8/07/2010

Minera San Javier: Razones y caminos de la resistencia
Éramos un pueblo unido, había cariño, respeto, y todo eso se perdió. Era un paraíso mi pueblo y ahora vivimos en el infierno, en la incertidumbre a algunos se les despertó la codicia
Juan Carlos Ruiz Guadalajara | Desinformémonos

En 1995 la compañía minera canadiense Metallica Resources Inc., a través de su filial Minera San Xavier (MSX), adquirió la concesión para explotar las reservas de metal precioso en lo que fuera el antiguo Potosí de la Nueva España, ubicado en el Cerro de San Pedro, histórica población fundada en 1592. Tras cuatro siglos de explotación minera las vetas del Cerro de San Pedro estaban agotadas. Así, en las postrimerías del siglo XX, esta población se había preservado en su traza original y su centenaria actividad había legado a la sociedad una serie de vestigios históricos de primera importancia. No sólo se preservaba el Cerro Potosí y su entorno, sino también dos templos del siglo XVIII que habían sido declarados monumentos nacionales en 1972, además de 100 estructuras arquitectónicas de valor histórico con un prometedor potencial turístico y económico.

Para entonces el poblado era cabecera de un municipio considerado de alta marginación, aunque vecino del municipio de San Luis Potosí, el más rico e industrializado de todo el estado. La mancha urbana de la capital del estado se encontraba en ese año a tan sólo cinco kilómetros de la histórica cabecera sanpetrense. En 1993 el ejecutivo estatal declaró a Cerro de San Pedro como zona de restauración y preservación de la vida silvestre por 20 años. Se trataba de una primera iniciativa para proteger las especies de fauna del semidesierto así como una serie de cactáceas endémicas en peligro de extinción. El decreto también tenía como objetivo preveer la protección de Cerro de San Pedro como reserva ambiental de todo el valle de San Luis, con más de un millón de habitantes y con severos problemas de agua. Con ello la sociedad potosina había dado los primeros pasos para revalorar a Cerro de San Pedro como patrimonio histórico y ambiental de la nación. Inclusive el INAH había clasificado el patrimonio histórico del pueblo y dejó preparada la última versión de un decreto presidencial para elevar el sitio a zona de monumentos históricos, decreto que nunca fue firmado por Ernesto Zedillo.

La llegada de Minera San Xavier (MSX) a Cerro de San Pedro marcó el inicio de la etapa más crítica para el histórico asentamiento. Las proyecciones sobre las reservas de metal precioso que tenía esta empresa canadiense indicaban la existencia de 0.6 gramos de oro y 24 gramos de plata por tonelada de montaña y subsuelo. En sus primeros cálculos MSX estableció la factibilidad de obtener 1,500,000 onzas de oro (tres metros cúbicos) en tan sólo diez años, periodo en el cual se planteaba el agotamiento de las reservas. Sin embargo, la única posibilidad de acceder a ese medio gramo de oro por tonelada de roca era a través del método más devastador que ha inventado la minería, a saber, el tajo a cielo abierto y la lixiviación de los terrenos con uso masivo de cianuro mezclado diariamente con millones de litros de agua. Para Cerro de San Pedro no se trataba de un proyecto más para reactivar la minería; se trataba, en cambio, de un proyecto terminal que dejaría en un muy breve lapso daños severos e irreversibles al entorno ambiental de todo el valle de San Luis y al patrimonio histórico de la nación.

El 10 de septiembre del 2006, con ayuda del párroco en turno, los empleados mexicanos de MSX congregaron a la población de San Pedro en la plaza del pueblo para dar a conocer lo que consideraban una “gran noticia”: la llegada del proyecto minero y los planes para ejecutar un enorme tajo a cielo abierto en pleno corazón del Potosí. Además de esgrimir el discurso del empleo, MSX expuso en esa ocasión la necesidad de reubicar a toda la población ante la inminente desaparición del histórico poblado. Incluso ofreció reubicar los templos declarados monumentos nacionales. El tajo que planeaba MSX, en su trazo original, incluía toda la zona urbana además de la desaparición del Cerro Potosí y del Cerro del Barreno. Fue precisamente en esa reunión cuando surgió la primera expresión opositora al proyecto en la persona del ingeniero Mario Martínez Ramos

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