México D.F., 26 jul. 12. AmecoPress.- Después
de las protestas de las mujeres organizadas en varios frentes y en
distintas formas, incluso a través de los procesos judiciales en que
tuvo que intervenir el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación (TEPJF), los resultados de la participación femenina llegará
aproximadamente a 176 mujeres, 20 mujeres más que en la Legislatura que
está por terminar, algo así como 34%, lo que significa un avance de 6
puntos. Una bancada nutrida y potente en número, habría que ver la
calidad, el compromiso y la capacidad para evitar retrocesos.
En
una democracia, la participación de las mujeres, en igualdad de número y
condiciones, tendría que ser natural. Su paso por los puestos de
decisión ha dado frutos, pero el esfuerzo, el trabajo a contracorriente
nos ha desgarrado en más de una ocasión. Las contradicciones internas y
la falta de claridad sobre la llamada agenda de las mujeres, todavía
más. No es lo mismo ser feminista, que tener una posición que rellena la
cuota. Hemos avanzado lentamente en este sentido, debido a las voces y
acciones de pragmatismo.
Pero no está
mal. La acometida de los próximos tiempos es muy grande. El regreso del
partido de Estado, que parece infranqueable, la aparición del movimiento
juvenil que pone acentos en cuestiones que no abordamos con prontitud
ni hondura en el movimiento de mujeres, como el caso de los medios de
comunicación y la danza de las encuestas; la pobreza inaceptable que ha
producido esta venta de votos al por mayor y la incapacidad de los
partidos políticos, por ser eso, partidos y no agencias de colocaciones y
promoción, nos ha dejado un mal sabor de boca y una cierta impotencia
frente a una cultura que todo mundo, en el poder digo, justifica y
considera ya como un mal pasado.
Según el
análisis que hice de las listas, podremos tener una bancada de ocho o 10
diputadas comprometidas con la agenda feminista, el resto para mí es
una interrogación. Veo que será difícil si consideramos una gran mayoría
del PRI que sumadas a las del PAN y a mujeres del Panal, se me enchina
el cuerpo.
Ello debido a
la resistencia de los partidos para cumplir con el 40/60 en las listas
de elección directa y una a una en las plurinominales, muchas mujeres se
fueron como "relleno": cuñadas, primas, hermanas, amigas de la
infancia; eso es un gran desafío para las otras, las que son liberales y
antiguas luchonas. Lo que sigue es un trabajo fenomenal: convencerlas
de que su tarea en las Cámaras es fundamental para el avance de las
mujeres y de alta responsabilidad para detener el desmantelamiento
democrático. ¿Y luego qué hacer con el Senado?
Calculo que
llegarán como 86 priistas y del Partido Verde, el peligro es que sigan
los pasos del sexenio pasado y quieran promover las leyes retrógradas
que están archivadas. No confiarse es fundamental. Las mujeres del PRI
se disciplinan históricamente y ya sabemos que Enrique Peña Nieto, de
llegar a Los Pinos, tendrá que responder a su ideología del Opus Dei
-Obra de Dios- que amenaza fuertemente a nuestros derechos y a nuestra
tradición histórica del laicismo. ¿Qué harán estas mujeres?
En el caso de
Acción Nacional -que para las cuestiones conservadoras se unen al PRI o
viceversa- podrían llegar 29 mujeres que con las del PRI seguramente
querrán controlar la Comisión de Equidad y Género; las comisiones
importantes para las mujeres como la del Feminicidio, de Población, de
Salud, de Educación y además la dirección o liderazgo del Centro de
Estudios para el Avance de las Mujeres, ojalá que no todo quede en sus
manos.
Las mujeres
progresistas, donde debiera haber feministas, solo encuentro una o dos,
entre ellas Amalia García Medina; serán aproximadamente 44 diputadas.
Poco más de la mitad que las priistas, la tercera parte en número si
sumamos a priistas, panistas, panalistas y verdes.
Difícil, porque
además en el caso del Frente Progresista, los hombres de esos partidos
son resistentes, omisos, indiferentes a la agenda de las mujeres y
existe una corriente -tal vez ubicada en el PT-, opuesta a cuestiones
tan urgentes como legislar y liberalizar el aborto, enfrentar con
hondura el tema de la trata de niñas y mujeres, el fenómeno de la
violencia y el feminicidio cuyo intento más grande para borrar su
incidencia ha sido la corriente que busca tipificarlo, haciéndole el
juego al gobierno del Estado de México, cuando Peña Nieto se negó a
activar la alerta de género y la manipulación panista, durante 12 años,
de disminuir cifras y datos reales del homicidio de mujeres.
Pero hay algo
más que podemos comentar, curioso pero cierto, es que las proyecciones
son numéricas, los resultados son más bien magros como decíamos, por el
conjunto de factores que operan a favor del retroceso. Los partidos
políticos hicieron hasta lo imposible por obstaculizar la llegada de las
mujeres. Seguramente las enviaron a distritos difíciles e imposibles.
Cubrieron las 120 promociones electorales, esperando que ahí perdieran
muchas. Fue infranqueable, por ejemplo, el caso de la delegación Benito
Juárez en el Distrito Federal, muchas candidatas en todos los partidos,
pero en el PAN que ha sido ganador en esa demarcación el candidato era
hombre. Casos semejantes se vieron en todo el país.
De acuerdo con
los datos difundidos el domingo al cierre de los cómputos distritales,
las mujeres que ganaron por Mayoría en los distritos donde fueron
enviadas o resultaron seleccionadas para participar, sólo fueron
ganadoras el cinco por ciento del PAN; el 25 por ciento en el Frente
Progresista (PRD-PT-MC) y 34 por ciento en el PRI/PVEM.
Sé de buena
fuente que se activa ya el grupo de Mujeres en Plural para impugnar
algunos resultados, porque con todo, algunos partidos duplicaron las
candidaturas de mujeres, es decir, las inscribieron en listas
uninominales y plurinominales, intentando quedarse con los hombres que
siguieron en la lista. Habremos de escenificar una nueva batalla legal.
Por lo que los números que hago pueden ser sólo una aproximación.
La periodista
Soledad Jarquín se dio a la tarea de identificar, con los datos
disponibles, dónde y en qué distritos ganaron mujeres por mayoría de
votos. Se trata, como dije, de 87 mujeres. 60 del PRI/Verde; 19 del
Frente Progresista y apenas 8 de Acción Nacional. Ninguna del Panal
porque no ganó un solo distrito de Mayoría.
En cuanto al
Senado, todavía no podemos acercarnos a un número porque todo depende de
un grupo de mayoría, muy pequeño, y no contamos con información sobre
senadurías de Primera Mayoría y las listas plurinominales. Algunas están
muy claras, como Alejandra Barrales por el Distrito Federal, o Diva
Gastélum en Sinaloa.
En el Distrito
Federal tendremos seis delegadas y unas 25 asambleístas. Eso es un
avance. Entre las asambleístas —mayoría del Frente Progresista— que nos
hace tener muchas expectativas, considerando además que la política del
Distrito Federal, del actual y su próximo gobernante avizora que se
profundizarán cuestiones de protección y defensa de los derechos
fundamentales.
Desgraciadamente
lo que tendríamos que festejar está empañado por la convicción
generalizada de que en esta elección apareció nítidamente una población
mexicana que ha votado en gran cantidad, sin duda, pero se orientó a
regresar a la presidencia al antiguo partido de Estado, comprometido con
las peores ligas tanto en lo económico como en lo ideológico; pero
además la venta del voto, que no es delito, como no es delito la venta
del cuerpo, se yergue como una herida profunda a los intentos por
desarrollar la democracia en México.
Lo que toca es
analizar la situación, mirar de lejos, pensar en la resistencia frente a
la estulticia, pocos cambios avisados para detener la ola de violencia y
la profundización de la ilegalidad, consentida y asumida como destino
manifiesto. Las llamadas reformas estructurales, el abandono de la
Reforma del Estado, la predominancia de la impunidad justificada, los
cárteles que se anclan en posiciones de poder, la escasez de
conocimiento. Y como la reina madre, ese sistema educativo nacional que
podrido, no ofrece cambios alternativos en el panorama. Difícil.
Foto: Archivo AmecoPress. La congreista progresita Amalia García Medina
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