Por la Redacción
México, DF, 11 oct 12 (CIMAC).-
Amnistía Internacional (AI) denunció que la violencia y la tortura
sexual contra las mujeres en México persiste, y sostuvo que contrario a
lo que pregona el gobierno federal hasta el momento no se ha
investigado y ni castigado a los culpables de estos crímenes.
En
su informe “Culpables conocidos, víctimas ignoradas. Tortura y maltrato
en México”, la organización humanitaria señala que aunque el gobierno
federal no lo reconozca, la tortura y la tortura sexual han aumentado
en los últimos cinco años.
En el reporte dado a conocer hoy en
esta capital, AI explica que la tortura y otros maltratos en México han
aumentado de manera considerable en los últimos cinco años del gobierno
de Felipe Calderón, pese a las recomendaciones internacionales de
respeto a los Derechos Humanos (DH).
El documento será
presentado en noviembre próximo ante el Comité de Naciones Unidas
contra la Tortura. Ahí se explica que según la Comisión Nacional de
Derechos Humanos (CNDH), en 2011 se recibieron mil 669 denuncias por
tortura y tratos crueles.
La cifra es alarmante en comparación
con 2010, cuando las denuncias ascendieron a mil 161, o con 2009 cuando
fueron mil 55 casos ante la CNDH, y en los cuales se acusó la
participación de elementos de seguridad pública o de las fuerzas
armadas.
Como ejemplo de la tortura sexual contra las mujeres,
el informe de AI cita la violación sexual contra las indígenas Inés
Fernández y Valentina Rosendo, ambas perpetradas por militares en el
estado de Guerrero en 2002.
Aunque ambas mujeres tlapanecas
llevaron su caso ante el Sistema Interamericano de DH y lograron una
sentencia contra México por parte de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, hasta el momento los culpables no han sido castigados.
Otro
ejemplo es la tortura sexual contra 26 mujeres en San Salvador Atenco,
Estado de México, durante los operativos del 3 y 4 de mayo de 2006
cuando policías federales y estatales las detuvieron y violaron.
El
pasado 18 de julio se aprehendió a dos policías del Estado de México
por cargos de tortura, aunque AI dijo temer que las detenciones sean
para impedir que el caso llegue hasta el Sistema Interamericano.
Amnistía
pone también como ejemplo la tortura sexual contra Margarita González
Carpio, quien en octubre de 2011 fue sometida a graves abusos por su ex
pareja sentimental, un alto mando de la Policía Federal en la ciudad de
Querétaro, capital del estado del mismo nombre.
Las
autoridades federales y estatales se negaron en un primer momento a
tomar medidas para protegerla o investigar las denuncias de agresión
sexual y las palizas contra González Carpio; por lo que ella se tuvo
que ocultar sin que hasta ahora tenga medidas de seguridad.
AI
alertó que otro grupo vulnerable son las migrantes, toda vez que pueden
ser víctimas de tratos crueles y degradantes como le sucedió a una
mujer que en marzo de 2008 pasaba por una oficina del Instituto
Nacional de Migración en Huixtla, Chiapas, cuando tres policías
municipales le robaron su dinero.
Aunado a lo anterior, tres
hombres armados y en presencia de la policía se llevaron a la migrante,
quien fue localizada días después en El Salvador luego de que la
obligaron a caminar un día entero y tras violarla reiteradamente.
En
el informe de la organización internacional se precisa que los agentes
del Estado recurren a la tortura como práctica común para obtener
confesiones o declaraciones.
Miriam Isaura López Vargas,
detenida en febrero de 2011 en Ensenada, Baja California, fue una
víctima de ese tipo de tortura. Según su relato, fue interrogada por
soldados en un cuartel militar de Tijuana, quienes la sometieron a
agresión sexual y física, asfixia, y además la amenazaron para que
firmara una confesión en la que culpaba falsamente a otras personas por
narcotráfico.
En este contexto, AI exhortó a las autoridades
mexicanas y al gobierno entrante, encabezado por Enrique Peña Nieto, a
tomar medidas para prevenir la tortura y asumir sus compromisos
internacionales contra estas prácticas.
Además pidió que se
investigue y ponga a disposición judicial a los responsables de
violencia contra las mujeres, sean agentes del Estado o no. También,
acotó, deben ser investigados y enjuiciados funcionarios que no
indaguen ni sancionen la violencia de género.
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