Silvia Ribeiro*
La Jornada
Luego de dos años de liberar
mosquitos transgénicos en Brasil, supuestamente para combatir la
trasmisión de dengue, los insectos manipulados se cruzaron con los
locales y prosperaron, contrariamente a lo que afirma la trasnacional
Oxitec que los vende. La descendencia se transformó en una especie de
supermosquitos, que presentan riesgos más altos para la salud y el ambiente de los que ya existían antes del experimento. (https://tinyurl.com/y3mu7tnj) Dado que la misma empresa ha intentado este tipo de experimento en México, por ejemplo en Yucatán en años recientes, debería existir alerta y seguimiento sobre sus consecuencias también en el país.
Como en numerosos otros casos con cultivos y animales transgénicos
(incluidos los resultantes a partir de nuevas biotecnologías como Crispr
y otras), los seres vivos obviamente no se comportan como en los
proyectos o en laboratorio, y el resultado de liberarlos es mucho peor
que el problema que se decía atender. Lo que ahora está sucediendo en
Brasil –que se puede extender mucho más allá– es exactamente una de las
razones por la que muchos nos oponemos a la liberación de transgénicos.
Este preocupante caso con mosquitos manipulados se registró en
Jacobina, estado de Bahía, luego del experimento de liberar 450 mil
mosquitos transgénicos por semana, durante 27 meses, entre 2013 y 2015.
La evaluación de resultados y la comprobación de que los mosquitos se
habían reproducido y están fuera de control en el ambiente, se publicó
en la revista Nature, en septiembre 2019, en un estudio en el
que científicos participantes tomaron muestras de mosquitos a seis, 12 y
27 meses después de comenzar las liberaciones. (https://tinyurl.com/y2ozptu5)
Según Oxitec, los mosquitos transgénicos deberían cruzarse, pero no
generar descendencia, o que fuera tan débil que no sobreviviera y así se
reduciría la población de mosquitos trasmisores de enfermedad. Su
teoría no ha probado funcionar en ninguno de los países donde se ha
intentado, ya que luego de una primera reducción de mosquitos, éstos
vuelven incluso en mayores cantidades. Tampoco se ha visto que tenga
ningún efecto para combatir dengue ni otra enfermedad. En Jacobina,
luego del primer año de liberación hubo un aumento notable y reportado
de casos de dengue.
Los autores del nuevo estudio comprobaron que contrariamente a las
promesas de la empresa, las secuencias transgénicas se incorporaron en
el ADN de la población natural de mosquitos y que existe descendencia
híbrida, robusta y que se reproduce en la naturaleza. La cepa de
mosquitos usada por Oxitec provenía de una cruza entre mosquitos
originarios de Cuba y México, por lo que la que existe ahora en el medio
ambiente en Brasil es un híbrido de tres países. Hay ahora más
mosquitos que trasmiten enfermedades, han adquirido más vigor y podrían
incluso multiplicar su resistencia a insecticidas.
Las consecuencias de ese nuevo tipo de mosquito transgénico,
asilvestrado y en libre movimiento, son impredecibles, tanto en sus
efectos sobre la salud, como en otros mosquitos y en el ambiente. Se
estima que podrían también cruzarse con otras especies de mosquitos más
allá de Aedes aegypti (la especie primaria que trasmite dengue, chikunguña y zika) y trasmitir su material transgénico también al Aedes albopictus, o mosquito tigre, mucho más agresivo y difícil de combatir.
La empresa Oxitec fue comprada en 2015 por Intrexon, compañía
trasnacional de biología sintética de Estados Unidos que se dedica,
entre otros rubros, a producir animales transgénicos, como salmón y
ganado. Pese a las alarmas que despierta el estudio, Oxitec-Intrexon
continúa en otros estados de Brasil con sus experimentos con insectos
transgénicos.
Para los experimentos de Oxitec se aportaron cuantiosos recursos
públicos de municipios y universidades, escatimados a los presupuestos
de salud. Un amplio reportaje sobre el caso de la agencia de noticias
Rede Brasil Atual, muestra, además, que la comisión de bioseguridad de
Brasil (CTNBio) actuó intencionalmente con negligenciapara autorizar la
liberación, clasificando los estudios como de bajo peligro y sin riesgos
de bioseguridad, además de no exigir el consentimiento previo, libre e
informado de la población que durante más de dos años ha sido expuesta
como conejillos de indias de la empresa y la CTNbio (https://tinyurl.com/y6nvj4b7).
La Fundación Bill y Melinda Gates también financia a Oxitec para sus
experimentos con mosquitos transgénicos. Esta fundación promueve también
el uso de mosquitos con impulsores genéticos, una técnica altamente
riesgosa para extinguir especies en la naturaleza. En África, la
organización Target Malaria, financiada por la Fundación Gates, hizo una
consulta muy deficiente sobre el uso de mosquitos transgénicos,
evitando que la población tuviera información completa y crítica del
experimento a que son sometidos, algo que integrantes del Grupo ETC
pudimos documentar directamente (https://tinyurl.com/y5ptz6e4)
En ambos casos, tanto en Brasil como en Burkina Faso, queda claro que
las poblaciones locales son usadas por las empresas y fundaciones como
animales de laboratorio, no es un experimento transgénico con insectos,
es además un experimento con humanos –y con todo el ecosistema– que debe
ser inmediatamente detenido.
*investigadora del Grupo ETC
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