personas se vean afectadas y más personas sean conscientes”, dijo la joven mexicana en entrevista con Teen Vogue.

Aurora Aksnes, la lucha contra el cambio climático en la música

  • Edad 23
  • Noruega
Aurora no es activista, pero desde su música genera conciencia sobre la crisis climática. Esta joven noruega de 23 años integró mensajes relacionados con el cuidado del medio ambiente en sus últimos discos.
La compositora compartió el video de Apple Tree este miércoles y la letra de la canción es un mensaje de apoyo a los jóvenes que luchan para proteger el planeta.
“No escucharán pruebas científicas sobre la muerte del mundo, pero escucharán a los soñadores, los niños… Cree en nosotros y tal vez seremos la generación que salve el mundo y no la que lo mató”, dice la joven en la descripción del video como un grito que se une con las voces de las otras mujeres.

¿Un “gobierno feminista”?


 

Ciudad de México. Diversos gobiernos del mundo nos han ido acostumbrando a las noticias falsas y los discursos engañosos que va contaminando el espacio público. Mientras se hacen declaraciones favorables a los Derechos Humanos y a la democracia, se minan las condiciones necesarias para ejercer esos derechos y convivir en la diversidad. El discurso del canciller de México ante Naciones Unidas es sólo un ejemplo de ello, aunque no el más flagrante. Su retórica corrobora que este gobierno sigue apostando por el discurso de farol de la calle y que, como otros, equivoca el sentido de las palabras para mejor confundir al público.
Así, ante la Asamblea de la ONU, que incluye tanto a democracias favorables a la igualdad como gobiernos autoritarios misóginos y homofóbicos, el canciller afirmó que este gobierno “se considera un gobierno feminista”, que tiene un “compromiso por la equidad de género”, y por ello “respaldará Beijing + 25”. Esta retórica es encomiable, sobre todo cuando hay países que buscan eliminar el “discurso de género” del ámbito internacional. Sin embargo, la práctica automática de hablar de “equidad de género” para referirse al “tema de mujeres” es equívoca y la realidad nacional contradice tan buenas intenciones.
Lo que se requiere no es “equidad” sino alcanzar la igualdad sustantiva, es decir igualdad de trato y de oportunidades. En este sentido, ¿de qué impulso a la igualdad de género nos hablan cuando este gobierno ha tomado medidas que la contravienen? ¿Ignoran que la falta de recursos para estancias infantiles limita las posibilidades laborales de las madres? ¿Ignoran que la plataforma de Beijing promueve no sólo igualdad política sino igualdad económica, derecho a la salud, incluyendo salud sexual y reproductiva y derecho  a una vida sin violencia?  ¿Cómo se apoyará Beijing+25 si no hay condiciones para una integración laboral de las mujeres que no se limite al trabajo precario, mal pagado, y plagado de acoso? ¿Cómo se responderá a las recomendaciones de CEDAW acerca del derecho al aborto legal y seguro? ¿Con la Ley de Amnistía y la despenalización en Oaxaca? ¿O se reconocerá por fin la necesidad de despenalizarlo en todo el país y de garantizar su ejercicio efectivo?
Apropiarse el calificativo “feminista” para calificar al actual gobierno (o al anterior) es una burla. O un error basado en la cómoda confusión entre “integración de las mujeres” y transformación social. No es casual, en efecto, que se equipare “paridad” con igualdad  o con “logro feminista”: el actual gobierno semi paritario representa desde luego un avance ganado por las mujeres. No es asunto menor que hoy, en principio, cualquier mujer pueda llegar al mismo puesto que cualquier hombre (con muchos matices, desde luego). Pero ¿qué significa esto más allá de tener el “mismo acceso” a la función pública?
Curiosamente, la senadora Kenia López Rabadán (PAN) planteó hace unos días una pregunta semejante durante la comparecencia de la secretaria de Gobernación en el Senado. Al contrastar, en un discurso irónico y algo enredado, las expectativas que causó este nombramiento con la desilusión de no contar con una “secretaria empoderada” o con facultades y autonomía suficientes, la senadora puso en cuestión el significado de la paridad por sí misma. Aunque no lo pretendiera, nos lleva a cuestionar también la falacia de que las mujeres buscan el poder para mejorar la vida de otras o que, por serlo, lo buscarán, inspiradas por la “sororidad” o por alguna generosidad “inherente”.  
En un año en que las mexicanas, sobre todo jóvenes, exigen medidas efectivas contra la violencia, en que la marea verde por la despenalización del aborto se extiende por América Latina, contra los vientos conservadores evangélicos y vaticanos, pretender maquillar la realidad con discursos engañosos es un error y una irresponsabilidad. No necesitamos un “gobierno feminista” ni una paridad inocua. Necesitamos un gobierno que asuma sus obligaciones ante mujeres y niñas con sentido de la realidad y apego a los Derechos Humanos, en el marco de la laicidad. 
CIMACFoto: César Martínez López

Maternidad voluntaria

Maternidad voluntaria


Yo no tengo ningún problema con las mujeres que desean ser madres, y deciden serlo. Con lo que tengo problema es con una cultura –y sus férreos defensores- que obliga a las mujeres a ser madres, quieran o no.
Ya en el siglo XIX, el Código Napoleónico establecía legalmente que no éramos dueñas de nada, empezando por nuestro cuerpo. Se convirtieron en delito el adulterio –sólo para las mujeres, por supuesto- y el aborto.
De entonces a la fecha a las mujeres se les ha obligado a ser madres por la buena o por la mala.
Por “la buena” incluye todas estas ideas de que nuestra principal misión en la vida es ser madre.
El entrenamiento comienza a muy temprana edad, con bebés de juguete que eructan, vomitan, demandan atención, y para los que hay que comprar biberones, bañeras y toda clase de artículos al respecto.
Nada de eso –he de aclarar sólo por si hiciera falta- existe para los niños. A ellos no se les entrena para ser padres. Es más, se considera altamente inapropiado que un niño tenga un bebé de juguete o juegue con el de una hermana o prima, y que lo cargue, cambie de pañales o alimente.
Y luego, las miradas de reprobación o la insistencia. A un hombre no hay ideas que le obliguen a explicar por qué no quiere ser padre, o porqué aún no desea serlo dado que está enfocado en sus aspiraciones personales o profesionales.
Así pues, “por la buena” están las ideas sociales y culturales que buscan imponer que ser madre es un destino para las mujeres. Te guste o no. Quieras o no.
De hecho, la creación del Día de la Madre en México se enmarca en ese contexto.
Hacia 1922, en Yucatán, para brindar educación sexual y orientar sobre el control de natalidad, se publicó un folleto titulado: “La brújula del hogar”.
En la capital del país les dio el supiritaco a más de dos –señores, desde luego-. Enfurecieron, calificaron de “criminal” el folleto (porque, claro, las mujeres deben tener los hijos que el señor quiera –y por “señor” me refiero al marido o cura o ministro de culto en cuestión-), y le exigieron al Secretario de Educación perseguir bajo el delito de imprenta a quienes lo difundieran.
Para rematar, el dueño del periódico Excélsior, con apoyo del Secretario de Educación y la alta jerarquía católica promovieron: 1) que en las escuelas se enseñara el amor a la madre, 2) la construcción “de un monumento de ternura a las que nos dio el ser”, 3) una campaña para “halagar” a las madres con regalos.
Hoy es un día altamente rentable para distintos negocios, y se llena de frases, poesías, festivales escolares, en los que se exalta hasta la cursilería, la abnegación y el sacrificio de las mujeres.
Pero como ahora se han incrementado los esfuerzos a la mala para obligar a las mujeres a ser madres (leyes o intentos de reformas legales que obligan a las mujeres –so pena de cárcel- a tener un hijo o una hija que no desean), quiero recordar que en 1991, en el Monumento a la Madre, bajo la leyenda “A la que nos amó antes de conocernos”, un grupo de feministas colocó debajo una placa que decía: “Porque su maternidad fue voluntaria”.
La maternidad debe ser voluntaria nunca obligatoria. Y el Estado debe garantizar que la decisión de las mujeres se cumpla en inmejorables condiciones. ¡Celebro la decisión al respecto de la Legislatura de Oaxaca! Por la vida y la libertad de las mujeres #AbortoLegalYa 


Que las niñas confíen en ellas mismas


Que las niñas confíen en ellas mismas

Existe un concepto que me ayuda a explicar un fenómeno social al que se están enfrentando las niñas y adolescentes. Este concepto es la brecha de confianza, en donde se ha identificado que la confianza de las niñas y adolescentes cae 3.5 veces más que la de los niños durante la secundaria y la preparatoria.
Hay cifras impresionantes como el que tres cuartas partes de las mujeres reconoce un gran temor a equivocarse, o que la mitad de las mujeres adolescentes reconocen que su valor está puesto en el cumplir con un estándar de belleza, o que 8 de cada 10 mujeres piden el fortalecer su confianza y seguridad.
Esto por supuesto no es culpa ni de las niñas ni las adolescentes, esto tiene que ver con dos grandes raíces. Por un lado, la educación y los mensajes que les damos a las niñas, y por el otro, la sociedad en la que crecen y en la que están desarrollándose. 
Hay tres grandes errores que afectan la confianza de las niñas a través de la educación que les damos: el primero es poner estándares altísimos, compararlas con celebridades como Malala, o darles frases como “atínale a la luna”, “tú piensa en alto”, “piensa muy en grande”. Regularmente lo hacemos creyendo que esto las motivará, cuando en realidad esto llena de miedos a las niñas, pues creen que tienen que ser súper poderosas y temen equivocarse.
El segundo mensaje que reciben las niñas, que impacta su confianza, tiene que ver con el que solemos poner nuestra atención en sus logros y no en el proceso de intentar. En el intento es donde se desarrolla la confianza.
Solemos enfocarnos en los logros y los reconocimientos y no en el intento que tiene que ver con el tercer error. Existen prejuicios generalizados que sostienen que las niñas son frágiles y delicadas, lo que impactan las conductas de cuidadores y el trato que les dan a ellas pues al creer esto, incentivan mucho menos a las niñas a salir a explorar, experimentar e incluso a equivocarse. Regularmente no enseñamos a las niñas a arriesgarse, y al no hacerlo, limitamos sus oportunidades para probarse a ellas mismas, y desarrollar nuevas habilidades que fortalezcan su auto-confianza.
Ahora, existen también tres situaciones que afectan la confianza en las niñas, que tiene que ver con la sociedad en la que crecen. Rachel Simons, una mujer que ha trabajado desde hace muchos años en fortalecer la confianza de las mujeres jóvenes, señala que la brecha de confianza es un impuesto que están pagando las niñas al crecer en una sociedad que aún es inequitativa. Ella identifica tres situaciones que afectan la confianza en las niñas. La primera es un trato sexista, es decir un trato diferente entre hombres y mujeres, que suele discriminar a las niñas y sus talentos.
Tengo una anécdota respecto a eso: durante la preparatoria mi mamá y papá me enseñaron durante varios años a manejar en carretera, pero cuando llegó el momento de estar en la universidad y yo me ofrecí a manejar el coche para salir de puente, mis amigos dijeron que yo no debía de manejar porque era mujer y por lo tanto no sabía manejar en carretera. Sin conocer mis habilidades, ya dudaban de ellas solo por el hecho de ser mujer.
Lo alarmante del sexismo y las discriminaciones que legitima, no solo es la desvalorización de las habilidades de una niña o mujer, sino también, la interiorización individual de sentirse incompetente.  
La segunda razón social que afecta la confianza en las niñas, es que no hay mujeres o un gran número representadas en las posiciones de poder. Siguen siendo minoría en los lugares donde se toman decisiones y en los lugares en donde se representan estas mujeres, como en la política, la educación y la economía.
Ahora, el tercer suceso social que afecta la confianza en las niñas, tiene que ver con los medios de comunicación, donde continuamente están bombardeando a las niñas con imágenes de mujeres semidesnudas e hipersexualizadas. Esto envía el mensaje a las niñas de que su valor y poder está puesto en el cumplir con este atractivo definido por la sociedad. Aspirar a cumplir dichos estándares, afecta considerablemente su auto-imagen y seguridad.
A diferencia de lo que comúnmente se cree, la autoconfianza no es valorar lo que somos. Esa definición le corresponde a la autoestima. La confianza es tener la certeza de que se cuentan con los recursos personales para cumplir una meta o tarea de manera exitosa. Es un músculo que tiene que ejercitarse, tomando pequeños riesgos que permitan a la persona probarse en situaciones novedosas, mientras desarrolla habilidades para vivir dicha experiencia.
Confiar en las capacidades de las niñas e invitarlas a que experimenten cosas nuevas y se aventuren a aprender nuevas habilidades, aunque los resultados no sean perfectos, les dará las bases para saberse capaces de sobrepasar los posibles retos que se vayan presentando en su vida y poder contrarrestar los costos de crecer en una sociedad inequitativa.
*Defensora de los Derechos Humanos, escritora y divulgadora con más de 13 años impulsando el desarrollo humano con perspectiva de género con audiencias académicas, gubernamentales y corporativas.

 

Mujeres desechables. Libre elección, ¿de quién?


imagen  tomada del cartel de las Jornadas Internacionales sobre Prostitución celebradas el año pasado en la Universidad de A Coruña.
Cuántas veces hemos escuchado hablar de la libre elección de las mujeres en situación de prostitución. Cuántas veces hemos asistido al discurso de la libertad de las mujeres que eligen ser compradas por hombres. Mujeres desechables, sexualizadas, cosificadas y deshumanizadas. ¿Qué tiene que ver esto con la libertad sexual? Nada. ¿Qué relación tiene con la estructura patriarcal? Toda. ¿Y con la óptica neoliberal dentro del sistema capitalista? Vaya, se va armando el argumentario.
Cuando hablamos de prostitución es necesario incorporar el rigor a aquello que vamos a exponer. Todas y todos opinamos aunque no tengamos ni idea de lo que hablamos. Por opinar, incluso podemos hacerlo sobre un libro que no hemos leído explicándoselo a la autora del mismo; que se lo digan a la escritora Rebecca Solnit, que vivió cómo un señor le quiso contar de qué iba su propio libro del que sólo había leído una reseña en el periódico. Con esto quiero decir que resulta pueril, además de cínico, atacar a las mujeres que se dedican a escudriñar la estructura del sistema prostitucional y a hacer un análisis profundo con el conocido argumento de “ellas eligen”.
La socióloga Kathleen Barry habla de explotación sexual para referirse a la prostitución y digamos que la define como “hombres comprando mujeres para usarlas sexualmente”. ¡Qué barbaridad!, dirán algunas que hablan de las bondades de la prostitución, de ese “trabajo sexual” que es tan empoderante que solo lo ejercen mujeres, para satisfacer a los hombres, tan necesitados de este “servicio”.
Aquí nos encontramos con alguna problemática que viene de concepciones erróneas. En primer  lugar, hablar de la prostitución como una transacción comercial entre mujeres y hombres denota nuevamente no entender dónde estamos, y estamos ante un negocio ilícito en el que como escribe la periodista Kajsa Ekis Ekman, “la mayoría absoluta de las personas que ejercen la prostitución en el mundo son mujeres y niñas y la mayoría absoluta de los compradores son hombres”. No obstante, a veces vemos escrito “los y las trabajadoras sexuales”; venga, vamos a darnos una vuelta por los pisos, por las calles, por los burdeles, por los macroburdeles, por los polígonos, por las “casas de citas”, para observar quiénes son penetradas por la boca, por la vagina y por el ano, siendo sometidas a las prácticas vejatorias de aquellos que pagan y que desde la pornografía, la construcción de la sexualidad y de su masculinidad han creído que tienen el derecho de acceder al cuerpo de las mujeres, integrando la violencia sexual en sus formas de vida en lo que Kathleen Barry llama sadismo cultural: “Conjunto de prácticas sociales que favorecen y propugnan la violencia sexual, incorporándola a la noción de lo que se define como comportamiento normal”.
Pongamos atención en este momento al fenómeno de expulsión del que nos habla la socióloga e investigadora Rosa Cobo, cuyas palabras extraídas de su libro La prostitución en el corazón del capitalismo cito a continuación: “Las mujeres son expulsadas de sus hogares, de sus entornos sociales y también de sus propias expectativas de vida. Sin embargo la expulsión tiene destino: clubs, pisos, macroburdeles, calles, barrios, polígonos a las afueras de las ciudades o zonas acotadas están preparadas para la comercialización de sus cuerpos. La violencia de la expulsión se completa con otra violencia, aquella que vulnera el derecho de las mujeres a la soberanía de sus cuerpos”. La violencia que vulnera el derecho de las mujeres a la soberanía de sus cuerpos, dice Rosa Cobo. Sí, la prostitución también tiene que ver con la libertad sexual; la libertad sexual coartada de las mujeres revestida de una supuesta libertad sexual que es la libertad de ellos de tener a las mujeres disponibles.
El placer y la sexualidad están al servicio de los hombres. La sexualidad de las mujeres no existe. Pero son nuestros cuerpos y hacemos lo que queramos con ellos; El lema es: “mi cuerpo es mío”. No obstante, como apunta la filósofa Amelia Valcárcel, “mi cuerpo es mío es un eslogan, afortunado por cierto, pero no es un fundamento de derecho”.
Aquí se inserta otra problemática, la apropiación del lenguaje. De nuevo Kathleen Barry en una entrevista para la revista Atlánticas[1], en su monográfico La prostitución: Entre viejos privilegios masculinos y nuevos imaginarios neoliberales, advierte de cómo nos han quitado el lenguaje y anota como ejemplo el término “prosex”, usado por aquellos que reducen el sexo a esa transacción de la que hablamos antes y que no es más que una compra de los hombres donde el objeto de esa compra somos las mujeres. Siguiendo con Barry, la socióloga señala que queremos “reivindicar que el sexo es un aspecto fundamental de nuestra humanidad y que atraviesa la autodeterminación de las mujeres, es decir, reivindicar y apropiarnos de nuestra sexualidad: desde decidir si tener sexo o no; hacerlo como queramos; o probar cuál es la experiencia sexual más satisfactoria para cada una de nosotras”.
Como veis, no se trata de ser puritanas ni mojigatas; este “argumento” también cae, tan rápido como se expone. En el libro El ser y la mercancía de Kajsa Ekis Ekman queda bastante claro: “Cuando el dinero compra el consentimiento, se evidencia una desigualdad de deseo estructural, por eso la prostitución es el enemigo de la liberación sexual”.
En este apartado de la apropiación del lenguaje podemos seguir analizando estos lemas y términos que nos roban en el feminismo. Habéis leído bien, nos roban, ya que surgen en un momento determinado, junto a una reivindicación determinada o bajo un objetivo estratégico determinado y fuera de ahí implica que han sido descontextualizados y adaptados al discurso de ese lobby proxeneta que construye un nuevo relato para destacar que el sujeto “que elige” en toda esta telaraña de intereses somos las mujeres. Desechables, pero como capacidad de elegir.
Siguiendo con la consigna “mi cuerpo es mío” voy a traer otro ejemplo estrechamente vinculado, “nosotras parimos, nosotras decidimos”. Este lema apareció en tamaño mural en algunas fachadas de Madrid y Barcelona empapelando edificios y también mediante pantallas luminosas (con un fondo entre rosa y morado) como iniciativa de la Asociación Son Nuestros Hijos. Un eslogan que marca un momento importante en la lucha feminista cuya reivindicación sigue vigente en algunos países donde nuestras compañeras pelean por el derecho a decidir y por tanto por la despenalización del aborto (el Congreso de Oaxaca lo acaba de conseguir), manipulado en una campaña que beneficia a la mafia reproductiva, intentando normalizar esta prostitución uterina (tal como se refiere a la maternidad subrogada Ekis Ekman) comparándola con el aborto. Como exponía la filósofa Alicia Miyares en una de sus ponencias, “defendemos el aborto porque estamos en contra de una maternidad impuesta y estamos en contra de los vientres de alquiler porque nos oponemos a una maternidad por contrato”. De nuevo la libertad de la que hacen gala los promotores de esta práctica no existe. Y como en la prostitución, se trata de controlar y explotar el cuerpo de las mujeres para satisfacer deseos. Esto lo ilustra muy bien Adriana Guzmán, integrante del movimiento Feminismo Comunitario Antipatriarcal de Bolivia, cuando define el patriarcado: “El patriarcado es el sistema de todas las opresiones, todas las discriminaciones y todas las violencias que vive la humanidad y la naturaleza, construido históricamente sobre el cuerpo de las mujeres […] La humanidad aprende a explotar en el cuerpo de las mujeres”.
Sigamos con los conceptos. El más atractivo en cierto discurso es el de empoderamiento. ¿Qué es el empoderamiento? Según Naciones Unidas y la Plataforma de Acción de Beijing, el empoderamiento es el requisito sine qua non para alcanzar la igualdad de género y por ello forma parte del Objetivo 5: Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas. ¿Qué significa exactamente? El empoderamiento está relacionado con el poder y con la participación de las mujeres en la toma de decisiones; el término fue adoptado en la Conferencia Mundial de las Mujeres de Beijing y es definido como “la toma de conciencia del poder que individual y colectivamente ostentan las mujeres y que tiene que ver con la recuperación de la propia dignidad de las mujeres como personas”.
Cuando hablamos de empoderamiento partimos en primer lugar de una desigualdad estructural que nos ha mantenido a las mujeres excluidas de muchos ámbitos de la vida, privadas del acceso a los  recursos y alejadas de los organismos de decisión. El empoderamiento como estrategia nace para revertir esta situación a través del desarrollo de capacidades, la adquisición de herramientas y una necesaria mirada crítica a este proceso histórico, dentro del patriarcado como sistema histórico tal como aduce Gerda Lerner en su libro La Creación del Patriarcado, que nos ha situado debajo y que además ha invisibilizado nuestras aportaciones.
Volviendo al tema, la prostitución no empodera; lo que empodera es ser dueñas de nuestra existencia, tener las mismas oportunidades que los varones y sobre todo, ser consideradas personas y no objetos porque los hombres que creen tener el derecho a acceder a nuestros cuerpos nos han deshumanizado.
El manipulado discurso sobre el empoderamiento tiene que ver con el relato que hace el lobby proxeneta de la prostitución, ¿quién, si no, iba a tergiversar el concepto? Lo cuenta Kajsa Ekis Ekman, antes la prostituta era considerada un desecho -mujeres desechables- personas inferiores que estaban ahí para cumplir con esas “necesidades” de los hombres. Ahora nace la trabajadora sexual, mujer libre, independiente y empoderada que elige que varios tíos la penetren cada día por donde a ellos les plazca. Parece que se trata de libre elección. La libre elección de los hombres que manejan este negocio ilícito y de esos hombres que ven intacta su tóxica masculinidad.
Para terminar y en vista de que hace poco -y cada 23 de septiembre- se celebró el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas, conviene dejar claro que prostitución y trata son dos realidades indisociables, que no se pueden separar ya que como dice la socióloga Silvia Chejter, “la trata no es otra cosa que una de las formas más frecuentes o generalizadas de reclutamiento de mujeres para ser prostituidas”.
Quizá sirva para dormir por las noches pensar que hay una prostitución voluntaria y buena y otra terrible donde intervienen las mafias que es con la que debemos acabar. Pero no, malas noticias
para ese placentero sueño. Nos encontramos ante un sistema prostitucional que se traduce de esta manera: Hombres que compran a mujeres y otros que se benefician de ello, ante la complicidad de los Estados. Y esta realidad dantesca choca con los derechos humanos y con el feminismo. No se puede legitimar una práctica que nos convierte, a las mujeres, en mercancía.
Podéis seguir mirando hacia otro lado o dar un paso al frente para luchar contra la explotación sexual de mujeres y niñas poniendo el foco en los hombres que compran mujeres y en los que se benefician de este negocio ilícito que se sitúa en beneficios, dados por la economía criminal y como argumenta Rosa Cobo, junto al narcotráfico y a la industria armamentística.
Nosotras, las feministas abolicionistas, seguiremos tomando de referencia el movimiento por la abolición de la esclavitud para acabar con esta esclavitud del siglo XXI. Creemos que es posible un mundo sin prostituidores y lejos de ver el abolicionismo como una utopía inalcanzable trabajaremos para que la paz sea un hecho y una realidad para las mujeres. Sabemos que el camino es arduo ya que estamos enfrentando al poder, al sistema prostitucional y en esta tarea, a la vez, desarticulamos todos los discursos que desde ahí se lanzan aunque se cuelen en el feminismo, un movimiento social y político que ha nacido para que todas alcancemos nuestra liberación.

AUTORA

Periodista y activista feminista. Máster en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos. Colaboro con varias asociaciones feministas de Córdoba y formo parte de la Comisión de Cine de la Cátedra Leonor de Guzmán de la UCO.