4/11/2014

En Metro y en reformas, ruedas y rieles no embonan




Por Ricardo Monreal Ávila 
 @RicardoMonrealA

Y el tren bala se convirtió en tren bomba.

Hay un desfase entre la prisa por sacar 10 reformas constitucionales en un solo año, 2013, con los resultados y beneficios que estas mismas deberán tener en la mesa y en los bolsillos de los mexicanos.

"Las reformas no se hicieron para generar un crecimiento económico inmediato, lo que se busca es generar un crecimiento más acelerado en los próximos años… Si seguimos solamente pensando en lo inmediato, México no va a cambiar" señaló el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, en entrevista con Carlos Puig, el pasado lunes.

Reconoció que "los mexicanos, como ciudadanos, tenemos todo el derecho a exigir resultados. Y los resultados no son todavía tangibles, pero van a estar ahí", sin precisar cuándo. Como diría el filósofo de Güémez: "Los resultados se verán en el debido momento: ni antes ni después".

¿Qué debemos concluir de esta aclaración? Que habrá una brecha estructural entre lo prometido con las reformas constitucionales, y los resultados y frutos cosechados.

Desde ahora hay señales claras y contundentes de que las reformas no están conduciendo ni conducirán a la tierra prometida del crecimiento, la prosperidad y el progreso.

La gasolina, la luz y el gas lejos de bajar de precio suben cada mes; el empleo formal se ha reducido dramáticamente, mientras que la informalidad sigue su curso ascendente; 4 de cada 10 Pymes han cerrado en los 17 meses de la actual administración; el precio y la calidad de la telefonía siguen igual o peor que antes de la reformas; mientras que el secuestro, la extorsión, el derecho de piso y las ejecuciones no ceden.

Ahora bien, hay derecho a pedir tiempo para ver resultados. Sin embargo, el problema no es de tiempo, sino de diseño y operación. Hay claros indicios de que los frutos no llegarán ni con las calendas griegas. Las reformas traen una falla estructural de origen, que el tiempo no corregirá sino ahondará, justo como sucedió en la Línea 12 del Metro.

En términos de ingeniería constitucional, las ruedas del tren bala diseñado por las reformas para que México corra a la velocidad del rayo, simple y sencillamente no embonan con los rieles de las leyes reglamentarias.

Sucede que el dorado tren "El Reformador" es más grande y pesado que los rieles que se han colocado para soportarlo.

Los bogies o plataformas que unen a los vagones con las ruedas son mayores que lo proyectado (reforma de telecomunicaciones); las ruedas del tren son ligeramente más anchas que el riel, por lo que vibrarán más de lo esperado, produciendo un desgaste ondulatorio del mismo y reduciendo hasta una cuarta parte la vida útil de los trenes (reforma energética); las grapas y seguros de los durmientes de concreto no soportarán la velocidad ni la vibración del convoy (seguro de desempleo y pensión universal); las estaciones resultaron más largas que el convoy (reforma electoral); el trazo de las curvas no consideró el territorio fangoso y pantanoso en algunas entidades federativas, por lo que habrá que reducir la velocidad del bólido (reforma educativa); mientras que la probabilidad de un accidente es alta, poniendo en riesgo la seguridad  y la prosperidad de más de 100 millones de pasajeros (reforma fiscal).

Más que pedir tiempo para esperar un descarrilamiento inminente, lo que procede es detener la marcha de este "tren bomba", para corregir su diseño, estructura y trazo de ruta.

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