Teodoro Rentería Arróyave
(especial para ARGENPRESS.info)
En plena época de advenimiento, es decir en la sexta posada y a 72 horas de la Navidad, el cuando menos controvertido obispo de Ecatepec, Estado de México, Onésimo Cepeda Silva, tuvo que presentarse ante un fiscal de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal para responder de un posible fraude por 130 millones de pesos, lo que le convierte en el primer jerarca de la Iglesia Católica en la historia jurídica, en acudir para ser interrogado como indiciado.Antes, al través de sus abogados, había mandado decir a las autoridades que a él “se la persignan”, en alusión a las expresiones majaderas usables de continuo en nuestro país, a las cuales es muy afecto el purpurado, puesto que según presume “ya había hablado con el Presidente”.
Pese a su arrogancia que lo identifica, en esta forma de “persignador” se convirtió en persignado.La historia se remonta a hace varios años; al más puro sistema de chantaje moral que se usó de continuo desde la Colonia hasta la Reforma, cuando el gran héroe epónimo, Benito Juárez García desamortizó los bienes de la Iglesia, que fácilmente había acumulado la dos terceras partes del capital nacional, el obispo ecatepense, explicó en su momento, que una dama antes de fallecer le había donado 42 pinturas, obras de arte de gran valor.Los familiares, que nunca creyeron en tal donación, se apresuraron a poner en resguardo las mencionadas obras, lo que provocó la ira de don Onésimo, acostumbrado a que su voz es ley y a que nadie se atreva a contradecirlo.
Protegido por toda clase de funcionarios, que así creen que se salvarán del infierno, creyó que nuevamente se saldría con la suya y recuperaría el valioso lote de pinturas de grandes y reconocidos artistas nacionales e internacionales.Recurrió a los tribunales y simuló un préstamo de 130 millones de pesos al través de la empresa trasnacional sociedad mercantil panameña, Arthinia Internacional, S. A., la cual se convirtió en la parte acusadora.El obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda Silva, muy ducho en maniobras “jurídicas”, ejerció su derecho a guardar silencio, por lo que será hasta el próximo 20 de enero cuando responda por escrito las interrogantes.
Lo que no pudo evitar el jerarca de la Iglesia Católica fue su comparecencia ante autoridades ministeriales en calidad de indiciado, porque ya antes había desacatado un citatorio.Hay que decirlo claramente, Onésimo Cepeda Silva, enfrenta una denuncia penal por un presunto fraude procesal de 130 millones de dólares, que lo puede conducir a una pena de prisión, ya que el delito de fraude se sigue de oficio no a petición de parte. De ser declarado culpable no habrá poder humano o “divino” que le evite la cárcel.La denuncia fue presentada el pasado 15 de octubre por el representante legal de Arthinia Internacional, Xavier Olea, y en la cual refiere al Ministerio Público que el sacerdote católico simuló un préstamo por la cantidad anotada a la dama con la finalidad de apoderarse de las 42 obras de arte.
El escándalo es en grande, el hecho mismo de que Onésimo se haya convertido en el primer jerarca religioso en acudir ante un fiscal ya es un avance de la justicia mexicana, porque hasta lo sacerdotes pederastas lo han podido evitar; desde luego que por ahora el purpurado es un presunto delincuentes, así lo aclaramos porque además es muy dado a demandar a los periodistas por difamación y calumnia. El juicio determinará si es culpable o no y si lo es, se conocerá en su momento la sentencia que se le imponga, por lo pronto, ante su bravata de influencias presidenciales, de “persignador” se convirtió en persignado.
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