2/11/2015

Buscan distanciar al Ejército del pueblo


         Utopía

Eduardo Ibarra Aguirre 

El grave señalamiento es del secretario de la Defensa Nacional y lo formuló en el Castillo de Chapultepec, en la ceremonia por el 102 aniversario de la Marcha por la Lealtad, cuando cadetes del Colegio Militar escoltaron a Francisco Madero durante el inicio de la Decena trágica.

Allí, el general secretario Salvador Cienfuegos dijo sin molestarse en dar nombres ni apellidos, en el lenguaje críptico propio de los tiempos del presidencialismo absolutista y del partido prácticamente único: “Hay quienes quisieran distanciarnos del pueblo. Imposible. Somos uno y lo mismo. Basta ver el rostro, la piel, el pensamiento y el corazón de cada soldado para ver que somos pueblo, que somos México. Igual que el resto de la patria.” La carga racista de la frase es inocultable.

El general de cuatro estrellas hizo un panegírico sobre la lealtad ante su jefe, el comandante supremo de las fuerzas armadas –quien puede portar cinco estrellas cuando esperemos que no cometa la desmesura de vestirse de militar, como lo hizo el soldadito de plomo Felipe Calderón–, que “el gran muro de honor de la historia no distingue otra virtud, no separa inteligentes de lerdos, ni valientes de medrosos, ni siquiera los buenos de los perversos, tan sólo distingue a los leales de los traidores. La verdadera lealtad siempre es perpetua, absoluta y total.”

Seguramente el titular de la Sedena se refirió a los hombres de armas de aquí y otras latitudes porque como es bien sabido las sociedades son diversas, plurales, demandantes e informadas, características que no generan lealtad y menos “absoluta y total”, propia de la Alemania nazi y la Italia fascista.

Más allá de la lealtad que se jura en discursos y que en México tiene una larga trayectoria de hechos, importa que Cienfuegos explique quiénes son los que “quisieran distanciarnos del pueblo”, pues la frase fue presentada en tiempos en que integrantes del Ejército son investigados ministerialmente por su presunta participación en ejecuciones extrajudiciales, como las perpetradas en Tlatlaya, estado de México, en junio de 2014, y cuando organismos exigen que se investigue la supuesta participación del Batallón 27 de Infantería en la bárbara agresión sufrida por normalistas en Iguala, Guerrero, el 26-27 de septiembre pasado.

En las polarizadas circunstancias sociopolíticas, una acusación como la formulada por Cienfuegos Zepeda no contribuye a despejar la desconfianza ciudadana que afecta a las instituciones y a las fuerzas armadas. Sería muy lamentable que el alto mando confunda la exigencia de la apertura de los cuarteles militares al escrutinio de los padres de los 42 desaparecidos de Ayotzinapa, con el denunciado distanciamiento.

Al alejamiento entre la milicia y la población coadyuva el creciente involucramiento en tareas ajenas a su mandato constitucional, en quehaceres de seguridad pública que con frecuencia son llevados a cabo violando garantías individuales, como es del dominio público, lo que deteriora en forma sensible la imagen que tiene entre la ciudadanía. Pero aquella es una errónea e ilegal decisión política civil que acatan los militares con disciplina y lealtad.

Enhorabuena Cienfuegos dijo también “que es momento de levantar el ánimo, de superar los desafíos, de liberar el potencial de México, de fortalecer el estado de derecho y acompañar a las instituciones en su quehacer diario, de dar respuestas a las demandas de la sociedad en su conjunto y de nuestros conciudadanos en lo particular, siempre, con pleno respeto de la ley.”

Acuse de recibo

Los zalameros de oficio y beneficio del recién fallecido Mario Vázquez Raña, como Esteban Arce, dicen que era tan importante que no fue presidente del Comité Olímpico Internacional “porque no quiso”, que “imponía” y “manejaba” a los presidentes del COI. En mi tierra a eso se le llama cacique, ahora global. Los hombres y mujeres de los poderes fácticos e institucionales elogiaron hasta la desmesura al magnate que tenía una casa con entrada por dos calles, una amplísima cochera llena de fotos propias con muchos jefes de Estado o de gobierno, un helipuerto encima de su salón de fiestas familiar en el que cabían cómodamente sentadas 300 personas. Invitado por la otrora nuera de la actriz Marga López (Catalina Margarita López Ramos) comí en aquella mansión quizá en 2004, y a principios de 1976 acudí con Gerardo Unzueta a las oficinas de la Organización Editorial Mexicana para informar a Vázquez Raña de las resoluciones del XVII Congreso Nacional del Partido Comunista… El estimado colega Jorge Mansilla Torres presentará su libro Breverías, el día 4 a las 19 horas, en Álvaro Obregón 182, entre Tonalá y Monterrey, colonia Roma… Paloma Ruiz Rodríguez logró que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos la recontratara después de despedirla en diciembre, pero sin reactivar su seguro médico a pesar de que padece tres tipos de cáncer la comunicadora e integrante del Grupo María Cristina.

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