Iglesia reporta condiciones degradantes e inhumanas
El Programa de Prevención y Combate a la Tortura de la Pastoral
Carcelaria denunció la práctica de tortura en los centros de reclusión
de este país sudamericano.
Y es que más de la mitad de las denuncias ocurre en unidades de detención provisoria, comisarías, presidios mixtos o en el momento de la detención, y también afecta a las mujeres.
A pesar de haber enviado denuncias a órganos públicos, la Pastoral averiguó que, en el caso de la Penitenciaría Nelson Hungria, en Contagem (estado de Minas Gerais), por ejemplo, el Ministerio Público estatal no dio la debida atención al caso y archivó la denuncia.
Relatos de golpizas por varios agentes, sofocamiento, golpes y otras técnicas de tortura, inclusive contra mujeres, fueron enviados al órgano. Según la Pastoral, la Fiscalía responsable del caso ni siquiera visitó la unidad o entrevistó a las personas detenidas.
En el caso de las mujeres la situación es aún peor. De acuerdo con la hermana Petra Pfaller, coordinadora nacional de la Cuestión de la Mujer Presa de la Pastoral Carcelaria, las mujeres presas están en lugares con peores condiciones que las de los hombres.
Para ella, la tortura va más allá de la agresión física. “¿Qué es la tortura? Es estar en una celda sólo con un colchón, sin baño, sólo con un agujero en el suelo, sin sol. Esto es tortura. Otra cuestión agravante es la de los hijos pequeños. También es tortura no tener guardería digna, no hay presidio materno”, denunció Pfaller.
Aunque la población carcelaria femenina ha crecido más que la masculina en los últimos años, el sistema carcelario brasileño todavía no está preparado para atender a las mujeres presas.
Según la coordinadora, el sistema penitenciario es realizado por hombres y para hombres, que son la mayoría de la población carcelaria. “Los gestores son hombres, la visión machista es muy fuerte, entonces, las mujeres no tienen voz”, observó. Por eso, Petra Pfaller afirmó que es necesario visibilizar la situación de las mujeres en las cárceles, sobre todo las que son madres.
El pasado 3 de marzo, la Pastoral Carcelaria envió una denuncia de tortura y maltratos en el ala femenina del penal Doctor João Claves, en Natal, Río Grande do Norte, a las autoridades de justicia del estado, tras una visita realizada al presidio el 16 de febrero.
En el relato, cerca de 20 mujeres estarían en las celdas de castigo, llamadas “chapa”, en un ala oscura y sofocante, sin derecho al baño de sol, bajo condiciones degradantes e inhumanas.
“Las instituciones del Sistema de Justicia, lamentablemente, han actuado estructuralmente, obstaculizando mas que promoviendo la investigación de los casos de tortura. A pesar de que dos relatores de la ONU han considerado tal práctica como endémica en las mazmorras brasileñas; la regla de la tortura es la poca denuncia, ya que la posibilidad de castigo a los involucrados o la reparación de las víctimas es bajísima”, dijo el asesor jurídico de la Pastoral Carcelaria, Paulo Malvezzi.
La hermana Petra Pfaller coincidió en que la mayoría de los casos no se investiga: “Como máximo, ocurre un procedimiento interno. La investigación de la Pastoral Carcelaria es una muestra de lo que ocurre en todo Brasil. Probar que hay tortura es muy difícil porque las y los presos tienen miedo”.
Con apoyo del Fondo Brasil de Derechos Humanos y de la OakFundation, el programa de combate a la tortura de la Pastoral Carcelaria ha recibido denuncias y acompañado casos de tortura desde 2014, en todo el país.
El objetivo es analizar cómo el sistema de justicia procesa estos casos y cuánto la práctica de tortura todavía está presente en el sistema carcelario y policial de Brasil. El informe final del proyecto será presentado en septiembre próximo.
*Este artículo fue retomado de la agencia internacional de noticias Adital.
Por: Tatiana Félix*
Cimacnoticias | Fortaleza, Bra.-
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