Recordaban lo que la entonces dirigente del magisterio hizo en 2006,
cuando se encargó de operar con gobernadores priistas a favor del
panista Felipe Calderón, desinflando a Roberto Madrazo, en cuya campaña
enfrentó protestas magisteriales por todas partes.
La coalición con el Panal se rompió a finales de aquel 2011, aunque
en los hechos se reconstruyó en febrero de 2012, muy a pesar de las
fricciones y desencuentros verbales que Gordillo tuvo con Luis
Videgaray, cuyo grupo terminaría enviándola a prisión apenas iniciado el
sexenio, como parte de la reedición ritualística del presidencialismo
priista, que con ese castigo ejemplar impuso la Reforma Educativa.
Purgada del sistema, en encierro, Gordillo debió enfrentar el despojo
de su poder, las enfermedades que la aquejaban desde hacía tiempo y el
duelo por la muerte de su hija, Mónica Arriola.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y el
Panal se doblegaron aquel ya lejano 26 de febrero de 2013, cuando sus
cuadros dirigentes, reunidos en Guadalajara, supieron del amago de
congelamiento de cuentas de líderes seccionales y más aprehensiones si
no se sometían a lo que la Secretaría de Gobernación exigía en el
hervidero que era el Palacio de Bucareli, con sus salas atestadas de
gobernadores y actores relacionados con “la maestra”.
Pero el sojuzgamiento de Juan Díaz fue intento fallido de nuevo
cacicazgo magisterial, pues la implementación de la Reforma Educativa ha
elevado el malestar de su base gremial que acusa la reducción de
ingresos cuando no la pérdida de plazas laborales.
En octubre, el cálculo por aquello que el elbismo puede perjudicar se replanteó en el entorno de Enrique Peña Nieto.
En el Estado de México, el yerno de la profesora, Fernando González, y
uno de sus leales, Rafael Ochoa Guzmán, apoyaron a Delfina Gómez, la
candidata de Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador, quien
desde 2016 anunció su apoyo a la Coordinadora Nacional de Trabajadores
de la Educación (CNTE), sector indómito del magisterio tan incómodo para
los intereses del sexenio peñista.
Fue en octubre también cuando Ricardo Yáñez, hermano de Francisco
Yáñez, otrora poderoso agente del elbismo, comenzó a hablar en
Chihuahua, provocando el escándalo de corrupción que cerró 2017 y abrió
2018, en plena precampaña presidencial.
En ese contexto es que se negoció la alianza del PRI con el Panal;
Elba Esther Gordillo consiguió la prisión domiciliaria. Además, una
serie de movimientos, entre otros, programar la renovación del comité
nacional para febrero –cuando debía ser hasta octubre–, donde todo
apunta a la partida de Juan Díaz, sobre quien pesa el estigma de la
traición a Gordillo y a la base magisterial en la que no ha podido
consolidar liderazgo.
En México suele decirse que en política no hay coincidencias y, por
lo visto, hay un intento del agonizante peñismo por atenuar el daño. En
cualquier caso, sea cual sea el resultado de la elección presidencial,
el Panal y los viejos elbistas ya aseguraron el registro, algunos
legisladores y una hasta hace poco inconcebible presencia en Morena, que
en algo habrá de redituar.
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