Mujeres y Política
El fenómeno de la violencia contra las mujeres es hoy más visible
México, 11 ene. 18. AmecoPress/SemMéxico.- El
2018 será feminista o no será. Así de simple. Y con ello me refiero a
la impostergable necesidad de detener 1) la violencia feminicida y el
feminicidio, 2) la violencia contra las mujeres en las contiendas
políticas y 3) velar por el cumplimiento de la ley en el proceso
electoral que deberá reflejar la presencia real de mujeres en las
boletas electorales, pero lo más importante en el número de mujeres
electas.
No hay que darle muchas vueltas. Desde que al iniciar la década de
los noventa, la activista Esther Chávez empezó a contar el número de
mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, luego de observar con preocupación
que lo que estaba ocurriendo tenía un sesgo fundamental: el asesinato de
esas mujeres, adolescentes y niñas solo tenían una (sin) razón: el
hecho de ser mujeres, han pasado casi tres décadas y poco o nada hay
como respuesta y lo que hay, está visto, poco o nada ha cambiado el
panorama nacional.
Cierto, no omitimos que la violencia es un fenómeno estructural que
no cambia de la noche a la mañana. Pero ojo, el fenómeno es hoy más
visible, tenemos claro que ocurre en todo el país y los casos revelan
una mayor violencia o saña empleada, aunado, claro está del cinismo con
que actúan estos depredadores que en un alto porcentaje suelen ser las
parejas y, por otro lado, cada vez más mujeres son alcanzadas por las
venganzas entre grupos rivales del narcotráfico, las mujeres en el mismo
lugar de siempre: como botín de guerra.
Las cifras revelan hoy que la tendencia no va a la baja, por el
contrario, va en aumento. Gracias a documentos como La violencia
feminicida en México, aproximaciones y tendencias 1985-1916 nos deja en
claro y con mucha precisión que el fenómeno está presente en todos los
rincones del país. Tenemos claridad, tenemos leyes, alertas de género y
poco o nada cambia.
Por ello, este 2018 algo tendrá que cambiar porque estoy segura no es
soportable que la violencia feminicida siga caminando campante en la
tierra mexicana, entre las mujeres y las niñas que han perdido la
sensación de seguridad al momento de pisar la calle o, como ya vemos,
dentro de sus hogares, el lugar que está dicho debería ser el más seguro
para las mujeres.
Por otro lado, 2018 es un año eminentemente electoral, están en juego
tres mil 326 cargos en todo el país. La mitad de aspirantes de todos
los partidos y coaliciones deberán ser mujeres. Eso como se ha visto en
los procesos previos ha incomodado a muchos clanes, tribus, monopolios
familiares o de grupo dentro de la clase patriarcal política.
No les ha gustado repartir la mitad del pastel. Hoy mismo en algunas
entidades, como Oaxaca, algunos partidos políticos –o que eligen a sus
autoridades por sistemas normativos internos- siguen argumentando que
las mujeres no quieren participar, qué no hay mujeres preparadas (porque
insisto a ellos eso de estar en la política pareciera que les viene
desde el nacimiento, ellas en cambio deben aprender).
Así que ya empezaron los jaloneos. Incluso, es importante mirar como
ningún partido político tiene entre sus precandidatos a una mujer como
aspirante a la presidencia de México. Ninguno. La elección del
presidente número 65, todo indica, recaerá en un hombre. Sin duda en ese
sentido las mujeres tendríamos que tener consciencia de género, porque
igual da en el caso de que alguna de las independientes llegara tendría
que mostrar una agenda a favor de los derechos de las mujeres, lo que
incluye, todos los derechos.
Por último, sí algo tiene que cambiar, incluso la resistencia a votar
por mujeres para que la paridad sea sustancial en los congresos y las
alcaldías, de eso se trata. Una golondrina no hace verano, una sola
mujer no hará el cambio, como dijo la presidenta de Chile Michelle
Bachelet, se necesitan muchas mujeres con ganas de ejercer su libertad,
en los cargos de elección popular para, ahora sí, dar un golpe de timón a
favor de la igualdad.
Por eso digo, 2018 será un año feminista o no será.
Foto: Archivo AmecoPress.
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