La Jornada
La ratificación del nuevo
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)está en una
encrucijada. Por un lado, la falta de claridad y de aprobación por los
grandes dirigentes sindicales de Estados Unidos y por consiguiente del
Congreso estadunidense, dominado por el Partido Demócrata; por el otro,
la inconsistencia e incertidumbre que ha expresado el presidente de esa
nación, Donald Trump, que un día amenaza con no aprobar el nuevo tratado
y otras con retirar a su país de ese acuerdo fundamental para
establecer nuevas y mejores reglas y relaciones comerciales y, por ende,
económicas entre México, Canadá y el propio Estados Unidos.
Hace poco menos de un mes, el presidente de la Federación
Estadunidense del Trabajo (AFL-CIO), Richard Trumka, visitó México, y
entre sus trascendentes actividades tuvo una reunión con el presidente
Andrés Manuel López Obrador, a la cual fui invitado a participar con la
idea de contribuir a encontrar soluciones a la resistencia de los
líderes sindicales vecinos, dada la muy buena relación que hemos
construido a lo largo de más de 12 años, durante los cuales conviví con
él y otros dirigentes durante mi exilio en Canadá. Su solidaridad, apoyo
y hermandad fueron excepcionales durante todo ese tiempo.
El encuentro con el presidente López Obrador fue muy positivo,
respetuoso y de confianza y certidumbre sobre los puntos de acuerdo en
beneficio de la clase trabajadora y de los pueblos de las tres naciones.
El compañero Trumka, que representa a más de 12.5 millones de
trabajadores de los 55 sindicatos miembros de la AFL-CIO, regresó a su
país muy satisfecho con la reunión y expresó que López Obrador es un
gran dirigente político, un patriota y una esperanza de cambio sólido
hacia mayor justicia, equidad y bienestar para beneficio no sólo de los
mexicanos, sino para la población de muchos otros lugares del mundo.
La transformación de fondo que el presidente López Obrador está
impulsando y la estrategia para lograrlo y disminuir la desigualdad y
acabar con la corrupción en nuestro país le animó sobre las dudas y
cuestionamientos que han expresado los líderes de Estados Unidos, sobre
todo en cuanto a la obligatoriedad de México para cumplir los
compromisos señalados en el capítulo sobre derechos laborales del nuevo
TLC. Asimismo, renovó la esperanza de que las autoridades laborales
mexicanas definan pronto un plan de corto y de largo plazos para poner
en marcha la reforma laboral aprobada, además de un presupuesto especial
y la integración de un equipo amplio de inspectores que obliguen a
cumplir los términos formales que podrían pactarse en el nuevo tratado
de comercio.
Una semana después del encuentro con el presidente de México, el
líder de la AFL-CIO, durante la reunión del comité ejecutivo de la
poderosa organización –celebrada en Chicago, Illinois– volvió a recibir
el reclamo de otros dirigentes nacionales, integrantes del órgano cúpula
del movimiento obrero de ese país, sobre la falta de compromisos del
gobierno de México para sentar las bases del futuro acuerdo de libertad
en términos del convenio comercial entre los tres países. Hubo muchos
temas sobre la mesa, pero el nuevo TLC ocupó un lugar preponderante
durante las discusiones, en las cuales participé como orador para
despojar diversas inquietudes sobre el alcance de las reformas en
México.
Por otro lado, la situación política en Estados Unidos para los
efectos del tratado se ha complicado por la polarización de las fuerzas
políticas a la vista de las elecciones del año próximo y porque
recientemente el congreso de los demócratas ha iniciado un proceso para
destituir a Trump de la presidencia.
El dilema es cómo resolver pronto estos temas, dar confianza a los
socios comerciales y caminar juntos los tres países hacia adelante. En
México existe enorme apoyo popular hacia al presidente López Obrador. En
Canadá se celebrarán las votaciones para ratificar o elegir al primer
ministro este 21 de octubre. En Estados Unidos la elección presidencial
no será hasta noviembre de 2020, lo cual crea gran incertidumbre y dudas
sobre la firma del actualizado TLC antes de ese periodo.
Por ello es urgente la firma del nuevo tratado comercial entre los
tres países, a más tardar en este mes de octubre o a principios de
noviembre. De no ser así, se retrasará más de un año y quizá nunca se
firme. La pregunta es qué sucedería sin el TLC renovado. Puede esperarse
que el actual convenio continúe en vigor, lo que no favorece mucho a
México. También puede suceder que todo se retrase por más de un año y,
aun así, sin la seguridad de que se ratifique.
México debe prepararse para continuar en su proyecto de
transformación, con o sin el tratado de libre comercio. Claro que si se
lograra concluir en este mismo año crecerá la confianza de la inversión
extranjera, así como la generación de empleo, sin depender tanto de la
iniciativa privada nacional ni de sus chantajes. Es importante que
México continúe con sus programas de inversión en infraestructura, de
promover la creación de fuentes de trabajo bien remuneradas, con el
propósito de fortalecer el poder adquisitivo de los trabajadores, su
nivel de consumo y la demanda interna, así como reorientar la estructura
productiva interna y depender menos de los cambios y las crisis del
mercado internacional.
En ello descansará el futuro de la clase trabajadora y el bienestar
de la población de los tres países. Se requiere ratificar la confianza y
el apoyo al presidente Andrés Manuel López Obrador y a su gobierno. Al
mismo tiempo, las autoridades laborales del país deben actuar seriamente
y asumir los compromisos incluidos en el nuevo TLC respecto de aplicar
correctamente, sin prejuicios ni debilidades, los cambios establecidos
en la nueva reforma laboral para mejorar la democracia sindical, la
libertad, la justicia laboral, las condiciones de trabajo, los salarios,
la seguridad y el bienestar de la clase trabajadora de México.
Éste es el sentido de la urgencia para activar con congruencia, sin
demagogia y sin dejarse presionar por los intereses empresariales. Es
ahora o quizá nunca que se pueda aprovechar la última oportunidad de
llevar a buen término estas negociaciones para beneficio del desarrollo y
la soberanía de México.
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