Pedro Echeverría V.
1. “Mente piadosa”, me pareció el título de una oratoria del pastor Alberto de Juárez del templo cristiano de Mérida. Los dos –el pastor y yo- nos hemos reunido una decena de veces buscando él convencerme de su religión. Después de nuestras intensas, muchas veces, fuertes discusiones, hemos reafirmado nuestra amistad. La discusión ha sido siempre entre la fé religiosa por Dios y la libertad para investigar y pensar. Él piensa que el mundo está mal porque está lejos de Dios y yo le he reafirmado que hay que luchar –no hay otra salida- por destruir el capitalismo y la desigualdad.
2. Al escuchar detenidamente su sermón del pasado domingo, enviado por internet, pude observar la enorme disciplina de los cientos de seguidores sentados que observaban ceremonia, cantos, bailes y palabras del pastor. Puedo adelantar –sin estar presente- que el auto dominio y control del auditorio es absoluto por la palabra. Sin embargo –lo importante- es el contenido del sermón, lo que los seguidores entienden o de plano sólo intuyen. La realidad es que el pastor está muy contento con el trabajo que realiza en Mérida y el país que no sólo es en el interior del templo, sino que sus visitas domiciliarias son muchas.
3. Pero, ¿qué es eso de “la mente piadosa”? ¿Es sentir muestra de pena y compasión por la desgracia o el sufrimiento ajeno o poseer una tendencia natural a tener ese sentimiento? ¿Es ser compasivo, misericordioso, benigno, caritativo, religioso, devoto, pío? No sé si todos los seres humanos poseen esos sentimientos o sólo son enseñanzas ideológicas con las que todas las religiones, en especial las católicas, nos educaron. Yo, de niño, y tener padres, parientes y vivir rodeado de pobres y miserables, se me clavaron esos sentimientos de ser agudamente piadoso, pero Marx y Bakunin me enseñaron otra cosa.
4. A mí me enseñaron los marxistas y anarquistas que eso de “la pena y compasión por los que sufren” no sirve de nada; que lo único que sirve es que se organicen y luchen en masa contra los que los mantienen así. Nunca olvidaré a mi amiga de la Normal, la maravillosa Fefa cuando me dijo: “Yo Pedro, tan quiero a los pobres, que en vez de darles 10 o 20 pesos de limosna los paso a comer a mi casa”. Sólo me sonreí al pensar en los miles de millones de pobres, miserables y hambrientos que si no luchan por la igualdad seguirán así toda su vida. No se trata de servir a uno o a 100, sino de luchar por la igualdad y cambio total.
5. Casi toda la gente fue educada en el individualismo por la clase dominante para seguir montándola y sin respingar, sin hablar, sin protestar; se aconseja que cada quien, cada familia, arregle sus cosas individuales porque el colectivismo es imposible y hasta peligroso. Del cristianismo conozco muy poco, pero del catolicismo mucho, sobre todo de su alianza inseparable con los millonarios que los llenaban o llenan de gigantescas caridades para que sigan aconsejando la paz y la cobardía entre sus fieles, esperanzándola en otra vida en el cielo y, al mismo tiempo, desprestigiando la revolución social.
6. Mi amigo el pastor Alberto conoce bien que mis puntos de vista sobre el “piadosismo” de antes de los 20 años de edad quedó atrás porque en vez de hacer crítico y reflexivo a los seres humanos los hizo más individualistas y cobardes. Los católicos y luteranos, así como muchos revolucionarios, comenzaron a luchar con radicalidad y limpieza, pero una vez que se hicieron del poder, se entregaron a las clases dominantes y se transformaron en los nuevos opresores. Pero, claro, siempre han dicho nosotros no, olvidándose que fueron cortados con la misma tijera. Espero que Alberto pueda ser diferente. (14/VI/22)
alterar26@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario