Ilka Oliva Corado
Adital
En las
fiestas de cumpleaños, bodas, graduaciones y convivios navideños el encargado
de la música por lo general siempre incluye una canción del grupo Climax, que
le quita el sueño a cualquiera porque el ritmo es pegajoso, pocos se percatan
de la letra y si lo hacen sonríen imaginándose a las chicas en poca ropa y
bailando sobre una mesa: "mesa que más aplauda, mesa que más aplauda/ mesa que
más aplauda, mesa que más aplauda/ le mando, le mando, le mando a la niña.”
La letra
de la canción recrea en el imaginario colectivo la escena de un bar, un centro
nocturno donde solo pueden entrar hombres o un "putero” donde el tónico son las
niñas, adolescentes y mujeres bailando sobre una mesa o un escenario sin el
infaltable tubo. A ellas las llama la sacrosanta sociedad: "las prostitutas,
las putas, las sidosas del putero.”
Cuántos
de nosotros no hemos escuchado a más de uno contando chistes de "putas” o de
"puteros” contando historias o experiencias que vivieron dentro de un lugar de
esos. Y los oyentes les hacen rueda y les aplauden y los anfitriones hasta
imitan el movimiento de las chicas cuando bailan en el tubo, hombres y mujeres
ríen por igual. Porque sí, es cruel pero es cierto, mujeres se ríen de sus
congéneres porque ellas son las puras y las otras a donde los hombres van a
"desaguar.” Y son más fuertes las carcajadas cuando cuentan que la chica esta
"gorda”, o era una niña que se le notaba que era "tragona” o que parecía
enojada pero cuando le mostraron el dinero se alegró y hasta pizpireta se puso.
Historias
de "puteros” hay miles y las cuentan los gallardos a boca de jarro y se
pavonean como si estuvieran relatando la hazaña de su vida. Con aquello que el
coge con más mujeres es más macho, las enumeran y hasta competencia hacen de
quiénes van al "putero” más veces al mes. El día de pago están a reventar.
Claro,
con eso de "el putero” según las mujeres de la sacrosanta sociedad "las mujeres
de la mala vida” son las putas, ellas que se rasgan las vestiduras son santas
inmaculadas, cuidado y de tan puras
levitan como Remedios la Bella y desaparecen en las alturas.
También
la mayoría de nosotros hemos escuchado en algún momento de nuestras vidas que
el hijo de fulano tiene un "putero” en tal lugar, o que el sobrino del alcalde,
o que el yerno del jefe policial, o que el niño mimado de mami tiene un bar en
tal zona, que el hermano del sacerdote tal tiene un "table dance” en tal sector
de la ciudad. Comentarios del tipo de: "no te preocupés yo hablo con aquel y
nos manda unas chicas para tu cumpleaños. Allá tenemos barra libre, aquel es mi
cuate y nos manda a las mejores nenas, son unos culazos. Vamos hombre, ¿o te
pega tu mujer? El viernes la reunión de la oficina en el rinconcito aquel.”
Unos
son los dueños, los otros los clientes y todos sabemos de la existencia de
estos lugares y guardamos silencio. Tan típico en Latinoamérica que a los
muchachos cuando están empezando a desarrollar los lleven a estos lugares "para
que se hagan hombres.” ¿Quién les habrá dicho que coger los hace hombres? ¿Qué
violar mujeres los hace hombres? Las mamás guardan silencio porque "eso es cosa
de hombres.” Las esposas dicen: "es mi esposo de las puertas de la casa para
adentro, de las puertas de la casa para afuera que haga lo que él quiera, yo no
me voy a quitar la vida, con que no me pegue una enfermedad es todo.”
Y así
se desglosa lo de las enfermedades venéreas, cuando se le pregunta a una casta
mujer de hogar, a un señorita de sociedad, a una puta solapada, o una
inmaculada religiosa inmediatamente asocian las enfermedades venéreas con "esos
lugares de mala muerte” señalan a las otras como portadoras y culpables que sus
hombres estén infestados. Cuántos de nosotros no hemos escuchado cuando las
mujeres "decentes” dicen: "putero” es sinónimo de libertinaje, enfermedades
venéreas y perversión. A propósito, en 1987 la Asociación Estadounidense de
Psiquiatría eliminó el término perversión y ahora lo tratan como parafilias. Y
digo mujeres porque hombres por muy religiosos, castos o decentes ven como
exquisito al sentido de la vista, -y al gusto del pito- todo lo que tenga que
ver con "puteros” llanos o refinados. Claro, hay excepciones no vamos a
meterlos a todos dentro del mismo costal.
¿Usted
ha visto el video que circula en Internet, el del Barrio Rojo de Ámsterdam? Es
un campaña excelente para concientizar a la población acerca de este tipo de
lugares. Porque atrás de ese escenario, cuando se apagan las luces de neón,
desaparecen los aplausos y se despierta a la realidad; sabemos que ellas han sido
secuestradas y engañadas y están ahí contra su propia voluntad. El Barrio Rojo
sabemos que está en todo el mundo no tenemos que decir, "pero eso sucede allá
lejos.” También sucede aquí cerca, frente a nuestras propias narices y callamos
porque para unos es un mal necesario y para otros porque en boca cerrada no
entran moscas. Para muchas porque "mientras no nos toque a nosotras que se
jodan ellas.” "Para eso están, para que hagan con nuestros hombres las
perversidades que nosotras por decentes no hacemos.”
Cuando
pasa el susto de ver imágenes de trata de niñas, o videos de explotación
sexual, unos cuantos se preguntan, ¿cómo puedo hacer para ayudar? La pregunta
es hasta incongruente, la trata de niñas, adolescentes y mujeres existe porque
todos los permitimos, se empieza por el principio. Por ejemplo con la forma en
cómo las mujeres nos referimos a las que están secuestradas en esos lugares.
Dejando de señalar y de culparlas, de discriminarlas y olvidarlas en la dejadez
de la indolencia y el rechazo como sociedad y género.
Que los
hombres dejen de asistir a esos lugares es fundamental y que concienticen a los
jóvenes que no se es más hombre porque se coge y porque se tome a la fuerza a
una mujer o porque se pague para violarla. Que se pague para verlas desnudarse
sobre un escenario y exponer la dignidad a cuanto lascivo se crea con el
derecho de verlas como objetos y mercancías.
Hay que
denunciar claro que sí, hay que dejar de hacer chistes y aplaudir a los aviesos
que cuenten sus hazañas sexuales con estas criaturas encerradas en un bar,
pensar que la palabra "putero” tiene más de violencia que de placer, tanto de
tortura y feminicidios. La trata de personas con fines de explotación sexual no
existiría si los hombres dejaran de pedir que les manden a la niña, como dice
la canción. O que las mujeres cerremos los ojos y "oremos al Señor para que las
vuelva mujeres de bien.” Simple: "sin cliente no hay trata.” Dejemos de ser
clientes y visibilicemos esta atrocidad que aqueja a nivel mundial. Con decir,
"yo no soy cliente” y cruzarnos de brazos tampoco solucionamos nada, tenemos
que incidir en la conciencia colectiva y ser entes de cambio.
La
próxima vez que escuche la palabra "putero” tome unos segundos para pensar en
la tragedia humana intrínseca en el término. ¿Aún se pregunta de qué forma
puede ayudar para erradicar la trata de niñas, adolescentes y mujeres con fines
de explotación sexual? Para que vaya teniendo la idea de la magnitud de esta
atrocidad revise las cifras de denuncias de niñas, adolescentes y mujeres
desaparecidas en su país, y después vaya si quiere y revise por continentes y
despierte a la realidad de la impunidad. Tómese un vaso de agua con unas
cuantas gotas de "siete espíritus” para que se le baje el susto y actúe. Y
saque fibra porque era para ayer. ¿Suena feo el tono verdad? Ahora imagine ese
mismo tono siendo usted víctima de trata.
Fuente: cronicasdeunainquilina
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