Ojalá existiera en la Cámara de Diputados una Comisión Especial que
investigara los conflictos de interés de la Presidencia de la República
o de miembros del gabinete presidencial.
lasillarota.com
Queda
muy poco tiempo para que esta legislatura termine y su futuro parece no
ser nada promisorio, pues no solamente la mayoría mecánica ha impuesto
las reformas que han limitado la independencia económica y política del
país, sino que la Cámara se ha convertido en un tribunal sumario,
contraviniendo todas las disposiciones legales de nuestro país, el
derecho de audiencia y el debido proceso.
En el gobierno de Peña Nieto no
solamente se presentan desapariciones forzadas sino que se niega el
derecho de audiencia a los opositores y se les juzga sin escucharlos.
En días recientes, la Comisión
Especial dedicada a dar seguimiento al ejercicio de los recursos
federales destinados a la Línea 12 emitió un informe que, lejos de
realizar una síntesis de los trabajos realizados, emitió una serie de
señalamientos dedicados a cuestionar y culpar al exjefe de Gobierno de
la ciudad de México, Marcelo Ebrard, así como a diversos miembros de su
administración. Fue un auténtico libelo calumnioso.
Un informe, emitido sin el
consentimiento de todos los integrantes, firmado por el PRI y el Verde
Ecologista y sin que se escuchara a uno de los principales interesados,
a pesar de sus múltiples solicitudes para ejercer su derechos de
audiencia, nuevamente asestó un golpe a la democracia, privilegiando
los intereses políticos por encima de un interés real por resolver el
conflicto que al día de hoy, tiene a miles de personas sin un
transporte eficiente.
Un informe que fue dictado por
el jefe de la oficina de la Presidencia de la República, Aurelio Nuño,
y que representa una venganza personal del titular del Ejecutivo contra
Marcelo Ebrard, a quien acusan de estar atrás de las revelaciones
periodísticas de la Casa Blanca de Lomas de Chapultepec, la de Ixtapan
de la Sal y la de Malinalco del secretario de Hacienda y Crédito
Público.
Lo sucedido con la Línea 12 y
las acusaciones partidistas en contra de Marcelo Ebrard y otros
funcionarios, también ponen de manifiesto el trato desigual que existe
entre quienes han gobernado desde la oposición al régimen y quienes se
benefician desde el mismo a través de la impunidad y la corrupción.
Ojalá existiera en la Cámara de
Diputados una Comisión Especial que investigara los conflictos de
interés de la Presidencia de la República o de miembros del gabinete
presidencial.
Ahora, para tratar
de cubrir las apariencias, Enrique Peña Nieto nombra a Virgilio Andrade
como titular de la Secretaría de la Función Pública, quien en menos de
una semana ha admitido en declaraciones radiofónicas, que no
investigará la compra de las casas del mandatario y su esposa, Angélica
Rivera, ni la de su amigo, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
Tal nombramiento y las primeras
instrucciones resultaron una broma de mal gusto, por eso dichas
decisiones presidenciales no sólo no han sido aplaudidas sino
rechazados rotundamente.
Su trabajo en ese sentido se
limitará, dijo Andrade, a indagar los contratos de particulares con el
Gobierno federal: “No se investigan las operaciones de las casas porque
eso no le compete a la Secretaría de la Función Pública, pero lo que sí
le compete es ver de qué manera esos particulares entraron a proceso de
contrataciones y adjudicaciones, eso es lo que sí vamos a investigar”,
puntualizó.
Pese a que en una ceremoniosa
reunión, el presidente Enrique Peña Nieto ordenó a Andrade investigar y
resolver el posible conflicto de interés que involucra a “mi esposa, el
titular de la Secretaría de Hacienda y un servidor”, Andrade aseguró
que la compra en sí no es competencia de esa dependencia porque no
entra a verificar operaciones de carácter mercantil.
Al término de dicho evento, Peña
Nieto resumió en una frase lo que hasta ahora ha sido su mandato, un
fracaso que no es digno de ninguna celebración, ni siquiera de los
mismos invitados especiales que siempre adornan sus eventos por
consigna y no por convicción.
“Ya sé que no aplauden”, dijo
Enrique Peña, y cómo hacerlo cuando vivimos en un país que es gobernado
por un personaje preocupado porque la gente le aplauda,
y no por resolver la desaparición forzada de 43 estudiantes y miles de
personas más. Cómo aplaudir cuando México ha dejado de ser un país
exportador de petróleo y ahora, oficialmente, lo adquiere del
extranjero. Cómo aplaudir cuando todos los organismos internacionales
nos dicen que en México se violan sistemáticamente los derechos humanos
y que en esta materia damos pasos agigantados en reversa.
No, no tenemos nada que
aplaudir, nada que celebrar a quien –una vez más- , pretende engañarnos
con una investigación falsa de sí mismo, encabezada por un empleado
personal de él, mientras por otro lado ha convertido a la Cámara de
Diputados, con sus testaferros parlamentarios priístas del Estado de
México, en el tribunal sumario de los enemigos políticos del presidente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario