Pedro Echeverría V.
1. Emiliano Zapata trascendió en la historia por sus grandes batallas campesinas contra los presidentes Madero y luego Carranza; sus demandas de trabajadores del campo nunca fueron atendidas; fue asesinado hace 95 años, el 10 de abril, con una celada del ejército bajo las órdenes del presidente Carranza, en Chinameca Morelos. Al año siguiente este mismo presidente fue asesinado por problemas de la “sucesión presidencial”, por el grupo que comandaba el futuro presidente Obregón; luego éste –siendo presidente-mandó asesinar en 1923 al líder de una facción revolucionaria, Francisco Villa y un año antes, al enorme luchador anarquista encarcelado en EEUU –con más de 23 años de lucha obrera y de periodista- Ricardo Flores Magón.
2. ¡Qué bonita historia de asesinatos en México en los momentos más álgidos de la Revolución! Pero lo mismo sucedió en las revoluciones francesa, rusa, china y otras: una vez asumido el nuevo gobierno y derrotado el enemigo contrarrevolucionario y derechista, aparece el ajuste de cuentas entre los “amigos” con posiciones diferentes acerca de la estrategia o los programas (“lentos” o “acelerados”) para construir el nuevo país. ¿No se recuerdan acaso las confrontaciones entre posiciones políticas de los revolucionarios Robespierre, Dantón y Marat en Francia; las de Lenin, Trotsky y Stalin en Rusia o las de Mao, Lui y Deng en China? Pareciera que no se puede escapar de esa realidad y México no fue una excepción.
3. Yo diría que en el Caso de Francia de 1789-94 y de México de 1910-17, -que fueron revoluciones indiscutiblemente burguesas- tras las facciones revolucionarias habían grandes fuerzas terratenientes y capitalistas que presionaban a los líderes para que así, mediante asesinatos, se “solucionen” los problemas. En el caso de Rusia (1917-22) y China (1949-56), mucho más que económicos fueron problemas de poder. En tanto los burgueses, los derechistas, funcionan sólo pensando en acumulación de dinero y riquezas, los revolucionarios de izquierda se dejaron manipular por los problemas de poder porque un líder izquierdista –que tiene que poner en primer lugar la honestidad- no le puede caber en la cabeza acumular dinero y propiedades.
4. A partir de que el presidente Salinas –siguiendo puntualmente el neoliberalismo y la privatización- impuso en 1992 la reprivatización de los ejidos colectivos, ni con el levantamiento zapatista en Chiapas dos años después o con la Caravana por la Tierra del mismo EZLN en 2001, se ha podido frenar nada. Las organizaciones indígenas y campesinas han estado sufriendo cada vez más un mayor acoso de los capitalistas que obligan a vender por unos pesos sus tierras antes de perderlas por la fuerza y el apoyo gubernamental. Los campesinos sin préstamos, semillas, fertilizantes, sobre todo mercados, fácilmente deciden vender por cualquier dinero para migrar a los EEUU en busca de trabajo.
5. Ni Rusia, ni China, ni el bloque de 14 países autollamados “socialistas”, pudieron frenar “la modernidad capitalista. En México, como en la mayoría de los países de centro y Suramérica, el capitalismo destruyó la economía campesina, su carácter agrario: créditos, organización comunitaria, mercados internos, para imponer la economía urbana, fomentar la migración a las ciudades e impulsar la industrialización capitalista. Al concluir la segunda guerra mundial y al intervenir con sus programas la ONU en todos los países, comenzó la intensa explotación del campo en beneficio de las ciudades, el abandono de las inversiones en él y la irrefrenable campaña ideológico-cultural de alcanzar el progreso con la creación y fomento de las ciudades.
6. Emiliano Zapata es alta gloria nacional por representar en su momento las demandas históricas más importantes para los pobres del campo: el rompimiento del latifundio y la demanda de tierra, libertad y respeto a la comunidad campesina. Quienes se encargaron en serio de reivindicar el zapatismo fueron los compañeros del EZLN desde su levantamiento en 1994. Es importante continuar reivindicando el zapatismo y la lucha de los trabajadores del campo, pero ahora puede resultar muy limitada esta batalla sin presentar una lucha radical anticapitalista y antiimperialista que agrupe a todos los trabajadores. La capitalización del campo significa la dominación empresarial. (8/IV/16)
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