Gabriela Rodríguez
Ya
perdimos las cuentas, son tantas las muertes tortuosas en este país que
ya no quisiéramos enterarnos. Y sin embargo, nuevamente aparece: un
nuevo cuerpo que ya no respira ni siente, que acaso dejó de estar preso
dentro de su piel, como estamos los vivos.
Al igual que Julio César Mondragón, joven que fue desollado vivo en
Ayotzinapa, el pasado 7 de diciembre se encontró desollada a Kassandra
Bravo Caro en la carretera de Uruapan. Una enfermera de 19 años de
edad, que había desaparecido cuatro días antes. Ella vestía su filipina
de enfermera porque iba a cuidar un bebé en algún domicilio, según
comentaron sus padres. Un día antes, en Ziracuaretiro, muy cerca de
Uruapan, se había localizado a otra mujer joven lapidada y con
quemaduras en el cuerpo.
El desollamiento consiste en arrancarle la piel a la persona
mientras está viva. A lo largo de la historia, este método ha sido
acompañado por la exposición pública de la piel del desollado como
forma de infundir temor y para manifestar el poder del Estado. El
método fue practicado por asirios, egipcios, aztecas, chinos y por los
europeos en la Edad Media. Tal como expone el filósofo francés Michael
Focault, esta atroz forma de ejecución persistía en la Francia de
comienzos del siglo XVIII.
¿Qué es esto? ¿A dónde hemos llegado?
De acuerdo con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio
(OCNF), actualmente se puede acreditar el feminicidio sólo en 14
entidades federativas donde así está sustentado. Esta forma de
violencia extrema queda invisibilizada en los códigos penales debido a
las trabas para su investigación. María de la Luz Estrada Mendoza,
coordinadora del OCNF, informó que 3 mil 892 mujeres fueron asesinadas
de 2012 a 2013, pero sólo se abrieron 613 investigaciones por
feminicidio (15.75 por ciento del total). Además, del total de
pesquisas que se iniciaron por feminicidio, sólo 1.6 por ciento
derivaron en sentencias; 25 por ciento de los casos fueron consignados,
24 por ciento estaban en investigación y de un 43 por ciento no se
informó.
Pero apenas se daba a conocer la noticia de Kassandra cuando el gobernador del estado, Salvador Jara, consideró
como un hecho aislado el asesinato de la mujer, por lo que pidió
no promover la sicosis, pues dijo que
si uno hace mucho ruido, se pueden salir las cosas de control.
Los familiares de Érika Kassandra Bravo acusaron que las cuentas de
Facebook y Twitter de la enfermera fueron cerradas de manera
inexplicable, cuentas que se habían convertido en un vehículo para
canalizar las muestras de indignación y exigencia de justicia. Las
cuentas contenían información valiosa que pudo servir para orientar las
investigaciones del homicidio, como por ejemplo la última foto que se
tomó la joven momentos antes de morir, a las 15:46 horas del 3 de
diciembre, día en que fue reportada extraviada por sus familiares.
Mientras tanto, la vocera del Movimiento Magisterial Popular
Veracruzano (MMPV), María Carolina Eugenio Aragón, comentó en
entrevista que el asesinato de Kassandra podría ser represalia por las
movilizaciones que la CNTE ha realizado en Morelia. La joven enfermera
que fue desollada y torturada en Michoacán era sobrina de Luis Alberto
Bravo Navarrete, asesor jurídico de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación en Michoacán (CNTE). Así lo reveló Juan
José Ortega Madrigal, líder de la sección 18 de la CNTE, quien dijo que
se analiza si el crimen podría estar vinculado con las acciones de su
gremio.
Es algo que se está valorando, pero por lo pronto estamos reunidos en este momento para definir el plan de acción a seguir, con la finalidad de exigir el esclarecimiento de este crimen y que se haga justicia. La maestra veracruzana también dijo que las personas que realizan este tipo de trabajos de desollar llevan un entrenamiento militar, son titulados en guerra estratégica.
Twitter: @Gabrielarodr108
grodriguez@afluentes
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