Carlos Bonfil
Vincent Cassel y Emmanuelle Bercot protagonizan este filme de la realizadora Maïwenn
La Jornada
El placer de sufrir. Después de Polisse, un sulfuroso relato con tonos de documental sobre pedofilia e incesto, la realizadora y ex modelo francesa Maïwenn propone en Amor mío (variante edulcorada de Mon roi/Mi rey, el
título original), la historia de una mujer, la abogada Tony (Emmanuelle
Bercot), cuya ilusión de encontrar una estabilidad emocional en su
romance con el fanfarrón seductor Giorgio (Vincent Cassel), se topa, al
cabo de varios años, con un saldo sicológico desastroso. En su disección
de la pasión amorosa y de la vida de pareja, la directora maneja con
destreza los paulatinos cambios emocionales de sus personajes. La
profesionista racional y controlada que es Tony se encamina, muy
paradójicamente en el momento clave de su maternidad, a un desequilibrio
anímico que linda con la histeria. De modo revelador, los cambios en
Giorgio son casi imperceptibles: manipulador y muy dueño de sí,
pareciera incluso transformar su aparente vulnerabilidad en un
instrumento más de dominio.
Maïwenn se inspira tanto en un relato del estadunidense Joe Fante (Lleno de vida, 1952) como en otro del suizo Alain de Botton (El placer de sufrir,
1996) para analizar los extremos de claudicación moral a que puede
llegar un individuo a través de una dependencia sentimental marcada por
la inseguridad personal y la neurosis. Como contrapunto, Mi rey
propone una relación espejo, la de Solal (Louis Garrel) y Babeth (Isild
Le Besco), capaces de sobrellevar racionalmente sus diferencias y vivir
una plenitud amorosa. Sin embargo, la dinámica que más parece interesar
a la directora es la de una relación compleja y auto destructiva por
ser la que mejor refleja y condensa los miedos y paranoias colectivas en
la sociedad actual.
De modo accesorio, la directora muestra el medio social que
pudo conocer de cerca, el mundo frívolo de la moda parisina, y lo
contrapone, de modo un tanto convencional, con la comunidad risueña y
desenfadada de hijos de inmigrantes árabes y negros con los que Tony
debe convivir por un tiempo en un centro de rehabilitación ortopédica.
Ese juego de contrastes sociales no es precisamente lo más interesante
en la cinta. Resulta más sugerente e intenso el análisis de una voluntad
femenina voluntariamente sometida a los caprichos y al poder de su amo
temporal, su rey. Hay ahí, al menos, una dosis de incorrección política
como contrapeso de esta crónica mundana muy en deuda con las rutinas del
melodrama sentimental.
Se presenta en la Cineteca Nacional. Sala 2: 12 y 17:30 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1
No hay comentarios.:
Publicar un comentario