Pedro Echeverría V.
1. Dos de octubre de 1968 no se olvida porque fueron decenas de estudiantes asesinados en Tlatelolco; mucho menos podrá olvidarse que más de la mitad de nuestro pueblo ha vivido en la miseria y la desesperación por culpa directa de gobiernos y empresarios que roban a manos llenas el presupuesto público y jamás pisan la cárcel. Es el México que vivimos (hoy con más de 135 millones de habitantes) que tiene que liberarse del sistema de opresión capitalista.
2. Un billón es un millón de millones de pesos (el 1 seguido de doce ceros) que han servido a empresarios y gobiernos para hacerse más ricos, más poderosos, para someter con mayor efectividad al pueblo. Así como ese fantástico e increíble robo, los mexicanos hemos sufrido miles. Decirlo sin hacer nada ayuda a pensar e indignarse, pero de parte del gobierno parece un lloriqueo y una cobardía si se tienen las listas de quienes tienen que pagar o ir a prisión.
3. ¿Cuántas escuelas, hospitales, albergues, se podrían construir y, al mismo tiempo cuántos empleos se podrían crear de manera inmediata con ese billón de pesos robado a la nación? Me parece una enorme corrupción gubernamental esa política de perdona/impuestos a personajes que obtienen miles de millones, se llenan de propiedades, gozan en viajes al extranjero, dilapidan “gozando de la vida” y luego mediantes lloriqueos logran que el gobierno no les cobre.
4. Sin embargo, en contraposición se pide que los trabajadores y estudiantes no se manifiesten en las calles y, que si lo hacen, le den un estilo de procesión católica o religiosa vestidos de blanco. ¿No se sabe acaso que una manifestación en las calles es para exigir el cumplimiento de demandas que se han planteado muchas veces con antelación? ¡Que no nos quieran ver la cara de idiotas! Salimos a la calle porque estamos hasta la madre y ya no podemos esperar más.
5. Los padres de los 43 estudiantes desaparecidos por el gobierno en otras circunstancias, después de cinco años sin solución, ya se hubieran convertido en guerrilleros. Su ejemplo de marchas y gritos es de un pacifismo increíble. ¿Les pedirán acaso que se vistan de blanco y lleven una vela encendida en la mano? Yo siempre preferí ver en las calles y plazas a los campesinos de Atenco que llevaban en la mano un machete que nunca usaron pero eran símbolo de un pueblo en lucha.
6. En las marchas siempre hay “provocadores positivos” infiltrados para darle combatividad a las manifestaciones. Éstas nunca deben ser paseítos de verano o inviernos para saludar a los amigos. En los sesenta y setenta nos llamaron comunistas, izquierdistas radicales, provocadores; hoy anarquistas (que estamos contra todo tipo de poder), pero no nos bajan de provocadores. Nos dicen así quienes mueren de miedo de perder sus millones y su gobierno. (2/X/19)
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