Las
crecientes y diversas movilizaciones populares en México alientan la
construcción de un proceso que conduzca a una nueva realidad social y
política de las mayorías populares, hoy sujetas a la dependencia
institucional dominante, pero que cada vez más fragmentada, hace crecer
los niveles de confrontación con un régimen criminal, electorero y
caduco, que deberá ser reemplazado por la autonomía popular en lo
local, estatal y nacional.
Para avanzar seria indispensable el
accionar colectivo, pero desde las reivindicaciones de nuestras raíces
más profundas y en resistencia histórica, haciendo eficaz la
insubordinación de los de abajo, que pasa por desconocer las elecciones
de la clase dominante y mafiosa, desde las ya importantes redes de
solidaridad popular y con criterios unitarios, para ir rompiendo con
las burocracias, politiquer@s, ong´s, iglesias o iluminad@s que
pretenden aún seguir dando línea u organizando a su estilo, es decir,
de manera corporativa; para seguir manteniendo el control del pueblo, y
el equilibrio con el poder, amén de sus recursos.
Entonces,
hay que seguir en el fortalecimiento de los órganos populares de lucha
y liberación, de doble poder y con carácter público y revolucionario,
constituyente, que elabore una nueva constitución y transforme la
revuelta popular en una organización democrática y humanista.
Nuestro pueblo no es apéndice de ningún partido político, ni su
movimiento de masas, o su iglesia, pero sí, avanza en unidad y como
cohesionador de una alianza de consenso de las mayorías empobrecidas y
criminalizadas, que hoy defienden un proyecto de país diferente, en lo
urbano y rural, como en defensa de los derechos políticos y en general
humanos, en una especie de, "programa de lucha para un levantamiento",
con las reivindicaciones cotidianas de la población.
Será, -
de ser posible-, un levantamiento muy heterogéneo en su composición
social, étnica, cultural y política, que se debe extender a los
sectores obreros urbanos, y/o en los centros industriales del país, en
la idea de ir adoptando desde ya la dirección del pueblo, el control de
la producción, la defensa territorial, y la definición gradual de
políticas públicas alternativas.
Una especie de gobierno
popular horizontal, autogestionario, muy relacionado con los grados
concretos de organización en los territorios, con sus propias
percepciones y cosmovisión, muy pero muy distante de crear más
aparatos, ong´s, partidos e instituciones que se colocan –
generalmente-, por encima de sociedad o del pueblo que las originó,
pues las nuevas les cuestionan de raíz, o combaten las decadentes
estructuras del estado opresor, capitalista y burgués.
Hay
que estar siempre con el pueblo, no reemplazarlo, y con ellos edificar
las posibilidades revolucionarias en la actual lucha social y de
clases, es indispensable la acción revolucionaria comunal, que
confronte al sistema capitalista en su contexto concreto, y prevenir al
máximo el aislamiento o la derrota popular, no basta entonces, con la
decisión o la convicción de un sector, se requiere que el pueblo
intervenga directamente, y que trascienda en la conducción de la
rebeldía popular.
Nuestro pueblo avanza más hoy como sujeto
político concreto, sin embargo, la organización debe ser nacional, e
incluir a los no incluid@s, al pueblo expoliado, saqueado, y oprimido
para su protagonismo, por ningún motivo pueden quedar excluidos
nuevamente, debemos ser efectivamente un pueblo en lucha, y aprestarnos
a resolver lo que el levantamiento zapatista no logro extender al país
nacional, y en unidad popular, avanzar en los procesos de movilización,
que para sostenerse y extenderse requiere de un pueblo con capacidad
dirigente, para atraer y confluir con más sectores, y en medio de
acciones directas, huelgas, y rebeliones, en los espacios comunes, y
con sus fortalezas y poder desde abajo.
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