MUJERES Y SALUD MENTAL
Por: Alejandra Buggs Lomelí*
“La amistad es el más perfecto de los sentimientos, pues es el más libre, el más puro y el más profundo”
Lacordaire
Dentro de unos días se celebra el muy instaurado y comercial “Día del
Amor y la Amistad”. Me gustaría contribuir a quitarle la parte comercial
a este día invitando a las y los lectores de esta columna a reflexionar
sobre el concepto de amistad y la forma en que la vivimos mujeres y
hombres.
La amistad es el vínculo más universal que existe, la establecemos
todas las personas por diferentes que seamos: cultura, edad, condición
social, raza, ideología y orientación sexual y afectiva.
A diferencia del vínculo amoroso de pareja, es una unión que nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida.
Las relaciones de amistad tienen su origen en dos de las necesidades
básicas, la de amor y la de pertenencia, estableciéndose en diferentes
contextos y situaciones, como por ejemplo: donde vivimos, estudiamos,
trabajamos, en reuniones y fiestas, a veces hasta en el café al que
vamos con frecuencia, a través de otras amistades, y actualmente incluso
por las redes sociales.
Existe amistad entre niñas y niñas, niñas y niños, en las y los
adolescentes, las personas adultas y las y los adultos mayores. Se
establece entre mujeres y hombres, sólo entre mujeres, sólo entre
hombres, e incluso se habla de la existencia de la amistad entre seres
humanos y animales, de ahí el dicho de que “el perro es el mejor amigo
del ser humano”.
Un ejemplo de que la amistad traspasa edades, razas y posiciones
sociales nos lo muestra la cinta “El chofer y la señora Daisy”, que nos
enseña cómo se va construyendo un profundo nexo entre personas de
diferente raza, religión, edad, posición socio económica y diferente
sexo.
La amistad tiene por sí misma la capacidad de borrar las diferencias de
raza, cultura, edad, creencia, orientación sexual y afectiva, incluso
puede estar presente en otro tipo de vínculos como los paterno y materno
filiales o los de pareja, aunque podríamos decir que es tan autónoma
que no depende de ninguno de ellos para establecerse, sin embargo, sí
complementa y enriquece otro tipo de relaciones.
Maravillosamente es la más gratuita y libre de todas las relaciones que
somos capaces de establecer, es una elección no fundamentada en vínculos
familiares o de vecindad, se establece a partir de afinidades o
diferencias que se complementan.
Aristóteles decía de la amistad que “se constituye como una de las
necesidades más apremiantes de la vida y que es un bien del que nadie se
quiere ver desprovisto, aunque se poseyeran el resto de los demás
bienes”.
La amistad es una relación que se basa en la afectividad, la libre
elección y la reciprocidad en valores como: la incondicionalidad, la
lealtad, la solidaridad, el amor, la sinceridad, el respeto, el
compromiso, la sororidad, el cuidado, la diversión y el buen trato.
La palabra amistad proviene del latín “amicitia”, y ésta a su vez viene
de “amicus” que se traduce como “amigo”, mientras que “amicus” proviene
de “amare” que significa “amar”, por lo que existen diferentes niveles
de profundidad y compenetración en las amistades.
Existen desde aquellas amistades con quienes tenemos relaciones lejanas,
hasta aquellas con quienes la relación es tan profunda y estrecha que
les consideramos nuestras mejores amigas o nuestros mejores amigos y más
profundo aún, nuestras hermanas y/o hermanos por elección.
Desde la infancia comenzamos a sentir los afectos de la amistad, es
también en la edad temprana cuando se van diferenciando mujeres y
hombres en la manera de vivirla.
Diversos estudios nos muestran que los hombres se relacionan con sus
congéneres por algo en común como el trabajo, un deporte o alguna
afición; mientras que las mujeres cuando estamos rodeadas de nuestras
amistades tendemos a abrimos más en lo personal.
Una de las grandes diferencias de género en el vínculo de la amistad
reside en los temas de conversación y en la profundidad de los mismos.
Para la mayoría de los hombres es hasta que pasan por una situación
extraordinaria que se permiten hablar íntimamente con un amigo o una
amiga, por el contrario, una mujer ve como algo extraño no compartir con
su mejor amiga algo trascendental de su vida.
Las mujeres buscamos en la otra una identificación, un espejo profundo tanto para encontrarnos y complementarnos.
También tendemos a sentir más la ausencia de nuestras amigas y es algo
que nos pesa, cuando para un hombre es menos importante que un amigo lo
llame todo el tiempo, sin embargo, en algunos casos el día que se
necesitan, están sin condiciones y en forma inmediata.
Los encuentros con las amigas para las mujeres se convierten en
conversaciones catárticas (casi terapéuticas) porque nos ayudan a
procesar y canalizar lo emocional: somos escuchadas, comprendidas y
apoyadas.
Los hombres establecen relaciones a partir de las actividades
compartidas y de alguna manera saben que siempre su amigo está presente,
aunque la cultura como también sus personalidades hacen que no lo
expresen físicamente, mientras que las mujeres tendemos más a darnos un
beso, a abrazarnos y a sostener la mano de otra mujer.
A la hora de demostrar los afectos, es visible la diferencia de unos y
otras, resultado del aprendizaje social de los roles asignados a cada
género.
En los resultados de un estudio realizado durante más de 50 años en la
Universidad de California en Los Ángeles, y que hace poco recorrió por
un tiempo internet, se llegó a la conclusión de que la amistad entre
mujeres cura.
Después de repetidos estudios se demostró que los lazos emocionales
existentes entre las mujeres que son amigas verdaderas y leales,
contribuyen a la reducción de riesgos de enfermedades ligadas a la
presión arterial y colesterol.
Esta respuesta se debe a que la hormona oxitocina(**) es liberada como
parte de la reacción de las mujeres frente al estrés, por lo que buscan
agruparse con otras mujeres; cuando esto sucede se produce una cantidad
mayor de oxitocina que reduce el estrés más agudo y provoca un efecto
calmante.
La razón por la que estas reacciones no aparecen entre los hombres es
porque la testosterona que ellos producen en altas cantidades tiende a
neutralizar los efectos de la oxitocina; mientras que los estrógenos
femeninos aumentan la producción de esta hormona.
Como podemos darnos cuenta, existen diferencias interesantes y
significativas en la forma en que vivimos la amistad mujeres y hombres,
sin embargo la realidad es que la amistad en los seres humanos es un
regalo muy importante de la vida, un regalo al que hay que cultivar,
cuidar y respetar.
Un regalo que nos permite construir relaciones tan importantes y
sinceras que llegan a convertirse en muy significativas, tanto así que
llegamos a considerar a muchas de ellas como hermanas…
Aprovecho este espacio para dar las gracias de todo corazón a cada una
de mis amigas y hermanas por elección, que se han cruzado en mi camino a
lo largo de mi vida, llenándome de momentos gratos, enriquecedores, de
gran aprendizaje, sororidad, reflexión y amor.
Cada una de ustedes sabe quién es… y en qué momento me han acompañado
contribuyendo con su “oxitocina” a que produzca mi propia “oxitocina” y
mi vida sea más plena, feliz y sana.
**Oxitocina es una hormona producida por los núcleos supraópticos y
paraventriculares del hipotálamo, también es conocida como la “hormona
del amor” o “la molécula afrodisíaca”. (Wikipedia en español)
*Psicoterapeuta humanista existencial, especialista en Estudios de Género y directora del Centro de Salud Mental y Género.
Foto: Begoña González
Cimacnoticias | México, DF.-
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