hoy en género en la mira el espacio de nuestra amiga y compañera la maestra en estudios de género Daniela Villegasquien se encuentra en Sydney Autralia nos habla sobre el caso de la trabajadora domestica indonesa que gano un juicio de explotacion laboral en Japon, ganar un juicio asi es un triunfo personal, pero en estos casos lo es tambien para la poblacion en general, el avance en los derechos laborales de las trabajadoras domesticas en todo el mundo, una reivindicacion a la lucha no solo por mejoras laborales sino tambien por el respeto a sus DH,
Y es la organizacion la que sirve precisamente para estas luchas por los derechos de todas y cada una tenemos la historia de mujeres extranjeras en Libano que buscan sindicalizarse , El objetivo del sindicato es, además de regularizar las condiciones de trabajo y vida de las empleadas inmigradas, darles voz para que defiendan sus derechos y crear un espacio para construir una red de solidaridad y apoyo mutuo. Una labor que se lleva tiempo haciendo de manera informal
Es nota de la semana la proyeccion de la pelicula las 50 Sombras de Grey una pelicula que ha levantado diversas criticas de grupos de defensa de los derechos de las mujeres es esta pelicula una apologia de la violencia sexual? , cansadas estamos de ver historias de mujeres sumisas princesas de cuentos que se enamoran de principes encantadores millonarios, sea como lo envuelvan estas historias estan muy alejadas a la realidad que vivimos en donde la violencia contra la mujer ha sido declarada por Organismos Internacionales como una pandemia , necesitamos una pelicula que nos exponga a ser mas vulnerables en el mundo donde reina la violencia?
Y hablando de violencia sexual un ejemplo con el material de Radio Canada Internacional de una entrevista de la periodista Leonora Chapman a la investigadora colombiana Luz María Londoño Fernández quien nos explica en pocos minutos el drama del cual son victimas mujeres latinoamericanas en zonas de conflictos armados y las estrategias que ellas desarrollan para lograr que la justicia se haga, Luz María Londoño Fernández recibió la Medalla de Oro al Mérito de la Mujer, de la Alcaldía de Medellín por su investigación que ha permitido a las víctimas del conflicto armado hablar sin miedo
Sabina Kilimanjaro en el salón de su casa en la colonia Santa María de la Ribera.
(Nota: Sabina Kilimanjaro no existe en la realidad. Pero Sabina sí existe. En ésta y otras ciudades, en otras colonias, en otros países. Quizá la historia concreta de esta Sabina pueda parecer un exceso. No lo es. Y –además- habría que mirar de cerca -¿no sería un interesante ejercicio?- esos rasgos suyos que podríamos traer dentro. Sí, nosotras las mujeres tan libres del siglo XXI).
Esta es la historia de un hombre que encierra a una mujer y de una mujer que permite que la encierren.
Podríamos, por supuesto, discutir por horas lo que significa: “permitir”.
Digamos que existe entre ellos un pacto doloroso y –observado desde afuera- terrible.
Un pacto de dominación-sumisión.
Un pacto de amo y esclava.
Expresarlo así es una simplificación notable.
Como si se tratara de una película y estuviera yo encargada de escribir el avance para Netflix.
Algo así: descriptivo y preciso.
Pero por algún lado tengo que comenzar la narración de algunos fragmentos de la vida de Sabina Kilimanjaro.
No, no se apellida Kilimanjaro, pero desde niña renunció al apellido de su padre, a quien le gustaba muchísimo –los fines de semana- atarla a una silla.
Era una silla de madera y mimbre.
Una silla de comedor.
Sólo sucedía cuando Sabina “lo merecía”.
Y parece que “lo merecía” con frecuencia.
Su madre miraba hacia otro lado.
Temía cada vez que la silla le tocara a ella.
Su madre siempre miraba hacia otro lado.
La maestra de geografía –en la primaria de Sabina- les habló de una montaña elevada y bellísima en Tanzania.
Cerca de ella, los animales corrían en libertad. Sabina se emocionó tanto que la maestra le regaló una postal que le había enviado años antes su novio, un piloto aviador.También le dio a leer: “Las nieves del Kilimanjaro” de Hemingway.
La maestra la quería muchísimo: “Eres tan inteligente Sabina, harás tantas cosas cuando crezcas”.
Y le acariciaba despacito los moretones en sus brazos.
En silencio –sin aviso y sin registro civil- Sabina cambió para sí misma, su apellido.
Después sus padres murieron: él de las bilis que hizo “ante tantas desobediencias e ingratitudes”, dijo la madre.
Y la madre de “tantas tristezas”, dijo la tía.
Les muestro la tarjeta postal que la maestra de Geografía le regaló a Sabina durante su infancia:
El Kilimanjaro en Tanzania. Y una jirafa.
Sabina heredó la casa. Grande y vacía. La casa con todos sus demonios adentro.
Sabina padeció un miedo infinito y sin tregua.
Un miedo cósmico.
El miedo de despeñarse desde las Barrancas del Cobre que nunca ha visitado.
Cuando la casa y el pánico al exterior comenzaron a devorarla, Sabina encontró un marido.
El señor Fernández, oriundo de Jalapa, Tabasco. Fanático seguidor de una secta de “salvadores” iluminados. También, excelente cerrajero.
No sé si antes de a Sabina, el señor Fernández ya había salvado a alguien.
En todo caso, fue a ella y sólo a ella a quien dedicó los más intensos esfuerzos de su vida.
SABINA KILIMANJARO AMENAZADA DE PERDICIÓN Y DESVARÍO, Y SU INTRÉPIDO
“SALVADOR” EL SEÑOR DON BENITO EFRAÍN FERNÁNDEZ.
(Cerrajero de oficio)
Esta es –también- la historia de un sótano húmedo y frío en el que esa mujer a veces duerme cuando la castiga su marido.
Él, como su padre, la castiga para educarla.
Como todo hombre justo: sólo cuando se ve obligado.
Sabina duerme junto a su perrita que se llama Esperanza Desgraciada y En El Bordecito Mismo de las Barrancas del Cobre.
Como el nombre es muy largo, ella la llama sólo Esperanza.
No crean que en el sótano duermen al ras del suelo.
Aunque el lugar es-ciertamente- inhóspito, su marido el señor Fernández le instaló un catre, que si bien no es muy cómodo, podría ser a la larga beneficioso porque le mantiene recta la espalda. Las camas, dice él -quien duerme todos los días en una cama- terminan por ablandar el cuerpo y el alma. La comodidad te arrebata el temple.
Te reblandece, pues.
Él quiere que ella “se crezca al rigor”.
Les explico sus palabras: El “rigor” es la única manera en la cual las mujeres “se crecen”.
Sabina no sabe si “se crece”.
Hay demasiadas cosas que Sabina no sabe ni quiere saber.
Su vida es la de una mujer del siglo XXI a la que le dijeron que traía el demonio adentro.
Le dijeron que era muy mala -¿acaso no como casi todas?- y que traía en la piel la marca de la perdición y el desvarío.
Se lo dijeron y se lo creyó.
Les explico de nuevo: Hay edades en las que una podría creerse cualquier cosa.
También hay ciertas “técnicas educativas” implacables.
Su vida entonces podría ser la de una mujer del siglo XIX.
Una mujer encerrada en un claustro, con un dragón elegido que protege la puerta.
“Él me salva”, piensa Sabina. “Él sí que sabe cómo salvarme”.
Y –a veces- hasta sonríe agradecida y aliviada, mientras borda.
Sabina extraña el periódico, el cine, los libros. Extraña muchísimo leer libros que no sean misales.
Los acaricia en su memoria, los libros.
Y recuerda cantidad de películas de amor como: Los girasoles de Rusia, El doctor Zhivago.
Películas de grandes amores y mujeres abandonadas: “por libertinas”, dice su marido.
Por eso, por los ejemplos decadentes y podridos no van al cine.
Pero a veces salen a caminar y él la lleva al Kiosco Morisco y la toma de la mano o le pasa el brazo por los hombros, y Sabina siente que él la quiere.
Aunque a veces le aprieta tanto el brazo que le saca moretones.
“Te pega porque te quiere”, le decía su madre. Muy aliviada de que Sabina recibiera ese cinturón oscuro que de otra manera, tal vez, le hubiera estado dirigido.
El Kiosco Morisco en el cual el señor Fernández –de vez en vez- toma la mano de su esposa legítima (así le gusta decir a él: “legítima”) Sabina Kilimanjaro de Fernández.
En la casa de la colonia Santa María de la Ribera sí hay teléfono, pero tiene un candado.
El señor Fernández guarda la llave.
El señor Fernández posee un inmenso manojo de llaves de varias formas y tamaños (creadas con meticulosidad por él mismo): La del teléfono, la de los armarios, la de las puertas, la de las ventanas.
También posee una llave que cierra el candado del corazón y de la inteligencia de Sabina.
De su fuerza y de su posibilidad de ser libre.
Pero esa es una llave invisible.
Una llave que Sabina misma le entregó sin saberlo.
¿Quizá a veces lo sabe, Sabina?
Sabina en ocasiones mira con codicia esas llaves: ¿Y si se las robara?
“Las niñas buenas” no roban.
¿Y si se escapara?
“Las niñas buenas” no escapan.
Sabina se sienta frente a la ventana (cerrada) y a través de las cortinas (casi imposibles de atravesar con la mirada desde afuera) mira los vaivenes de la calle.
Se dice que allá afuera caminan la tentación y la desgracia.
Los peligros.
No va a robarse esas llaves, sería como condenarse.
Se repliega –entonces- en su silla y se felicita –desde su cárcel- de ser una mujer tan protegida y afortunada.
Les digo: Es una historia que sucede en alguna esquina de la ciudad, me imagino una casa antigua en la colonia Santa María de la Ribera. No recuerdo las calles. Una casa que me gusta mucho frente a una pequeña rotonda. Es una historia minúscula entre el mar de historias que suceden todos los días. No es lo que podríamos llamar “relevante”. No es noticia. Nadie –sino quienes la viven- saben de qué se trata. Pero si me detengo a pensarlo, es posible que tampoco quienes la viven sepan con claridad de qué se trata. Esa cotidianidad que es la de ellos. Secreta y oculta. Oscura.
Esa cotidianidad oculta que sucede a la vista de todos.
El señor y la señora Fernández son conocidos en la calle.
Se les aprecia.
El señor y la señora Fernández son conocidos en el barrio.
Sobre todo él.
A ella se le ve poco y siempre con su marido a su lado.
Es por supuesto, una mujer de reputación intachable.
Él siempre dice la primera y la última palabra.
Tengo la impresión de que es él también, quien dice la mayor parte de las palabras comprendidas entre la primera y la última
Sabina se lo agradece.
Le teje chalecos para el frío. Confecciona los trajes de él y los vestidos de ella. Los manteles, las sábanas, las cortinas, los edredones, los cubre camas.
También borda muchísimo: En las almohadas y cojincitos escribe palabras que quisiera imaginar le están dirigidas al señor Fernández. No entro en detalles. El señor Fernández coloca las almohadas y los cojincitos en su camioneta de la cerrajería y sale a venderlos en unas tiendas de diseño.
Nunca le da un quinto a Sabina, ni por su trabajo en el hogar, ni por el producto de la venta de su trabajo de bordados y tejidos.
“El dinero corrompe”, dice el señor Fernández. “Sobre todo en las manos de una mujer. Son muy tontas y manirrotas. La ruina de los hombres si uno se deja. Pero yo no me dejo de cualquier tonta con ricitos”.
Sabina se sorprende y se inquieta, porque si bien ella tal vez es tonta, y en una de esas hasta manirrota, de lo que sí está segura es de que desde su cabeza no cae ni un solo ricito.
Se mira en el espejo para constatar. El único espejo pequeñísimo que esconde debajo del refrigerador: ¿Será por eso que su marido legítimo desaparece en las noches? Ella lo escucha, desde el sótano Esperanza al borde De las Barrancas del Cobre y ella lo escuchan: Los pasos en la recámara, los pasos que bajan por la escalera, la puerta de la calle que se abre. La puerta de la calle que se cierra.
Crack. Crack. Crack.
Triple llave.
Una muestra del cojín bordado por Sabina Kilimanjaro (antes del relleno) se ve así:
Sabina y su serie de unicornios cautivos.
A la historia que les cuento, llegué por boca de los niños del barrio. Ya saben cómo son los niños de disruptivos y mirones. Me llegó en el mercado de la colonia Santa María de la Ribera. Ellos me mostraron la casa. La ventana. Esa silueta que apenas se percibe mañanas y tardes a través de la ventana. Por los visillos he conversado con Sabina.
Hemos intercambiado cartas. Hasta me mostró unas fotos suyas de infancia: Ella con las muñecas atadas al cabezal de la cama y rodeada de muñecas de porcelana con las que no puede jugar.
Se la tomó su papá en su cumpleaños, la foto.
Era retratista su papá.
Sabina sólo veía a sus muñecas rodeándola en los días de su cumpleaños.
Luego su madre las guardaba en el baúl de los “objetos imposibles”.
Era un gran baúl en el que Sabina observó como iban guardando su infancia.
Me lo contó, tal y como se lo cuento.
La foto es tal y como la describo.
Dada la longitud de este texto me detengo.
En la siguiente entrega ofreceré más detalles de todo cuanto lea y escuche de la letra y boca de Sabina Kilimanjaro.
La traduciré fielmente.
Como si fuera su mejor y única amiga.
Quizá podríamos planear su liberación.
Ser sus mejores y únicas amigas.
“¿Quieres tu libertad, Sabina?”.
“No”.
“Pero, ¿por qué?”
“Porque yo no sé vivir”.
“Pero todas/os sabemos más o menos vivir”.
“Yo no. Porque traigo una piedrita en el zapato”.
“¿Una piedrita en el zapato? Podrías ir al cine y al parque con tu perrita, y vender tu misma tus almohadones, recuperar tu casa, tener amigos, y comprar libros. ¿Quieres tu libertad, Sabina?”
“No”.
El próximo martes en La Silla Rota: “Cuando Sabina Kilimanjaro entendió que no necesitaba a nadie para 'salvarse' de sí misma”.
Ayer fue un día victorioso para la joven de Indonesia Erwiana
Sulistyaningsih. Activistas, trabajadoras del hogar y demás
manifestantes la acompañaron a las afueras del palacio de justicia de
Hong Kong
Como muchas otras mujeres jóvenes en Indonesia Erwiana tuvo que
renunciar a la educación superior al encontrarse falta de recursos para
solventarse sus estudios, lo que la llevó a pedir un permiso como
trabajadora migrante en Hong Kong a través de la empresa PT Graha Ayu
Karsa, la cual la ubicó como empleada del hogar el 27 de mayo de 2013.
Sin embargo su empleadora Law Wan-tung, la hacía dormir en el
suelo, trabajar 21 horas al día y la golpeaba sin razón alguna. En el
transcurso de 8 meses tras varias lesiones no atendidas perdió
fortaleza al grado de no poder caminar, lo cual generó que su
empleadora la mandará de vuelta a Indonesia bajo amenaza de que si
revelaba los abusos se vengaría con los padres de Erwiana.
Pese a las amenazas la joven indonesa presentó cargos lo que
llevó a la detención de su ex empleadora en en el aeropuerto
internacional de Hong Kong cuando intentaba abordar un avión a
Tailandia. Ella fue acusada en un tribunal de lesiones corporales
graves y cuatro cargos de intimidación criminal.
Este incidente puso de relieve la preocupación existente en
relación con el tratamiento de las trabajadoras domésticas en Hong
Kong. En noviembre de 2012, Amnistía Internacional condenó a Hong Kong
e Indonesia por las pésimas condiciones laborales que hicieron
especialmente vulnerables a las mujeres a la explotación, incluidas las
restricciones a las libertades, la violencia física y sexual, la falta
de alimentos, y largas horas de trabajo.
Como lo refiere la periodista Dewi Anggraeni en su libro Dreamseekers: Indonesian Women as Domestic Workers in Asia (2006) "alrededor
del 80 por ciento de los trabajadores que abandonen el país son mujeres
que buscan trabajo como empleadas domésticas. Y en la última década,
según la Comisión Nacional sobre la Violencia contra la Mujer de
Indonesia, los incidentes de violencia contra las mujeres indonesias
han incrementado".
De igual manera se encontró que muchas mujeres indonesas fueron
explotadas por las agencias de contratación y colocación que se
apoderaron de sus documentos y les cobraron tarifas excesivas, con
falsas promesas de altos salarios y buenas condiciones de trabajo.
Un factor importante a resaltar es la relación
empleadora-trabajadora en la dinámica del trabajo del hogar. se llega a
establecer una relación de poder y dominación entre ambas mujeres,
donde la empleadora llega a justificar su autoridad sobre su
subordinada puesto que la está educando en lo concerniente a las
tareas hogareñas y la trabajadora acepta las condiciones por su
necesidad de empleo.
En una suerte de relación colonizadora y colonizada, la
relación entre ambas partes suele reproducir las más rancias y
dicotómicas estructuras clasistas en que a falta de valorización de la
labor doméstica no existe un avance por la dignificación de estas
tareas.
¿Será el carácter de lo sucio, lo húmedo, lo desechable en la
limpieza que se avista una relación metafórica entre la mujer dedicada
a la limpieza y la suciedad, lo que genera este sea un trabajo menos
valorizado?
exclamando. "Somos trabajadoras, no somos esclavas, justicia
para Erwiana, enjuicien a Law Wan-tung".
Explicar
en pocos minutos el drama del cual son víctimas mujeres
latinoamericanas en zonas de conflictos armados y las estrategias que
ellas desarrollan para lograr que justicia se haga, hace necesario no
solo tener un conocimiento del tema sino también una capacidad de
síntesis. La investigadora colombiana Luz María Londoño Fernández
cuenta con esas cualidades.
Acceso a la justicia de mujeres indígenas y campesinas en Colombia y Guatemala es
una investigación que fue co-dirigida por Luz María Londoño Fernández,
del Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia en
Colombia, con financiamiento del CRDI,
el Centro de Investigación para el Desarrollo Internacional de
Canadá. Tomaron también parte en este trabajo un grupo de
investigadoras de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones
Internacionales, de la Universidad Javeriana de Bogotá, y otro
del Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial (ECAP), de
Guatemala.
La investigación se centró en las estrategias y mecanismos de
acceso a la justicia de mujeres indígenas y campesinas en zonas de
conflicto armado como en Colombia o de transición a una situación de
posconflicto como en Guatemala.
La investigadora destaca que los impactos del conflicto en
poblaciones campesinas e indígenas son innegables y que las mujeres
sufren además el flagelo de la violencia sexual. Y a eso dice, hay que
agregarle el silencio, motivado por el miedo, la amenaza.
Tendrán que pasar años en Colombia para que se conozca la
magnitud del problema de la violencia sexual contra las mujeres durante
el conflicto armado. Porque las mujeres quedan silenciadas por temor a
la violencia, al repudio de sus comunidades y por temor a represalias
de los perpetradores, dado que el conflicto no ha terminado. Son
crímenes cuya real magnitud se demora años en salir a la luz.
La importancia de los procesos organizativos
Luz María Londoño Fernández destaca el impacto que tiene en las
mujeres todo proceso de organización que las lleva finalmente a su
empoderamiento. Ella indica que las mujeres de Guatemala han tenido un
acompañamiento de años tanto social como jurídico, y que son
mujeres muy organizadas que han sido capaces de llevar sus casos a
juicio por genocidio en Guatemala. Son mujeres que se han empoderado
mucho, muy persistentes en su lucha y muy apoyadas.
Las mujeres de Colombia, con conflictos más recientes y con menos apoyo, están menos organizadas. Y esa falta de organización y acompañamiento fracciona mucho la lucha de las mujeres.
Los investigadores identificaron y compararon las estrategias
colectivas adoptadas por las mujeres para obtener reparación por la
violación de su derecho a la vida, la propiedad de la tierra, la
seguridad física y la integridad psíquica y moral, y formularon
recomendaciones de políticas para mejorar el acceso de esas mujeres a
la justicia.
Luz María Londoño Fernández recibió la Medalla de Oro al Mérito de
la Mujer, de la Alcaldía de Medellín por su investigación que ha
permitido a las víctimas del conflicto armado hablar sin miedo.
La palabra ha orientado nuestro trabajo investigativo. Una se da
cuenta en este tipo de investigaciones que trascienden con mucho la
producción de conocimiento y se vuelven unos espacios demasiado
importantes para la recuperación emocional y social de las mujeres
víctimas de los conflictos armados. Y esto se logra justamente a través
de la palabra.
Creo profundamente que Colombia debería llenarse de centros de escuchas y de procesamiento de los dolores de la guerra.
El estreno de la película enciende el debate: hay quienes dicen que
‘glorifica el abuso sexual y emocional como si fuese amor’
Por:
Agencias
MÉXICO, D.F.- Con látigos y
cadenas en medio de una relación sexual basada en la dominación y la
sumisión, la primera entrega de la trilogía “Cincuenta Sombras de
Grey”, del escritor E. L. James, parece encaminarse hacia un éxito
similar al que obtuvieron los libros que han vendido más de 100
millones de copias en todo el mundo.
Su llegada a los cines
estadounidenses este viernes, por contra, ha sembrado un debate
nacional sobre la violencia sexual y el abuso doméstico en EU,
salpicado por incidentes en la Liga de Fútbol Nacional y la
Universidades del país durante 2014 que provocaron un mensaje de Barack
Obama en contra de la violencia de género durante la última ceremonia
de los premios Grammy.
Por su parte, la protagonista femenina del
filme, Dakota Johnson ha dicho que los espectadores deberían ver la
película antes de llegar a esa conclusión mientras que la directora,
Sam Taylor-Johnson, ha destacado que siente que ha “empoderado a esta
mujer” y le ha dado “la última palabra” de una forma “muy clara”.
“50 dólares, no 50 Sombras”
Antes
aún del estreno, un movimiento de base estadounidense está pidiendo a
los espectadores que envíen 50 dólares a un refugio para mujeres en
lugar de ver la película, al tiempo que una liga de protección para la
infancia del Medio Oeste sostiene que la película desdibuja las líneas
de lo que es saludable o perjudicial en el sexo.
La historia
sigue los pasos de una ingenua estudiante de 21 años, Anastasia Steele,
que vive un despertar sexual en manos del multimillonaro seductor
Christian Grey, de 27, que practican la esclavitud y la dominación en
una relación sexual consensuada.
“Se trata de un depredador con
experiencia que es un acosador, un abusador y un sádico, focalizado en
una mujer mucho más joven”, ha explicado el profesor de sociología en
Wheelock College de Boston y fundador del movimiento ‘50 dólares, no 50
Sombras’, Gail Dines, que ha matizado que se trata de ‘un cuento de
hadas en el sentido de que no es ral’ pero, en realidad, ‘es una
historia de horror que viven muchas mujeres’”.
La reacción se organiza en las redes sociales
Los
principales grupos en defensa de los derechos de la mujer han
permanecido en silencio. Sin embargo, hashtags como #50SombrasesAbuso
han ganado adeptos en Twitter y los detractroes de la película están
utilizando las redes sociales para organizar protestas en cines locales.
La
Liga de Protección de la Infancia de Minnesota dijo este miércoles que
la película “glorifica el abuso sexual y emocional como si fuese amor”
y ha lanzado la campaña ‘50 Sombras, la promesa’ para ofrecer recursos
a los padres para que disuadan a sus hijos en su intención de ver la
película.
Asmismo, el grupo británico “Cincuenta Sombras es abuso
doméstico” tiene previsto manifestarse en la premier de la película
este jueves en Londres y está animando a sus adeptos a boicotear la
película y donar el precio de la entrada a organizaciones para víctimas
de abusos.
A pesar de la controversia, la web Boxoffice.com
proyecta que la película obtendrá 89 millones de dólares en su primer
fin de semana en Estados Unidos y Canadá, lo que será un récord para el
puente del Día del Presidente.
¿Qué dice la crítica?
Justin
Chang, uno de los críticos de Variety, ha dicho sobre la adaptación de
la novela erótica de E. L. James que no le parece del todo inteligente.
“Sin embargo, en muchos aspectos es una mejora significativa de la
novela. El elenco es brillante, pero llega a convertirse en un lastre”,
ha opinado Chang que compara esta cinta con Nueve semanas y media.
“Es
un ejercicio muy cuidadoso que gestiona la excitación mucho mejor que
otras películas para adultos. Sin embargo, la provocación es demasiado
leve para los tiempos que corren”, concluye el periodista de Variety.
El
New York Post ha otorgado a 50 Sombras de Grey 3 de 4 estrellas y la ha
calificado de “humeante”, “cursi” y “obligada a complacer”. “Lejos han
quedado los aspectos más terribles del libro”, ha escrito Sara Stewart
en el Post. Para ella la mayor sorpresa es que Ana y Christian han
desarrollado sentido del humor y que la película en ningún momento
pretende ser otra cosa que lo que es: “Una película de porno suave para
señoritas”.
La crítica más vehemente la encontramos en Fox News
de la mano de Justin Craig que compara al protagonista Christian Grey
con el secuestrador de Cleveland Ariel Castro. “La diferencia entre el
galán enigmático Christian Grey y Ariel Castro es un traje gris y unos
cuantos miles de dólares”, sentenció Craig en Fox.
“El resultado
es un aburrido calabozo sexual a menudo denigrante. Esta película, sin
duda, hará mucha taquilla el día de San Valentín”, concluye el
periodista de la Fox.
Sheri Linden de The Hollywood Reporter dice
que la película es a la vez “empalagosa y provocativa”. Elizabeth
Weitzman, en The New York Daily elogia a la directora: “Lo que mejor
hace Sam Taylor Johnson es crear la atmósfera equilibrada para cada
acción”.
Juego escolar causa alarma
Un
grupo de padres de Pensilvania en EU están furiosos porque se
repartieron juegos para adivinar palabras a sus hijos de secundaria
basados en la novela erótica “50 Sombras de Grey”.
Los
estudiantes recibieron los juegos, conocidos popularmente como sopa de
letras, con términos que incluyen “nalgadas”, “sumiso”, “esposas de
cuero” y “esclavo”. Las autoridades del Distrito Escolar de Monessen
dijeron que no sabían quién entregó los juegos o cuántos estudiantes
los tenían. Los padres se quejaron el martes por la noche en una junta
escolar.
La superintendente Leanne Spazak dijo que están investigando el incidente.
Amar sin violencia
“La
historia enseña a las mujeres que el dolor y la sumisión son eróticos,
y a los hombres que las mujeres quieren un hombre que las controle e
intimide. La gente es libre de ver o no una película que no solo no
tiene nada que ver con el amor, sino que disfraza como amor tanto a
Grey como a sus sombras personales.
“Quizás merezca la pena no
contribuir al negocio de tanta sombra. Una manera de denunciar la
violencia contra la mujer podría ser también el boicot al filme.
“Es
poco eficaz hablar de tolerancia cero frente a la violencia contra la
mujer si a la vez se hace tanta publicidad sin crítica a una película
que convierte dicha violencia en una fantasía sexual, un producto de
consumo sexual”, escribió Jokin de Irala en el sitio Aceprensa, la cual
se ha viralizado en redes sociales.