Ricardo Rocha
Si se tratara de un diagnóstico médico diríamos que es un estado en coma; si fuera de carácter político, que hay una quiebra institucional; pero si el dictamen lo diese una aseguradora tendríamos que concluir que se trata de eso: una pérdida total. Como cuando un bien se derrumba, se incendia, se destruye y no quedan más que unos cuantos restos y cenizas.
Por eso el gobierno federal rescata lo que se pueda y reconoce que tiene que empezar de cero. La detención de Jesús Reyna fue la última llamada y la paciencia presidencial se ha agotado. A partir de ahora no habrá contemplaciones. Y la federalización de Michoacán ya no la para nadie. Tan sólo los hechos de los días recientes dan cuenta del caos y de la urgencia: la PGR confirma que Reyna, quien fuera gobernador interino y Secretario General de Gobierno antes y después, “se reunía” –no se dijo cuántas veces- con Servando Gómez “La Tuta”, señalado como el líder de los Caballeros Templarios y hoy prófugo; el mismo Procurador Jesús Murillo Karam aseguró que no era el único funcionario michoacano que mantenía contactos con los Templarios; mientras que el Comisionado Federal Alfredo Castillo se compromete a limpiar Michoacán “caiga quien caiga”; en otro acto de desesperación el todavía gobernador Fausto Vallejo nombra a un interino “en tanto se resuelve el caso Reyna”, como si este tuviera alguna posibilidad de regresar; en paralelo, el revivido doctor Manuel Mireles –el mismo del extraño episodio de su accidente aéreo- reubicado ahora como vocero único de los grupos de autodefensas alerta que, por el acoso de Los Templarios, ahora están llegando a Michoacán grupos de Zetas y del Cartel del Golfo para hacerse de la plaza, el mismo Mireles advierte que los también llamados comunitarios no dejarán las armas y reitera una vez más que “el crimen está en casa” porque hay muchos más funcionarios ligados a los cárteles.
Por cierto, hace ya cinco meses, el 11 de noviembre de 2013, le hice a Mireles una entrevista de viva voz en radio de la que creo que es oportuno rescatar este fragmento: Nos decías que el enemigo principal en esta zona son los cárteles, básicamente “Los Templarios”, pero ¿Qué pasa con las policías municipales o estatales corruptas y cómo juegan a favor de los criminales? / Pues mira, es una situación que ya es del dominio público que todo el gobierno de Michoacán, absolutamente todo, está contaminado por los cárteles; las presidencias municipales, la policía judicial, el Congreso del estado, el gabinete del gobernador, o sea…/ Oye, eso que me dices del gabinete está fuerte ¿Hay algún miembro del gabinete, que se sospeche esté vinculado al crimen organizado? / No, no es que se sospeche, es que se les ha visto en reuniones privadas… / Ah chirrión ¿Cómo? ¿A quién o a quienes? / Bueno, pues uno de ellos el interino… / ¿Hablas de que Jesús Reyna está metido con ellos? / Exactamente, exactamente. A la mañana siguiente hablé con Reyna: Ayer, entrevistando al doctor José Manuel Mireles, me sorprendió cuando me dijo que usted estaba involucrado con el crimen organizado; qué responde a este señalamiento, que es muy grave. / Que es absurdo totalmente. Que presente las pruebas. Ya lo dijo una vez y después se desdijo. Pero bueno, yo desde luego espero que él tenga las pruebas y las presente y que yo tenga que responder por las conductas ilícitas por las que él diga que yo estoy comprometido”.
Pues parece que esa hora ha llegado para el señor Reyna quien, a pesar de su importancia, no es sino un personaje más en esta gigantesca y pestilente madeja que es Michoacán, que apenas comienza a desenredarse y que involucra también a los ex gobernadores Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy y por supuesto a un Fausto Vallejo que ahora sí está obligado a renunciar o a responder: si no sabía, malo; si sabía, peor.
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