El panorama laboral se complica si, además de la falta de personal calificado, se suma que al año egresan 450 mil jóvenes de las universidades del país.
La misma Encuesta Nacional de Ocupación indica que 56 por ciento de los profesionistas desempleados son menores de 30 años, cifra que ha sido la más alta en los últimos cuatro años.
En entrevista, funcionarios federales y especialistas en recursos humanos advirtieron que en los próximos diez años aumentarán las dificultades para que los profesionistas consigan un empleo relacionado con sus estudios universitarios, debido a que el bono demográfico hará más reñida la competencia.
Roberto López Esquinca, director general de Investigación y Estadísticas del Trabajo de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), expuso que la presión demográfica es más intensa que en años pasados debido a que en México los profesionistas llegan a la edad de trabajar a una mayor velocidad que el proceso que genera empleos.
Para Jorge Rodríguez Castañeda, subsecretario de Empleo y Productividad Laboral de la STPS, los inconvenientes que enfrentan los profesionistas no se limitan a la carencia de trabajo, también les frena que no sepan un segundo idioma o no cuenten con un conocimiento específico que la empresa exige.
El coordinador general del Servicio Nacional de Empleo, Jorge Barragán Atilano, ejemplifica la problemática que enfrentan los nuevos profesionistas al exponer que hace una década los médicos, ingenieros o químicos no tenían la necesidad de saber procesos administrativos o diseñar estrategias comerciales.
Ahora ya son obsoletos si no tienen alguna de esas especialidades, señaló.
Empleo, una carrera de obstáculos
En México, sí existen
oportunidades de trabajo para los profesionistas, Pero les falta valor
agregado. las universidades se quedan rezagadas ante los avances
tecnológicos y del mercado, advierten.
La desocupación y el subempleo que enfrentan los profesionistas en
México no se debe sólo a la falta de vacantes, coinciden funcionarios
federales y especialistas en recursos humanos.Inexperiencia, carencia de habilidades específicas, no hablar inglés, tener problemas para trabajar en equipo, el aumento de competidores y las condiciones del mercado laboral son los principales obstáculos que deben salvar licenciados e ingenieros que buscan empleo.
El profesionista sí tiene oportunidades. Las bolsas de trabajo abren espacios para ellos, pero lo verdaderamente difícil es cubrir el perfil. Es ahí donde muchos se quedan a la mitad del camino y optan por empleos no calificados, porque les hace falta el plus. Tienen el título, pero nunca han trabajado; tienen experiencia, pero rebasan la edad; saben manejar una habilidad específica exigida por la empresa, pero su inglés se queda corto; cubren los requisitos, pero no están dispuestos a mudarse de ciudad; algunos lo intentan, pero no se adaptan más de una semana lejos de su familia.
Jorge Rodríguez Castañeda, subsecretario de Empleo y Productividad Laboral de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), subrayó que los inconvenientes que enfrentan los profesionistas no se limitan a carencia de empleos, también les perjudica que no sepan un segundo idioma o no cuenten con un conocimiento específico que la empresa exige.
En el país, por ejemplo, faltan enfermeras que hablen inglés o con especialización en geriatría; ingenieros para el sector automotriz que acepten ir al Bajío; licenciados en turismo que hablen chino mandarín, o ingenieros para el sector petrolero, donde hay un aumento de jubilaciones y se necesitan profesionistas que los sustituyan.
El automarketing
El funcionario explicó que los obstáculos varían en función de lo que busca el profesionista, en su audacia para “venderse” y en su habilidad para explorar todos los ámbitos en los que puede encontrar ofertas, pues la mayoría quiere ganar más, pero se encasilla en los mismos sitios de búsqueda.
“Hemos visto que no siempre saben buscar empleo. Les falta información para indagar o rastrear la vacante que los espera y eso pasa porque se limitan a ver ofertas que se anuncian en impresos sin explotar todas las opciones para detectar dónde pueden ofrecer sus servicios, sea en bolsas de trabajo de nosotros, de las mismas empresas o de compañías de recursos humanos”, detalló el subsecretario.
A la acotada búsqueda de empleo se debe sumar que en los últimos cinco años la competencia ha crecido por el aumento de egresados universitarios. Datos de la SEP indican que cada año 450 mil jóvenes terminan su carrera, incluidos licenciados, ingenieros y técnicos superiores. La mayoría quiere aplicar lo que aprendió en la escuela en un trabajo remunerado, pero colocarse no es sencillo.
La oferta de egresados y la demanda de trabajadores difícilmente se sincroniza, pues “hay obstáculos para que encuentren un empleo que corresponda a sus habilidades, destrezas y conocimientos, pero también hay candidatos que no cubren las necesidades de las empresas”, apuntó el subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán Gutiérrez.
El director general de Investigación y Estadísticas del Trabajo de la STPS, Roberto López Esquinca, añade que la desocupación de profesionistas la marca la dinámica del mercado laboral; las empresas emplean al mismo tiempo a 450 mil egresados de las instituciones de educación superior del país y los menos preparados quedan en desventaja.
Aseveró que si quieren ganar más o quedarse con la vacante más atractiva, tienen que especializarse y aprender cierta habilidad específica antes de terminar la carrera, porque eso los va a distinguir de otros competidores, debido a que en la actualidad las exigencias del mercado laboral son muy rígidas y a veces hasta excluyentes.
Un ejemplo de lo anterior es una vacante, de las miles publicadas en www.occ.com.mx, ofrecida por una empresa desconocida, que dice tener presencia en 135 países, que solicita un auditor operativo no mayor a 27 años, pero que ya maneje sistemas específicos como el SUA, ASPEL y actualizado en la legislación del IMSS. Pide, además, que demuestre experiencia mínima de un año como auditor y tenga disponibilidad de tiempo para viajar. El salario que ofrece va de los siete a los diez mil pesos mensuales “según experiencia”.
Rodríguez Castañeda enfatizó que ese tipo de especificidades frena la empleabilidad de los profesionistas, la cual se agudiza porque son inexpertos o les falta “un piquito” para cubrir el perfil solicitado y “entonces no es fácil colocarse en un empleo de su área, con buen sueldo y prestaciones”.
Se olvidan de la universidad
Datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, del tercer trimestre de 2012, y de la Subsecretaría de Educación Superior de la SEP reportan sólo 40 de cada 100 profesionistas tengan un empleo ligado a su formación universitaria y que el resto desempeñe puestos que no requieren educación superior o esté desempleado.
La directora de Reclutamiento Estratégico de ManpowerGroup, Lorena Escobar, explicó que si seis de cada diez profesionistas no trabajan o tienen puestos en los que sólo necesitan el bachillerato se debe a los factores ya mencionados, que dificultan su contratación formal con un salario satisfactorio.
Estudios de Manpower señalan que de diez vacantes, cuatro no son cubiertas porque a los aspirantes les falta experiencia o habilidades específicas, no tienen disposición, se les dificulta trabajar en grupo, les cuesta la pronta respuesta, no se adaptan a otra ciudad, porque están muy arraigados en la que viven, o sus relaciones interpersonales afectan su colocación.
Junto a esos impedimentos, el coordinador general del Servicio Nacional de Empleo, Jorge Barragán Atilano, alertó que las necesidades del mercado laboral es más dinámica que la instrucción en las escuelas; los planes de estudio no cambian a la velocidad del mercado, sobre todo en tecnología.
Hace más de una década, un médico, ingeniero o químico no necesitaban saber procesos administrativos o diseñar estrategias comerciales. Hoy se requieren profesionistas que sepan tanto de ingeniería química como de ventas; un actuario, por ejemplo, tiene la ventaja de que puede hacer cosas administrativas, pero también sabe fórmulas o un ingeniero industrial tiene que elaborar procesos comerciales.
En respuesta, el subsecretario de Educación Superior subrayó que las instituciones actualizan los planes de estudio a las necesidades del mercado de trabajo; sin embargo, muchos profesionistas no cuentan con esa especialización y eso los pone en desventaja.
Competencia al alza
Entrevistados por Excélsior, Castañeda, Tuirán y Escobar coinciden en que sí hay oportunidades laborales para que un profesionista se emplee en lo que estudió, lo cierto es que el número de egresados y la diversidad de carreras acentúan la competencia.
Hoy existen más carreras que concursan para un mismo puesto. Un actuario, un economista, un administrador o un contador compiten por la misma vacante. “Eso complica su inserción en el mercado y para destacar deben tener un plus”, comentó la experta en reclutamiento de personal.
Quien no tenga valor agregado en sus habilidades y competencias será menos favorecido, especialmente si cursó una de las tres carreras con más egresados: administración, contabilidad y derecho.
La especialista de Manpower puntualizó que en la actualidad quienes estudiaron esas tres licenciaturas ya no compiten con cinco o diez profesionistas por una vacante, sino con cien de otras carreras. “Quien busca la mejor vacante pueden hacer un diferenciador con un valor agregado en una habilidad o conocimiento específico que piden las empresas”.
Al respecto, López Esquinca alertó que la presión demográfica actual es muy fuerte en comparación con el pasado. En México y América Latina los profesionistas llegan a la edad de trabajar en una tasa más rápida que el número de plazas de empleo que se generan para ellos.
Eso, añadió Tuirán Gutiérrez, disminuye las oportunidades; así a quien tenga menos experiencia y habilidades adicionales de lo aprendido en la universidad le será más difícil obtener un empleo ligado a su carrera.
Los servidores públicos y la especialista en recursos humanos advirtieron que la serie de obstáculos confrontados por los profesionistas para conseguir un empleo relacionado con su especialidad se acentuará en los próximos diez y 15 años, pues el bono demográfico hará más reñida la competencia.
Para atender esas trabas profesionales, el subsecretario de Empleo y Productividad dijo que urge una reforma laboral, que las universidades mejoren sus planes de estudio y las empresas apliquen nuevas formas de contratación.
Sin lugar para recién graduados
Del total de profesionistas
desempleados, 56 de cada cien son menores de 30 años de edad, el
porcentaje más alto en los últimos cuatro años, según la Encuesta
Nacional de Ocupación y Empleo del tercer trimestre de 2012.
Datos de la Secretaría de
Educación Pública (SEP) indican que cada año 450 mil jóvenes concluyen
sus estudios universitarios; y de ellos, quienes nunca han trabajado
previamente en rubros de su carrera son los que más tardan en ser
contratados.
“El mercado laboral les cobra la
factura de su inexperiencia, comparado con los que ya la tienen”,
aseveró el subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán
Gutiérrez.
Gutiérrez.
“Los recién egresados siempre
concentran el problema del desempleo y el subempleo, con ingresos muy
bajos y sin prestaciones”, precisó.
Así lo registra la tasa de
desocupación de profesionistas por edad de la citada Encuesta Nacional
de Ocupación y Empleo 2012, en la que se muestra que 14 por ciento de
los profesionistas menores de 25 años no tienen empleo; esa cifra baja a
solamente 2.9% entre profesionistas mayores de 30 años, y es de ocho
por ciento en jóvenes entre 26 y
29 años.
29 años.
“Entre los recién egresados hay
más inestabilidad laboral que entre los mayores de 30 años, ya que por
su inexperiencia obtienen contratos menores a seis meses, con malas
condiciones laborales y malos ingresos”, detalló el subsecretario de la
SEP.
La precariedad laboral en los
recién egresados de las universidades también la demuestra una encuesta
de Manpower, empresa de recursos humanos, que señala que tres de cada
diez profesionistas no obtienen un empleo por falta de experiencia.
La situación pone a los recién
egresados en la disyuntiva de aceptar condiciones laborales menos
favorables respecto de quienes ya tienen más de cinco años en el mercado
laboral o buscar un mejor empleo.
Las cifras de la misma encuesta
indican que 21.8% de los profesionistas con menos de 25 años no cuentan
con prestaciones de ley, a diferencia de 8.3 por ciento de los de 30
años o más.
La falta de experiencia obliga a
los recién egresados a subemplearse, y la situación se torna más difícil
dependiendo de la escuela de la cual egresaron.
“El mercado se cobra qué tan
prestigiosa es la escuela de donde viene y qué tan acreditada está la
institución para la carrera que estudió.
“La historia de una universidad
cuenta en la contratación”, aseveró el funcionario de la SEP, al agregar
que también influye cómo se desempeña el nuevo profesionista, qué
habilidades tiene y qué tan rápido aprende.
De ese modo, quienes terminan una
carrera se enfrentan a una mayor precariedad laboral no sólo porque
ganan menos, sino porque “el inicio es cada vez más difícil, pues
compiten contra un número cada vez mayor de egresados y eso hace más
escasas las oportunidades”, concluyó Tuirán.
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