11/14/2016

Sufren estados saqueados por sus ex gobernadores


Sinembargo
La emergencia que significa la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos no debe ser motivo para olvidar a los ex Gobernadores priistas acusados por corrupción, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y hasta delincuencia organizada que hoy disfrutan de libertad amparados por la impunidad que reina en el país, dijeron analistas consultados por SinEmbargo.
El jueves pasado, el ex Gobernador de Sonora, el panista Guillermo Padrés Elías, se entregó a las autoridades para enfrentar las acusaciones que se le imputan. No fue un mérito de la Procuraduría General de la República (PGR) ni del Gobierno del priista Enrique Peña Nieto, sino un cálculo político del ex mandatario.

“Estamos muy atentos a lo que viene con el triunfo de Trump, quizás eso lo aprovechó Padrés para entregarse. Varios medios titularon: ‘Cae Padrés’, como si hubiera sido un éxito de la Procuraduría; la verdad es que el ex Gobernador hizo su cálculo con su abogado y vio conveniente entregarse, enfrentar a la justicia porque posiblemente las inconsistencias que cometieron para armar su expediente, lo ayuden a salir libre por violaciones al debido proceso”, dijo Ivonne Acuña Murillo, académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana.
La académica lamentó la “lentitud” de la PGR para perseguir a los ex gobernadores del Partido Revolucionario Institucional (PRI) acusados de corrupción, delincuencia organizada y lavado de dinero.

La lista parece agrandarse conforme los gobernadores electos realizan sus auditorías. Ayer, a la par de la aprehensión de Padrés, se sumó a la lista de los acusados Jorge Herrera Caldera, ex mandatario priista de Durango, quien se amparó junto con una veintena de sus colaboradores para averiguar si existe una orden de aprehensión en su contra.
Antes que Herrera Caldera están pendientes las investigaciones sobre Javier Duarte de Ochoa, Gobernador con licencia de Veracruz, hoy prófugo de la justicia, ni la de los ex gobernadores César Duarte Jáquez, de Chihuahua, y Roberto Borge Angulo, de Quintana Roo, sobre quienes ni siquiera pesa una orden de aprensión a pesar de las serias acusaciones en su contra.
“No sé que están pensando; la PGR está actuando con lentitud y es el mismo procedimiento con todos los gobernadores, parece que se les da tiempo para que se vayan, que muevan algo del dinero que se robaron, dejando lo que no se pueden llevar. El país está pasando por una etapa muy difícil, porque lo que vemos es una serie de pactos de impunidad a todos los niveles que deja poca posibilidad para que funcione el Sistema Nacional Anticorrupción[SNA] que el Presidente [Enrique Peña Nieto] presentó hace poco”, explicó.
José Antonio Crespo Mendoza, politólogo del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), coincidió con Acuña Murillo y agregó que el amparo del ex Gobernador de Durango es la prueba de su culpabilidad.

“El ex Gobernador de Durango, ¿por qué se ampara? Sabe que robó, porque no se lo tiene que decir nadie; él sabe que robó y se ampara. Está confesando por eso se está amparando. Hay otros que ni siquiera ha habido orden de aprehensión ni nada como en el caso de César Duarte, los Moreira, Borge. No hay voluntad para castigar de manera amplia a quienes incurrieron en algo semejante a lo de Javier Duarte”, dijo.
Para Nicolás Loza Otero, analista político de Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en el caso de Chihuahua– que de acuerdo con el Gobierno entrante César Duarte no dejó ni para la gasolina– podría ocurrir algo similar a lo que pasó en Veracruz, en donde pareciera que hay un acuerdo previo.

“En Veracruz pareciera que hubo un acuerdo para que Javier Duarte pidiera licencia para poder irse, sin ser consignado; con César Duarte, no podemos saber si pasa lo mismo, pero por lo pronto no tenemos ningún caso integrado en la procuraduría”, recordó.
Lorenzo Meyer Cosío, investigador y politólogo de El Colegio de México (Colmex)
Calificó en una entrevista reciente con SinEmbargo como “una pésima coyuntura” la elección estadounidense y la realidad mexicana, de la cual nadie puede estar orgulloso por la cantidad de asesinatos, corrupción e impunidad.
“Tenemos la desgracia de ser productores y corredores de droga hacia el gran mercado norteamericano, lo que ha producido un a pésima imagen de México que no ayuda a mantener la dignidad nacional y el orgullo nacional. Esta elección norteamericana nos toma en un momento en que nosotros mismos dudamos del camino que México ha seguido, y de la calidad de la vida colectiva de México con los asesinatos, la corrupción, la violencia, la impunidad. Nadie puede estar orgulloso de la vida interna de México; luego se nos viene encima el que somos chivo expiatorio porque se señala que nos robamos los empleos norteamericanos, pues es una pésima coyuntura”, consideró.

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