Alberto Sebastián Barragán*
La Jornada
El programa sectorial
de educación 2013-2018, en su Meta 1, persigue un México con educación
de calidad. En el primer objetivo de esa meta, con su primer estrategia
prescribe: Establecer un sistema de profesionalización docente que
promueva la formación, selección, actualización y evaluación del
personal docente y de apoyo técnicopedagógico (sic).
En el penúltimo año de la aplicación de este Programa Sectorial, el
balance no es favorable. En primer lugar, porque la formación docente,
se ha postergado inexplicablemente. Recordemos que la Ley General del
Servicio Profesional Docente, en su artículo transitorio, vigésimo
segundo, establece que la Secretaría de Educación Pública
formulará un plan integral para iniciar a la brevedad los trabajos formales, a nivel nacional, de diagnóstico, rediseño y fortalecimiento para el Sistema de Normales Públicas.
A pesar de que el Instituto Nacional para la Evaluación de la
Educación (INEE) publicó desde 2015 las directrices para mejorar la
formación inicial de los docentes de educación básica, esta
procrastinación del programa sectorial se presentará en los próximos
meses de julio y agosto.
Otra limitante para el logro de la primera estrategia, es el número
de profesores evaluados en servicio. Según la presidenta del INEE,
Sylvia Schmelkes, si se mantiene el ritmo de 150 mil docentes evaluados
por año, el proceso terminaría hasta 2027.
Aunado a esto, según el Informe 2017, de la educación obligatoria,
prácticamente la mitad de los profesores de nuevo ingreso tuvo al menos
una sesión de tutoría. El Servicio Profesional Docente tiene serias
debilidades.
En el documento Ruta para la implementación del modelo educativo, se reconoce que
es necesario que el modelo se conozca y se comprenda por parte de todos los actores involucrados, justamente porque es la comunidad educativa la que aplica cualquier propuesta curricular. Sin embargo, las autoridades educativas, doblan todavía las apuestas. Es decir, plantean mayores beneficios en menor tiempo.
Para implementar el Nuevo Modelo Educativo, la ruta crítica establece
cinco grandes fases: Presentación de la propuesta curricular; Diseño de
materiales de capacitación y acompañamiento; Elaboración de materiales
educativos, digitales e impresos; Formación y desarrollo docente, y
Evaluación del modelo educativo.
Según el cronograma, la cuarta fase correspondiente a la formación
continua, se realizará de agosto de 2017 al mes de agosto de 2018. En
333 días se plantea la revisión y análisis de las ideas centrales de los
Planes y Programas de Estudio entre los profesores de educación básica
de escuelas públicas.
Esta fase también prescribe la elaboración conjunta de los
lineamientos para la formación de docentesdel 3 de abril al 30 de junio de este año, y el desarrollo de la
Formación inicial y de formación continua, del 3 al 31 de julio del año en curso.
Esta reforma incluye a los normalistas de manera intermitente. Para
legitimar los foros de consulta, se abrieron mesas para la educación
normal; pero para aplicar la Ley del Servicio Profesional Docente, casi
todos los licenciados pueden concursar por una plaza docente, aunque no
sean normalistas.
Para aplicar el nuevo modelo, con una nueva pedagogía, lo más lógico
sería pensar que se necesitan nuevos profesores. Sin embargo, el modelo
se basa en supuestos que ponen en riesgo la calidad educativa, y pone en
juego
el interés superior de la niñez.
Por ejemplo, se apuesta por la autonomía curricular, pero no se ha
fortalecido la autonomía de gestión. En muchas escuelas los Consejos
Técnicos Escolares (CTE) han generado saldos positivos, pero en muchas
otras, los CTE se han convertido en otro lastre para el trabajo de las
escuelas.
Las acciones de seguimiento de la educación básica se emularán para
el nivel medio superior, como la normalidad mínima escolar, o las
estrategias de trabajo colegiado con materiales y guías
eficientes y funcionalesal interior de los planteles.
Si no se ha consolidado la propuesta de autonomía de gestión,
mediante modelos horizontales, con estrategias globales y rutas de
mejora, difícilmente se consolidará la autonomía curricular que plantea
el nuevo modelo educativo.
En el apartado de Formación continua, la Ruta de implementación expone que:
del Servicio Profesional Docente se brindan las herramientas para que los maestros cuenten con recursos pedagógicos innovadorespara realizar su trabajo orientado al aprendizaje de los estudiantes. Esta afirmación resulta fácilmente cuestionable, por los miles de maestros que han participado en uno u otro proceso de evaluación docente.
Para formación inicial, se plantean
nuevos objetivos, que son muy similares a los del Plan de estudios 2012, vigente en el sistema de normales. Pero resalta uno:
generar sinergia con universidades públicas y otras institucionesque coadyuven en la formación inicial y continua de docentes. Sin embargo, el régimen jurídico de las escuelas normales las deja en desventaja, en comparación con las universidades autónomas. Este carácter se tiene que adecuar a las necesidades que dicta la nueva realidad educativa. Pero hay poca voluntad política, y muy poco tiempo para que culmine el Programa Sectorial de Educación.
*Jefe de redacción en Voces Normalistas
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