“Habrá camiones para ir al Grito de Independencia a las 6 de la tarde
en Boulevar Diamante y Jardín de Niños. Los esperamos. Nos llevan y
traen ¡No falten!”
El 15 de septiembre (2014), Morena realizó un Congreso Nacional
Extraordinario para cumplir con las exigencias del IFE-INE. Al mismo
tiempo, como de costumbre y como el protocolo lo indica, fue el día de
la Independencia de México en donde el llamado presidente dio el Grito
de Dolores.
Haciendo un poco de memoria, Morena lanzó la
propuesta de consulta popular para que se le pregunte al pueblo si está
de acuerdo o no, en que se vuelva a entregar el petróleo a extranjeros
y a empresas privadas. Y ahora todos, para no quedarse atrás, proponen
su propia consulta popular y se cuelgan de causas que a simple vista
parecieran justas. Los “progresistas” del PRI se montan en la reducción
en el número de senadores y diputados; los descarados del PAN se montan
del salario de las y los trabajadores para decir que buscan un aumento
al salario mínimo; y los mediocres del PRD, como dicen que son de
izquierda, le copian a Morena con la consulta sobre reforma energética;
y, de pilón, la alianza PRD-PAN lanzan una propuesta extra para una
supuesta reducción del salario del presidente y de altos servidores
públicos.
La diferencia entre las consultas populistas de
PRI-PAN-PRD (y el resto de sus afines) y la consulta que propone
Morena, es que Morena ha impulsado esta propuesta desde abajo, con el
pueblo y, así mismo, Morena ha sobresalido por encima de los demás
jugadores, por ser la primera fuerza política en cumplir con los
requisitos.
Digan lo que digan las —poco fiables—
instituciones (Congreso, Suprema Corte, etc.), los millones de
mexicanos honrados, la gran mayoría, lucharán con los medios pacíficos
que sean necesarios para revertir las llamadas reformas.
Por
otro lado, echando un vistazo a la foto de la familia presidencial, no
son sino una familia acomplejada que, lamentablemente, como muchas, al
puro estilo de las telenovelas de televisa, o como don Porfirio Díaz en
sus mejores tiempos, buscan blanquear su piel para parecer lo más
anglosajón posible. Este complejo de inferioridad —malinchismo mezclado
con una dosis de odio a uno mismo— le ha pegado a buena parte de los
mexicanos. Este es uno de los problemas grandes que por ser arraigado,
debe estar en las prioridades y metas de largo plazo de la izquierda
nacional que está resurgiendo.
Un Zócalo cercado con vallas
en una fiesta que debiera ser popular, relativamente lleno de
militantes, o que de alguna forma son parte del Revolucionario
Institucional; tortas, plátanos y refrescos para los acarreados de
abajo, y grandes banquetes para los privilegiados de arriba. Basta con
ver el corazón del país para darse cuenta de lo enferma que está la
patria.
Las fallas al izar la bandera, haberla tirado al
piso sólo se puede interpretar como la forma funesta y mediocre en que
se administra al país, de cómo el mal gobierno tiene la economía, la
salud y la educación por los suelos.
Pero, en conclusión, los enemigos de México no son infalibles. A México lo rescataremos de entre ruinas.
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