4/19/2025

Mujeres acusadas de brujería en Ghana, entre el destierro y el estigma

Ghana es un país ubicado en la costa occidental de África, en el Golfo de Guinea y según datos de la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, comparte fronteras con Costa de Marfil, Togo y Burkina Faso.

Tiene una población aproximada de 33 millones de habitantes, su idioma oficial es el inglés, con lenguas locales como el Twi, Fanti, Ga, Ewe y Hausa y su población principalmente profesa la religión cristina en un 70 por ciento.

El informe que reveló esta información de este país africano es de Amnistía Internacional: “Marcadas de por vida: Cómo las acusaciones de brujería conducen a violaciones de los derechos humanos de cientos de mujeres en el norte de Ghana”, ahí, la organización denuncia un alarmante retroceso en materia de derechos humanos hacia las mujeres acusadas de brujería. Estas mujeres no cuentan con un lugar seguro al cual acudir, y los únicos refugios disponibles son campos vigilados por líderes religiosos, situados en las regiones norte y nordeste del país.

De acuerdo con el informe, los abusos relacionados con estas acusaciones se dan particularmente entre grupos étnicos como los Konkomba, Dagomba, Mamprusi y Bimoba. No obstante, se destaca que esta problemática no es exclusiva de Ghana, sino que ocurre en diversas partes del mundo, y que incluso ha aumentado tras la pandemia.

“Las acusaciones de brujería y los abusos relacionados vulneran los derechos de cada persona a la vida, a la seguridad y a la no discriminación. Esta práctica, profundamente arraigada y extendida, ha causado un sufrimiento y una violencia incalculables. Aunque la creencia en la brujería está protegida en el derecho internacional, no lo están las prácticas nocivas derivadas de ella, y las personas afectadas por éstas necesitan protección y reparación”,

Michèle Eken, investigadora de Amnistía Internacional.

Los investigadores de la organización advierten que las mujeres mayores que viven en la pobreza, con problemas de salud o alguna discapacidad, son quienes corren mayor riesgo. Además, también se encuentran en situación de vulnerabilidad las mujeres viudas, divorciadas, solteras, sin hijos, o aquellas percibidas como exitosas e independientes.

Incluso la apariencia física de las mujeres adultas mayores representa un factor de riesgo como la falta de dientes, piel arrugada, mala postura o los senos caídos, son consideradas erróneamente en Ghana como “deformidades” o “anomalías”, y utilizadas como “prueba” para acusarlas de brujería.

Las consecuencias de estas acusaciones son: palizas, lapidaciones, quemaduras o envenenamientos, que en muchos casos pueden provocar la muerte. Las sobrevivientes suelen ser expulsadas de sus comunidades. Hasta el momento, se desconoce la magnitud real del problema, ya que el gobierno de Ghana no publica estadísticas sobre la prevalencia de estos ataques y muertes. Amnistía Internacional solicitó dicha información al Ministerio de Justicia, pero no obtuvo respuesta.

Generalmente, las acusaciones son iniciadas por un miembro de la comunidad, y suelen ser los hombres quienes actúan como principales acusadores y perpetradores de la violencia. Estas acusaciones pueden surgir tras un evento trágico, como una muerte, un aborto espontáneo o una enfermedad dentro de la familia o la comunidad. En algunos casos, incluso los sueños sirven como base para señalar a una mujer como bruja. “Mi vecino dijo que había soñado que yo intentaba matarlo. No me quiere [en la comunidad], por eso me acusó”, denunció una residente del campo de Gnani.

Asimismo, el informe expone que la prevalencia de estas acusaciones en el norte de Ghana está vinculada a la falta de inversión en el desarrollo de la región y a la codicia. Muchas veces se recurre a este tipo de acusaciones como método de desprestigio, especialmente contra viudas, con el fin de expulsarlas de sus tierras y apropiarse de ellas.

El informe también revela que las denuncias contra estos actos de lesa humanidad son mínimas. En un proyecto de investigación realizado en 2022 por la Comisión de Derechos Humanos y Justicia Administrativa (CHRAJ) en colaboración con la ONG Crossroad International, se constató que 106 de las 166 mujeres entrevistadas (63.9%) no denunciaron ningún incidente de violencia tras ser acusadas de brujería.

Del mismo modo, la mayoría de las mujeres entrevistadas por Amnistía Internacional en los cuatro campamentos tampoco presentaron denuncias ante las autoridades. Expresaron temer por su vida, considerarlo socialmente inaceptable o simplemente no imaginar que fuera una opción viable

“Si lo hubiera denunciado a la policía, los acusadores habrían acabado conmigo”, relató una mujer recluida en el campo de Gambaga.

Campamentos: otra forma de violación de derechos

Los campamentos del norte de Ghana se ubican en terrenos privados pertenecientes a sacerdotes tradicionales. Estos espacios surgieron de manera informal cuando las personas acudían a estos líderes religiosos para realizar rituales que determinaran si alguien era bruja o brujo. Aunque existen desde hace más de un siglo, no se sabe con certeza cuándo fueron establecidos.

Amnistía Internacional documentó que, al llegar al campamento, la persona acusada debe someterse a un ritual en el que se utilizan aves y alcohol para confirmar si posee supuestos poderes de brujería. En el ritual, el sacerdote mata un ave: si el animal cae de espaldas, se interpreta como una señal de culpabilidad. Luego, la persona debe beber un brebaje preparado por el sacerdote para “purificarse”.

Incluso si el ritual determina que la persona es inocente, muchas veces optan por permanecer en el campamento, ya que consideran que no estarán seguras ni serán aceptadas nuevamente en su comunidad.

Si desean abandonarlo, deben someterse a otro ritual de purificación, cuyo costo debe ser cubierto por la persona acusada. La mayoría no cuenta con recursos ni tiempo suficiente, ya que fueron expulsadas repentinamente y sin pertenencias.

Una vez dentro del campamento, las mujeres deben buscar formas de subsistir. Algunas trabajan en granjas locales a cambio de comida; otras se dedican al comercio informal, vendiendo carbón vegetal o leña seca. Las mujeres mayores o con alguna discapacidad física enfrentan más dificultades para alimentarse adecuadamente o acceder a agua potable, por lo que dependen exclusivamente de apoyo externo. Sin embargo, en varios campamentos el gobierno local no cuenta con ningún programa para asistir con actividades de subsistencia o provisión alimentaria.

Además, las condiciones de vivienda son indignas. En todos los campamentos se reporta la falta de infraestructura adecuada. Por ejemplo, en Gambaga, las acusadas de brujería viven en chozas de barro con techos de paja, o comparten edificios con varias habitaciones de cemento, donde el agua se filtra durante la temporada de lluvias. “La habitación no está en buenas condiciones.

El suelo se ha echado a perder. Duermo sola en una estera. Uso mi ropa usada como almohada”, denunció Zumera, quien llegó al campo de Gambaga en 2014.

Ante este contexto de despojo sistemático de derechos humanos hacia las mujeres ghanesas, Amnistía Internacional emitió una serie de recomendaciones con el objetivo de erradicar esta grave problemática y proporcionar justicia a las víctimas de estas acusaciones. Entre las medidas más destacadas se encuentran:

  • Implementar una estrategia nacional de sensibilización sobre los daños causados por las acusaciones de brujería, con enfoque de género e interseccionalidad.
  • Financiar a organizaciones locales que trabajan en derechos humanos y protección de mujeres.
  • Mantener un registro actualizado sobre ataques relacionados con brujería y usar esa información para desarrollar políticas públicas.
  • Impulsar programas de desarrollo económico en las regiones afectadas.
  • Revisar y reformar leyes para prevenir la violencia contra mujeres mayores.
  • Brindar apoyo integral a las víctimas, que incluya albergues seguros, acceso a medios de vida y servicios esenciales.
  • Garantizar el acceso a educación y servicios básicos para todas las personas que habitan en los campamentos.

 

Mujeres cabreras de Chile afrontan el cambio climático ganando premios

 

Yasna Molina exhibe en su predio en Villaseca, en el municipio chileno de Ovalle, los galardones conquistados con sus quesos de cabra, entre ellos la Copa América otorgada al tipo azul Anqas. Imagen: Orlando Milesi / IPS

OVALLE, Chile – Las mujeres criadoras de cabras del municipio de Ovalle, en el norte de Chile, enfrentan el cambio climático defendiendo su patrimonio con mejoras a la calidad y variedad de sus productos, que ha llevado a algunas a ganar premios internacionales por sus quesos.

Estimuladas por ese reconocimiento internacional, estas pastoras se han adaptado ante los impactos de la crisis climática, que en sus tierras se expresa en una aguda y larga sequía que dificulta el agua para sus rebaños y disminuye la alfalfa en las praderas.

El 2024 cayeron en la región apenas 89,2 milímetros de agua lluvia, según medición en la Estación de La Serena, la capital de la región de Coquimbo, donde se ubica el municipio de Ovalle, a unos 412 kilómetros al norte de Santiago.

Ese nivel fue mejor que el 2023, pero el embalse del río Limarí, en Coquimbo, apenas se llenó 15% de su capacidad.

La sequía empuja hacia la cría de cabras estabuladas, o en corrales, o semi estabuladas, con rebaños que reciben parte de su alimento encerrados, aunque salen diariamente a las tierras cercanas, rompiendo parcialmente el sistema de pastoreo itinerante que ha sido la forma de vida de los criadores caprinos de la zona.

“Los animales confinados no dan el mismo resultado”, aseguró a IPS Yasna Molina, de 46 años, del poblado Villaseca, cuyo queso azul Anqas ganó el primer premio de la Copa América 2024 durante un certamen realizado en Cayambe, en el norte de los Andes de Ecuador, entre el 9 y el 11 de agosto de ese año.

“Estoy súper orgullosa de mi patrimonio. Nuestra región tiene un sabor de queso distinto, diferente por lo que comen nuestras cabras, la proteína de su leche, los aceites, las sales y la temperatura a que llegan”: Yasna Molina.

Anqas significa azul en cacán, la lengua diaguita, un pueblo originario del norte de Chile.

“Llevamos alrededor de 25 años de sequía”, lamentó Molina en su predio bautizado como Caprinos Villaseca, en la comunidad con ese nombre dentro de Ovalle.

Desde noviembre, en plena primavera boreal, y hasta julio, cuando entra el invierno,  suplementa la alimentación de sus cabras criollas comprando heno seco, alfalfa, avena, maiz y concentrados para que recuperen peso.

“Mi cabra criolla tiene ubres pegaditas al cuerpo, más redonditas, porque trepa, pasa entre espinas y varas, salta los cercos. Sabe comer en praderas libres”, explicó esta mujer cuya labor ya la hizo merecedora en 2022 del «Premio Nacional a la Mujer Innovadora en Agricultura».

Una cabra  de la raza saanen, citó como ejemplo, da seis litros de leche diarios, pero se necesitan 12  para elaborar un kilo de queso. Las criollas producen tres litros, pero solo se requieren cinco para un kilo de queso, además de adaptarse mejor a la crisis hídrica y otros elementos de la dureza del ecosistema andino que el cambio climático agudiza.

En noviembre 2024, Molina también participó en el World Cheese Awards, en Viseu, Portugal, una competencia con más de 4500 quesos y con un jurado formado por 250 expertos técnicos y catadores.

“Hice muchos amigos allí, con quienes mantengo contacto y les pregunto de todo”, dijo a IPS con satisfacción, aunque sus productos no obtuvieron galardones.

El padrastro de de Yasna Molina, Benito Gallegos, posa orgulloso junto a parte de las cabras que diariamente lleva a los cerros cercanos a pastar, en el norteño municipio chileno de Ovalle. El pastoreo durante algunos meses incluye lugares alejados, en la cordillera de Los Andes, pertenecientes a una comunidad agrícola de la que la familia forma parte. Imagen: Orlando Milesi / IPS

Sequía provoca migración

En Coquimbo hay 5391 productores de queso de cabra según una encuesta del Instituto Nacional de Estadísticas (Ine). Del total, 80 % son pequeños cabreros y sobre 60 % mujeres. En esta misma región hay 396 000 cabezas de ganado caprino, 65% del existente en Chile.

La crisis climática obliga a los cabreros a emigrar a zonas de pastoreo lejanas, laderas arriba en la cordillera de Los Andes, que discurre de norte a sur de este alargado país sudamericano de 19,5 millones de habitantes.

“El cambio climático más profundo viene desde años y se gesta por el uso indiscriminado de pastos naturales y el exceso de explotación de leña”: Claudia Torres.

Manuel Portilla, de 67 años, oriundo de Samo Alto, en el municipio coquimbano de Río Hurtado, se vio obligado a migrar al interior de San Fernando, 140 kilómetros al sur de Santiago, en estribaciones andinas más altas, ya en la región de O’Higgins.

“Nos trasladamos en 2023 porque ese año fue sumamente seco. Nos fuimos con 200 cabras grandes más sus crías a Puente Negro, en la cordillera, a 70 kilómetros del municipio de San Fernando. Aquí seguimos acampados”, contó vía celular a IPS.

Llevó pastoreando a sus cabras más de 600 kilómetros, antes de asentarse en Puente Negro, donde inesperadamente cayó mucha agua y nieve en 2024.

“Quedé con la cuarta parte del ganado. Teníamos las cabras bajo un galpón, pero ellas se trababan por las patas y con tanta agua y nieve, se tullían y morían”, relató.

Mario Albuquerque, de 90 años, y Dioselinda Albuquerque, de 74, junto al bebedero para las cabras que el matrimonio instaló en el corral que poseen en Parral Viejo, en el municipio de Río Hurtado, en la región chilena de Coquimbo. “Hay que ser sufrido para andar detrás de las cabras. Puro amor para estos animalitos”, dijo ella a IPS. Imagen: Orlando Milesi / IPS

Graves problemas por el cambio climático

La ingeniera agrónoma y magister en Caprinotecnia Claudia Torres, subdirectora del Centro de Estudios de Zonas Áridas de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, es la actual administradora de la Estación Experimental Agronómica Las Cardas, a las afueras de Coquimbo, una ciudad portuaria, con nombre homónimo al de la región.

En diálogo telefónico con IPS desde esa ciudad dijo que el cabrero más perjudicado por el cambio climático es el pequeño, que no invierte en la alimentación de su rebaño pues siempre las ha llevado a pastar en diferentes zonas de las praderas y laderas andinas.

Los criadores con su rebaño totalmente estabulado son minoritarios e “igualmente afectados porque les falta el agua ya que una cabra en plena producción toma 10 litros diarios”, indicó.

Un tercer grupo es el criancero, como se llama localmente al pastor trashumante y de crianza extensiva, “escapa al daño directo porque su explotación es una forma de vida y no es un tema económico”, aseveró.

Pero sea como sea su tipo de crianza, para todos es grave la poca disponibilidad de agua para las cabras.

“El cambio climático más profundo viene desde años y se gesta por el uso indiscriminado de pastos naturales y el exceso de explotación de leña”, aseveró Torres.

Sobre el futuro de los cabreros chilenos por las alteraciones climáticas, dijo que “mi mayor miedo es que no se tomen las definiciones a tiempo. No veo una política de región en el manejo de cuencas. No hay concepto de ello. Todo se determina por el dinero que tú tienes”.

Puso como ejemplo la zona de Pan de Azúcar, también en la región coquimbana, donde aumentan cada día las plantaciones de paltos (aguacates) y cítricos, en un país donde crece el peso económico de la agroexportación, controlada por grandes agroindustrias que controlan mayoritariamente el recurso hídrico existente.

“Pareciera que el agua es inagotable y no te importan los demás… Cada vez perforan pozos más profundos y tienen bombas más grandes porque tienen dinero para hacerlo. Preocupa que no haya una visión y un trato igualitario”, que tenga en cuenta a los tradicionales cabreros, aseveró.

Las cabras de Caprinos Villaseca, en el municipio de Ovalle, en el norte de Chile, son en su mayoría criollas, porque es una raza que convive mejor con la sequía y que la productora Yasna Molina está recuperando también porque su leche es mejor para los quesos gourmet que fabrica. Imagen: Orlando Milesi / IPS

Repercusiones de un premio

“Estoy súper orgullosa de mi patrimonio. Nuestra región tiene un sabor de queso distinto, diferente por lo que comen nuestras cabras, la proteína de su leche, los aceites, las sales y la temperatura a que llegan”, aseveró Molina.

En las 11 hectáreas de propiedad familiar, tiene 75 cabras criollas en régimen semi estabulado.

Entre julio y noviembre boreales pastorean en cerros alejados, incluidos los de la comunidad agrícola Canelilla, a la cual pertenece su padre.

“Estoy rescatando la cabra criolla que mejoro con otras razas pues necesito una cabra de pastoreo”, explicó durante la jornada en que IPS estuvo con la cabrera y sus animales.

La cabra criolla se adaptó bien al secano árido mediterráneo, típico de Coquimbo.

El premio internacional otorgado a Molina llenó de energías a otras cabreras quienes vislumbran una valoración de su quehacer y de los productos de sus rebaños caprinos.

Por ello enfrentan la sequía y la falta de agua animadas y con diversas estrategias.

Elsa Araya, de 45 años, vive en Parral de Quile, dentro del municipio de Punitaqui, en el secano costero de Coquimbo.

Extrae agua desde un pozo, pero “con la sequía los afluentes bajaron mucho. Se requieren inversiones que nosotros no podemos”.

Gracias al apoyo del estatal Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), enfocado en el desarrollo de pequeños productores agropecuarios, logró instalar el riego tecnificado en un terreno donde cultiva alfalfa.  “Ahorramos mucha agua y mejoramos su distribución”, detalló a IPS por teléfono.

Araya lamentó que por falta de energía eléctrica no puede tener ordeñadoras mecánicas y es consciente que esto merma sus posibilidades. “Con electricidad abarataríamos mucho el sistema de producción”, dijo, al explicar que es su próximo objetivo.

Juana Pérez Milla, de 65 años, vive en Carrizal, en el municipio de Río Hurtado. “Nos pasamos pidiéndole a Dios que llueva, porque de eso dependemos. Con bombas lanzo agua al estanque que tengo y desde allí al establo”, aseveró.

Ahora tiene 75 cabras, todas semiestabuladas, y amplió su oferta de quesos impulsada por la creciente demanda.

“Hago queso blanco con orégano, ají verde, albahaca, merkén (un condimento picante y ahumado propio del originario pueblo mapuche). Una va imaginándose variedades de quesos. Hago también queso pasteurizado y otros con nueces, pasas y mermeladas, aprendidos en México adonde fui invitada”, reveló a IPS.

En media hectárea heredada de su madre, Pérez Milla saca hasta 45 litros de leche y produce ocho kilos de quesos diarios.

Nuevos sabores y denominación de origen

La tradición caprina chilena comenzó en 1544. A nivel mundial, hay pruebas que hace 4000 años el ser humano elaboraba ya quesos con leche de cabra.

Hoy este queso renace en los mercados internacionales porque contiene menos grasa en comparación con algunos quesos de vaca u oveja, convirtiéndose en una opción más saludable según los nutricionistas.

Además tiene bajos niveles de sodio y aporta más calcio y proteínas.

En el mercado mundial esta leche alcanzó a 12000 millones de dólares en 2022 y llegaría a 18000 millones en 2030.

La aceptación aumenta porque las productoras introducen diferentes sabores a sus quesos.

Según Molina, las cabreras chilenas tienen mucho por aprender, pero su gran capital es el “terruño”, como denominan localmente a la combinación de suelo, clima y variedad del cuidado de los rebaños. En el caso de las cabreras de Ovalle, también suma contar con tierra propia, aunque su actividad incluya el pastoreo trashumante parte del año.

“Nuestro terruño es lo que tiene más valor. En Europa lo valoran y tienen muchos quesos con denominación de origen. Eso lo tenemos que aprender», sostuvo.

Cree que su queso azul Anqas podría alcanzar denominación de origen porque utiliza un hongo producido con cepas propias.

La especialista en caprinotecnia Torres, en tanto, prepara una solicitud al Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (Inapi), para otorgar la denominación de origen a todo el queso blanco de cabra, semi graso y fresco, que se produce en Ovalle.

Se daría así más valor al producto y se protegería a la cabra criolla y a sus criadores, que se esfuerzan por mitigar y adaptarse al cambio climático pese a las alteraciones que les provoca en su actividad tradicional.

La tramitación, que demoraría dos años, no ha sido fácil sobretodo porque los crianceros no están asociados debido a que pese a ser muchos, viven muy dispersos y se movilizan periódicamente por extensas zonas.

Para el régimen talibán incluso los cosméticos son una amenaza para su poder

 La autora es una periodista afgana, rdicada en el país y formada con apoyo finlandés antes de la toma del poder por los talibanes. IPS mantiene su identidad anónima por razones de seguridad.

Los salones de belleza desaparecieron de las calles de las ciudades afganas, borrados bajo el régimen talibán, y ahora también se están requisando los cosméticos, incluso en sus hogares. Imagen: Learning Together

KABUL – Las mujeres en Afganistán han sido las principales víctimas del régimen islamista extremista de los talibanes. Cuatro años después de su retorno al poder, no parece haber señales de cambio, sino lo contrario.

En un país donde a las mujeres se le niega el derecho a la educación, al trabajo y la libertad de moverse sin la compañía de un mahram –un familiar varón-, ahora los talibanes buscan eliminar hasta los últimos vestigios de su autonomía. Incluso han comenzado a confiscar productos cosméticos.

En febrero, los talibanes realizaron redadas domiciliarias para incautar cosméticos femeninos, un nuevo episodio en su campaña por excluir y someter a las mujeres tanto en el ámbito público como en el privado.

Farida, el seudónimo de una mujer de la ciudad de Sar-e-Pul, en el norte de Afganistán, relató el impactante episodio:

“Estaba en casa ese día cuando de pronto escuchamos que golpeaban la puerta con fuerza. El corazón me empezó a latir muy rápido. Mi esposo abrió la puerta con las manos temblorosas y, antes de que pudiera decir una palabra, entraron hombres armados vestidos de blanco”.

“Registraron todas las habitaciones y desordenaron todo”, contó. “Parecía que unos ladrones habían entrado a la casa, pero esta vez, los ladrones eran quienes se consideran gobernantes de este país”, prosiguió.

Sacaron todo por la fuerza, comentó Farida, mientras uno de ellos levantó un labial y, con desprecio, dijo: “¡Esto es vergonzoso! Las mujeres musulmanas no necesitan esto”, y se llevó los cosméticos en una bolsa.

Actualmente, las mujeres afganas ni siquiera están seguras dentro de sus propias casas. Son humilladas, amenazadas con violencia y ya no tienen derecho ni sobre sus pertenencias personales.

Con lágrimas en los ojos, Farida expresó: “Sentí que me aplastaban por completo. No fue solo un ataque contra mis cosméticos, fue un ataque contra nuestra dignidad. Sentí que nos habían despojado de todos nuestros derechos como mujeres”.

En Sar-e-Pul, comprar y vender cosméticos no solía ser un problema, pero tras una reciente denuncia, miembros del Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio confiscaron todos los productos femeninos de cosmética en una redada destinada a detectar salones de belleza que funcionaban en secreto.

Tamana, el seudónimo de una joven de 22 años de la misma ciudad, a quien se le impidió continuar con sus estudios, había elegido la peluquería como medio de subsistencia, pero ahora vive en la desesperanza.

En una conversación telefónica, contó: “Yo solo quería terminar mis estudios y ser doctora, pero con la llegada de los talibanes se nos negó esa posibilidad”.

“Durante un año”, explicó Tamana, “tuve un salón de belleza en casa. Las mujeres venían en secreto, casi siempre de noche, para recibir servicios de maquillaje y peluquería”.

Sin embargo, todo eso terminó cuando, según relató, unos informantes alertaron a los talibanes. Estos irrumpieron en su hogar, destruyeron los muebles, confiscaron todos los cosméticos y la obligaron a prometer que no volvería a hacerlo.

“Ahora no tengo otra fuente de ingresos”, se lamentó. “¿Por qué les damos tanto miedo? ¿Por qué ni siquiera pueden tener piedad de nosotras dentro de nuestras casas?”, inquirió.

Tamana aseguró que esos servicios de belleza eran su única fuente de ingresos y con ellos sostenía a su padre anciano, quien “trabaja sin descanso de sol a sol reparando zapatos, pero gana muy poco para sobrevivir”.

Para Farida, confiscar cosméticos “no tiene sentido”. Como señala, “en los comercios de la ciudad se venden cosméticos libremente y las mujeres pueden comprarlos sin dificultad”.

Además, dice, “las mujeres como yo, que somos amas de casa sin empleo, no podemos permitirnos una gran variedad de productos. Solo tenemos lo básico: maquillaje, sombras, rímel, delineador, lápiz labial, esmalte de uñas y perfume, que usamos sobre todo para bodas y fiestas”.

En ese contexto, las redadas en los hogares y la incautación de cosméticos son más que una medida represiva. Reflejan el temor de los talibanes a la identidad independiente de las mujeres y a su feminidad. Para ellos, que una mujer pueda tomar decisiones sobre asuntos tan personales es una amenaza a su dominio.

Quieren convertir a las mujeres afganas en seres obedientes, sin color ni voz. Para los talibanes, usar maquillaje —por mínimo que sea— es una muestra del deseo de belleza, identidad e independencia y eso debe ser eliminado.

La consecuencia de estas redadas es que muchas mujeres, presas del miedo y la ansiedad, terminan destruyendo sus propios cosméticos. Al hacerlo, no solo se desprenden de objetos personales: están renunciando a una parte de sí mismas, a su sentido de identidad.

“El rostro de los talibanes todavía me atormenta”, recuerda Tamana. “Después de que se fueron, me sentí vacía. Como si ya no quedara nada de mí. No solo se llevaron los cosméticos, también se llevaron nuestra esperanza y nuestra autoestima», añade.

Pese a todas las represiones, las mujeres afganas no se rinden. Persisten en su resistencia silenciosa y demuestran un valor admirable.

A pesar de las restricciones, no han abandonado sus sueños. Siguen esperando el día en que la oscuridad se disipe y la luz vuelva a brillar para las mujeres de Afganistán.

Hiladoras solares ayudan a mujeres de India a ahorrar tiempo y aumentar ingresos

 En Megalaya, un estado del noreste de India, la cría de gusanos de seda y el tejido son actividades comunes en las zonas rurales. Ahí, en el distrito de Ri Bhoi, es una de las zonas donde la cultura del eri, el artesanal tejido de hilos de seda, está profundamente arraigada y varias mujeres han pasado a utilizar máquinas hiladoras impulsadas por energía solar para producir sus coloridos hilos.

RI BHOI, India – La luz entra por la pequeña ventana de una casa modesta con techo de chapa, Mientras, Philim Makri está sentada en una silla hilando hábilmente la fibra extraída de capullos de seda eri con la ayuda de una máquina hiladora solar en el pueblo de Warmawsaw, en el distrito de Ri Bhoi, en el noreste de India.

Makri pertenece a la tribu indígena khasi que habita en el estado nororiental de Megalaya y es una de las tantas mujeres de la región que se ha beneficiado con el uso de estas máquinas impulsadas por energía fotovoltáica.

En estados del noreste de India como Assam y Megalaya, la cría de gusanos de seda eri y el tejido con su seda especial son prácticas habituales entre muchas comunidades rurales y tribales. El distrito de Ri Bhoi, donde vive Makri, es una de las zonas donde la cultura del eri se transmite de generación en generación.

El hilado y tejido de la seda eri suele ser realizado por mujeres. Antes de adoptar las máquinas solares en 2018, Makri utilizaba el tradicional takli o huso manual. Abría los capullos vacíos de seda, separaba las fibras a mano y las hilaba en el huso para obtener hilo.

Este proceso era sumamente agotador, comenta Makri, de 60 años. Le dejaba dolores constantes en las manos, la espalda, el cuello y los ojos.

El proceso del hilado de seda

Los hilos eri reciben su nombre de las hojas de ricino —conocidas localmente como rynda en idioma khasi—, que son el principal alimento de los gusanos que sirven para el tejido tradicional. Como este proceso es considerado no violento, ecológico y sostenible, el eri se ha ganado el apodo de “seda de la paz”.

Jacinta Maslai, de 38 años y residente en el pueblo de Patharkhmah en el mismo distrito, ha hilado capullos de eri durante años.

Explica que una polilla de eri pone cientos de huevos, que eclosionan aproximadamente a los 10 días. Las larvas se crían en interiores y se alimentan de hojas de ricino hasta alcanzar su tamaño adulto, en un periodo de 30 días.

Una vez maduros, se colocan en estructuras llamadas cocoonages, que los ayudan a formar sus capullos. Luego, las polillas emergen rompiendo el capullo por un extremo para iniciar un nuevo ciclo de vida.

En este proceso, no se sacrifica a ningún insecto. Los capullos vacíos se hierven para eliminar las sustancias que dejan los gusanos, se enjuagan y se dejan secar al sol.

Según Maslai, la mejor época para llevar a cabo este proceso es entre mayo y octubre. “Cuando hace mucho frío o calor, los gusanos no crecen bien porque comen menos. Si no se alimentan bien, no logran formar bien el capullo”, comenta.

Transición a las máquinas hiladoras solares

Durante años, las hilanderas artesanas utilizaron sus husos tradicionales para hilar los capullos de eri. Sin embargo, muchas, como Maslai y Makri, han adoptado las máquinas solares, que según ellas les han facilitado mucho la vida.

Desde que usa la hiladora solar, Maslai dice que puede hilar hasta 500 gramos de hilo por semana. “A veces incluso se puede llegar a un kilo, pero muchas tenemos que ocuparnos de los hijos y de la granja, así que lo normal es medio kilo”, señala. Antes, con el huso tradicional, no llegaban ni a un kilo al mes.

“Las máquinas ayudan mucho. Con nuestras manos, no podíamos hacer tanto”, resalta.

En el mercado de Patharkhmah, Maslai vende un kilo de hilo por 2500 rupias, unos 29 dólares.

Makri, considerada una experta en hilado de eri, ha llegado a vender un kilo por 3000 rupias, unos 35 dólares. “El kilo de menor calidad se vende por unas 1200 o 1500 rupias. A veces la diferencia está en la suavidad del hilo”, explica.

Otro beneficio de las hiladoras solares es que han mejorado su calidad de vida, ya que en sus pueblos suelen pasar todo el día sin electricidad, comenta Maslai. Por las mañanas suelen ir a trabajar al campo, y es por las tardes cuando pueden sentarse a hilar.

“Las máquinas tienen baterías solares de respaldo, así que podemos trabajar de noche. También son útiles en temporada de lluvias, cuando hay muchas nubes y los paneles no reciben suficiente sol”, cuenta. “Yo hilo mucho por las noches, después de cocinar. Es cuando mis hijos ya están dormidos”, detalla.

Las máquinas han sido distribuidas por la Fundación Socioeconómica MOSONiE, una organización sin fines de lucro dirigida íntegramente por mujeres y con sede en Pillangkata, otra localidad del distrito de Ri Bhoi.

“Nuestra visión es aumentar la productividad de las hilanderas de seda eri mediante el acceso a máquinas solares. También queremos ofrecer opciones financieras para que puedan adquirirlas, conectándolas con bancos rurales. La idea es capacitarlas en el uso de las máquinas y fomentar el emprendimiento entre las artesanas”, explica Salome Savitri, una de las cofundadoras de MOSONiE.

Muchas mujeres rurales, señala Savitri, no pueden pagar las máquinas al contado. Ahí entra MOSONiE, que actúa como intermediaria entre el Banco Rural de Megalaya (MRB) y las artesanas. Por ejemplo, Maslai obtuvo un préstamo del MRB para comprar su máquina solar de hilar, que pagó en un año.

Maslai recuerda que, tras recibir la capacitación de MOSONiE, tardó unos tres días en adaptarse de su huso manual tradicional a la máquina. “Ahora ya no usamos el método tradicional”, dice.

Makri, con más experiencia, también enseña a otras mujeres del pueblo a usar las máquinas solares. Por lo general, quienes aprenden con ella le pagan entre por día 50 y 100 rupias (entre 60 centavos ya 1,15 dólares). Ha recibido premios por su trabajo del Ministerio de Textiles de India, la Junta Central de la Seda y los premios nacionales de tejido a mano.

Upasna Jain, jefa de personal de Resham Sutra -una empresa social con sede en Nueva Delhi que fabrica estas máquinas- señala que organizaciones como MOSONiE, su socia local en Megalaya, les ayudan a instalar centros de experiencia en zonas rurales.

“Tenemos socios en terreno que movilizan, concientizan, hacen demostraciones y forman. En estos centros también hay máquinas para certificar la calidad del hilo. La formación suele durar de tres a cinco días y contamos con líderes comunitarios, porque incluso después del entrenamiento, se necesita acompañamiento”, explica Jain.

De los 28 estados de India, Resham Sutra ya ha llegado a 16. “Trabajamos con seda eri, morera, tussar y muga”, comenta Jain. Desde su inicio en 2015, la iniciativa ha instalado más de 25 000 máquinas en todo el país.

“El fundador, Kunal Vaid, era exportador de seda y ropa de hogar, y obtenía su seda de Jharkhand, donde vio el método tradicional de hilado con el muslo. Como ingeniero mecánico especializado en diseño industrial, por hobby creó una hiladora, que luego se transformó en un negocio social a tiempo completo”.

Jain agrega: “También pasó de ser exportador a emprendedor social”. Además de hiladoras, Resham Sutra fabrica telares solares.

Gracias al uso de energía solar, su objetivo es avanzar hacia la neutralidad de carbono en la industria de la seda.

“Nuestras máquinas funcionan con energía solar, ahorran emisiones de dióxido de carbono, funcionan con bajo voltaje y son eficientes energéticamente. En lugares con buena luz solar, son una excelente solución, sobre todo en zonas remotas con electricidad inestable”, concluye Jain.

Aunque tanto Makri como Maslai están contentas con sus máquinas, dicen que contar con más espacio para expandir sus talleres les ayudaría mucho.

Makri quiere construir una habitación adicional para guardar sus máquinas y enseñar a otras personas. Maslai, que vive en una casa de dos cuartos, apenas tiene espacio para enseñar, pero aun así transmite su oficio a chicas y chicos interesados. “Cuando estoy enseñando, ellos cuidan de mis hijos como muestra de agradecimiento”, detalla.

Migrar en territorio militarizado, consecuencias para mujeres

 

.-Ciudad de México.- La militarización en México provocada por los cambios de las políticas públicas migratorias ha creado un escenario idóneo para profundizar la vulnerabilidad de las mujeres migrantes a sufrir diferentes tipos de violencia dentro de un entorno de impunidad y exclusión que perpetúa su precariedad.

De acuerdo con Paulina Córdoba Cantú de la Universidad Iberoamericana en su investigación ‘Impacto de la militarización de las políticas migratorias en las mujeres migrantes en el territorio mexicano’, las políticas migratorias se han ido modificando a lo largo de los años y siendo que México es un país de tránsito y destino para las personas migrantes que vienen desde el Centro y Sudamérica, aún no se ha priorizado la protección de sus derechos humanos.

La visión del gobierno mexicano en el tema migratorio se ha enfocado en priorizar la seguridad nacional afectando así los derechos fundamentales que han causado la implementación de elementos de las fuerzas armadas en las fronteras para vigilar y controlar el flujo migratorio.

El primer registro que hizo Paulina Córdova respecto a las políticas públicas fue de 1980 cuando México instauró políticas migratorias estrictas para contrarrestar el flujo migratorio hacia los Estados Unidos con la Ley de Reforma y Control de Inmigrantes, la cual también sentó las bases de la militarización y el uso de fuerzas armadas para esta tarea.

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Más tarde con la llegada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre México, Estados Unidos y Canadá, así como la implementación de operaciones como «Guardian» en donde se cerraron los caminos y rutas hacia las principales ciudades provocando que las personas migrantes optaran por atravesar el desierto de Arizona.

Para 2019, las amenazas arancelarias de Donal Trump, cuando fungió como presidente de Estados Unidos en su primera administración, hacia el gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador provocaron grandes estragos intensificando la militarización en el país, pese a que el presidente mexicano había prometido un enfoque humanitario.

Fue entonces que se desplegó a elementos de la Guardia Nacional por el territorio mexicano, acto que Paulina Córdova califica como «un cambio radical hacia un enfoque militarizado» y es que, este órgano de seguridad pública fue creado como una fuerza hibrida destinada a combatir el crimen organizado y mantener la seguridad pública como un ente «confiable» ante el historial de crímenes del Ejercito Mexicano.

En la práctica han incrementado las denuncias por violaciones a derechos humanos. El informe del Centro Prodh ‘CNDH: balance de su debilitamiento
institucional durante la gestión 2019-2024′ registro mil 816 denuncias hacia la Guardia Nacional ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos por violaciones a derechos humanos.

Este no es un hecho aislado, sino un problema que el Estado mexicano ha arrastrado desde varias décadas atrás en el sexenio de Felipe Calderón cuando implementó la militarización para combatir la crimen organizado bajo la llamada «guerra contra el narcotráfico», siendo un precedente para la participación de elementos militares en asuntos internos.

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Ahora con el regreso de Donald Trump en su segunda administración se enviaron a 10 mil elementos de la Guardia Nacional en 18 ciudades fronterizas de Baja California (3 mil 010), Sonora (mil 987), Chihuahua (2 mil 620), Coahuila (mil 017), Nuevo León (623) y Tamaulipas (743), como parte del Operativo Frontera Norte.

Tijuana (mil 949), Tecate (500), Mexicali (561), Nogales (564), San Luis Río Colorado (550), Sonoyta (500), Agua Prieta (373), Ciudad Juárez (mil 650), Puerto Palomas (500), Ojinaga (470), Ciudad Acuña (460), Piedras Negras (557), Nuevo León (623), Colombia (623), Tamaulipas (743), Nuevo Laredo (207), Ciudad Mier (186), Playa Bagdad (94), Reynosa (135) y Matamoros (121).

Este fue el precio de la negociación entre la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y el presidente Donald Trump, quienes a través de una llamada telefónica acordaron interponer una pausa a los aranceles que se pensaban poner a los productos mexicanos exportados hacia Estados Unidos en febrero de 2025.

Aunque la presidente apuntó que, México resulta ventajoso de la colocación de elementos de la Guardia Nacional debido al «reforzamiento de la seguridad», la realidad es que quienes resultaran perjudicados son los aproximadamente 300 mil migrantes que están en el país, según calculó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

La violencia hacia las mujeres migrantes

Históricamente, el sistema patriarcal en el que vivimos ha provocado que las mujeres sufran violencia de matera diferenciara debido al factor de género. A esto se suma que, por su situación de movilidad, en búsqueda de mejores oportunidades, sea otro elemento determinante para que sufra dicha violencia durante su trayecto. De acuerdo con Paulina Córdoba, la violencia proviene de agentes criminales y de las propias autoridades encargados de su protección, siendo que enfrentan distintos tipos de violencia.

Comenzando por la violencia física, la cual es una de las formas más evidentes a las que se enfrentan y que se manifiesta a través de golpizas, torturas y actos de agresión que buscan intimidar y controlar a las mujeres migrantes vulnerándolas aún más. En 2023, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó que los secuestros a mujeres migrantes aumentaron de 161 casos en 2022 a 221 casos en 2023, lo que representa un incremento del 37%.

A esto se suma la violencia sexual que se ejerce constantemente, se estimas altos porcentajes de esta violencia sobre ellas durante su tránsito, la cual no solo causa daños físicos y psicológicos que son severos, sino que perpetua el ciclo de deshumanización y vulnerabilidad al que están sometidas, ONU México estima que entre el 24$ y el 80% de las mujeres migrantes experimentan alguna forma de violencia sexual y Médicos Sin Fronteras (MSF) documentó un aumento del 70% de consultas por violencia sexual en Reynosa y Matamoros.

La trata de personas es una forma de violencia sexual que afecta a muchas mujeres migrantes. La táctica de muchos traficantes ha sido la utilización de engaños para atraer a las mujeres jóvenes con la promesa de empleo o una mejor vida cuando en realidad son explotadas sexualmente. Según documentó Paulina Córdoba, este fenómeno acontece cuando las rutas migratorias tienen poca frecuencia y no son vigiladas causando que el 65% de las mujeres migrantes contratan a un traficante para transitar por México, exponiéndolas a este delito.

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La violencia psicológica suele pasarse por alto en muchas ocasiones y provocada por constantes abusos emocionales y mentales que afectan el bienestar de las mujeres migrantes. Se puede manifestar gracias al acoso verbal, la intimidación y la amenaza constante de deportación o detención que por lo general se ejerce por elementos de seguridad, el miedo a represalias las lleva a un estado de ansiedad y depresión.

Ante la falta de oportunidades mientras están a la espera de citas para comenzar su proceso de asilo, se ven en la necesidad de conseguir oportunidades laborales en México que les permita vivir. Este escenario ha suscitado explotación laboral, salarios mal remunerados y falta de acceso a recursos esenciales bajo condiciones abusivas de poder. Esto es calificado como violencia económica y también es una de las violencias que deben enfrentar al cruzar por México.

Las omisiones e inacciones del Estado mexicano y de sus instituciones permiten la vulnerabilidad de las mujeres migrantes desde la negación a servicios de atención médica, asistencia legal y refugios seguros. «Con frecuencia, las autoridades no solo desatienden los derechos humanos fundamentales de las migrantes, sino que también contribuyen activamente a su victimización a través de detenciones arbitrarias y maltratos», mencionó Paulina Córdova en su artículo.

Militarización, estrategia alineada con las necesidades de Estados Unidos

Pese a que las políticas migratorias deben estar alineadas con los principios de derechos humanos, en donde las autoridades deben capacitar al Instituto Nacional de Migración (INM), personal de seguridad y vigilancia en estaciones migratorias en derechos humanos e igualdad de género; la realidad muestra que el Estado Mexicano ha decidido alinearse a las necesidades de Estados Unidos.

La militarización como estrategia para frenar el flujo migración ha profundizado los peligros a los que las mujeres migrantes se enfrentan a lo largo de su tránsito por México. Siendo que migrar es un derecho humano establecido en el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

«toda persona tiene derecho a circular libremente, elegir su residencia y regresar a su país. No obstante, este derecho es frecuentemente ignorado o criminalizado. Países como Estados Unidos con la llegada de Donald Trump al poder, se imponen restricciones mediante visados, controles fronterizos y la construcción de muros y hoy una criminalización que dificulta el ejercicio de este derecho fundamental».

De esta manera, las políticas públicas migratorias no han puesto en el centro la seguridad de las mujeres migrantes, quedando así una deuda pendiente con ellas.

Lo romántico es político. La autodefensa feminista en el enamoramiento

 

.-Ciudad de México.- bell hooks, define el amor como un revolucionario movimiento social que tiene el poder de transformar, sanar, restaurar y crear un mundo justo para todas las personas que lo habitamos, sin embargo, ¿qué ocurre si este mundo que imagina esta autora feminista está lejos de consagrarse a causa de los embates de la violencia, la manipulación y el abuso? Desde este punto, resulta necesario colocar en el visor -más allá de teorizar sobre el amor romántico-, la autodefensa en el amor.

Y es que, bell hooks apunta a que el amor es un acto de voluntad; intención, pero también, una acción consciente. Este último elemento, es lo único que permite relacionarse en un piso parejo desde un principio, siendo la antesala de las relaciones, las citas. El episodio -tal vez más importante de todo este ritual amoral-; se conoce a la otra persona, se establecen límites y se determina el potencial para iniciar una relación afectiva.

Porque antes de hablar de amor, hay que hablar de citas, particularmente, en un escenario contemporáneo donde el arribo de la extrema derecha y la existencia de una onda extensiva de misoginia en redes sociales con coaches de masculinidad que reúnen adeptos de todas las edades; fenómenos que han contribuido a la normalización de la violencia, la perpetuación de los roles y una asimetría que juega al dominante – dominado.

Frente a este escenario, se recogen los siguientes 3 puntos que, más que necesarios, pueden implicar una herramienta de autodefensa que ponga barrera a la violencia, a la manipulación, al chantaje y a las actitudes machistas que, como advierte bell hooks, no sólo hieren en un sentido personal y humano, sino también, nos impide construir un mundo más justo.

Escudo arriba

Cuando se habla de mantener un margen de defensa preparado, no es precisamente una alusión a estar a la defensiva; no desde una herramienta de violencia y ataque, sino desde la trinchera del autocuidado.
Trayendo a memoria a la feminista y escritora Audre Lorde, no por autoindulgencia, sino como autopreservación.

Una de las verdades innegables es cómo las mujeres llegan al amor -a las citas-; se llega desde la expectativa, la ternura y la afabilidad. Del otro lado, en las relaciones heteropatriarcales, el hombre llega a este punto bien armado. Eso último, algo que la escritora Coral Herrera ha apuntado de forma reiterada a lo largo de su carrera.

Para Herrera, las mujeres llegan «enamoradas y desnudas», mientras que los hombres juegan con ventaja, llegan armados y casi siempre ganan.


«Las mujeres jamás somos las compañeras, nos tratan como adversarias a las que hay que seducir, domesticar y mantener engañadas con el rollo del romanticismo», escribe Coral Herrera en «La honestidad masculina y el amor romántica» para Píkara Magazine.


Despojarse de la idea de que al ritual de las citas se debe llegar desde el amor romántico y con la predisposición de aceptar todo lo que de la cita devenga con la finalidad de que sea perfecta, implica abandonar la idea de que se debe aceptar todo desde el sacrificio y la amabilidad.
Con esto se apunta a una pequeña -gran- revolución; las citas son un punto de encuentro para indagar, cuestionar, establecer límites y rechazar todo aquello que no estemos dispuestas a recibir.

Reconocer y nombrar el sistema

Como se señaló en un inicio -y basado en la teoría de bell hooks-, la consciencia del mundo que nos rodea es una de las armas más poderosa que se pueden poseer al momento de relacionarse con otra persona; es un cambio de paradigma total, es rechazar los malos tratos, abolir el amor romántico y saber que, en las citas, la palabra «dominación» no existe.

Por ello, resulta urgente aterrizar todo esto en cifras, porque en México las citas y el amor, está estrechamente ligado a la violencia.

Por ejemplo, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh-2021) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), evidencia los daños físicos más comunes que las mujeres viven tras enfrentar alguna situación de violencia por parte de su pareja a lo largo de la relación son:

Moretones o hinchazón: 30.3 por ciento
Hemorragias o sangrado: 4.9 por ciento
Cortadas, quemaduras o pérdida de dientes: 4.4 por ciento
Hospitalizaciones u operación: 3.5 por ciento
Fracturas: 3 por ciento

Cabe recordar que, de acuerdo con el Violentómetro –herramienta para detectar conductas violentas en los vínculos, desarrollada por la Unidad Politécnica de Gestión con Perspectiva de Género del Instituto Politécnico Nacional (IPN)– este tipo de agresiones registradas en las relaciones afectivas no son aisladas, ya que se derivan de un sistema machista que brinda permisividad, protección y tolera que estos actos escalen incluso hasta llegar su grado máximo: el feminicidio.

En el mundo de las citas, resulta intolerable cualquier acto de violencia, de jugueteo de celos, de agresiones físicas mínimas como empujones y violencia verbal disfrazada de confianza. Precisamente, el violentómetro nos advierte que, en la escala de la violencia, no existe agresión pequeña; sólo agresiones que se agudizan. La primera señal de alerta es:

  • Bromas hirientes
  • Chantajes
  • Mentir y engañar
  • Ley de hielo (ignorar como herramienta de manipulación)

Acciones que, el sistema mismo ha permitido que se ejerzan, una llamada «luz de gas» que pretende construir una narrativa sexista donde es la mujer quien exagera en sus sentires. Por ello, cualquiera de estos 4 puntos en una cita -o previo a ella-, son la señal máxima de alerta para evitar el encuentro o en su defecto, cortar el encuentro y buscar un espacio seguro, ya sea con amigas o con tu familia.

Sucintamente, el Violentómetro subraya que, después de estas 4 violencias, se abre el camino para ejercer otras como la humillación en público, ridiculizar, controlar, caricias agresivas y los golpes a forma de juego; en la escala, la violencia se dispara rápidamente y de estos jugueteos con golpes, se avanza a las patadas, cachetadas y finalmente, amenazas de muerte, abuso sexual, violación; feminicidio.

En su libro Claves feministas para la negociación en el amor (Siglo XXI Editores, 2022), la antropóloga feminista habla, entre muchas otras cosas, sobre varios tipos de amor. A pesar de sus diferencias, estas ideas románticas se vuelven una sola en el interior de quienes, según la historia patriarcal, nacimos naturalmente para amar y ser amadas.

De ahí que –afirma Lagarde y de los Ríos– las mujeres alberguemos una síntesis de distintas formas de amar. Desafortunadamente, estas formas suelen provocarnos daño en lugar de felicidad, dependencia en lugar de realización y, en el peor de los casos, nos llevan a relaciones violentas en vez de acercarnos a una armonía con nosotras y con las y los demás.

«Lo romántico es político: si queremos transformar, mejorar o revolucionar el mundo en el que vivimos, tenemos que cambiar la forma en la que nos relacionamos sexual, afectiva y emocionalmente. Para poder construir un mundo mejor, necesitamos liberar al amor de toda su carga machista y acabar con las guerras románticas que perpetúan la desigualdad y las violencias.» (Coral Herrera en La honestidad masculina y el amor romántico / Pikara Magazine)

Los límites

Para Simone de Beauvoir en «El Segundo Sexo», la tentación de dominar es lo más universas e irresistible para el hombre; es cultivar la tiranía del mundo. Así, probablemente uno de los mecanismos de defensa que quedan en la estantería es el autoconocimiento; ser fieles a las posturas políticas que nos hacen saber qué no es negociable en una relación. Es reconocer lo que, bajo ninguna circunstancia, podemos aceptar y con este conocimiento bajo el brazo, se tiene la voluntad de negar todo intento de dominación -o tiranía como dice de Beauvoir-; no hay quién domine, aquello que es firme a sus convicciones.

¿Y cómo saber cuáles son esos límites? La respuesta si bien es individual, sí persigue una misma regla: Todo aquello que nos hiere es lo suficientemente válido para no aceptarlo.

Como ya se advertía, tener claros estos «no – negociables», es una herramienta fundamental ante un panorama actual donde se ha replicado la violencia machista y donde se disfrazan de tendencias las opresiones como las «trad» -mujeres que deben cumplir con un carácter tradicional- o la idea de «el muro«, que hace alusión a que, después de los 30 años, las mujeres han perdido valía en el mundo de las citas. Todos estos parámetros que recaen violentamente sobre las mujeres, son lo suficientemente claros como para reconocer los límites; el autocuidado, por ejemplo, implica blindarse de quienes replican estos discursos.

Feminicidio masivo en Iztacalco queda impune. Víctimas piden justicia a Fiscalía CDMX

 

Miguel N., estaba en el penal de Oriente desde abril del 2024 solo vinculado a proceso por feminicidio y desaparición de siete mujeres, aún no estaba sentenciado, aunque la agresión contra la familia de Casandra fue infraganti. El señalado murió dentro del penal presuntamente de una caída y desde ese momento las víctimas se hicieron presentes para recordar la falta de justicia en sus casos.

A días de esta muerte del agresor y fuera del Panteón Español, donde se llevó a cabo una misa por María José, su madre Casandra, declaró que hasta el momento no cuentan con acceso al informe de la autopsia o exámenes periciales de Miguel N., que acrediten los motivos de su muerte.

Ayer, hace un año, Miguel N., asesinó a su vecina María José, una adolescente de 17 años que cursaba la preparatoria. El hecho ocurrió en su departamento ubicado en la colonia La Cruz Coyuya de la alcaldía Iztacalco en la Ciudad de México, en donde ella, su madre y hermana tenían ocho años viviendo.

Según comentó Casandra, la última vez que vio a su hija con vida ella se encontraba durmiendo en su cama. Después encontró a Miguel N. en su cuarto sobre María José, quien se encontraba semidesnuda, por lo que intentó atinarle un golpe en la cabeza cuando él la apuñaló en repetidas ocasiones lastimándole el cuello.

«Por alguna obra o un milagro logré sobrevivir al ataque porque yo no me caí nunca de todo todas las veces que Miguel me apuñaló, me tuvo que ahorcar para para tumbarme. Perdí el conocimiento algún tiempo y después de eso yo logro despertar. Mi cuello estaba muy lastimado, la cabeza se iba de lado» -Casandra, víctima sobreviviente de feminicidio.

Como pudo, logró abrir la puerta de su domicilio y pedir auxilio a sus vecinos quienes llamaron a las autoridades. Con las primeras investigaciones se dieron cuenta que Miguel N. las vigilada al tener una fijación sobre su hija: «Él alcanza a decirle a mi abogada que estuvo obsesionado con María José», comentó Casandra.

«Yo soy una mujer que vive sola con mis dos hijos. Hasta la fecha así era, ahora ya no está casada. Era evidente que sabía nuestra forma de vida, nos tenía vigiladas, actuó en la primera oportunidad que tuvo sin contar que yo iba a regresar» -Casandra, víctima sobreviviente de feminicidio.

La familia solicitó justicia y responsabilidad del gobierno para dar respuestas a la nula justicia que recibieron María José y Casandra. Asimismo, señalaron la responsabilidad de las autoridades, quienes contaban con al menos tres carpetas de investigación en contra de Miguel N hechas en 12 años de actividad delictiva.

«Exigimos justicia. Aunque Miguel ya no está en esta vida donde tuvo que haber pagado todo lo que el daño que causó, exigió justicia. Nos llena de frustración, como familia, especialmente para María José y para mi»

Cabe señalar que México cerró el 2024 con 797 casos de feminicidio y la Ciudad de México fue la segunda entidad con más registros tuvo y en la capital se encontró a la alcaldía de Iztapalapa entre los primeros 5 de 100 municipios con mayor riesgo, no obstante alcaldías como Cuauhtémoc, Álvaro Obregón, Benito Juárez, Coyoacán, Iztacalco, Venustiano Carranza, Xochimilco y Miguel Hidalgo también figuraron en la lista completa. 

El pasado 13 de abril, la Fiscalía de la Ciudad de México informó el fallecimiento de Miguel N. por un fallo respiratorio, quien se encontraba privado de su libertad en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente desde abril de 2024 al estar vinculado a varios delitos contra siete mujeres, el feminicidio de María José y el intento de feminicidio de Casandra.

Asimismo, informó que ese mismo día se llevaría a cabo la audiencia de vinculación a proceso por el caso de María José y Casandra, la cual tuvo que aplazarse al no poder presentar al imputado al ser trasladado para una revisión médica luego de haber sufrido una caída. Dicha información sobre la audiencia fue desmentida hoy por Casandra.

«No hubo un juicio, estábamos en espera. Siempre que nuestra abogada quería hacer un proceso se le daban largas o no se le daba noticias a tiempo, igual con mi hermana. Siempre han tenido que estar presionando a las autoridades y no es justo, pero esto es el México en el que vivimos» – , hermana de Casandra.

De acuerdo con Casandra, la familia se enteró de la muerte de Miguel N. gracias a los medios de comunicación y noticias en redes sociales. Señaló que en ningún momento la Fiscalía se puso en contacto con ella o su abogada para notificarle como al resto de víctimas, sino hasta el día de hoy que le avisaron que podría reunirse con la fiscal de la Ciudad de México, Bertha Alcalde, dentro de una semana.

«Nuevamente sale a flote la corrupción, la incompetencia de las autoridades. Se abre la cloaca nuevamente para que se brote todo lo que está mal obrado con las autoridades, con el sistema» -Casandra, víctima sobreviviente de feminicidio.

La familia declaró que no confían en la fiscalía, ya que a un año del feminicidio de María José no lograron obtener un juicio y tampoco declararon en público ante los medios de comunicación a petición de esta instancia.

La llamada

De acuerdo con la hija de Casandra, el pasado jueves 10 de marzo recibió una llamada de Miguel N. en donde dijo estar arrepentido por el feminicidio de su hermana María José e intento de feminicidio de su madre. Posteriormente procedió a burlarse y a confesar que en realidad el número de víctimas totales ascendía a más de 30 mujeres.

Hasta el momento, la familia no sabe cómo consiguió el número telefónico de la hija de Casandra. Además, la familia tenía conocimiento de que Miguel N. estaba aislado por agredir a dos internos más y tampoco recibía visitas en el penal.

Esta situación ha provocado que se sientan en riesgo y expuestas incluso con su muerte, por lo que pidieron medidas de protección y se solicitó abrir una línea de investigación por este incidente.

«Sabemos todos que dentro de un penal todo es dinero. Entonces, evidentemente Miguel tuvo que haber tenido los medios y los recursos para conseguir una llamada y el número de mi hija. Entonces, si tiene recursos para eso, no sabemos a qué más podríamos estar expuestas como víctimas» -Casandra, víctima sobreviviente de feminicidio.

Posteriormente, la abogada de Casandra reportó el incidente con el director del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente advirtiendo que se necesitaba cambiar a Miguel N. a un penal de máxima seguridad hasta que llegará a juicio; no obstante «fueron omisos». El pasado 14 de abril, la abogada asistió al penal donde formalmente se le notificó de la muerte sin exponer más detalles de los motivos.

Las secuelas

De acuerdo con la familia, su vida ha cambiado a raíz de este suceso. Primero han enfrentado varios gastos económicos que han tenido que solventar de sus bolsillos para continuar exigiendo justicia, gastos que la Fiscalía de la Ciudad de México no se han preocupado por cubrir, señaló Casandra.

Después esta la salud física de Casandra, según comentó tiene afectaciones en un pulmón, perdida de la totalidad de su voz y las heridas físicas de su cuerpo. Sin embargo, las heridas emocionales son las que más pesa provocando que no puedan retomar sus vidas con normalidad.